PIQUETEROS: DE VANGUARDIA DE LA LUCHA A MOVIMIENTO DE MASAS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60027-
En medio del gran debate nacional sobre cómo hacer desaparecer a los piqueteros, no deja de provocar una sonrisa el entusiasmo con que algunos diarios han tomado la especie de que podrían convertirse en una fuerza electoral. ¿Es éste el objetivo histórico del movimiento piquetero? La especulación de los medios tiene lugar, luego de la inmensa concentración popular en Plaza de Mayo, el 20 de diciembre, que colocó al gobierno capitalista de Kirchner en una posición defensiva frente al movimiento piquetero, esto luego de dos meses de implacables agresiones del oficialismo, las grandes patronales y el clero.
Página/12 (3/1), en parte por intuir esta nueva situación y principalmente para neutralizarla, no se priva de asegurar que “la izquierda ortodoxa analiza formar una fuerza opositora” con los piqueteros. Hasta donde se sabe, la “izquierda ortodoxa” ya ha formado esa “fuerza opositora” en oportunidad de las elecciones provinciales recientes: el pacto de IU y el PS (que gobierna con Ibarra). En la “vecina orilla” la “izquierda ortodoxa” (Frente Amplio) ha hecho una amplia gala de su posición antipiquetera contra los desocupados uruguayos, pero además acaba de decidir que cuando llegue al gobierno en noviembre próximo, respetará la deuda externa, el acuerdo con el FMI, la impunidad de los militares y el congelamiento de los salarios; sólo prometió que la remuneración de los funcionarios políticos no tendrá tope (Brecha, 31/12). En un programa de cable, al encuestador Ricardo Rouvier le pareció “ideal” que los piqueteros se transformaran en un partido, porque de este modo quedarían visualizados como una representación del 2% de la sociedad - a lo sumo. Hay más anécdotas para contar o citar, pero todas son variantes de lo mismo: cómo acabar con el “problema” piquetero (“por las buenas”, claro). En el marco de la completa atomización del oficialismo, que tiene un presidente de la República pero que carece de cohesión y de dirección política, y de la aún más completa de la oposición, que en su mayor parte es oficialista, la perspectiva revolucionaria que se dé a sí mismo el movimiento piquetero puede ser decisiva. Ojo al piojo.
Un gran movimiento obrero anticapitalista
El movimiento piquetero es la expresión histórica más profunda que ha producido el movimiento obrero argentino, por lo menos desde el Cordobazo. Representa una organización de los desocupados que agrupa entre 200 y 300 mil personas, y principalmente mujeres, esto con independencia de que esté compuesto por diferentes agrupaciones, o que incluso tengan un carácter antagónico entre sí, porque desde la primera Asamblea Nacional, en julio del 2000, ha dejado de ser definitivamente un movimiento local o provincial y se ha convertido en compactamente nacional, incluidos los pueblos más remotos del país. Por su número, por la duración que ya ha tenido su lucha, por su extensión geográfica, por las reivindicaciones que ha impuesto, por el impacto que ha producido entre todas las restantes clases sociales y por el alcance y contenido político de sus movilizaciones, es el esfuerzo más avanzado de organización de los desorganizados en la historia del movimiento obrero mundial. No por nada se ha convertido en la bestia negra de la burguesía y aun del imperialismo (ver entrevista Ashcroft-Pampuro).
Pero si se considera que la desocupación en masa es, luego de la guerra, el intento más importante del capitalismo para destruir las fuerzas productivas y, fundamentalmente, al proletariado, la organización masiva de los desocupados representa una tentativa anticapitalista gigantesca para reconstruir a la clase obrera como fuerza histórica viviente. Pudo tratarse al principio de un proceso inconsciente, pero a través de la experiencia y de las luchas políticas de las tendencias que actúan en su seno fue cobrando, progresivamente o a saltos, la conciencia adecuada a su carácter. El movimiento piquetero es, por cierto, una fuerza de vanguardia, más si tenemos en cuenta en ella solamente a sus agrupamientos independientes de la burguesía, como el Bloque Piquetero y la Asamblea Nacional de Trabajadores. Pero se trata de una vanguardia que labora incesantemente sobre cinco millones de trabajadores - entre desocupados, sub-ocupados, en negro o por debajo del índice de pobreza. Dentro del movimiento de las fábricas expropiadas representa a la tendencia más conciente, la que lucha por la confiscación efectiva del capital saqueador y la gestión obrera, y que combate por lo tanto la política de convertirlas en fábricas pymes de superexplotados, o sea en tentativas de reconstruir al capital a costa de los obreros.
El movimiento piquetero ha sido desde el vamos una experiencia política; debió enfrentar desde el inicio al aparato de punteros y manzaneras del justicialismo y a la burocracia de los sindicatos. La organización de los desorganizados tuvo lugar al margen de los sindicatos y fue saboteada por la burocracia. El desarrollo de la organización de los desocupados y la realización de su reivindicación al trabajo es incompatible con la permanencia de la burocracia al frente de los sindicatos. No por nada, tanto los ministros de Trabajo y de Interior de Duhalde como de Kirchner plantearon en varias oportunidades que la burocracia se movilizara en las calles contra los piqueteros. Desde el punto de vista, no ya de la clase obrera, sino de la historia política de Argentina, el movimiento piquetero representa una tentativa mayúscula: la emancipación política de los trabajadores de la tutela del peronismo.
