VENEZUELA : LA REVOLUCIÓN SEGUIRÁ SIN SER TELEVISADA

VENEZUELA : LA REVOLUCIÓN SEGUIRÁ SIN SER TELEVISADA

La cancelación de la licencia al canal RCTV, por parte del gobierno de Venezuela, ha sido denunciada en términos brutales por todos los voceros del imperialismo y saludada por la inmensa mayoría de la izquierda internacional. De cualquier modo, no hay que omitir en la historia a los amigos del chavismo que han preferido callarse la boca, como es el caso del italiano Fausto Bertinotti, jefe de Rifondazione Comunista, que invoca su actual condición de presidente de la cámara de diputados de su país, para esquivar cualquier compromiso con todo lo que exija una definición inequívoca. En la condición de Bertinotti deben encontrarse seguramente muchos otros que comenzarán a atemperar su cariño oportunista con la ‘revolución bolivariana’.

¿Estamos ante un caso de censura a la libertad de opinar e informar, como dicen unos, o ante una recuperación de la soberanía popular sobre los medios de comunicación, como dicen los otros?

RCTV es un medio naturalmente capitalista que se ha caracterizado por una sistemática agitación contrarrevolucionaria con el gobierno de Chávez y contra el movimiento nacional en Venezuela. En abril de 2002 ofició de instrumento del golpe militar contra Chávez del modo más grosero que se pueda imaginar: censuró todas las manifestaciones populares de resistencia al golpe y presentó a este último como un hecho consumado. Miles de manifestantes se vieron obligados a movilizarse contra el canal para forzarlo a que dejara de mentir, pero sin resultado. La impudicia del medio quedó registrada en numerosos videos que recorrieron el mundo; uno de ellos llevó por título “La revolución no será televisada”. La misma línea de bloqueo y sabotaje informativos empleó RCTV en oportunidad del lock-out patronal de diciembre 2002-febrero 2003, que paralizó gravemente al país y en particular a la industria petrolera. Mientras insultaba a rienda suelta a Chávez a través de la pantalla, RCTV denunciaba al régimen que le permitía hacerlo como “totalitario”.

¿Está bien entonces que ahora le cancelen la concesión? Aunque parezca que la respuesta está cantada, no es tan sencilla.

¿Por qué RCTV no fue cerrada luego del fracaso del golpe de abril o cuando se realizó el criminal lock-out patronal? Una medida de ese tipo en aquellos momentos hubiera sido tremendamente revolucionaria. El gobierno bolivariano, acosado por el golpe o el sabotaje empresarial, hubiera debido recurrir, para defender semejante decisión, a la toma de los medios por parte de las masas movilizadas. Una respuesta semejante al imperialismo hubiera ‘cortado los puentes’ con la llamada ‘comunidad internacional’, incluidos los Lula y los Kirchner. Pero Chávez no respondió de esa manera; no lo hizo con RCTV ni con los capitalistas que lideraron el lock-out. Luego del golpe licenció a la jerarquía golpista de PDVSA y, esto mucho después del lock-out, convirtió a las empresas vaciadas o abandonadas por sus patrones en ‘empresas recuperadas’, es decir controladas por una burocracia designada por el Estado. Más adelante aceptó realizar un referendo revocatorio de su mandato que habían exigido el imperialismo y la oligarquía local.

RCTV es cancelada ahora en circunstancias harto diferentes y por motivos que no son los que se planteaban objetivamente en 2002 y 2003. En primer lugar, la cancelación está revestida de todo el ropaje de la legalidad, puesto que la licencia del grupo había llegado a su vencimiento. Más importante todavía, no hay ahora una situación de confrontación como la de hace casi un lustro, o sea revolucionaria. Al igual que las nacionalizaciones de teléfonos y luz, que el gobierno paga a precio de mercado, todo ocurre dentro de la legalidad. La utilización de los equipos de RCTV por la nueva emisora del gobierno, es transitoria; si se produce una expropiación será pagada en forma correspondiente. Lo más importante de todo, sin embargo, es que la cancelación tiene que ver con una política de regimentación social, como se manifiesta en la formación del partido único y en el intento de dominar a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) —la central sindical que ha emergido con la movilización obrera contra el golpe de 2002 y contra el lock-out patronal. Los nuevos directores del medio se han deshecho en promesas de desarrollo de una televisión popular, antiimperialista, pedagógica —pero es claro que no será el escenario de confrontaciones entre corrientes políticas. ¿Podrán los dirigentes clasistas de la UNT denunciar en la nueva emisora, sistemáticamente, la acción hostil del ministerio de Trabajo de Chávez hacia la UNT y hacia las luchas salariales de los trabajadores? ¿Podrán los luchadores socialistas criticar al partido único, a su copamiento por las burocracias del actual Movimiento V República y a su condición de partido-Estado?

Los límites de las nacionalizaciones burguesas son más manifiestos cuando incursionan en la educación, la información o la cultura que cuando lo hacen con los teléfonos o la producción industrial. En estos últimos casos las nacionalizaciones extienden el radio de la autonomía nacional sin afectar la explotación capitalista de los trabajadores. Cuando se trata de la ‘producción espiritual’ ocurre algo más, porque aquí el nacionalismo burgués pretende monopolizar la ideología, o sea la dominación de las ideas y del intelecto de los explotados. Los directores de la nueva televisora han jurado como funcionarios del Estado, lo cual significa que carecen de cualquier independencia o autonomía política.

La agitación contrarrevolucionaria contra el cese de RCTV ha tomado proporciones fascistizantes. La CNN, por ejemplo, mostró a Chávez junto a líderes de Al Qaeda, en una imagen trucada, lo cual es una invitación al crimen político. Luego presentó a las disculpas por lo hecho hablando de un “error involuntario” —una manifiesta mentira, a la cual ha debido recurrir, sin embargo, por la vigorosa reacción del gobierno de Venezuela.

RCTV no debe volver nunca más a manos del gorilismo, pero es necesario luchar por su autonomía política del Estado y del partido único. Que sus directores sean elegidos y revocables por medio de congresos populares; que sus contenidos sean debatidos y refrendados; que las organizaciones de la cultura, de la educación, del arte y del espectáculo tengan una intervención masiva. Ni manipulación ideológica, moral y espiritual del imperialismo, ni regimentación ideológica por parte de la burocracia del Estado. Pero para conquistar la autonomía y la libertad política de los medios de difusión es necesario luchar por la autonomía y democracia sindicales; es necesario insistir ante la vanguardia de los trabajadores que la única forma consecuente de intervenir en los procesos nacionales y aún en los movimientos nacionales es por medio de un partido obrero y socialista.

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/7090-