UN ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN POLÍTICA

UN ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN POLÍTICA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/51994-

Es por completo natural que los medios de comunicación capitalistas busquen reducir a una anécdota la explicación de la forzada resignación de Menem a una hipotética re-reelección. Si actuaran de otra manera quedarían obligados a poner al desnudo la crisis irremediable del régimen social que defienden y de la política del gobierno que apoyan. Incluso, si se atiende a las profusas declaraciones periodísticas de la última semana, se obtiene la impresión de que ningún pulpo capitalista o ninguno de sus representantes habría estado apoyando esa re-reelección. Para no ser menos, hasta Clinton se anotó con un saludo al ‘renunciamiento’.

Alcanza, sin embargo, con poner un poco de atención para concluir que ni el plebiscito convocado por Duhalde, ni el fracaso del congreso menemista del PJ, fueron las verdaderas causas que obligaron a Menem a declarar que desistía de proseguir con su campaña re-reeleccionista. Estos dos hechos fueron sólo detonantes de la crisis. El índice del 80% de los electores dispuestos a votar contra la re-reelección en el Gran Buenos Aires, es un síntoma del descomunal rechazo popular a la política privatista, entreguista, anti-obrera y sin salida del gobierno menemista. Pero hasta ahora y hasta nuevo aviso, esta política repudiada es la misma que reivindican Duhalde, la Alianza, el Frepaso, la Meijide y ‘tutti gli altri’. La precandidata a presidente inscribió en la semana que transcurrió, al jefe de la DGI, Silvani, como un deseable futuro funcionario suyo, luego de haber hecho lo mismo, en varias oportunidades, con los que militan en la Fundación Mediterránea que prohijó a Cavallo. Sólo un idiota puede creer que ese 80% de rechazo no apunta a la política menemista sino a la defensa de la Constitución nacional.

La entregada de Duhalde

Duhalde demoró muy poco en levantar el plebiscito en su provincia, luego que se conociera el desistimiento de Menem. Es decir que se echó atrás, otra vez más, frente a una promesa o palabra del riojano. Una semana antes de esto, Duhalde había rejurado que no se dejaría rejoder más con las promesas de Menem, y que en esta oportunidad, sólo cancelaría el plebiscito si la Corte Suprema declaraba inconstitucional la re-reelección por medio de una acordada. Pero no solamente no ocurrió esto, sino que tampoco fueron retirados de la justicia o del Congreso los reclamos re-reeleccionistas de los olfas del presidente.

Al convocar a un plebiscito contra el poder ejecutivo nacional, Duhalde estaba diciendo que la crisis había llegado a un punto en que ningún desenlace positivo era ya posible sin el deshauciamiento de Menem, o sea su renuncia, no sólo a la re-reelección, sino tambien al gobierno. Sin embargo, terminó echándose atrás y dejando a Menem con el control del Estado y del PJ, y de las relaciones de poder con los grandes monopolios privatistas. En lugar de exigir el retiro completo e incondicional del proyecto re-reeleccionista, Duhalde retiró incondicionalmente el plebiscito, dando pie a cualquier maniobra futura del menemismo, de carácter directo o indirecto, en función de cómo evolucione la crisis política. Porque en definitiva Menem nunca tuvo la oportunidad de hacer pasar constitucionalmente o no, su proyecto de re-reelección, si no era en función de una exigencia que emergiera de la profundización de la crisis política. Fue lo que ocurrió cuando logró el derecho a la reelección con el pacto de Olivos. Como consecuencia de la cancelación del plebiscito, Menem seguirá con el control burocrático del proceso electoral y con un amplio márgen de maniobra para imponer a su propia pollo en el PJ. Duhalde entregó el plebiscito porque los grandes capitalistas no querían poner en peligro la continuidad del gobierno de Menem ni su control político del proceso electoral.

La crisis del peronismo como problema

El ‘renunciamiento’ de Menem se produjo para evitar una división del peronismo y, con ello, la posibilidad de que desde el propio peronismo pudiera salir una oposición política al gobierno que alcanzara a tener características antiimperialistas. Bajo el comando de Menem, la unidad del peronismo es un objetivo absolutamente reaccionario. Pero esta unidad es la que tambien quiere asegurar Duhalde. De este modo, lejos de ofrecerle una salida, Duhalde ha ayudado a profundizar la incapacidad del peronismo para recrear un hipotético movimiento popular.

Esta enorme amputación de sus posibilidades políticas, Duhalde no podrá remediarla con un llamado a la ‘justicia social’; el hombre simplemente se ha olvidado de que ya nadie le cree, o de que para recuperar credibilidad debe crear algo concreto y tangible como romper con Menem, o sea al peronismo.

Esta cobardía política explica que Duhalde no haya suscitado ninguna respuesta en lo que podría convertirse en una nueva versión de la izquierda peronista. En Página 12 del martes 28, el ex montonero Miguel Bonasso lo manda a “Duhalde a marzo”, con el pretexto de que el gobernador no reivindicó a Cámpora en el programa de Morales Solá del domingo anterior. Bonasso se conforma con poco. En el mismo diario, el mismo día, un izquierdista con otros orígenes pero igual destino al de Bonasso, Pasquini Durán, declara ”bienvenido el nuevo discurso de Duhalde, por lo que vale como diagnóstico”, agregando que “Ojalá el programa de la Alianza apunte en el mismo sentido como voluntad de cambio. Esto representaría la opinión de más del 80% de los votos, una base formidable para hacer realidad el rumbo hacia otro país posible”.

