LA RECTA FINAL DE UNA CAMPAÑA MACARTISTA

LA RECTA FINAL DE UNA CAMPAÑA MACARTISTA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/7042-

Algunos medios y varios ‘opinólogos’ dan como un hecho que la victoria de Macri en la primera vuelta será lo suficientemente holgada como para asegurarle la conquista de la jefatura de Gobierno. Los voceros del macrismo han comenzado a expresarse de la misma forma en los últimos días de la campaña. Para los encuestadores que no están enrolados con el oficialismo, Macri obtiene esta ventaja considerable porque habría superado ‘las prevenciones’ de una parte del electorado que lo rechazó en el segundo turno de las elecciones de 2003.

¿Cómo se ha llegado a esto? ¿Qué ha ocurrido con el impacto de la crisis producida por los ‘affaires’ Skanska, Greco o Taselli? ¿O con impacto de las rebeliones docentes y populares en varias provincias y las luchas de varios sectores de la clase obrera con relación al salario y a las paritarias?

Agenda

La campaña electoral en la Ciudad estuvo dominada de entrada por una agenda capitalista (gestión ‘eficaz’ en medio de la creciente desigualdad social) e incluso derechista (una competencia por quien ofrecía ‘mayor seguridad’). Las candidaturas ‘progres’ de Telerman y Filmus coincidieron en adoptar una agenda similar a la de Macri, o sea que se transformaron en los vehículos principales del crecimiento del macrismo. Mucho antes que lo hiciera una parte del electorado, según los encuestadores, los propios ‘progres’ habían superado los ‘prejuicios’ hacia Macri. ¿O acaso Macri puede ofrecer significativamente más de lo que ya han hecho Telerman y Kirchner para transformar a la Ciudad de Buenos Aires en un campo privilegiado de la especulación inmobiliaria financiada por los bancos y por los capitales del exterior? Si bien ninguno de los candidatos patronales se privó de hacer un poco de demagogia social, incluso en este punto Macri se pudo presentar como más creíble que los ‘progres’ por la circunstancia de él no ha sido nunca jefe de Gobierno. ¿Qué sabe el electorado del hecho de que Macri aportó sus hombres en las gestiones de Ibarra y de Telerman y de que lideró la Legislatura durante cuatro años sin interrupción?

De todos modos, hay que decir que el predominio de esta agenda capitalista para un conjunto diverso de sectores de la población tiene que ver con algunas características de la situación general. Ocurre que la recuperación económica capitalista se encuentra en una fase de transición donde la acentuación de la explotación y desigualdad sociales, por un lado, se combina todavía, por el otro, con el efecto amortiguador que representa la salida de la bancarrota económica, en términos de más empleo y mayor poder adquisitivo. Una parte de la población lucha para limitar la presión explotadora de las patronales en los lugares de trabajo, para recuperar salarios e incluso superar el poder adquisitivo de los ’90; otra parte, al revés, se esfuerza por recoger, realizando mayores sacrificios, los beneficios que pueda ofrecerle el crecimiento de los negocios, e incluso reclama ‘tranquilidad’ en las calles para prosperar en ese empeño. Los ‘tres mosqueteros’ de las elecciones porteñas dieron expresión a este último sector del electorado, y aprovecharon todas las ocasiones para contraponerlo a los que luchan.

La crisis de la camarilla kirchnerista

El gobierno o el oficialismo podrían haber aprovechado las tendencias conservadoras del proceso económico, pero han sido incapaces de superar sus choques de camarillas. En el campo oficial, la campaña electoral se transformó en un riña de gallos entre Filmus y sus padrinos, de un lado, y Telerman y el rejunte que salió a ‘rodearlo’, por el otro. Las ‘peleas’ entre los ‘progres’, sumadas a la legitimidad que le dieron a la agenda macrista (que es la agenda de ellos mismos) fue el factor más importante en la ventaja con la que Macri aparece de cara a la primera vuelta. Un electorado que se sacrifica por recoger las migajas de una recuperación económica, acaba transformándose en hostil contra quienes pueden arruinar ese sacrificio con crisis políticas artificiales para sus intereses. Kirchner le dio con todo a la guerra contra Telerman, con el convencimiento de que si su pupilo pasa a la segunda vuelta gana las elecciones. Es probable que no obtenga ni una cosa ni la otra —ni la primera vuelta ni la segunda. No hay que olvidar que en todo este entrevero se introdujo el asunto Skanska, un durísimo golpe al gobierno nacional, que Kirchner y sus laderos transformaron también en un motivo de acusaciones contra la corrupción de Telerman. Al final de cuentas los ‘progres’ del kirchnerismo aplicaron la misma táctica que le critican a los ‘ultraizquierdistas’: atacar más a los del mismo palo que a los ajenos.

Las luchas populares

Además del asunto Skanska, el hecho más importante que irrumpió en el escenario de la campaña electoral fueron las rebeliones docentes y provinciales y las luchas de fábricas, sindicatos y centros de estudiantes. El asesinato del compañero Fuentealba conmovió a los sectores populares. Es incuestionable que esta rebelión ha modificado la situación política en Santa Cruz y la campaña electoral en Neuquén; incluso ha abierto nuevos frentes de desarrollo en Salta. Pero en la Capital el resultado es mucho más contradictorio. En la masa de la población aferrada a la recuperación económica provocó ‘prevenciones’ contra un retorno al período de la crisis. Esto se manifestó con claridad en las reacciones que produjo el paro del subte que siguió a la firma inconsulta del convenio por parte de la burocracia de UTA. Las rebeliones populares en las provincias fueron un golpe demoledor para el gobierno, pero no alcanzó a Macri para los sectores que no quieren ver la repetición de esas rebeliones.

