GRACIELA AL GOBIERNO, SUSANA AL PODER

GRACIELA AL GOBIERNO, SUSANA AL PODER

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/52091-

¿Sabía Graciela Fernández Meijide cuando llamó a ”despolitizar la asistencia social”, que Menem, el Banco Mundial, las telefónicas, el clero y Susana Giménez ya habían puesto en práctica hacía muchísimo tiempo esa‘recomendación’?

La privatización telefónica ha permitido incorporar al negocio de las telecomunicaciones una serie de ‘servicios adicionales’, que se han transformado en uno de los principales rubros de ganancias de los pulpos que las controlan. Son ‘servicios’ dedicados a explotar económicamente todas las formas de las miserias humanas con el agregado de que ofrecen la posibilidad de toda clase de fraudes a la hora de confeccionar la factura del usuario. Es vastamente conocida la explotación de las llamadas ‘líneas calientes’; ahora ha cobrado estado público la explotación de la asistencia social. Para no dejar puntada sin hilo, el régimen capitalista desata una desocupación masiva y un crecimiento de la miseria social en todas sus formas, para a renglón seguido pasar a sacarle todo el jugo económico posible a esta miseria así creada.

Se trata, en este caso, de la explotación de los juegos de azar combinada con la ‘caridad cristiana’, una fórmula imbatible de negocios en esta época de derrumbe de los mercados de capitales. De un modo general, los juegos de azar constituyen una de las formas más perversas de cobranza de impuestos a los sectores más explotados de la población. El espejismo de un escape milagroso de la miseria empuja a muchísimos trabajadores a liquidar sus pocos ingresos, un poco como lo hace el alcoholismo o incluso la droga. Para conseguir la bendición cristiana a tamaña inmoralidad, el gobierno condicionó la posibilidad de utilizar los teléfonos y la televisión para estos fines, a que se entregara un porcentaje de lo recaudado para obras de caridad. Mediante este recurso, la Hard Communication de Jorge Born y Galimberti se embolsó 14 millones de dólares y las telefónicas otros 43 millones, del total de 57 millones facturados. Para esto contaron con la complicidad del padre Grassi y de sus superiores eclesiásticos, satisfechos con la posibilidad de obtener de todo esto algunas migajas. Sería muy interesante saber cuánto facturan los pulpos telefónicos por la totalidad de sus ‘líneas especiales’. Para el año 2000, la Hard pensaba tener facturados 228 millones de dólares (La Nación, 23/8).

Nadie puede negar que estamos frente a un caso flagrante de ‘despolitización de la asistencia social’ como el que propone la Alianza. Como sus economistas ya han dicho que la crisis mundial hace inviable la promesa de reducir la desocupación al 6% para el 2003; y como esta misma crisis los fuerza, dicen, a un mayor ‘ajuste’ fiscal; es claro que lo único que tienen previsto para lidiar con la miseria creciente, es la privatización de la caridad. Es decir, mayor número de Borns, Galimbertis y Susanas y más Grassis, Lagunas y otras especies. Como se puede ver por la propuesta, no existe plaga más grande que una pequeña burguesía arribista.

Pero el negocio de la caridad cristiana está mucho más extendido que lo que dejan ver los pulpos telefónicos y la diva Susana. ”Ante la exclusión social que generan la globalización y el fracaso del Estado benefactor, le dijo una fuente de las organizaciones no gubernamentales a La Nación (2/8), las organizaciones internacionales piden a los privados que se ocupen del problema social”. El planteo no tiene desperdicio: ante la miseria provocada por la privatización a favor de los grandes pulpos, el Banco Mundial y el FMI le piden a esos mismos pulpos que se ocupen de lo que han creado, pero no (claro) de que lo resuelvan.

La desfachatez del planteo no termina, sin embargo, aquí, porque la misma fuente agrega que ”Las empresas no quieren pagar más impuestos para el gasto social, pero sí donan ese dinero a la Cruz Roja o Cáritas”. ¡Cuánta bondad, no! Lo que la fuente se olvidó de consignar es que el dinero donado puede ser descontado de los impuestos y que esto se puede hacer al estilo de Hola Susana, o sea, consignando una donación muy superior a la real, con la debida complicidad de la organización respectiva de caridad. Fue lo que ocurrió exactamente con las donaciones de Yabrán a Primatesta. Las empresas, no solamente no quieren pagar ”más” impuestos; además quieren que se les devuelva los que hayan tenido que pagar por otros conceptos. Ciertamente, la caridad cristiana es indisociable del saqueo económico, pues los impuestos que dejan de pagar los pulpos deberán ser cubiertos por los propios beneficiarios de la caridad y por el conjunto de los consumidores.

De manera que todo el sistema de privatización de la asistencia social (que los frepasistas hipócritamente llaman despolitización), constituye un negocio ‘à la Hard Communication’. El proyecto ‘despolitizador’ fue rápidamente apoyado, como cabía suponer, por el obispo Rey, de Cáritas, quien reveló que había sido informado por el Frepaso de su existencia antes de que lo conociera la opinión pública. En lugar de proponer una salida política a la miseria social, el clero pretende explotar esa miseria, quizás porque de esta manera le da al César (los capitalistas) lo que es del César y a Dios (el clero) lo que es de Dios.

En suma, la señora Graciela pretende gobernar con el programa de la diva Susana. El negociado protagonizado por ésta con sus socios y amantes, revela el carácter saqueador de las privatizaciones capitalistas; denuncia la feroz explotación capitalista de la miseria social; pone al desnudo el carácter embrutecedor de la caridad cristiana; y, nunca más apropiada la expresión, crucifica definitivamente al Frepaso y a la Alianza como chirolitas del menemo-duhaldismo y como variantes degeneradas de la pequeña burguesía arribista.