Lo anterior es una muestra de cómo los llamados periodistas lúcidos ocupan la primera fila de los candidatos a comprarse un buzón, además del desvarío de considerar que lo que piensen Duhalde, el Chacho y De la Rúa representa automáticamene la opinión del pueblo, sin tomarse el trabajo de tomar en cuenta las veces que esos tres mosqueteros cambiaron de opinión en menos de lo que canta un gallo, como tambien lo ha hecho el susodicho periodista. Está claro de todos modos que para este demócrata la democracia funciona de arriba hacia abajo.

Una crisis en el peronismo podría todavía plantear la posibilidad de un giro hacia una política de limitada movilización popular con consignas nacionalistas. Esto no se puede desechar como hipótesis, si realmente se produjera una crisis y una ruptura en el peronismo. Al mismo tiempo, esto podría convocar otra vez a una izquierda peronista; es por esta razón que se especula en los últimos días con una pata frepasista del duhaldismo. Semejante posibilidad no quiere decir que una tentativa como ésta fuera a tener mejores posibilidades que en el pasado; todo lo contrario. Pero hasta ahora, la cobardía de Duhalde ha servido más para ahogarla que para impulsarla. Es que Duhalde es el hombre de los ruralistas bonaerenses; y de la alianza con el Chase Manhattan Bank y con el Santander en la salud, los accidentes de trabajo y las jubilaciones privatizadas. Es el hombre que quiere hacer cotizar en la Bolsa al Banco Provincia, luego del 99, para hacerlo depender de los especuladores internacionales en forma directa. Es un hombre de la DEA (narcóticos), o sea del riñón del aparato de seguridad del imperialismo yanqui.

Gracias, no fumo

A pesar de los ríos de tinta que suscitó la pelea Menem vs. Duhalde, las burocracias sindicales de la CGT, y en especial las del MTA y de la CTA, no abrieron la boca. Este silencio significa simplemente que dejan abiertas las puertas para anotarse en el libro de pases de los candidatos patronales de turno. Pero cualquiera de ellos sólo apuntará a acentuar, quizás con más perfidia que lo hecho por Menem hasta ahora, la política de desangre social de los trabajadores. Los ejemplos del centroizquierdismo europeo y asiático así lo demuestran.

Pero no ha llegado todavía la hora de los candidatos patronales ni de las elecciones. El momento es de extension implacable de la crisis capitalista por todo el mundo. La producción interna argentina ha dejado de crecer; las quiebras aumentan; la deuda externa de los pulpos privatizadores ya llega a los 20.000 millones de dólares; las exportaciones caen; hay una crisis seria en el Mercosur; las posibilidades de un jolgorio económico que facilite las concesiones a los trabajadores se alejan. El índice de desocupación ha vuelto a crecer. La rebelión popular busca nuevos cauces, como lo demuestran los paros en la Uocra y en Córdoba. Un retrato patético del fracaso de las ‘alianzas’ de la burocracia sindical lo ofrece el hundimiento del acuerdo de Ctera con la Decibe y la inminente renuncia de la ministra.

La incapacidad del duhaldismo para explotar la presente crisis política y el agotamiento del menemiso para ofrecer un canal (no hablemos de una dirección) de movilización al pueblo, demuestra que están condenadas al fracaso todas las políticas que procuren, desde el movimiento obrero, recrear la posibilidad por lo menos literaria de un peronismo combativo. Ni qué decir que la Alianza ni el Frepaso valen como sustituto, pues en todo el transcurso de la crisis se han limitado a proseguir sus mezquinas querellas de arribistas.

Toda la evolución de la crisis política empuja a la necesidad, para los obreros concientes, para los luchadores y para las masas, de desarrollar un partido obrero. Se trata de un reclamo, por lo tanto, que debe ser dirigido a todas las organizaciones obreras sin excepción, sirviendo al mismo tiempo para desenmascarar los límites de las políticas de las burocracias de los sindicatos, sean oficialistas u opositores, y especialmente de estos últimos.

 

El momento es de lucha

Es un dato instructivo de la presente situación política que cuando los partidos patronales no pueden armar sus planes ni resolver sus crisis, que la izquierda democratizante como Patria Libre o IU, e incluso Pueblo Unido de Tucumán, se afanen por la ocupación de ‘espacios’ electorales… sin elecciones hasta dentro de catorce meses (Telam ha recogido las posiciones de esta izquierda, en Crónica del 27/7). Lo que realmente caracteriza a la situación política actual es el empantanamiento del gobierno y de todas las representaciones de la burguesía para darse un curso de acción frente a la crisis mundial. Marcan el paso en mayores reclamos contra los trabajadores sin la capacidad de observar el resultado que esto ya tiene en el sudeste asiático y hasta en Estados Unidos.

Precisamente debido a este empantamiento, la posición del gobierno de Menem es más débil y no más fuerte que antes del ‘renunciamiento’. Es una monumental tontería eso de que ahora tendrá las manos libres para gobernar. Lejos de esto necesitará como nunca del apoyo parlamentario y extraparlamentario de los partidos opositores, que así tendrán la oportunidad de fracasar en un co-gobierno consentido antes de las elecciones. A ello los deberá llevar, no la coincidencia de intereses económicos, sino el espanto a la crisis y a los trabajadores.

Es un momento para la iniciativa de lucha, para la organización, para la preparación de la huelga general. Una vía para concretar esto, es convocando a plenarios de trabajadores; organizando coordinadoras; exigiendo a las organizaciones obreras que rompan con el Estado, las patronales y sus partidos, lancen un plan de lucha por las reinvidicaciones del momento y para que podamos discutir la efectivización de una alternativa obrera, o sea el desarrollo de un partido de trabajadores.