¿SE TERMINÓ LA CRISIS ECONÓMICA?

¿SE TERMINÓ LA CRISIS ECONÓMICA?

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47631-

¿La victoria de Menem puso fin a la crisis financiera que tuvo en vilo al gobierno desde enero pasado?

De acuerdo con algunos informes proviso­rios, en la semana posterior a las elecciones habrían vuelto a los bancos unos 800 millones de dólares. La suba de cotizaciones en la Bolsa estaría señalando, aseguran los especialistas, el retorno de capitales del exterior, con lo que se pondría fin a toda posibilidad de cesación de pagos por parte de Argentina. Para el presi­dente del FMI, el “plan Cavallo” ha salido fortalecido de la crisis, lo Cual estaría confir­mando las previsiones del propio ministro de Economía.

¿El derrumbe del “plan Cavallo” fue entonces un espejismo y Menem se habría revelado, como él mismo lo aseguró, el único “timonel” capaz de pilotear la salida del tem­poral? Tendríamos en tal caso, como una ex­plicación perfecta del triunfo electoral del go­bierno, la solidez del conjunto de su política.

Situación financiera

El regreso de unos 800 millones a los ban­cos constituye sólo la décima parte del dinero que se fugó desde el comienzo de la crisis. Este retorno se ha aplicado a plazos de treinta días, aprovechando las tasas de interés exorbitan­tes, de más del 20% anual, que se estaban pagando como consecuencia de la enorme falta de fondos. Es claro que este dinero volvió como consecuencia de la victoria de Menem, lo cual significa que el gobierno se ha converti­do completamente en un rehén del capi­tal financiero y especulativo.

Esos 800 millones deben ser comparados con los 6.000 millones que, según las consulto­ras económicas, sería necesario que volvieran para evitar, en 1995, una caída del producto nacional. De no ser así, “la consultora Al­pha, tras encuestar a las principales em­presas y bancos del país, estimó que el consumo caerá este año 3.9% y la inver­sión 3.7%” (Ambito Financiero, 22/5). La cri­sis, entonces, no parece haber quedado atrás, sino adelante.

Ese regreso de fondos no ha resuelto, ade­más, la situación de unos 40 a 60 bancos insolventes. “¿Qué garantiza que esas en­tidades tienen aún patrimonio positivo?” —se pregunta un economista (Cronista, 16/5). Los fondos congelados en esos bancos fueron calculados oportunamente en cerca de diez mil millones de dólares, lo cual explica por qué el gobierno no se apuró en liquidarlos, ni parece apurarse ahora. El destino de estos bancos es objeto de una dura disputa, que, según La Nación (20/5), el gobierno pretendería “arbi­trar”. De cualquier manera, la garantía de los depósitos para esos bancos no existe, ni tampo­co podría usarse el llamado Fondo Fiduciario para su rescate. La garantía sólo llegará a dos mil millones de dólares dentro de unos meses, en tanto que el manejo del Fondo requiere el acuerdo de la gran banca, la que se ha opuesto a cualquier rescate. “Esas entidades están condenadas”, dice un agente de la gran ban­ca (Cronista, 18/5), el cual reclama que las pérdidas de los bancos insolventes sean trans­formadas en una “carga pública”, es decir, que se estaticen y se financien por medio de mayores impuestos. “Lo que no se puede hacer, de ninguna manera, insiste el agen­te, es darle plata del fondo fiduciario” (a esos bancos).

Esta es la situación en lo que se refiere a la crisis bancaria.

El crédito es la cuestión

El meollo de la crisis financiera, sin embargo, no está constituido por los de­pósitos sino por la morosidad de los cré­ditos ola falencia de los deudores. A fines de enero pasado, se encontraban en las diver­sas categorías de morosidad unos 7.000 millo­nes de dólares de préstamos comerciales e industriales y unos 4.000 millones de présta­mos al consumo (Cronista, 25/4/95). Pero un informe del Instituto Argentino de Mercado de Capitales viene a revelar, ahora, una situa­ción aún más grave (Cronista, 22/5): “La in­vestigación demuestra que entre 1990 y 1994, la deuda de las empresas argenti­nas creció nueve veces, colocándolas en­tre las que más rojos acumulan en la región… Un agravante es la corta dura­ción de las deudas; 89% de los montos en rojo… tienen vencimiento dentro del año, en tanto que el 57% de los pasivos co­rrientes de las grandes compañías deben pagarse dentro de los próximos 365 días”. El informe calcula el, endeudamiento empre­sario en un 42% del PBI, aunque, dice, “la deuda efectiva es mucho más alta”, esto debido al représtamo de créditos bancarios. “Por una deuda inicial de 100 pesos, en el circuito financiero existen otros 200 pe­sos de deudas comerciales”.

