RESPUESTA AL PTP

RESPUESTA AL PTP

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/47237-

En el número anterior de Prensa Obrera, escribí un artículo sobre la propuesta de programa del Ptp para la formación de un “frente democrático”, en el cual procuré demostrar que ese programa tenía las siguientes características. Primero, que se trataba de una ficción, porque su único propósito era viabilizar un frente electoral encabezado por el interventor menemo-cavallista a Santiago del Estero, Pino Solanas, integrante, además, del “interbloque” parlamentario con el “Cavallo” Alvarez y Bordón —asunto éste que no se ponía en discusión. Es decir, que el programa del frente sería el de Pino Solanas, o el de su eventual reemplazante, Ricardo Molinas, y de ninguna manera el que el Ptp pretendía poner en discusión. En segundo lugar, señalé que el programa era en extremo reaccionario, porque proponía reforzar el Estado que existe en la actualidad, e incluso encarar una guerra para la recuperación de Malvinas, lo que supone el rearme militar de las fuerzas armadas de la dictadura; señalé que era un programa carapintada, y destaqué que no contenía el reclamo del juicio y castigo a los criminales de la dictadura, lo que sólo puede entenderse a la luz del contenido nacionalista de derecha o militarista del programa. Tercero, mostré que, bajo cuento de garantizar la “estabilidad del peso”, el programa planteaba una política de subsidio inflacionario a la burguesía nacional, lo que naturalmente sólo puede tener lugar con grave perjuicio para las masas. En cuarto lugar, destaqué que se pretendía revitalizar al Estado mediante la revitalización de los partidos históricos de la burguesía.

El Ptp decidió responder. ¿Qué responde?

Que sí. Que no

Pues responde… que el programa del Ptp lo escribió… ¡el PO!  Pero aunque lo escribió el PO, asegura, contiene las posiciones del Ptp ¡y de ninguna manera las del PO! Es indudable que los autores encomendados de la respuesta recibieron la directiva de echar arena en los ojos y confundir al máximo a la mayor cantidad de gente (ver periódico HOY, 542, “Una línea que divide y aísla a la clase obrera”).

Según la respuesta, el PO y el Mst integraron una comisión redactora con el Ptp y otros partidos; el PO presentó allí una propuesta de programa, y  hubo una reunión final a la que el PO no se hizo presente, donde el programa salió por el consenso de los restantes partidos, lo cual involucraría al Mst.

Pero incluso si todo esto fuera cierto: ¿dónde se manifiesta el “consenso” con el programa presentado por el PO? El programa tiene todos los planteos y hasta los “tics” del Ptp y no parece ser el resultado de ninguna clase de consenso. Lo cierto es que el PO nunca integró ninguna comisión redactora; si existió alguna, el PO no fue invitado a sus reuniones; pero por sobre todas las cosas, lo que importa es que el PO fijó públicamente su posición en Prensa Obrera (Nº 432, 17/11/94), antes que cualquier comisión redactara cualquier consenso, en una “carta abierta a los autoconvocados”, donde nos oponíamos frontalmente a un frente con Solanas o Molinas presidente y llamábamos a la formación de un frente de izquierda encabezado por representantes de organizaciones en lucha. Es decir que el Partido Obrero fijó su posición política no después, sino antes del programa, y luego fijó su posición ante ese programa.

El Ptp asegura que su programa es el resultado de un “consenso”, pero si esto es cierto se trata de un “consenso” clandestino, porque la reunión para debatir los programas fue prorrogada varias veces, para realizarse finalmente el 3 de diciembre. Esta reunión de discusión fue un verdadero bochorno, porque el Ptp se negó a discutir los planteos del PO con el pretexto de que la publicación, por nuestra parte, de la crítica al programa del Ptp era una “provocación”, “divisionismo”, etc. Sólo a un stalinista se le puede ocurrir que el debate público de programas e ideas constituye una “provocación”.

Es evidente que los encargados de la “respuesta” del Ptp, recibieron la orden de embarullar el proceso que tuvo que ver con la salida del programa, para ocultar que hubo una ausencia de discusión y de consenso, y que todo esto fue sustituido por una fabricación clandestina entre el Ptp y sus grupos afines.

Carlos Marx, el rey de la farándula

No es poca la cuota de cinismo que ponen los autores del Ptp cuando, luego de desmentir que la supuesta discusión del programa fuera una pantalla de un frente encabezado por Solanas, pasan a defender la necesidad de un frente encabezado por éste o por Molinas, que era precisamente lo que no querían discutir. ¡Y con qué pasión defienden al interventor de Santiago del Estero o al fiscal de Alfonsín!