La tentativa de enfrentar la destrucción de los trabajadores por parte del capitalismo (se trata de un fenómeno internacional) y de reconstruir a la clase obrera como fuerza histórica supera los límites de la sociedad capitalista, implica una completa reorganización social sobre nuevas bases. Imponer el derecho al trabajo significa chocar con el derecho de propiedad y con el Estado, porque la desocupación no desaparecerá como consecuencia de la “recuperación económica”, sino de la quiebra del alargamiento de la jornada laboral y de la flexibilidad; de una profunda recuperación de los salarios; de una modificación completa del sistema impositivo, gravando al capital, y de la redistribución de los recursos en función de los intereses sociales mayoritarios. Este programa anticapitalista no podría ser realizado por la sola acción del movimiento piquetero como vanguardia sino por un gigantesco movimiento de masas - de la masa de desocupados, de obreros activos y de todos los sectores medios que son empujados a las filas de la clase obrera y de los completamente desposeídos. El objetivo del movimiento piquetero no es convertirse en una “fuerza electoral” sino en un movimiento de masas (incluidos los sindicatos).
Movimiento de masas
El terreno de acción del movimiento piquetero es el conjunto de la lucha de clases. La crisis que se ha entablado, por ejemplo, en torno a la “reforma laboral” no puede ser de incumbencia de la burocracia ni siquiera exclusivamente de los sindicatos, porque esta crisis es una oportunidad para todo el movimiento obrero, ocupado y desocupado. Al intento del gobierno y de los capitalistas de recauchutar la Banelco con una nueva votación (¿sin coimas? ¡imposible!) por el Congreso, es de interés de los piqueteros y los activistas sindicales imponer paritarias electas por la base, para asegurar la lucha por las reivindicaciones, y el establecimiento de una Bolsa de Trabajo para incorporar a los desocupados a las empresas sobre la base de las ocho horas de trabajo y de las condiciones de convenio soberanamente pactadas, impidiendo de este modo la competencia ruinosa entre los que tienen y no tienen empleo. La lucha por anular la Banelco e imponer una legislación realmente protectora de los trabajadores debe adquirir un enorme carácter de masas y convertirse en una disputa de poder con los capitalistas. Servirá, además, para una unión profunda con el nuevo activismo sindical para expulsar a la burocracia de los sindicatos y constituir una verdadera CGT. El espectáculo indecente de los De Gennaro de la mano de un servicio como D’Elía representa la lápida definitiva para esta autoproclamada burocracia progresista pero responsable de las peores fechorías.
Otro tanto ocurre con la cuestión del pago de la deuda externa y del FMI. El gobierno de Kirchner no sólo ha engendrado una nueva deuda monstruosa, además de la heredada de Menem y de De la Rúa, de decenas de miles de millones de dólares para rescatar a los bancos y empresas en quiebra sino que está utilizando todos los medios sinuosos para aumentar el pago de la deuda vencida. El famoso superávit del 3% del PBI, comprometido con el FMI, significaba el año pasado un compromiso de 13.000 millones de pesos al año; como consecuencia del aumento del PBI, en moneda constante, previsto para el 2004, ese compromiso se convertirá el año próximo en 14.000 millones de pesos y en moneda del 2004 en 15.500 millones. Pero mientras en el 2002 representaban unos 3.800 millones de dólares, a 3,5 pesos el dólar, y en el 2003, unos 4.300 millones de dólares, en el 2004 significarán unos 5.500 millones de dólares, o sea un 75% por arriba del 2002. Esta es la “firmeza” de la que Kirchner hace gala frente al Fondo. En oposición a este saqueo debemos reclamar la ruptura con el FMI y los banqueros y que el superávit fiscal se destine integralmente a un plan de obras con prioridades establecidas por las organizaciones obreras libremente electas y bajo su control. Está claro que, con este programa, el movimiento piquetero pasaría a representar, sin posibilidad de competencia, la dirección del movimiento nacional.
¡Pero la destrucción de los trabajadores no se limita al plano del empleo! Las barriadas, los colegios, los hospitales y las viviendas se encuentran en demolición; los municipios cargan con una crisis terminal y con una corrupción sin salida. En esos barrios las organizaciones de punteros siguen dominando a una parte importante del pueblo, reduciéndolo a la condición de mendigo asistido. Sólo un gran movimiento de lucha social puede sacar a los barrios de la completa degradación. El movimiento piquetero tiene la posibilidad de avanzar los reclamos populares en los barrios y de organizar en torno a ellos verdaderas Asambleas Populares, que además de plantear la lucha contra el punterismo dentro de sus propias organizaciones cautivas, planteen la cuestión del poder y de los recursos de los municipios bajo la dirección de la clase obrera.
La tarea que tiene el movimiento piquetero por delante es convertirse en un gran movimiento de masas.