Esta situación explica los límites que tiene el retomo previsto de fondos para una recom­posición del crédito. Un incremento en el nivel de financiación de la economía, en el cuadro de insolvencia actual, sólo conseguiría am­plificar las consecuencias de esta bancarrota.

¿“Convertibilidad”?

Para hacer frente a la crisis financiera, el gobierno emitió cerca de 3.000 millones de pesos. Esta emisión afectó al régimen de con­vertibilidad a un extremo que, aun contando los 1.600 millones del FMI, el respaldo de la moneda en circulación se redujo al 83% (Am­bito, 22/5).

El consultor Miguel Angel Broda señala (Cronista, 15/5) que la plata del FMI estaba destinada al pago de la deuda externa, pero que Cavallo la destinó a rescatar bancos y tesoros provinciales. Es esta emisión la que explica la reelección de Menem, es decir, su política de agravar la crisis para el futuro. Broda se pregunta cómo hará el go­bierno ahora para pagar los 1.800 millones de deuda externa que vencen en mayo, aunque la respuesta cantada es que para ello contraerá nueva deuda con el Banco Central (bonos por dólares), reduciendo el respaldo del peso a un nivel inferior al requerido por la ley de conver­tibilidad.

Es decir que la cesación de pagos no se ha despejado, pues el Banco Central no tiene los 10.000 millones de dólares que vencen en lo que falta del año, ni el gobierno tiene el supe­rávit fiscal necesario para comprar esos dóla­res sin recurrir a la emisión de moneda o bonos. A pesar del aumento del IVA, la recau­dación fiscal disminuye como consecuencia de la menor actividad económica, esto cuando el gobierno necesita, para pagar la deuda exter­na, superar un déficit fiscal de 100 millones en el primer trimestre del “95 e ir a un superávit de dos mil millones en los siguientes tres trimestres. Pero aun esto no tiene en cuenta la situación de las provincias, que han hipoteca­do el 70% de sus ingresos por coparticipación federal a los bancos, por préstamos recibidos.

De esta manera, el ingreso por IVA se encuentra casi completamente compro­metido al pago de las deudas bancarias externas e internas del Estado. El gobier­no se ha convertido en un recaudador de los bancos.

Salida

Como se puede apreciar, el “plan Cavallo’’ se encuentra desmantelado y la cri­sis económica en su punto más álgido. Los intentos de resolver la cesación de pagos con mayores impuestos y menores gastos estata­les deberán provocar una recesión industrial mayúscula, puesto que significará un des­comunal retiro de circulante y el consi­guiente aplastamiento de la demanda. Ya “los datos de la producción industrial de abril ‘sorprenderán por lo bey os’, mien­tras se espera en los próximos 60 días la mayor caída en el nivel de la actividad desde 1991” (Ambito, 22/5). Las suspensio­nes en la industria automotriz están adelan­tando este pronóstico.

La polémica entablada en los diarios acerca de la salida a esta situación, permite ver que el gobierno pretende evitar un derrumbe indus­trial y comercial renovando créditos en el exte­rior, es decir, patear para adelante. Para esto está a punto de lanzar la privatización de la salud y la creación de las Asegurado­ras de Riesgo de Trabajo (ART). Se trata de un “negocio” que giraría 10.000 millones de dólares al año. Cavallo cuenta con la reducción de las tasas de interés en los Estados Unidos y el mayor comercio con Brasil para impulsar este retomo de capitales, aunque esto tiene características momentáneas e inestables.

La disipación de las incógnita electo­ral no ha mejorado, sino empeorado, la capacidad de resolver la situación, por parte del gobierno, ya que ahora no exis­ten limitaciones para ejercer sobre él todas las presiones contenidas en la eta­pa  pre-elector al. Esto ha tenido una rápida comprobación en el asunto de la ley de paten­tes y en las disputas por la regulación de los servicios telefónicos y eléctricos.

Que el “derrumbe del ‘plan Cavallo´” sigue en el tapete, lo demuestra que continúa el debate sobre la necesidad de abandonar al “pían de convertibilidad”, que ahora ame­naza convertirse en factor de recesión aun cuando aumenten los depósitos bancarios o retornen capitales del exterior. Pedro Lacoste, del estudio Alpha, señala que el “plan” se ha transformado en ´recesivo” pues reclama “mayor presión impositiva” (Ambito, 22/5).

Desconocer, por lo tanto, el “derrumbe del ‘plan”, impide plantearse un programa da conjunto frente a la presente situación política.