Aunque parezca mentira, los pone en el mismo plano de Marx, Lenin y Trotsky … e incluso Altamira, como “políticos profesionales”. Es decir que para el Ptp, un “revolucionario profesional” es un político profesional y quien pretende vivir del presupuesto del Estado se encuentra en el mismo plano que el que sacrifica su existencia conspirando contra ese Estado. Lo que el Ptp pretende encubrir con semejante barbaridad es que Solanas o Molinas condicionan su participación en un frente con organizaciones de izquierda o combativas, a la posibilidad de explotarlo en su propio beneficio y que por eso pretenden encabezarlo electoralmente aunque tengan para ello menos títulos que nadie.

Pero las cosas son todavía más simples que esto. A nadie se le escapa que Solanas fue inventado como candidato del Frente del Sur para aprovechar electoralmente su prestigio como director de cine, y algo similar vale para Ricardo Molinas, cuyo apellido lo liga, vía su padre, a Lisandro de la Torre. La “izquierda” siguió con Solanas un procedimiento que copió de Menem —politizar a la farándula. Esta clase de políticos profesionales es la más peligrosa de todas, porque no responde a ninguna disciplina política y la caracteriza el salto de un lugar a otro, siempre con la condición de ocupar los lugares preferentes. Pretender formar una vanguardia revolucionaria con métodos semejantes es una estafa. Ya tuvimos oportunidad de citar a Lenin, criticando las candidaturas de gente con mejor título que los citados para integrar las listas a la Asamblea Constituyente del año 1917. Un Solanas no tiene la categoría de político profesional sino de saltimbanqui; si fuera un político profesional estaríamos discutiendo el carácter del partido al que representa, pero ocurre que no representa a ningún partido. Por eso puede votar tan fácilmente la intervención a Santiago del Estero y mandar allí a los hombres de Cavallo y a la gendarmería, luego de haber hecho tantas gárgaras con la liberación nacional.

¿No constituye una monumental tontería atribuir nuestra oposición a que estos personajes encabecen un frente de lucha a una incomprensión de nuestra parte de “las reales contradicciones de la sociedad argentina, particularmente la opresión imperialista y el atraso latifundista”? ¿A quién se le ocurre que un cómplice político de la dictadura y colaborador del alfonsinismo como Molinas, o el integrante del bloque parlamentario con Alvarez y Bordón, es decir Solanas, representan alguna forma de lucha real contra el latifundio o el imperialismo? Las afirmaciones descabidas del Ptp vuelven a probar que cuando un stalinista menciona la opresión del imperialismo, es porque está a punto de entregarse a alguna variante de la política proimperialista.

¡Ay, Ptp!… Menciona el latifundismo para defender a Solanas, pero ni el propio programa del Ptp menciona siquiera una reivindicación anti-latifundista real. En el capítulo “Acceso a la tierra de todos los que la trabajan”, no figura ni una sola vez la confiscación de los grandes latifundios y de los medios de producción que allí se utilizan. ¿Y saben por qué no se menciona la expropiación de la oligarquía?  ¡Porque es un programa de consenso con los Solanas, que jamás expropiarían a la oligarquía, aunque el Ptp nos los quiera meter de contrabando con el pretexto de las “tareas anti-latifundistas”!

Ni el Ptp, no ya Solanas, tiene un programa reivindicativo antiimperialista mínimamente consecuente. No plantea la reestatización sin pago de las empresas privatizadas; al plantear la “anulación de todas las privatizaciones” o la “renacionalización de las empresas estratégicas privatizadas”, deja abierta la indemnización de los privatizadores, que de este modo se cobrarían en efectivo los títulos de deuda externa que usaron para comprar las empresas del Estado.

No plantea la confiscación de la banca extranjera, ni el establecimiento de una banca estatal única. Es decir que deja el “poder de decisión nacional” en manos extranacionales. Al mejor estilo del “Cavallo” Alvarez o Molinas, reclama la “confiscación de los bienes malhabidos a los responsables de las privatizaciones”, como un vulgar programa contra la “corrupción”. La emprende contra los “perejiles” como Manzano, María Julia and company, pero respeta escrupulosamente al capital financiero internacional.

Si éste no es el programa del Ptp, sino el del “consenso”, ¿no prueba esto que la discusión del programa fue una escenificación, ya que su contenido está determinado por el “consenso”, y que el único “consenso” que importa es el de Solanas o Molinas?  ¿Y que “las contradicciones reales de la sociedad argentina” que el PO no comprendería, son un macaneo del Ptp para encubrir una vulgar maniobra de supuesta supervivencia electoral (sacar, a como sea, el 2% que exige la ley)?

