POR UN FRENTE CIEN POR CIENTO DE IZQUIERDA

POR UN FRENTE CIEN POR CIENTO DE IZQUIERDA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/1304-

La información que ofrece el periodista de Página/12 encargado del “tema de la izquierda” (6/6) es un testimonio inapreciable del avanzado grado de descomposición de esa izquierda. La noticia es que Coincidencia Popular, el Partido Socialista e Izquierda Unida “han avanzado en un entendimiento programático para la provincia de Buenos Aires”. Con inocencia, salvo que encierre una insondable ironía, el periodista se atreve a conjeturar que el ‘entendimiento programático’ “incluso se podría extender al ámbito porteño”. De acuerdo con esta curiosa fórmula, Argentina encierra 24 posibilidades de ‘entendimientos programáticos’; cada rosca distrital tendría su propio programa.

De acuerdo con la información del diario, esos ‘entendimientos’ sólo sirvieron, sin embargo, para superar uno de los “escollos”, pero no el principal, porque el principal es la rosca misma, o sea los repartos de candidaturas. “No se ahorraron esfuerzos ni reuniones”, pero ¡ay! “el armado de la lista terminó por estancar las negociaciones”. Los unen las ideas pero los separan los apetitos.

Lo destacado de la información no es, sin embargo, lo que la información destaca. Porque lo destacado es que Mario Cafiero, que milita en la corriente que sostiene con convicción fanática que Romina Tejerina cometió un delito de sangre, ha logrado un ‘entendimiento’ con los que piden la libertad de Romina y condenan el sistema legal y social que le prohíbe abortar. Lo destacado es que Alicia Castro, que hizo su carrera como burócrata del moyanismo y ha puesto más de una vez su firma en convenios laborales de flexibilidad laboral, se haya ‘entendido’ con la delegada del Hospital Italiano, Vilma Ripoll. No deja de ser destacado, tampoco, que Jorge Rivas, un binnerista que viene de la Alianza, haya logrado un ‘entendimiento’ de sus posiciones a favor del reconocimiento y pago de la deuda externa por parte de aquellos que se hacían llamar hasta hace muy poco ‘los locos del no pago’. Ni dividiendo un programa en veinticuatro partes se podría encontrar justificación para semejante manoseo político.

La sola circunstancia de que ‘la izquierda que se une’, como se refiere a menudo IU con relación a sí misma, haya llegado a ‘entendimientos programáticos’ con políticos sueltos firmemente anclados en el campo patronal, con sus respectivas variantes burocrática, clericales o social-liberales, marca un avanzado grado de disolución política.

Como ya ha ocurrido reiteradamente en la historia de otros países y del nuestro, los políticos que son ‘re-descubiertos’ como aliados ‘nacionales y populares’ de la izquierda, no representan nada en términos sociales. Para ser más claros, no representan a nadie. No representan a ningún sector social que esté luchando activamente por sus intereses en el escenario de los enfrentamientos que caracterizan la situación del país. Su ‘lado fuerte’ es el que más debería ser rechazado por un militante u organización de izquierda —que ofrece ‘respetabilidad’ a esa izquierda, ‘voluntad de consenso’ y, ni qué decir, ‘abandono de los extremos’. Los Rivas y los Cafieros en realidad ni siquiera existen; han sido inventados para cumplir la función de contrapartida necesaria para una política de disolución de la izquierda. La santísima trinidad de Castro-Rivas-Cafiero tiene un programa solo y excluyente: la renovación de su propia banca.

No es casual que IU se encuentre protagonizando su propia disolución cuando se tiene en cuenta el apoyo activo que sus fuerzas prestaron a Lula hasta mucho tiempo después de que éste formara gobierno con los terratenientes, industriales y banqueros brasileños. O el apoyo que brindan a Tabaré Vázquez, el cual se apresta a firmar un tratado de inversiones con Bush, que incluye hasta el bloqueo a Cuba y, ni qué decir, la prerrogativa de los tribunales de Nueva York. Al lado de esto, Kirchner es un guerrillero en potencia, si creemos (lo que no es nuestro caso) las versiones que dicen que le va a pedir a la Corte que declare la prioridad de la jurisdicción argentina en las controversias por inversiones internacionales.

Lo novedoso en todo esto es que IU haya decidido ir a fondo en esta política, cuando las experiencias democratizantes en Brasil y Uruguay ya han mostrado que no abren una salida a las masas ni a esos países, y cuando estas experiencias ya han suscitado roces, crisis y divisiones en las izquierdas democratizantes de ambos países. Aunque todo indica que, bajo la batuta del banquero Heller, la dirección del partido comunista milita en la vanguardia de este frente de liquidación de la izquierda, el MST, con sus características propias, no le va a la zaga. Los dirigentes del PC parecen actuar con meridiana claridad (lo que no significa que vayan a alguna parte —van en realidad de peor en peor) cuando buscan a Rivas, Castro y Cafiero, al mismo tiempo que llaman a reemplazar al movimiento piquetero por la ‘cultura laboral’ (léase emprendimientos con subsidios de Ibarra), o sea la forma más primitiva de la colaboración de clases. Pero también el MST está requiriendo los servicios profesionales de los personajes mencionados, con el importante aditamento de que al mismo tiempo propone reemplazar a su partido por un movimiento de distintas corrientes y miembros sin compromisos programáticos (“luchadores independientes”). “Un proyecto así… rápidamente podría ganar —dice— peso de masas.” Pasa por alto que “un proyecto así” no tiene proyecto, o sea programa, o sea que excluye la unidad de acción y organización por medio de un programa. Ya el alemán Bernstein había proclamado la necesidad de que el “movimiento (fuera) todo y el objetivo nada” —de modo que la idea tiene 110 años de antigüedad o anacronismo. Trotsky, hace menos tiempo, proclamó, en cambio, que “el programa es el partido”. El MST no solamente estaría protagonizando un proceso de disolución de la izquierda sino promoviendo su propia disolución. La comparación con el PSOL de Brasil no sirve, porque el PSOL es un movimiento que debería convertirse en partido si se homogeiniza, mientras que el MST es un partido que busca disolverse en un movimiento. El MST corre el riesgo de relegar al olvido el ‘estallido’ del viejo MAS, que no se convirtió en movimiento sino en tantos grupos como dirigentes tenía su comité central.

En estas condiciones, el reclamo a todas las organizaciones de la izquierda para formar un frente de izquierda y de los luchadores cobra una dimensión que ya habíamos señalado en el comienzo de la campaña frentista, pero que ahora se visualiza en toda su magnitud. Es una salida a la necesidad de los luchadores de plantear en el terreno político y electoral la lucha contra la burguesía, sus partidos y su Estado, y es una salida para todas las organizaciones y militantes que quieren defender el patrimonio histórico militante de la izquierda en Argentina y desarrollarlo en una perspectiva revolucionaria. La tendencia liquidacionista debe ser combatida con un reforzamiento del reclamo frentista.

En varios distritos los militantes muestran el camino con la multiplicación de llamamientos y pronunciamientos por un frente de izquierda.

Nuestra consigna es: Pronunciémonos por un Frente ciento por ciento de izquierda.