UNA SEMANA DE MOVILIZACIONES Y CRISIS POLÍTICA
El desbande del “atril” del triunvirato cegetista el martes pasado ha suscitado una variedad de interpretaciones, aunque no muy distantes unas de otras. Morales Solá, el artífice, recordemos, de la cesantía de De la Rua, con la denuncia de coimas en la sanción de la “reforma laboral” de esos años, asegura ahora (La Nación, 8.3), que “el gobierno de Macri puede dormir tranquilo”. Entiende lo ocurrido como una manifestación extrema de la fragmentación del peronismo y, en consecuencia, de un golpe a su capacidad para infligir al macrismo una paliza electoral en octubre próximo. Carlos Pagni eleva la apuesta: “El trío”, dice, en referencia a la cúpula de la burocracia, “busca ahora que Macri lo rescate del papelón con un encuentro”. De acuerdo a esto, la ‘promesa’ de un paro nacional para fines de marzo ha entrado en un impasse.
Primero, la patria
El desplome del palco puso en evidencia la dependencia de la burocracia sindical de la política de ajuste y del gobierno. Carlos Acuña, el delegado de Luis Barrionuevo en la dirección de la CGT, lo reconoció con todas las letras: “Esto no es un camino de rosas. A esto hay que transitarlo. Lo más difícil hoy para la CGT es tener el equilibrio que está teniendo, en medio del ajuste que se vive. Es difícil (…), pero (…) primero está la patria” (La Nación, 9.3). La caída de la tribuna sería entonces la expresión de una ‘pérdida’ de ese ‘equilibrio’. No habría escenario que resista la convocatoria a una manifestación contra el ‘ajuste’, distante de Plaza de Mayo, con la intención de frenar la lucha contra ese ‘ajuste’. Los paros de la CGT, bajo el gobierno K, fueron todos pasivos.
De acuerdo a lo que cuentan los mentideros informativos, la crisis ha alejado el interés de la burocracia por el paro general todavía más. La intención de parar por un día en abril estaría confinada a la Corriente Federal y a la UOM, pro-kirchneristas, y a Pablo Moyano de Camioneros – aunque esto último depende de lo que decida su papá, Hugo. UPCN y la Uocra, entre otros, ya se han pronunciado en contra. La burocracia de los sindicatos docentes de Ciudad y Provincia han levantado las huelgas, algo que el ‘Chino’ Navarro ha interpretado como “una lucha que sigue en las aulas”. La CTEP, de inspiración papal, también ha llegado a un arreglo con el gobierno. El gobierno mismo se encuentra negociando con la burocracia de la UTA y de La Fraternidad el rechazo a un paro del transporte: Maturano y Fernández son los más hostiles, dentro de la Confederación del Transporte, a lo que califican como un servicio a la izquierda. Sassia, de la Unión Ferroviaria, consultará con Randazzo, su pollo electoral, el rechazo a un paro. La CATT y la CGT podrían ir a un paro divididas, sin piquetes ni manifestaciones, con la sola intención de clausurar cualquier otra medida de fuerza con el pretexto de las elecciones. Buscarían contener, de este modo, la presión de algunas regionales, que se han declarado dispuestas a ir a la huelga en sus distritos – como en Mendoza, o en San Lorenzo (el cordón industrial de Rosario) por decisión de un plenario sindical.
Las esquirlas del palco han golpeado a todas las fracciones que pelean la interna del pejotismo e incluso al massismo – cuyo representante en el trío cegetista es Héctor Daer. El triunvirato de la CGT responde a los intereses y proyectos de las siglas de intendentes pejotistas que están empeñadas en una candidatura para la provincia de Buenos Aires que prescinda de Cristina Kirchner. Al mismo tiempo, sin embargo, la quiebra del atril mostró que la intención del kirchnerismo de “unir al justicialismo” detrás de la candidatura de CFK es, hasta nuevo aviso, una fantasía. Para Página 12 (7.3) “Todo es virtual”, incluso la candidatura de la expresidenta.
Una nueva dirección
El macrismo, sin embargo, no puede sobrevivir con el tubo de oxígeno de la fragmentación ‘peronista’ – sería una ‘gobernabilidad’ por omisión. El gobierno, en otro giro, ha decidido reducir el ritmo de aplicación del ‘tarifazo’, para atenuar la suba de los precios y atender un reclamo del capital industrial. Gobierna, hasta cierto punto, por tanteo. Bajo la presión de la crisis no se debe excluir algún pacto de “unión nacional”, que readecúe el ‘ajuste’ al retroceso económico y a las crisis políticas que se desarrollan en Estados Unidos y la Unión Europea. Hasta la Cámara de los Lores, en Gran Bretaña, se ha atrevido a bochar el plan económico del gobierno del Brexit. Una ‘unión nacional’ es, sin embargo, inviable en las circunstancias actuales, y solamente podría ser impuesta por una situación prerrevolucionaria.
¿Cómo se construye y se desenvuelve una dirección obrera y socialista en esta coyuntura de crisis, que es a la vez la manifestación de una etapa de transición?
Desde la ocupación de Agr-Clarín se ha ido manifestando una extendida resistencia combativa en los lugares de trabajo y a nivel regional – como ha ocurrido ante los cierres masivos de empresas en Baradero o, como se señaló, en San Lorenzo, y como se anuncia en diversas regionales y provincias. Los obreros de GM Rosario han rechazado las suspensiones por mayoría abrumadora, y lo mismo hacen los compañeros de Sancor ante cierres de plantas y despidos. La movilización enorme de la docencia, el lunes 6, y la manifestación sin precedentes de mujeres, el 8 de marzo, acompañada con un llamado a la huelga, han puesto de manifiesto una disposición de lucha que se generaliza en los trabajadores.
Los activistas de la clase obrera, la juventud, la mujer, los barrios, se encuentran ante la oportunidad de unir estas luchas en comités interfabriles, comisiones de empresas ocupadas y, en el caso de organizaciones establecidas, que deliberen con plenarios de delegados con mandato. El planteo de “paro general” debe servir a este desarrollo, debe subordinarse a él, y debe evitar que se convierta en un paréntesis de las luchas o la parálisis.
Las vaguedades “contra el plan económico” deben ser sustituidas por reivindicaciones concretas – ocupación de toda empresa que cierre; reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, en empresas que despidan o suspendan; que se abran los libros de las empresas de energía (petróleo, luz gas) y del transporte, y el cese de los tarifazos; por el control obrero de la producción; por un salario mínimo de $ 15 mil y ajuste mensual por inflación; comités de mujeres, barrio por barrio, contra la violencia y por la satisfacción de sus reivindicaciones apremiantes. El desbarranque del triunvirato ha expuesto el derrumbe de una dirección largamente desprestigiada, que debe servir al desarrollo de una nueva dirección.