HAITÍ ES AMÉRICA LATINA

HAITÍ ES AMÉRICA LATINA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60425-

La crisis se ha agravado en Haití, lo cual no es poca cosa si se tiene en cuenta que el dividido imperialismo mundial había logrado unificarse para derrocar a un gobierno débil, en uno de los países más pobres del planeta.

A la acentuación de la crisis han contribuido varios factores. El primero es la manifestación de una divergencia dentro del capital norteamericano, a partir de las acusaciones del candidato demócrata Kerry, que atribuyó el golpe haitiano a las maquinaciones de un grupo ultraderechista del Departamento de Estado, encabezado por Roger Noriega. De este modo, la impresión de que la ‘reconciliación’ de Bush con Chirac podría estar marcando el giro hacia una política más ‘responsable’ de parte de Bush, quedó disipada con la evidencia de que, más que nunca, Bush es un gobierno de camarilla. El señalamiento, por nada menos que Kerry, de que la CIA ejecutó la caída de Aristide, puede tener un alcance equivalente al Watergate, si se reúnen otras circunstancias más.

Otro factor de la crisis es la denuncia de Aristide de que fue secuestrado. Con esto se cae la ficción constitucional con que fue cubierta la operación y acentúa el distanciamiento de los gobiernos del Caribe, que ponen sus barbas en remojo. Al secuestro se añade la denuncia de que los grupos para militares de derecha fueron transportados a Haití con la complicidad del gobierno de la República Dominicana, precisamente cuando éste enfrenta un derrumbe económico y estallidos sociales.

Si esto fuera poco, la salida de Aristide puso a la luz la división que enfrenta a la burguesía que opera las plantas de armado del capital extranjero para la exportación, con la oligarquía agraria. Esta última quiere restablecer la protección aduanera a la producción agrícola, afectada por una ola de importación de alimentos desde Estados Unidos. La penetración imperialista para transformar a Haití en una plataforma exportadora choca con los sectores explotadores tradicionales que luchan por la sobrevivencia. En estas condiciones, la propuesta de un “gobierno de coalición” es ‘metafísica’. La oposición “democrática” reúne a los grupos que defienden la plataforma exportadora, mientras que los ‘fascistas’ se emparentan con la vieja oligarquía. La CIA se valió de ellos para acelerar la caída de Aristide, pero ahora necesita marginarlos.

Aristide desarrolló durante su mandato gran parte del programa exportador y del FMI. Agravó enormemente las condiciones de vida de las masas, las que no olvidan, sin embargo, que los líderes opositores son los dueños de las empresas y las riquezas de Haití. Su roce principal con el imperialismo estaba relacionado con la exigencia de que privatizara los servicios públicos y las comunicaciones. La aplicación de los programas del FMI y las propias contradicciones del gobierno Aristide agravaron enormemente la ya gravísima situación social de Haití. El partido oficial, Lavalas, se dividió; su ala histórica, conducida por Gerard Pierre Charles, afiliada al Foro de Sao Paulo, se ligó a la oposición empresarial pro-FMI. El golpe contra Aristide fue impulsado por un frente neo-liberal-izquierdista (Lula y Lino Gutiérrez ya no están solos), que acabó fructificando con la intervención de los grupos armados transportados por la CIA.

El impacto potencial de los sucesos haitianos es enorme, esto porque es la segunda intervención de similares características del imperialismo yanqui, luego del golpe de abril del 2002 en Venezuela. La preocupación de alguna prensa derechista, de que “la calle reemplace a las urnas” está fuera de lugar, porque tanto en Caracas como en Puerto Príncipe operó desde el comienzo el propio imperialismo. La manipulación política electoral, que el imperialismo aplicó con tanto éxito en la Centroamérica post-guerrillera, está dando paso al putsch callejero. Es la réplica del imperialismo a los levantamientos populares de Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú. Lo que no está fuera de lugar es que Haití es un espejo del rumbo de la descomposición del Estado capitalista en toda América Latina. Tampoco está fuera de lugar el señalamiento de que la izquierda democratizante del Foro de Sao Paulo se ha convertido en una colaboradora excepcional del imperialismo.

Es altamente probable que los yanquis se empantanen en Haití como en Irak, aunque ahora los consuele la compañía de los franceses y los canadienses. Advertido del peligro, Bush le ha ofrecido a Lula la dirección de la ocupación militar. Kirchner ha dicho que sumará tropas argentinas, quizá para demostrar que su pacto con Lula no era verso… ni temible.

Aristide ha fracasado irremediablemente. Los dolores de la ocupación militar deben servir para forjar una organización realmente revolucionaria; la izquierda de Haití tiene una gran tradición de combate. La consigna es que los yanqui-franceses se tienen que ir sin condiciones; que hay que impedir que Lula y Kirchner manden tropas de soporte del imperalismo.

Viva la Unidad Socialista de América Latina.