En este punto de la lucha social la campaña electoral entró en una fase macartista, que con mucha habilidad los candidatos patronales dejaron en manos de los medios y de sus ‘comunicadores’ alcahuetes. Comenzó una cruzada contra los estudiantes que ocupan colegios, contra los trabajadores del subterráneo, contra los cortes en la Panamericana de los obreros en huelga. Los ‘tres principales’ reforzaron su campaña por la ‘seguridad’, o sea para reforzar a la policía.

El macartismo, la izquierda y el PO

Nadie puede discrepar con el hecho que el blanco político de la campaña macartista fue el Partido Obrero —denunciado desde el presidente de la Nación para abajo por las rebeliones populares en Salta, Santa Cruz y Neuquén; el paro del subte; las movilizaciones de los colegios pre-universitarios; las movilizaciones de los trabajadores del Casino; los cortes la Panamericana por parte de Fate y Terrabusi; la ocupación de Fargo; y en definitiva cualquier conflicto social. Pero mientras los medios eran pródigos en atacarnos por nuestro rol en estas luchas, no lo eran en darnos la posibilidad de defender nuestras posiciones. No hay que olvidar que se nos endilgó desde el individuo que chocó un camión por las calles del centro de Río Gallegos hasta del tirón de pelos a Alicia Kirchner. De esta manera, el partido más censurado en la campaña electoral ya era un partido proscrito por completo de los medios con anterioridad y al margen de la propia campaña, como el chivo emisario del desarrollo de una ola de luchas sociales. El monopolio capitalista de los medios de comunicación no opera solamente en los torneos electorales; se trata de una manipulación más compleja, que ataca en forma sistemática todas las manifestaciones de la lucha de clases de los explotados. La campaña macartista abarcó un conjunto de procesos, no solamente las elecciones; en éstas sólo encontró su remate. Lo dicho para el Partido Obrero no vale, sin embargo, para el MST o Lozano: porque no es lo mismo la veda para que no polemicen con Macri o con Telerman a que sufran un macizo ataque político de conjunto por las luchas sociales (en las que no participaron) y una completa censura a la hora de la réplica a esos ataques. Comparativamente a otras elecciones, los medios de comunicación se empeñaron en una campaña para promocionar a Walsh y a Lozano como titulares anticipados de la cuarta colocación. Clarín y TN le dieron un lugar destacado a la campaña de la ‘nueva izquierda’ en la cual se pretende reencarnar el MST. O sea que Magneto, el mandamás de Clarín, se dio el tiempo y los medios para intervenir en la elección de la izquierda.

Gran Hermano

La campaña electoral no contrapuso programas ni confrontó partidos, exhibió una catarata de candidatos mediáticos que han quedado como sobras de los viejos partidos; lo mismo ocurrió con la izquierda que se presentó como ‘nueva’ y que se declaró ‘independiente’, o sea ajena a una organización. La campaña electoral (y esto no ocurre solamente en Argentina) se convirtió en una suerte de tedioso Gran Hermano para algunos espectadores que lo pueden ver en continuo pero que la mayoría recoge por la noche. Por eso el domingo 3 no se votarán programas ni partidos; se ‘nominará’ a los participantes. La incapacidad del régimen democrático para transparentar los alineamientos y las divergencias políticas es una manifestación clara de la descomposición de la dominación capitalista.

Espejismo

Los resultados del domingo no van a resolver ninguno de los problemas o contradicciones sociales que caracterizan el momento actual, lo cual quiere decir que se va a producir un mayor desajuste entre el proceso social, de un lado, y la política oficial, del otro. La Ciudad de Buenos Aires y Argentina son verdaderos polvorines sociales, que no van a ser superados por un Macri, un Telerman y un Filmus. Además, habrá una derrota del gobierno en el momento en que la corruptela de Skanska, Techint y compañía dejan al desnudo la precariedad de la llamada ‘reconstrucción de la burguesía nacional’. Esto desatará nuevas crisis y realineamientos en el frente burgués. La rebelión popular, por su lado, va a tener nuevas manifestaciones. Gran parte del superávit fiscal obedece cada vez más al crecimiento de la inflación, que es una gran desorganizadora del tejido social. Los desequilibrios de la economía mundial se acentúan aceleradamente.

La situación transicional que caracteriza a la recuperación capitalista en el momento actual tenderá a disiparse dejando a la vista su cara genuina: la mayor explotación social, sin migajas ni atenuantes. En estas condiciones planteamos la tarea de construir un partido de la clase obrera como el único instrumento adecuado para acabar con la ficción del gran hermano y asegurar una lucha victoriosa. Las manifestaciones mediáticas o movimientistas en el campo de la izquierda están condenadas al fracaso.

Una manifestación poderosa de esta lucha del Partido Obrero para construir una organización socialista revolucionaria, precisamente aquello que desata el odio de nuestro enemigo de clase y del gobierno y la censura en contra de nosotros, será la movilización que emprenderemos el domingo 3 para asegurar que no nos roben el voto y para dar la batalla final, contra todos los obstáculos, para tener un legislador obrero y socialista en el parlamento de la Ciudad.