DETRAS DE LA DISCUSIÓN DEL ‘DEFAULT’

DETRAS DE LA DISCUSIÓN DEL ‘DEFAULT’

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60197-

La crisis en torno a la deuda externa en ‘default’ sigue ocupando la plana central de los diarios. El monto nominal en juego es de más de 100.000 millones de dólares, en concepto de capital e intereses impagos, a los que habría que agregar los 60.000 millones de dólares de la deuda externa de los capitales privados. Esto es así porque el reembolso de esta deuda está vinculado a las tarifas que cobran las empresas o a las compensaciones por pesificación que los bancos reclaman al Estado.

El gobierno en general y Kirchner en especial se valen de la impasse que se ha creado en torno a la deuda para promover una imagen política de resistencia al capital especulativo y de protección social del pueblo argentino. Pretenden de este modo poner un velo sobre una política capitalista que ha reconstituido ganancias enormes para los capitalistas a costa de un nivel de superexplotación de la clase obrera que no tiene precedente histórico. Esto es lo que explica, precisamente, que la crisis con el ‘default’ se haya arrastrado sin consecuencias por dos años y que Kirchner ahora, como Duhalde antes, hayan recibido el apoyo del FMI y del Tesoro del gobierno de Bush.

Hay que decir, por de pronto, que al lado de la deuda que se está renegociando hay una deuda que se está pagando escrupulosamente - del orden de los 80.000 millones de dólares (Clarín, 16/1), aunque a este monto hay que agregarle todavía otros 28.000 millones de pesos que el Congreso aprobó hace unos días para ‘compensar’ a los bancos por la asimetría entre créditos y depósitos que acompañó a la pesificación. Como aún se están discutiendo otras ‘pesificaciones’, el total puede también llegar a los 100.000 millones de dólares. Esta hipoteca representa nada menos que el 70% del PBI - es decir que es, en última instancia impagable - sin necesidad de considerar a los 100.000 millones efectivamente impagos, ni a la propuesta de pagarlos con una quita del 75%. De los 80.000 millones de la deuda que se paga, más de 40.000 millones de dólares son deuda pública nueva, creada por el tándem Duhalde-Kirchner bajo el mando de su común ministro de Economía, Lavagna. Esta deuda nueva monumental fue creada en apenas un año y medio para ‘rescatar’ a bancos de la talla del Citi, HSBC o Santander, que sin embargo estaban obligados a hacer frente al ‘default’ oficial por acuerdos firmados en tiempos de Menem.

La deuda con el FMI, el Banco Mundial y el BID, por unos 35.000 millones de dólares, está afectada a un acuerdo de refinanciación, o sea que se paga con el incremento de la deuda pública. De todos modos, el gobierno ha cancelado en efectivo unos 7.000 millones de dólares de esa deuda, lo cual no le impide repetir que no paga con las reservas, como efectivamente sí lo ha hecho. Para estos organismos internacionales, la reducción de su exposición crediticia con Argentina es fundamental porque un impago eventual de la deuda argentina los llevaría, dado su enorme volumen, a ellos mismos al ‘default’.

La política de grandes beneficios a los capitalistas no se ha agotado en lo señalado, pues su aspecto principal es haber reducido los ‘costos laborales’, vía devaluación y virtual congelamiento salarial, en un descomunal porcentaje del 60-66%. En esta salvaje depreciación del salario ha consistido precisamente el llamado “éxito” de la devaluación. Este enorme incremento de la tasa de explotación le ha permitido decir al presidente de la central patronal de España, José María Cuevas, que “este año las empresas españolas ganaron más dinero en Argentina que en España” (Clarín, 1/2). El dúo Duhalde-Kirchner, pero especialmente Kirchner, se han ganado el reconocimiento del capital mundial por haber sentado la base de cualquier reestructuración capitalista, luego de la bancarrota: un gigantesco retroceso de la clase obrera. El ‘logro’ tan elogiado del superávit fiscal reposa esencialmente en el congelamiento de los salarios, con el ‘permiso’ de la CTA, y en la reducción relativa de los gastos sociales en general medidos en términos reales, o sea descontada la inflación. La necesidad de defender a rajatabla esta conquista del capital explica la complicidad del gobierno actual con la reforma banelco, hasta que estalló el ‘affaire’ Pontaquarto, y su empeño en mandar una nueva ley que no se distingue de aquélla y que incluso prevé nuevas reducciones en los aportes previsionales de la patronal. En la misma línea de reforzar los beneficios patronales, el presupuesto 2004 mantiene exenciones impositivas para los capitalistas del orden de los 11.000 millones de pesos (Cronista, 12/1). A esto hay que añadir el empecinamiento del gobierno en incorporar mano de obra bajo el régimen de “jefas y jefes”, o sea a 150 pesos mensuales a cargo de la patronal.

