EL TERCER VACIAMIENTO DE YPF, O CUANDO FILMUS ES MACRI

EL TERCER VACIAMIENTO DE YPF, O CUANDO FILMUS ES MACRI

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/7156-

Sin la pretensión de ofrecer consejos que no fueron pedidos, Macri no debería rechazar el desafío de discutir lo que Kirchner llama los “dos modelos de país”. El anuncio de que YPF va a ser privatizada por tercera vez es una excelente demostración de que el kirchnerismo marcha firme y seguro hacia una recreación del ‘modelo de los ’90’ —que ahora le imputa al macrismo— dentro de condiciones internacionales relativamente diferentes. Es que no se trata solamente, como se verá, de una nueva entrega de los recursos energéticos, puesto que el ingreso de capital ‘argentino’ a la sociedad con Repsol entraña, por sobre todo, un esquema de conjunto que tiene por eje un nuevo protagonismo estratégico del capital financiero internacional.

Como todo el mundo sabe, las reservas de gas y petróleo de Argentina están retrocediendo empeñosamente, por lo que se prevé que antes de diez años nos encontraremos importando de uno y del otro. Para superar la situación, se deberían realizar cuantiosas inversiones en exploración y explotación, lo cual implica crear una nueva ronda de endeudamiento internacional. En su momento, Repsol se quedó con YPF sin poner un peso de capital: simplemente contrajo un crédito internacional por el precio de cotización de la empresa, 15.000 millones de dólares, con la garantía de los activos de YPF y fundamentalmente del monto de sus reservas comprobadas. Diez años más tarde había logrado reducir su deuda en un 80% mediante la utilización del enorme flujo de fondos que le habían generado los altos precios internacionales del petróleo, las escasas inversiones y el agotamiento progresivo de las reservas descubiertas por YPF en su etapa estatal.

Ahora, en una situación de crisis terminal, Repsol debería volver a tomar un crédito internacional de una envergadura similar a la anterior para restablecer el nivel de las reservas comprobadas. No lo puede hacer, sin embargo, por distintas razones: porque no tiene reservas para ofrecer en garantía; porque su política de inversiones está orientada hacia otros países, como México e Irán; porque prioriza el negocio del gas licuado en detrimento de la exploración petrolera; porque los dueños de Repsol, la constructora Sacyr Vallehermoso (20% del capital), la Caixa de Cataluña (12,5%) y el Pemex (4,8%), entre otros, temen que un endeudamiento en gran escala refuerce la vulnerabilidad de Repsol y facilite una compra hostil por parte de una petrolera rival.

En estas condiciones de incapacidad estructural del principal monopolio petrolero del país para resolver la crisis de reservas, interviene el gobierno de Kirchner. Ofrece garantías para que Repsol sea vendida, una parte, a un sector ‘nacional’ y otra parte en la Bolsa de Buenos Aires. Repsol convierte de este modo una parte de su capital fijo en Argentina en un capital líquido que puede invertir en el exterior, sin necesidad de recurrir a créditos, o sea a mayores deudas. Tampoco resigna el control de YPF, que sus estatutos le aseguran más allá de que tenga mayoría en el capital accionario. El comprador ‘argentino’ de YPF tampoco tendrá que poner un peso propio; hará lo que hizo Repsol en su momento: contraerá un crédito internacional contra la garantía de los activos y reservas que aún tiene la empresa, pero por sobre todo contra la garantía que ofrecerá el gobierno nacional en términos de exenciones impositivas, escasas regalías y generosos permisos de exploración. Un modelo de esto es el contrato que acaba de suscribir el gobierno de Chubut con PanAmerican. Como recurso adicional queda el eventual ingreso de Enarsa en esta nueva asociación, con su correspondiente masa de subsidios o, eventualmente, su colocación en la Bolsa, atrayendo nuevos capitales del exterior. El incentivo que han imaginado los españoles de Repsol para este negocio es agrupar al conjunto de YPF que opera en América Latina, al margen de México, en una unidad empresaria única.

La camarilla kirchnerista no oculta su interés en este negocio. La operación la hará el grupo Eskenazi, que se quedó con la privatización del Banco de Santa Cruz. Pero se trata de una cabeza de playa, porque el dinero vendrá del exterior en una operación que ya ha reunido a Goldman Sachs, vinculada al secretario del Tesoro de Bush, Henry Paulson, y al Citibank. El adelanto de la operación provendría de un crédito cuya garantía no sería otra que los 600 millones de dólares que la provincia de Santa Cruz tiene en el exterior (y que administra el banco de Eskenazi).

Los españoles, por caso, también son cabeza de playa, porque el 80% de su capital está en manos de fondos ingleses y norteamericanos. El 80% de todo el capital mundial, bajo la forma de fondos de inversión, de capital privado o de cobertura, está repartido entre Gran Bretaña y Estados Unidos. La ‘argentinización’ de YPF es una estafa más y es a ella que apuntó la creación de Enarsa, a la cual se le adjudicó como capital el derecho de licitación de hidrocarburos en el mar Argentino. Que nadie se sorprenda si a este negocio se asocian otros capitales, incluso de China o que lleven el apellido Macri.

Asistimos entonces al tercer vaciamiento de YPF, porque se trata del hipotecamiento de sus reservas futuras y de una parte del presupuesto del Estado. Esto implica el ‘retorno’ en redondo al ‘modelo de los ’90’, porque significa que vuelve el protagonismo de la Bolsa y de los capitales financieros en la distribución del capital en las distintas ramas, y porque vuelve con esto un régimen de libertad irrestricta para ese capital, sin el cual la ‘re-privatización’ de YPF sería inviable. No hace falta decir que queda para el olvido el macaneo del dólar alto, porque un nuevo ciclo de endeudamiento implica que se valoriza la moneda nacional (más aún cuando hay un persistente superávit comercial).

La primera privatización de YPF ocurrió cuando fue convertida en una sociedad anónima cotizante en la Bolsa, con la finalidad de internacionalizar sus inversiones con las ganancias obtenidas en el país y, al mismo tiempo, de dar impulso al boom bursátil de los incios de los ‘90. En ese período la nueva YPF, todavía estatal, se asoció con distintos grupos petroleros internacionales menores.

La segunda privatización se produjo con la compra por parte de Repsol con dinero ajeno y la garantía de las reservas, activos e inversiones internacionales existentes. Tanto en el primero como en el segundo caso, los beneficios de YPF servían para financiar negocios que estaban al margen del interés del Estado nacional o para saldar deudas y continuar con inversiones afuera del país.

Ahora viene el tercer vaciamiento: Argentina se endeuda a través de la ‘burguesía nacional’ para que Repsol movilice capital líquido para sus negocios externos. El hipotecamiento resultante de esta nueva operación obliga a un nuevo vaciamiento de recursos y a la ‘modelación’ de la economía nacional en concordancia con esta nueva operación.