LA CRISIS MUNDIAL SE COBRA NUEVOS TROFEOS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/52041-
La crisis mundial marcha, por cierto, a un ritmo vertiginoso. Apenas el 17 de junio pasado, los bancos centrales de Estados Unidos y Japón lograban detener una caída del yen que habría provocado, según la opinión prevaleciente, el derrumbe de la moneda china, el hundimiento de la convertibilidad monetaria en Hong Kong y otra escalada de devaluaciones en Asia. Un analista de Ambito Financiero juzgaba hace sólo tres semanas, que como consecuencia de esa intervención yanqui-japonesa, se había producido una ”reversión” en la situación de la economía mundial; que”el cambio experimentado en el frente externo (era) espectacular” y que se presentaba ”un horizonte estable en Japón” (10/7). Juzgaba los aumentos en la Bolsa de Tokio como ”un festival” y celebraba el giro expansivo de la política monetaria norteamericana, porque contribuía a mejorar el financiamiento internacional.
De todos estos pronósticos no ha quedado nada. Mucho antes de que el lunes 3 pasado se anunciara que la caída del yen había superado el nivel que había reclamado el rescate norteamericano, los pronunciamientos de los funcionarios japoneses designados luego de las elecciones realizadas un mes atrás hacían ya prever que nadie lograría parar una mayor devaluación del yen. De manera que se replantea ahora la posibilidad de la cadena de devaluaciones en Asia que había sido prevista en ocasión del pico de devaluación anterior.
Derrumbe industrial en Japón
Las fuerzas que empujan en dirección a una devaluación cuyo límite aún no puede calcularse, son muy fuertes. El nuevo gobernador del Banco de Japón, contrariando todas las expectativas de que se había producido un tímido crecimiento económico, acaba de anunciar que ”las declinaciones recientes en el consumo y en la inversión de capital habían provocado cortes en la producción industrial, en los beneficios de las corporaciones, en el empleo y en el ingreso”. A pesar de los centenares de miles de millones dólares inyectados por el gobierno para reactivar la economía, ”la inversión de capital cayó un 5% en los primeros tres meses del año y las órdenes de compra de maquinaria se han derrumbado dramáticamente”. Un economista del Insituto de Investigaciones de Japón declaró ”que la velocidad del deterioro de la economía se está acelerando y profundizando” (The Washington Post, 30/7).
¿En qué reside la importancia de esta información ? Pues, sencillamente, en que la poderosa industria japonesa no está en condiciones de soportar una caída de los bancos en crisis, como lo exigen el gobierno norteamericano y el FMI. Un analista inglés destaca ahora, en un giro de 180º, ”que una prioridad de Japón debe ser prevenir una destrucción masiva de oferta de dinero y otras formas de riqueza financiera provocada por un colapso de sus bancos. El objetivo de la próxima operación de salvataje no debería ser rescatar a los bancos o a sus accionistas, sino, en primer lugar, impedir un colapso del gasto y, en segundo lugar, su aumento, en correspondencia con el potencial de oferta subyacente de la economía” (Financial Times, 9/7). La única forma de alcanzar estos fines sin recurrir a un salvataje de la banca, sería mediante la nacionalización del sistema financiero, lo cual no está en los cálculos del analista. Aumentar el gasto significa, como es de suponer, incrementar la emisión de moneda, cuyo correlato es la devaluación. Por eso, el analista concluye que las naciones occidentales deberán admitir, para avalar esta salida, un crecimiento de las exportaciones japonesas y un aumento de sus déficits comerciales. Esto, dice, es mejor ”que permitir que una de las principales economías, o el mundo industrial en su conjunto, se zambulla en una espiral deflacionaria” (se refiere a caída de precios, beneficios y producción). En definitiva, los estados mayores del capitalismo se han decidido a jugar la carta de la inflación y de las devaluaciones en toda Asia.
Fuga de capitales
Todo el movimiento de la economía japonesa apunta a la devaluación del yen. Por un lado, se acaba de anunciar que los préstamos incobrables de la banca japonesa no son, como se decía, de 600.000 millones de dólares, sino de un billón. En el pasado se calculaba que los créditos definitivamente pérdidos eran un 30% de ese monto, o sea 200.000 millones. Si la proporción se mantiene, habría que estimar ahora que esos préstamos irrecuperables alcanzan a 300.000 millones de dólares. Como consecuencia de esto, los bancos más afectados se ven obligados a recuperar los préstamos que han concedido en el exterior para cubrir los retiros de depóstios dentro de su país. Esta recuperación de créditos ha hecho caer la participación de la banca japonesa en el mercado de préstamos de Estados Unidos en un 26%, en tanto que muchos bancos directamente han vendido sus filiales o sus participaciones en otras empresas (Clarín, 14/7). Pero esta ”liquidación por incendio” se ha visto largamente compensada por la salida hacia el exterior de los depósitos que se retiran de los bancos japoneses. Japón asiste a una gran fuga de capitales, que ya está superando el excedente de su comercio exterior, lo cual conduce a la devaluación monetaria.