¿Por qué sorprenderse entonces de que el Indice General de la Bolsa haya aumentado un ciento por ciento en el 2002 y otro ciento por ciento en el 2003? (Cronista, 12/1). ¿O de que los títulos públicos hayan aumentado su cotización en un 15% en enero, incluidos los títulos en ‘default’? Un reciente informe del Banco Central denuncia que los llamados fondos buitres tienen en su poder el 20% de la deuda pública en litigio, pero más importante que esto es su señalamiento de que esos fondos adquirieron el 60% de esa deuda entre enero y septiembre del 2003, o sea que reflejan las grandes posibilidades que ofrece la política capitalista del gobierno (entre septiembre y octubre pasados, ya avanzado el tiempo del gobierno ‘instransigente’ de Kirchner, los ‘buitres’ adquirieron 7.200 millones de dólares (Clarín, 23/1).

Como una consecuencia de la bancarrota capitalista del 2001 se produce en todo momento un cambio de mano en la propiedad de los capitales. Esto es manifiesto en el ‘ámbito privado’, donde por ejemplo, hace una semana, un fondo norteamericano compró al correo OCA, que se encuentra en quiebra, o cuando el empresario menemista Werthein compró las acciones de France Telecom, luego de conseguir la aprobación de Kirchner. El gobierno ha jugado su papel en este proceso a través de la re-privatización de concesiones de obras o servicios públicos, incluso tomando a su cargo la responsabilidad de financiar una parte de las nuevas inversiones - en especial porque piensa utilizar los planes ‘jefes y jefas’. Hace dos semanas, se anunció que un pulpo minero canadiense, Exeter, le compró a Cerro Vanguardia, donde Kirchner tiene el 8% de las acciones, los derechos de explotación de oro y plata en 39 áreas de exploración de 1.100 kilómetros cuadrados en Santa Cruz, Chubut y Río Negro (Cronista, 26/1). Precisamente en la minería Kirchner dio a conocer un plan que otorga nuevas concesiones a los pulpos internacionales en momentos en que los precios del oro, el cobre, la plata y el hierro se han ido a las nubes: “Prevemos que los precios de los metales alcancen su apogeo en 2005”, le dijo un especialista al Wall Street Journal (La Nación, 27/1). El Estado se ha comprometido a no modificar impuestos y a asegurar el tipo de cambio, de modo que toda devaluación futura que afecte la deuda de los pulpos será compensada por el gobierno. Al igual que con el petróleo, Kirchner le dio a los pulpos mineros la libre disponibilidad de las divisas de exportación.

Este es el proceso capitalista que defienden Kirchner y Lavagna a la hora de hacer frente a la cuestión de la deuda impaga. Esto es lo que ellos quieren decir cuando insisten en que un descuento menor al 75% socavaría la ‘recuperación’. Esto es también lo que han defendido Bush y el FMI al apoyar el acuerdo del Fondo con Argentina. Argentina ha girado al exterior, en los dos últimos años, el 80% de las divisas que proceden de su excedente del comercio exterior, por unos 22.000 millones de dólares. El litigio de la deuda impaga representa un problema objetivo derivado de la bancarrota capitalista y es la expresión de una lucha de intereses en el marco de una política de reconstrucción de los negocios capitalistas que tiene como base un nuevo nivel histórico de explotación de los trabajadores.

