FRENTE A LA CATÁSTROFE DE UN RÉGIMEN ACABADO

FRENTE A LA CATÁSTROFE DE UN RÉGIMEN ACABADO

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/42339-

“El FMI no debe suavizar sus criterios ante Macri” – dice el Financial Times en un editorial, ni tampoco debe “brindar protección política local a Macri” (El Cronista, 10/5). Este planteo borra cualquier expectativa de un rescate, sea político o económico.

“El (Banco) Nación ofrecerá descuento de cheques “a tasas de mercado” – informa el mismo diario. González Fraga, el presidente del Banco, un macrista, sabe que estas tasas, de un 70 u 80% anual, significa el quiebre financiero del comercio.

“Morgan Stanley advirtió, cita La Nación (11/5), que los más de u$s 55 mil millones de reservas del Banco Central no son suficientes (ni) el stock de reservas es líquido”. Esto quiere decir que no puede parar una corrida. El banco caracteriza que Argentina está en un ‘defol’. Seguimos. De acuerdo a Clarín, “el FMI no quiere financiar ninguna fuga de capitales”, o sea que exige que ‘devalúen’ hasta que las velas no ardan. Los lectores de Prensa Obrera saben que esto es así desde antes – ver: “Macri toca fondo”, en Prensa Obrera, que señala el pasaje del ‘gradualismo’ al rodrigazo. O nuestra intervención, el miércoles pasado, en “A Dos Voces”.

Argentina se encuentra en situación de ‘defol’, punto. Este es el punto de partida de una caracterización política de conjunto. Las Lebac han perdido casi la mitad de su valor, pues rinden alrededor de un 50%, cuando el interés al momento de su emisión estaba en torno al 25 por ciento. Las compran los ‘fondos buitres’ a precio de chatarra. Si es verdad que los fondos y bancos extranjeros ya se llevaron los dólares a casa, quienes han quedado en el pozo son los bancos locales y los fondos comunes de inversión que descontaban, hasta ahora, la protección de Macri. Por eso, el FMI, el MS (Morgan Stanley) y el FT (Financial Times) no se mosquean ante la evidencia del derrumbe.

Los dos funcionarios que ‘monitorean’ a Argentina desde el FMI, le “dijeron a los inversores”, botonea, de nuevo, Clarín, “que la Casa Rosada no iba a cumplir su programa fiscal. Así, ambos le echaron combustible a la corrida contra la Argentina”.

Macri ha ido a pedir la escupidera al mismo FMI que le armó la corrida. La decisión del Nación respecto al descuento de cheques indica que espera un traslado de la corrida cambiaria a los depósitos en los bancos, en especial después que Sturzenneger le ordenara a los bancos deshacerse de gran parte de su stock de divisas. La devaluación disparará el ajuste de los tarifazos hacia arriba. Devaluación y tarifazos dolarizados es sinónimo del rodrigazo de 1975, de una corrida bancaria como 2001, y de una hiperinflación, a término, como en los últimos días de la dictadura, el final de Alfonsín y los dos largos años del inicio de Menem. Ahora, además, con un barril de petróleo volando a los 80 dólares.

Una crisis de régimen político

El derrumbe financiero ya está jugado. El miércoles que viene, cuando vencen $620 mil millones en Lebac, una renovación a tasas de interés estratoféricas simplemente añadiría en el tiempo una mayor presión a la crisis. El voto del pejotismo por la ley de Mercado de Capitales lo ha puesto de cómplice de este estallido o quizás hasta de socio. La cuestión ahora es netamente política, porque el gobierno ha perdido autoridad para gestionar el colapso. Lo menos que pide Bonelli, en Clarín, es el telegrama de despido para Marcos Peña. El plan de remoción de escombros, Macri lo está enhebrando con un grupo de exiliados: Melconián, Prat Gay, Redrado, los fanáticos del Cema y Domingo Cavallo en una sala de terapia intensiva. Durán Barba y Peña deben estar aliviados de que no llegara aún al Congreso el proyecto que reduce las indemnizaciones por despidos. Aún cuando en este caso sería con causa. La última infidencia de Clarín es que, en el FMI, “hablan de un reordenamiento del gabinete económico”. El gabinete de relevo se decide en Washington – ¿lo mismo ocurrirá con el gobierno?

Todavía no tenemos una “crisis de poder”, pero hacia ahí apunta la envergadura de la crisis económica y la capacidad política del gobierno para contener su desenlace en gran escala.