El protagonista mayor de esta fuga son los Fondos de Pensión y las compañías de seguro, que enfrentan una situación potencial de quiebra. Ocurre que los bajos rendimientos de sus inversiones financieras en Japón (del orden del 1.5% al año), les impediría a corto plazo poder pagar los retiros por jubilaciones de sus aportistas o los seguros de sus clientes. Se estima que las AFJP niponas están desfinanciadas en un 40%, algo así como cuatro billones de dólares! (Financial Times, 17/6 y 14/7). Las acciones de estos Fondos han caído en el último año hasta el 50% (Financial Times, 24/6). Para salir de esta situación, el gobierno las ha autorizado a sacar el dinero del país e invertir el dinero de sus clientes en los mercados internacionales, donde el rendimiento es cinco veces mayor. Este tipo de salvataje de los Fondos conduce como por un tubo a una devaluación, cuyo techo sólo podrá ser determinado cuando se equilibren todos los factores económicos capitalistas que hoy se encuentran en un pozo insondable.
Indonesia, China y Hong Kong
Los bancos japoneses están cortando tambien sus créditos a sus vecinos asiáticos, los cuales enfrentan, sin embargo, una crisis aún más grave. El 40% de la financiación en Indonesia es provista por bancos japoneses; éstos tienen 124.000 millones de dólares en créditos a la región, poco más del 35% del total (International Herald Tribune, 14/7). Es decir que Japón retrae su crédito asiático en el preciso momento en que se plantea la recapitalización de la banca de la región por un costo equivalente al 30% del producto bruto interno de todos sus países. Los créditos incobrables de los bancos chinos son del 30% de sus préstamos; los de Indonesia son del 50%; los de Tailandia, un 35%; los de Corea del Sur, un 25%; los de Malasia, un 22%. La media ‘normal’ internacional se calcula, sin embargo, en un ¡5 al 7%!
Con este panorama no hace falta explicar por qué la Bolsa de Honk Kong ya tiene perdido el 50% del valor de los capitales que allí cotizan, el cual llega al 70% cuando se trata de las empresas de China continental. Pero la Bolsa de Hong Kong es la tercera más importante a nivel internacional, pues por allí pasa el movimiento de capitales hacia China y gran parte de Asia. Una devaluación del dólar de HK no sólo significaría el fin de la convertibilidad más antigua del planeta, sino la quiebra inmediata de numerosos capitales allí invertidos. El anuncio reciente de que el principal banco de la isla, el HSBC, ha visto recortadas sus ganancias contables, es un indicio de que la economía de este enclave está en el punto de cocción. Dada la alta participación que tienen en América Latina, y en particular en Brasil, los pulpos que cotizan en Hong Kong o que colocan allí sus excedentes financieros, una devaluación derribaría de inmediato las monedas de esta parte del mundo.
¿Podrá China tolerar la devaluación del yen sin proceder a devaluar su propia moneda? Antes de la visita de Clinton, Pekin amenazó con hacerlo si no se paraba la caída de la moneda japonesa, que es lo que ocurre precisamente ahora. La industria de construcción naval, petroquímica y otras grandes de exportación, ya han pedido la devaluación de yuan. Aunque el gobierno chino declaró que la reactivación de su economía debía pasar por su mercado interno y no por las exportaciones, la expectativa de que ocurriera así no se ha cumplido. La banca china es incapaz de sostener el crédito interno. Gran parte de ella se encuentra en quiebra. La intención del gobierno de proceder a depurarla provocó, precisamente, una descalificación de su deuda internacional, ya que esa depuración signficaría quiebras masivas de bancos. Aunque China dice tener controlada su deuda externa en unos 131.000 millones de dólares (con reservas que llegan al doble de eso), muchos ingresos de capital son seudo-préstamos, a los que se recurre para esquivar la legislación nacional. Un cálculo hace ascender esa deuda externa a 180.000 millones de dólares. Si el yuan chino se devaluara, esta deuda quedaría fuertemente aumentada en moneda local, acelerando la quiebra de las empresas endeudadas (Financial Times, 30/7). Por eso, a pesar de las restricciones legales en el mercado de cambios, se acentúa cada vez más la salida de capital de China.
Gran Bretaña, EE.UU.
¿Pero cómo podría el mercado mundial tolerar una onda de devaluaciones en Asia y Japón en particular, cuando se acaba de informar que Gran Bretaña ha ingresado en una fuerte recesión y que la economía norteamericana dejó de crecer en el segundo trimestre del año? Pulpos como la automotriz inglesa Rover han sufrido serias pérdidas, en tanto que una de las joyitas de la supercomputación, de la alemana Siemens, tuvo que cerrar en Inglaterra. En las últimas semanas la crisis de la industria mundial de semi-conductores se aceleró enormemente, ingresando en una situación de saturación que ha provocado la caída accionaria en todas las bolsas del mundo, en especial Wall Street.
Este derrumbe generalizado ocurre a pesar de que la política monetaria norteamericana se ha caracterizado por una constante provisión de fondos, que pretendía atenuar o neutralizar el impacto de la crisis asiática. El gobierno yanqui deberá decidir ahora si se empeña todavía más por este camino, o sea impulsar la inflación, lo que pondría fin al ciclo de la famosa ‘globalización’, que depende de una cierta estabilidad de los mercados financieros. Ya hay quienes propugnan la inflación financiera como única salida (Euromoney, abril de 1998). Pero la inflación crearía, además, una situación insostenible, a corto plazo, a la economía norteamericana, por la simple razón de que es la más endeudada del mundo, ya que entre interna y externa, supera los 9 billones de dólares y tiene hipotecado el consumo interno.
Mientras los políticos criollos deshojan la margarita del llamado ‘agotamiento del modelo’, éste, o sea el capitalismo, se está pulverizando a nivel mundial.