Ay, Madrid

Cuando un presidente viaja al exterior se supone que deja provisoriamente el gobierno a su vice. No fue lo que ocurrió con la visita de Kirchner a Madrid, porque con una estadía de cuatro días y doscientas entrevistas es incuestionable que se trasladó a España para comprometer desde allí una salida a cuestiones de fondo, es decir que enmarcó una salida a la crisis que tiene por protagonistas a los acreedores de deuda impaga y a los concesionarios de obras y servicios públicos.

Luego de los ríos de tinta gastados por los diarios para no informar nada del contenido del viaje, la entrevista concedida por el ministro Bielsa al madrileño El País (2/2) desnudó la verdadera función de la larga permanencia en España. El periodista, claro, fue el que puso todo al preguntarle: “El hecho de que el proyecto de ley sobre el marco regulatorio de las empresas privatizadas se haya hecho en España y no en Argentina, ¿es una señal para los inversores extranjeros?” Bielsa, en su respuesta, redobló: “La primera versión que vi de un borrador sobre el proyecto de ley de marco regulatorio fue hace seis meses. A partir de ahí se avanzó con mucha seriedad, en diálogo con las empresas. Exceptuando algunas cuestiones de la parte energética, ”el proyecto está prácticamente terminado”. Es decir que el viaje de Kirch ner fue para concluir, en Madrid, el proyecto base de los capitalistas españoles para la renegociación de los contratos con las privatizadas. Lo de “capitalistas españoles” debe, de todos modos, tomarse con una pizca de cuidado ya que los fondos de inversión norteamericanos controlan, con los ingleses, más del 60% de la Bolsa de Madrid. En una carta confidencial que Lavagna envió al FMI, revelada por Bonelli en Clarín, el gobierno se había comprometido a resolver la renegociación con la privatizadas y el aumento de tarifas antes de junio, como lo exigía el Fondo para renovar el acuerdo. Según Clarín (30/1) este compromiso no le cayó bien a De Vido, “quien ‘pilotea’ la relación con las privatizadas.

El proyecto de ley redactado en Madrid es lo que llevó a “Kirchner, la patronal española CEOE, la Unión Industrial Argentina y la Bolsa de Comercio ” (Clarín, 31/1) a firmar un convenio de proyectos de inversión en transportes, obras públicas, comunicaciones, minería y energía, es decir los sectores de las privatizadas. La presencia de la Bolsa de Comercio es significativa, porque los acuerdos prevén la formación de Fondos Fiduciarios que podrían cotizar en la Bolsa e iniciar de este modo una nueva ronda de inversiones especulativas. El clan oficial, además, se reservó lo suyo ya que el con venio “destaca el protagonismo que tendrá el Ministerio de Planificación”, que conduce Julio De Vido, poniendo nombre y apellido al ‘intermediario’ de estos negocios. Para las privatizadas es fundamental la intervención del gobierno, porque es el único que puede mediar o arbitrar con los acreedores de ellas y permitir, mientras tanto, “la recomposición de sus negocios” (fuentes oficiales a La Nación, 18/1, en relación a las empresas de peaje). Por eso, para las obras de la “red troncal” se “prevé financiamiento estatal por 682 millones de pesos”, lo que llevó a De Vido a “destacar que, finalmente, el empresariado daba muestras de su ‘vocación de invertir y confiar’” (La Naci ón).

Ningún ‘nacional y popular’ se ha conmovido hasta ahora, que sepamos, por esta típica conducta cipaya de gobernar desde el exterior, más precisamente desde una de las sucursales de Nueva York en Europa. Menos aún se han relacionado los acuerdos del viaje con la discusión que se desarrolla dentro del Fondo entre los gobiernos capitalistas. Nadie señaló hasta ahora que las inversiones que ‘promete’ Repsol en Argentina en el plazo incierto de una década son considerablemente inferiores a los beneficios que obtiene en Argentina, de manera que significan una promesa de desinversión, tal como efectivamente lo ha planteado el pulpo que prevé financiar su expansión internacional con sus ganancias argentinas.