“La crisis es ahora de confianza y ha contagiado al Gobierno y su credibilidad” - se aviva ahora el consultor Sergio Berensztein, ex fogonero del macrismo (La Nación, 11/5). Berensztein detecta “una cuasi rara cordialidad” entre macristas y pejotistas, en el Congreso, cuando se votó el tema tarifas y la ley mercado de capitales, insinuando algún gobierno de coalición. Quizás por causa de esto o para no votar la continuidad del cronograma de tarifazos del macrismo, doña Elisa Carrió se fue del recinto con todo su bloque. Es un golpe bajo al macrismo, al menos mediático. De mayor relevancia que esto, observa Berensztein, es que “la administración Macri todavía considera que puede seguir haciendo más de lo mismo”, o sea que ha petrificado el inmovilismo, precisamente cuando la sacudida de su régimen crece a cada momento. Pero si los de arriba no pueden seguir haciendo lo mismo, y los de abajo ya han dejado de hacer lo mismo hace un tiempo, el horno está en el punto de cocción. El 14 y 18 de diciembre están muy cerca en el tiempo, y también es más frecuente el recurso a la ocupación de los lugares de trabajo frente a los despidos. La entusiasta huelga indefinida de la docencia, en Neuquén, podría crecer como tendencia general.

Al ir al FMI, Macri ha querido evitar una salida ‘local’ a la crisis política, bajo la forma de un cambio de gabinete o de un gobierno de coalición. Esto habría comprometido su posibilidad de volver a presentarse en 2019. Pero la ida al Fondo podría convertirse en un paso en falso, porque sus ‘recetas’, con la corrida, podrían alentar una rebelión popular. Por menos que eso, es lo que acaba de ocurrir en Nicaragua.

La ‘coalición a la carta’ con el pejotismo parlamentario y provincial se deshilacha de día en día, como lo muestra el voto para ‘sujetar’ las tarifas. La alternativa de una coalición política nueva, con parte del peronismo, sería el fin de Cambemos e implicaría una política de intervencionismo estatal, en detrimento relativo de bancos y energéticas. El macrista Berensztein reclama “la unión de los argentinos”, es decir la coalición, y hasta se atreve a adjudicar esta misma posición incluso a “muchos operadores financieros”. El consultor reprocha a Macri “adelantar prematuramente el debate electoral” y “dar por descontada la reelección”. Pero si la crisis en curso se llevara puesta la expectativa electoral de Macri, la supervivencia del gobierno se encuentra en jaque, porque esa reelección se había convertido en santo y seña estratégico del oficialismo. “El Plan Perdurar”. Si ahora la María Eugenia Vidal pretende relevar a su tutor, la gobernabilidad inmediata se pulveriza. Se está quebrando la línea de flotación – esto según los propios voceros del oficialismo y del gran capital.

El carácter especial de la respuesta obrera

“Hay que tomar una iniciativa histórica”, venimos repitiendo desde principios de febrero. Esto significa advertir a la clase obrera que se encuentra frente a una crisis política excepcional de su enemigo de clase, que va camino a convertirse en algo de mayor alcance aún. Advertir que asistimos a una crisis de conjunto, de la que los trabajadores no podrán escapar – menos que nadie. Advertir que la continuidad del mal llamado ‘ajuste’, está condicionada al desenlace de esta crisis.

Hemos subrayado, en numerosas oportunidades, la importancia única de los puntos de viraje en los procesos políticos, cuando se apoderan de una situación tomada en su conjunto. Lo vivió Bolivia, en 2003 y en 2005, ante el retroceso de la oligarquía y la belicosidad de las masas. Lo vivió Grecia, en 2012, que produjo la irrupción de Syriza, y luego cuando la misma Syriza anuló un referendo popular que había sacudido al imperialismo mundial. Se advierte, en Argentina, la inminencia de una situación política especial similar. Es cuando se impone el desafío de preparar políticamente una intervención de las masas de características excepcionales. “Preparar políticamente” debe ser entendido como un impulso a la movilización, por un lado, y el trazado de una perspectiva de conjunto, por el otro. Es cuando se combina el planteo reivindicativo con una cuestión que hace al poder. Una etapa transicional de gran alcance.

La punta del ovillo para desarrollar una intervención apropiada a la envergadura del colapso lo constituye la vanguardia obrera que crece como expresión consecuente de la lucha de clases en los lugares de trabajo, en los sindicatos y en autoridad política. Se encuentra en desarrollo, desde hace casi dos décadas, a través de crisis sucesivas, una subjetividad política revolucionaria. Esta vanguardia ha ido conquistando posiciones de liderazgo en las organizaciones obreras, incluso a través de derrotas. Ella tiene la responsabilidad, y con seguridad siente la necesidad, de ofrecer de un modo masivo, público y práctico un planteo de lucha y un programa de clase frente a la crisis, de cara a todo el movimiento obrero. Para eso debe sesionar en un Congreso de Bases organizado por esa vanguardia, pero con las organizaciones de clase, que ilustre el camino a seguir, o sea, el de un congreso de bases de todas las centrales sindicales. El Congreso del Partido Obrero comprendió esta situación cuando votó impulsar un Congreso Obrero de bases de estos sindicatos, y hacer de este propósito el eje de campaña del Frente de Izquierda.

