CONGRESO DEL PARTIDO OBRERO, CONGRESO DE LA IV INTERNACIONAL

CONGRESO DEL PARTIDO OBRERO, CONGRESO DE LA IV INTERNACIONAL

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60229-

En las fechas indicadas tendrán lugar, primero, el XIV Congreso del Partido Obrero y, diez días más tarde, el Congreso Internacional por la Refundación de la IV Internacional; el 25 de abril habrá un gran acto público internacionalista, cuyos oradores serán los delegados de las organizaciones de los diferentes países que asistan al Congreso Internacional.

El Congreso del PO es la reunión anual establecida por sus estatutos; el Internacional será, por primera vez, un congreso de delegados electos por las organizaciones que luchan por la refundación de la Cuarta, al cual asistirán igualmente numerosos observadores internacionales, que participarán a pleno de los debates. Los delegados al Congreso del PO elegirán cincuenta delegados al Congreso Internacional. De este modo, luchadoras y luchadores del movimiento piquetero, activistas fabriles, sindicales y campesinos, animadores de las asambleas populares, así como luchadores de otros ámbitos, tendrán su bautismo de fuego como constructores del partido internacional de la clase obrera. Se trata de una verdadera revolución política para las mujeres y hombres de vanguardia de la lucha en nuestro país. Esperamos la presencia, en la reunión internacional, de calificados protagonistas de la revolución boliviana. Las páginas de Prensa Obrera estarán abiertas para el debate público de las cuestiones que plantean ambos congresos.

Congreso del Partido Obrero

El Congreso del PO estará dominado por dos cuestiones principales. La primera está vinculada a la estrategia que plantea la actual etapa política, caracterizada por el intento de la burguesía nacional de pilotear, en sus propios términos, una salida a la bancarrota capitalista que estalló al final del 2001. Lejos del punto de vista vulgar que identifica la recuperación económica que acompaña esta tentativa con una atenuación de los antagonismos sociales y de la crisis política, y, más allá aún, como la prueba de que la bancarrota capitalista ha sido apenas un incidente (más o menos importante) de los ciclos económicos del sistema capitalista, el Congreso del PO discutirá la posición de que la “recuperación”, por las condiciones históricas de conjunto en que tiene lugar, es un factor de acentuación de la lucha de clases, que encuentra allí su principal limitación como una posibilidad de salida general. Al mismo tiempo se señalará, en el Congreso, que la bancarrota del 2001 no ha sido ni un “accidente” histórico, ni un fenómeno local: por el contrario, es la tendencia prevaleciente en el conjunto del sistema capitalista, no solamente nacional sino principalmente internacional (bastaría para demostrarlo la cadena impresionante de quiebras de grandes pulpos internacionales y la generalizada crisis fiscal de casi todos los países desarrollados). No es por simple capricho que dos representantes conspicuos del capital, uno académico, Paul Krugman, el otro financiero, Georges Soros, hayan escrito en las últimas semanas que Estados Unidos, con su enorme déficit fiscal y su descomunal deuda nacional, “va por el camino de Argentina”, ni que otras voces del mismo nivel hayan comenzado a alertar acerca de una bancarrota del “tigre” chino (recíprocamente vinculados). La “recuperación” planteada por el trío Duhalde-Lavagna-Kirchner tiene como límite último la tendencia del capitalismo mundial a la bancarrota.

La acentuación de las contradicciones sociales está determinada por el incremento excepcional de la tasa de explotación de los trabajadores, que es la base de la “recuperación” - sea por la vía del colapso de los salarios como por el alargamiento e intensificación de la jornada de trabajo; la nueva Banelco laboral es la expresión jurídica de la política de reforzamiento de la explotación de los trabajadores. A esto hay que añadir el congelamiento de los salarios, en especial del Estado y de los trabajadores “en negro” (cuyo porcentaje ha aumentado), y la política de mantener el peso super-devaluado (y, por lo tanto, también los salarios), a costa de una gran hemorragia de divisas (25.000 millones de dólares en el 2002/3). El incremento de la tasa de explotación del trabajador ocupado actúa como un freno a la posibilidad de que la “recuperación” reduzca el nivel de la desocupación. Por otro lado, el “milagro” del excedente fiscal, del que se jactan todos los economistas sin excepción, está basado en una violenta contracción del gasto social y de los salarios; la reciente poda de 200.000 planes jefas y jefes es un tributo (500 millones de pesos al año) que el gobierno impone a los desocupados para aumentar las posibilidades de pago de la deuda externa en “default”. En definitiva, la “recuperación” ha recalentado la caldera social. Asimismo, las contradicciones de la “recuperación” ponen un límite a los beneficios de la clase media comercial, como lo demuestra el aumento sideral de los alquileres comerciales. Es que la “recuperación” ha dado lugar, cuando apenas había despegado, a una nueva fase especulativa, que infla los costos de producción y comercio.