La controversia que se ha creado con Aguas Argentinas es la más ilustrativa de las características y limitaciones de la política oficial. Ocurre que los dos pulpos franceses que controlan Aguas se encuentran al borde la bancarrota, la cual pretenden evitar vendiendo sus inversiones en el exterior. “Los campeones franceses del agua están en crisis”, titula Le Monde un artículo (28/1), en el cual se informa que las acciones del pulpo Suez cayeron un 60%, incluso después de haber vendido activos en el exterior por ocho mil millones de euros y de renunciar a numerosos contratos en Puerto Rico, Atlanta, Jakarta y Manila. El pulpo Suez, uno de los controladores de Aguas, pasó de cero a una deuda de 28 mil millones de euros para financiar privatizaciones, y aun hoy está endeudado en 16 mil millones y con una caída de fondos propios de 20 a 13 mil millones. Los ejecutivos del pulpo dicen ahora que “el modelo de privatizaciones del Banco Mundial terminó en un fracaso”, y citan especialmente el caso argentino. Es altamente probable que quieran deshacerse de Aguas, por eso han iniciado un juicio contra Argentina, para cobrar la indemnización estatal si no fuera posible venderla a otro pulpo. El dúo Kirchner-De Vido está intentando, precisamente, producir un nuevo marco legal de gestión para interesar a otros pulpos para reemplazar a Suez (y a la otra, Lyonnaise des Eaux). El problema es que, como dice Le Monde, como resultado de la crisis, los pulpos del agua están abandonando Asia y Sudamérica y se están refugiando en Europa (no pueden ir a Estados Unidos ¡porque no admite la gestión privada del recurso!).

Las negociaciones en Madrid y con las privatizadas ponen al desnudo el carácter del gobierno de Kirchner, no como un gobierno de la independencia nacional sino del rescate del capital y de la reconstrucción del capitalismo, o sea del reforzamiento de la dominación del capital sobre la clase obrera y de la reorganización del capital mundial en general frente a la cadena de bancarrotas capitalistas - desde, por los menos, el ‘tequila’ mexicano de 1994, la crisis asiática del 97-98, la rusa del ‘98, la de los pulpos especulativos norteamericanos del ‘99 (LTCM), Brasil de 1999 y Argentina del 2001 (además de Ecuador, Uruguay, Turquía y ahora Italia).

Por puntos o por nocaut

El ‘default’ argentino no provocó ninguna quiebra bancaria internacional, aunque la bancarrota argentina sea el modelo de todas las bancarrotas que se produjeron después y de las que se seguirán produciendo en un período próximo. La razón es que los bancos y otros pulpos financieros se desprendieron de la deuda argentina en el 2001. Varios bancos se encuentran afectados por el impago de la deuda privada, que precisamente se está renegociando y que en muchos casos depende del futuro de las tarifas de servicios públicos. En las discusiones con el FMI figuran estos temas, además de nuevas compensaciones que reclaman los bancos locales, cambios en los bancos estatales y una nueva política de impuestos. El gobierno ha cedido en todos los puntos - la semana pasada, por ejemplo, comenzó una auditoría internacional del Banco Provincia.

El punto que se encuentra destacadamente pendiente es la negociación de la deuda impaga por 100.000 millones de dólares. El diario Financial Times acaba de reclamar que el próximo fin de semana el Grupo de los 7 envíe un ultimátum a Argentina para que mejore su oferta de pago, que hasta ahora contempla un descuento del 75% sobre el capital. Si el FMI rompiera con Kirchner y Argentina dejara de pagar la deuda con los organismos internacionales, los países del Grupo de los 7 se verían obligados a hacer un aporte de capital a esos organismos debido a que un impago de parte de Argentina liquidaría el 20% del capital de esos organismos. Una quiebra oficial de Argentina con el Fondo plantearía una quiebra oficial del Fondo en los mercados de capitales. Bush propuso hace poco partir las diferencias, con un descuento del 60% de la deuda, pero no obtuvo respuesta de ninguno de los dos lados de la mesa. Los acreedores han propuesto hasta ahora un descuento de un 35% solamente.