Ese Congreso debe tener por eje el llamado a un paro nacional activo de advertencia de la CGT y las CTA, para exigir el abandono de las negociaciones con el FMI. Advertir que los obreros rechazarán cualquier compromiso que pueda firmar un gobierno en fase de descomposición política. Un paro previo a cualquier acuerdo asume un carácter plenamente político, que se adelanta a las medidas anti-obreras que emergerán de ese acuerdo. Este paro nacional activo de advertencia será una escuela preparatoria de una huelga general. En esta línea llamamos a convocar a una acción conjunta a los trabajadores de América Latina y de todos los lugares en que se encuentra en lucha, como Francia, Irán, EEUU, Centroamérica.

Una huelga activa de advertencia implica ofrecer una salida inmediata al derrumbe. Es así que se plantea el congelamiento de todos los títulos de deuda financiera en circulación (ventas, pagos de amortizaciones e intereses), y el control obrero de los bancos y de los mercados financieros. La formación de brigadas para requisar los cereales acaparados, ¡desde hace dos años!, y el control obrero del comercio exterior, o sea de Cargill, Dreyfus, etc. Este paro de advertencia debe reclamar la reconvocatoria de las paritarias y el ajuste mensual de salarios y jubilaciones por inflación, y el congelamiento de las tarifas a principios de 2016. Los pronunciamientos y las acciones deben tener un carácter político, porque se trata de orientar a la clase obrera en su conjunto frente al colapso financiero y el derrumbe potencial, o sea en desarrollo, del mismo gobierno.

Este planteo debe ser desarrollado por medio de una acción práctica de agitación y de organización de círculos obreros, que difundan y promuevan la huelga nacional contra el Fondo y el gobierno.

Las organizaciones obreras

La burocracia de la CGT y de las CTA han sido tomadas por ‘sorpresa’ por el derrumbe, tanto financiero como político– unas pactando con el gobierno, otras defendiendo sus patrimonios. Es probable que las entusiasme un ‘recambio’ más afín a sus intereses, por ejemplo remociones en el gabinete y hasta un pejotista en alguna cartera, ofreciendo a cambio sabotear los esfuerzos de movilización de la clase obrera. El conjunto de la dirección burocrática es una dirección para la derrota; para la victoria se necesita otra. Esto debe quedar claro de entrada. Ahora reina en ella, en la burocracia, una confusión mayor que en el mercado secundario de Lebacs. Las golpea una crisis de su propio régimen – el golpe a una reelección de Macri va parejo con el golpe a “hay 2019”, que no saben, mucho menos que antes, cómo se habrá de transitar. Hay fisuras en la burocracia, que ya se expresaron en las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre pasados. Esto volverá ocurrir, porque la crisis tiene el mérito de desequilibrar las posiciones de contención mejor armadas. Hay que golpear ahora con un reclamo a un Congreso de Delegados de base de todas las centrales obreras y sindicatos, por medio de pronunciamientos y actos públicos – donde se denuncie el robo en gran escala que están perpetrando los grupos capitalistas en el remolino de la crisis. Denunciar la conspiración internacional del capital para reconstruir el poder político que se desmorona, por otro capaz de hacer que la crisis la paguen los trabajadores.

A 50 años del Cordobazo

Hay que intervenir a la altura del desarrollo del colapso, cuya última palabra no ha sido dada; que abarcará una etapa. La etapa de la denuncia contra el ‘ajuste’, por parte de un gobierno que ganaba elecciones y llevaba a su campo al peronismo, ya pasó; ahora es la etapa de enfrentamiento a un gobierno golpeado por la crisis capitalista y el fracaso de su política, que necesita cambiar de equipo, y eventualmente de timonel, y de política. Solamente así podría retomar una ofensiva política contra los trabajadores. Los kirchneristas siguen con el relato de la ofensiva liberal, mientras ella se desploma políticamente. Dicen que los asusta el panorama que emerge del fracaso de esa política, y en especial los asusta la posibilidad una intervención histórica independiente de los explotados. Frente a esta perspectiva prefieren un salvataje del gobierno y del régimen en su conjunto – llegar a 2019 con muletas, como se mintió hace 43 años. La política frente a la crisis debe ser, porque así lo es realmente, el campo de delimitación de la izquierda revolucionaria. No existe otro campo político. Toda iniciativa histórica es una delimitación frente a las clases y frente al Estado que quieren mantener el orden existente, y frente a la rutina de centro-izquierdistas, de burócratas y de electoreros. Hay que desarrollar la delimitación política que plantea la crisis en el campo de los sindicatos y las tribunas populares. Delimitación significa establecer la línea estratégica de la movilización obrera.