La formación de la vanguardia obrera

El fenómeno político más importante de los dos últimos años ha sido, fuera de toda duda, la incapacidad del peronismo para “recuperar” al movimiento piquetero para sí. Las filas piqueteras están pobladas de la base histórica del peronismo. La “anomalía”, si se la puede llamar así, más notable del peronismo actual es que tiene mayor apoyo en la clase media que en los sectores más explotados y oprimidos de las masas. La cuestión de la cuestiones que tiene por delante el Congreso del PO es el debate acerca de cómo acentuar la delimitación política de la masa de luchadores del movimiento piquetero frente a los partidos de la burguesía nacional. Por este motivo, el planteo de un “frente único opositor” que integre a la oposición centroizquierdista con la clase obrera piquetera, en función, además, de una perspectiva de desarrollo parlamentario, atenta contra el objetivo principal del momento: acentuar la delimitación política de los luchadores respecto al nacionalismo burgués, y valernos de esta delimitación para convertir a los piqueteros más avanzados en la vanguardia política de la clase obrera. El crecimiento tanto del Partido Obrero como del Polo Obrero constituye una confirmación del acierto de esta caracterización política de los sectores populares. Como, más temprano o finalmente tarde, se pondrá al desnudo el fracaso completo de la tentativa de salida burguesa a la crisis y, con este hecho, emergerá al primer plano la crisis política, el conjunto de la situación nacional obligará a los luchadores a plantearse la alternativa obrera de poder - lo que sólo podrá desarrollarse y triunfar si, desde el vamos, la delimitación política queda concientemente señalada por parte de un partido revolucionario actuante, el Partido Obrero.

En estas condiciones, el Congreso del Partido Obrero prestará una atención enorme al “Informe de Actividades”, el cual plantea las condiciones en que ha crecido el Polo Obrero y sus resultados organizativos; el papel de la lucha piquetera en la reorganización y en el desarrollo de todos los sectores del proletariado, como se ha manifestado en las fábricas ocupadas y en luchas sindicales significativas (Metrovías, ferroviarios, Sindicato del Pescado, sectores de ATE); la incorporación al Partido Obrero de las luchadoras y los luchadores más intrépidos y concientes.

Es claro que el XIV Congreso continuará con el método que es propio del PO, de considerar la situación nacional del momento desde un punto de vista de conjunto, o sea histórico-universal del capitalismo. La tentativa de un Kirchner es un episodio claramente menor dentro de una gigantesca crisis mundial. Cualquier otro abordaje de los problemas en curso lleva a la esterilidad.

IV Internacional

Es precisamente la irrupción de una gran crisis mundial la que ha actualizado la necesidad de refundar la IV Internacional. Esta crisis no hace referencia solamente a los estallidos financieros, sino también a las guerras crecientes, al derrumbe de regímenes políticos de todo tipo, a crisis políticas recurrentes en las naciones más desarrolladas (Francia, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos), a un incremento enorme de las penurias de las masas, incluso en los países más “ricos” y, por último, a los crecientes levantamientos populares. La disolución de la Unión Soviética y la restauración capitalista en los ex estados obreros, y en particular China, representó un gran retroceso para el proletariado internacional en su conjunto, pero es ya un hecho histórico que no ha atenuado la crisis del capital y que, en determinado punto, la ha acentuado, tanto en la economía como en la política. La experiencia de la última década ha puesto de manifiesto que la recolonización de los países donde el capital había sido expropiado plantea, como requisito, un cambio radical en las relaciones establecidas entre el capital y el trabajo en las naciones más avanzadas, o sea crisis sociales y políticas sin precedentes. Este fenómeno de conjunto explica el extraordinario derrumbe del reformismo social-democrático y de las tentativas de sobrevivencia nacional de los ex partidos stalinistas.

El método que parte de la crisis mundial para definir la actualidad de la necesidad de refundar la IV Internacional, ha quedado positivamente confirmado por el desarrollo del llamado movimiento antiglobalización, sin las limitaciones de éste, el cual propugna una resistencia a los efectos de la crisis del capital, resistencia que en la mayor parte de los casos tiene un carácter nacionalista (proteccionismo), o pequeño burgués (rechazo a la concentración del capital), o pacifista (un imperialismo sin guerras… ni revoluciones). La manifestación creciente de estas limitaciones, como ha ocurrido con el gobierno antiglobalización de Lula, que de entrada se pasó al imperialismo, refuerza el planteo de refundar la IV Internacional.

El método que parte de la crisis mundial se opone por el vértice al que plantea como punto de partida una previa homogeneización completa de posiciones políticas. Este último enfoque, típicamente subjetivista y artificial, es el clásico de la secta. No se trata de crear una nueva tendencia internacional que se arrogue el dudoso privilegio de la ortodoxia, sino de refundar la IV Internacional como respuesta a una necesidad histórica que recobra actualidad por la gigantesca crisis de conjunto y por el derrumbe de todos los partidos históricos que han expresado la convivencia y la conciliación con la dominación capitalista. El hundimiento de estos partidos no es el resultado de la incapacidad de seguir representando a la clase obrera sino del hundimiento de las condiciones históricas y sociales de su integración al capitalismo. Enfrentan una crisis histórica, no de representación; el hundimiento de sus condiciones de vida y de trabajo obliga al proletariado a plantearse la necesidad de un nuevo programa y de una nueva organización. Refundar la Cuarta es de por sí una reivindicación programática, porque es la única vía para plantear la revolución socialista mundial y llevarla a la victoria. Renunciar a esa refundación en nombre de los intereses de tendencia es renunciar a la estrategia revolucionaria. La IV Internacional, sobre la base de la estrategia de la dictadura proletaria, de la intervención en la lucha de clases en todas sus fases y etapas (como tarea insustituible para preparar la revolución social) y la delimitación política total del reformismo y del centrismo, tiene la capacidad de albergar a todas las expresiones socialistas revolucionarias sobre la base del centralismo y de la democracia.

El Congreso de abril, en Buenos Aires, va a ser nuevamente un llamado a todas las organizacion es obreras que combaten al capital, a formar un partido obrero mundial. Pero también avanzará en su acción organizada, uniendo a las organizaciones que lo componen en un marco de centralización y democracia, mediante la adopción de un estatuto. Los numerosos observadores que participarán del Congreso tendrán la oportunidad de presentar ante sus organizaciones, en los diferentes países, la experiencia efectiva de la futura nueva Internacional en acción.