Un planteo que pasó desapercibido lo hizo el presidente del Banco Central argentino, Prat Gay, cuando dijo hace poco que “Argentina no tiene plata (para ofrecer más) pero sí tiene tiempo”. El hombre, que está ligado al Citibank, quiso decir que una ruptura de las negociaciones internacionales no afectarían los negocios en Argentina, que goza de salarios bajos y precios internacionales altos, lo que significa que hay capitales poderosos con un fuerte interés en que no se caiga nada. Este es el cuadro de la situación, con independencia de las modalidades de las disputas y las crisis. La prensa cree haber detectado una diferencia entre Lavagna y Kirchner a partir de un planteo del primero de mejorar la propuesta argentina como consecuencia de un crecimiento del PBI mayor al previsto. Lavagna ha justificado la posición argentina (de un descuento del 75%) con el argumento de que se pretende que Argentina rescate a los acreedores que no cobran exclusivamen te con recursos propios, o sea sin ningún aporte internacional. Lo que Lavagna no explica, sin embargo, es por qué entonces Argentina paga religiosamente al FMI y despilfarra recursos propios, si el FMI no está cumpliendo la función propia de aportar dinero para contribuir al rescate de los acreedores. Un sector de acreedores reclama que el FMI renuncie a cobrar el ciento por ciento de su deuda para repartir equitativamente los recursos que la Argentina declara disponer.

La deuda argentina trasciende, en realidad, las fronteras del país. Si, por un lado, no afecta a los bancos en forma directa en sus balances, sí lo hace, por el otro, con el sistema de endeudamiento internacional - los bonos. Las bancarrotas de pulpos poderosos como Enron, Worldcom, Parmalat, Cirio y otros que se avecinan, como en algunos bancos alemanes y pulpos de las comunicaciones, tanto franceses como norteamericanos, le han dado un fuerte golpe al endeudamiento internacional. El enorme déficit norteamericano, de más de 500.000 millones de dólares, tendrá que financiarse con deuda, o sea bonos. Un editorial, precisamente del Financial Times (6/1), plantea justamente que “la perspectiva de los mercados de deuda no es promisoria”, entre otras cosas porque “los gobiernos van a necesitar recurrir pesadamente a una gran emisión de bonos para financiar sus déficits de presupuesto”. Pero, además, dice el diario, en los últimos veinte años ha habido un deterioro constante de la salud financiera de las compañías. En 1979, 61 compañías tenían la calificación más alta de crédito: ahora hay sólo nueve”. La conclusión que saca de esta situación el diario ‘más serio del mundo’ es tenebrosa. “A largo plazo, las economías van a tener que lidiar con la carga de la deuda que han acumulado. De acuerdo al departamento de investigación de Morgan Stanley, la deuda del sector privado es de más del 150% del PBI en Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. Los medios más probables para eliminar esta deuda son el default y la inflación. Cualquiera de ellos sería desastroso para los tenedores de bonos. El momento de la verdad vendrá eventualmente aunque no necesariamente este año”. Un sector del capital mundial, y en especial el mercado de Londres donde cotizan los bonos argentinos impagos, quiere arreglar la crisis de los bonos argentinos, que son nada menos que 100.000 millones de dólares, antes de que sea tarde. Están en juego, no Argentina, sino las compañías con deudas que superan una vez y media al producto de sus países.

El cuadro financiero internacional señala que la consigna del capital en el momento actual es el rescate del capital, no el rescate de los pueblos. El conjunto de la política de Kirchner se mueve dentro de estos parámetros, sin distinciones entre capitales ‘nacionales’ y los que no lo son. El capital internacional no tiene ningún interés en hundir el conjunto de la política oficial, ni el gobierno tiene una divergencia de principio con el capital mundial. Es esto lo que van a poner más aún de manifiesto las próximas discusiones sobre la deuda. Las propuestas de arbitraje no escasean.