EL "PACTO" CON LULA

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nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60336-

El domingo pasado, los alcahuetes del gobierno anunciaron desde Caracas un pacto de ‘liberación nacional’ entre Kirchner y Lula que los diarios brasileños demoraron tres días en registrar. Mientras ocurría este macaneo, sin embargo, ni el argentino ni el brasileño hacían nada para enfrentar la ofensiva derechista contra Chávez, en Venezuela, ni la invasión de Haití; Bielsa, lejos de esto, prometía tropas argentinas para el Caribe si esto era solicitado por las Naciones Unidas. El imperialismo, que no tiene un pelo de tonto, registró de inmediato la fuerte tendencia capituladora de ‘nuestros’ gobiernos ‘populares’.

Es claro, de todos modos, que no podía haber ninguna clase de ‘pacto’ entre Lula y Kirchner, ya que ambos responden a los intereses particulares de sus respectivas burguesías. Lula no piensa en declarar el default de Brasil, mientras que Kirchner tiene que cabalgar una bancarrota ya declarada. Lula, en realidad, está jugado a evitar la bancarrota de Brasil con los mismos métodos que aplicó De la Rúa con tanta fortuna en Argentina, mientras que Kirchner se está esforzando en garantizar el pago de la deuda a los organismos internacionales (35.000 millones de dólares) y las compensaciones a los bancos (más de 30.000 millones de dólares si se agregan los préstamos garantizados), principalmente mediante el brutal ajuste de salarios y gastos sociales que dejó la devaluación. El anuncio del pacto con Lula fue una maniobra mediática de la comitiva oficial en Caracas, destinada a refutar la afirmación de un delegado de Suecia en el FMI, de que el impago argentino era un ‘pésimo ejemplo’ para Brasil. El sueco había ventilado, simplemente, en forma elíptica, la convicción que existe en las cancillerías y las Bolsas que la quiebra de Brasil, en un plazo aún incierto, no la para nadie.

El miércoles, sin embargo, el “pacto” tomó su forma de una manera por lo demás curiosa, con el pedido de Lula a Bush y a Aznar para que el FMI apruebe la revisión periódica del acuerdo con el FMI, o sea que no se rompa la negociación por el pago de la deuda vieja en default. Es decir que el “pacto” de la “causa nacional” se manifestó al final en una declaración oficial de dependencia colonial con respecto al gobierno norteamericano. Lo que ni Lula ni Kirchner hicieron en Caracas fue un verdadero pacto contra la intervención imperialista contra Chávez y contra Haití. Con esta omisión criminal, confesaron claramente su impotencia para hacer frente a la ofensiva que tiene como eje el cumplimiento con el Fondo y el pago de la deuda. El Wall Street Journal le respondió a Lula el miércoles, de hecho al menos, con un reclamo para que el FMI deje caer el acuerdo con Argentina y fuerce a declarar un segundo default. Si el FMI acatara el pedido, Lula reivindicará para sí el cumplimiento estricto de los acuerdos con el FMI, por parte de Brasil.

Lo que moviliza la presión internacional sobre Argentina, lo volvemos a decir, es la convicción que existe en los medios financieros internacionales de que es inevitable una crisis en los mercados de capitales, principalmente como consecuencia del déficit norteamericano, del enorme endeudamiento privado y de los recientes anuncios de inminentes quiebras bancarias (en particular en Alemania). Una crisis de este tipo llevaría a Brasil a la bancarrota. En estas condiciones, cualquier ‘contemplación’ con Argentina dejaría a los organismos internacionales sin autoridad para controlar la crisis. La ‘recuperación’ argentina enfrenta el obstáculo de la esperada crisis financiera; existe coincidencia, por ejemplo, de que si Estados Unidos tuviera que subir las tasas de interés, la cotización de los bonos entregados para compensar la pérdida de capital de los bancos en Argentina, se hundiría sin remedio.

Este es, precisamente, el punto. El eje de la recuperación económica que desarrolla Lavagna tiene como pilar la recomposición del capital de los bancos en el marco de la pesificación de las deudas bancarias de la industria. Esto quiere decir que el gobierno tiene que asegurar el pago de las compensaciones, de los Bodenes y de los préstamos garantizados o refinanciados. El superávit fiscal que programa el gobierno, cuya base es el congelamiento de salarios y del gasto social, no asegura este cumplimiento ni en el caso de que le acepten una quita del 75% sobre la vieja deuda impaga con el exterior. Lavagna y Kirchner ya están diciendo que se verán obligados a refinanciar incluso la deuda que están pagando, cuando empiecen los vencimientos de capital a partir del 2005. Si el FMI acata el planteo del Wall Street Journal y deja caer el acuerdo con Argentina, Kirchner y Lavagna se verán obligados a acentuar el ajuste del presupuesto y a prever un mayor superávit fiscal, para que los bancos del sistema local no vuelvan a ingresar en la quiebra. Este mayor ajuste quizá sea el objetivo que persigue la recomendación del diario de las finanzas norteamericanas. El ajuste ya se está haciendo sentir con la ola de aumentos de precios y tarifas que se registra en los últimos días. Incluso el aumento de la recaudación impositiva encierra un dato significativo, porque es la consecuencia de un aumento del ciento por ciento de las importaciones y del pago del IVA por importaciones. Esto quiere decir que el peso se está revaluando y que retorna la tendencia especulativa de la época de Menem.

En lugar de macanear sobre la “causa nacional”, en medio de la completa indiferencia oficial frente a la agitación derechista en Venezuela, los amigos izquierdistas de Kirchner harían mejor en caracterizar las contradicciones insuperables del proceso económico y político que quiere poner en marcha y en prepararse para imponer una salida nacional real bajo la dirección de la clase obrera.