El programa del PO y de la IVª Internacional es muy claro: las tareas nacionales y democráticas sólo pueden ser resueltas por medio de la dictadura del proletariado, y así ha sido probado históricamente, no por Stalin, quien abogó por el apoyo a la burguesía encarnada en el gobierno provisional ruso de 1917, sino por Lenin y Trotsky, que fueron los primeros en plantear todo el poder a los soviets y en ejecutar material y militarmente la mayor revolución proletaria de la historia.

Reforzar el Estado, abc del stalinismo

En nuestro trabajo sobre el programa del Ptp, pusimos un verdadero empeño en oponernos a cualquier planteo de reforzamiento del Estado capitalista, incluso si se utiliza el pretexto de la salud y de la educación. El Estado es la organización política y represiva de la clase dominante y ello se aplica a todas las esferas de la vida social. Exigimos que el Estado financie la salud, la educación y la seguridad social mediante impuestos a los capitalistas, pero al mismo tiempo reclamamos que todas ellas estén bajo el control o la gestión de los trabajadores. En el centroizquierdismo se han tomado los temas sociales para reclamar un reforzamiento de la presencia del Estado, como si este reforzamiento pudiera tener un carácter general o neutral entre las clases. El centroizquierdismo acepta la mentira de que el liberalismo es anti-estatizante, sin darse cuenta en lo más mínimo que la desestatización económica va acompañada invariablemente del reforzamiento de la intervención del Estado como potencia política contra la clase obrera y los explotados. El Ptp, en su programa, adhiere al macaneo centroizquierdista, al afirmar TEXTUALMENTE (Perfil Político y Plataforma Programática): “Estamos ante un Estado que descarnadamente ha abandonado aquellas cuestiones que supuestamente son su razón de ser, tales como la salud, educación, seguridad social y jurídica y la igualdad ante la ley”. Esta caracterización del Estado omite su carácter de clase opresor y le atribuye una responsabilidad social que el propio Estado burgués pretende que asume como tal, pero que no es más que una de las formas de su regimentación de la vida social de las masas. El programa del Ptp reclama devolver al Estado “su razón supuesta de ser”.

¡Los encargados de respondernos afirman rotundamente que la cita que hemos transcripto no existe!  ¿Qué hacer? Pero estos mismos encargados nos aseguran que sí existe la afirmación, que el programa hace en el párrafo siguiente al citado, a saber: “El Estado argentino es hoy instrumento sin tapujos del poder oligárquico-imperialista”.  Aprovechemos este párrafo admitido y asumido y preguntémonos qué conclusión saca de esto el documento del Ptp que lo reproduce. Saca esta conclusión, tres párrafos más abajo: “Debemos decidirnos a promover los cambios de fondo que posibiliten desplazar del gobierno y del Estado a los ejecutivos de la oligarquía y de los monopolios”.

El Ptp propone, entonces, dejar al Estado como está; a sus aparatos represivos y militares; a su burocracia; a su régimen parlamentario y judicial; incluso al aparato militar de la dictadura, porque recordemos, sólo reclama degradar a los torturadores, es decir, darles de baja. ¿Qué propone el Ptp? Un cambio de personal. Tenemos que concluir que con ese cambio de personal, el Estado dejará de ser lo que es y recobrará “su razón de ser” como Estado. Los encargados de la respuesta se creen que con negar la existencia de una cita se pasan de vivos y pueden escabullir la responsabilidad de defender su posición en defensa del Estado, contrariando todo lo que explicaron los “políticos profesionales”, Marx y Lenin, pero no así Stalin, para quien el reforzamiento del Estado era una expresión de vigorosa salud social.

Un cambio de personal, no de clase. ¿Pero qué significa un cambio de personal? En la sociedad capitalista existe una relativa movilidad social - es mayor de arriba a abajo que al revés, pero aun así…El personal pequeño-burgués se transforma en burgués y el hijo de un harinero pasa a ser ejecutivo de un Fondo de Pensión. Como consecuencia de esto, la propuesta de “desplazar del gobierno y del Estado a los ejecutivos de la oligarquía y de los monopolios”,  para poner en su lugar, supongamos, a los ejecutivos de las Apymes, puede deparar sorpresas. El ejecutivo de Terrabussi lo es hoy de Nabisco; el de Sevel volverá a ser el de Fiat; el de un banco cooperativo ya dirige hoy un Fondo de Pensión. En resumen, el Ptp se jacta de haber escrito que el Estado es hoy instrumento del poder oligárquico-imperialista, sólo para proponer que todo siga como está. El mismo Ptp ha sido incapaz de aprender de su experiencia de apoyo a Isabelita y a Menem; éste último, ejecutivo de tierra adentro, “ha colocado, dice el Ptp, a nuestro país como apéndice de esos centros de poder imperiales”.  El ejecutivo de las Apymes se transformó en el de los monopolios.

El programa carapintada

Naturalmente, la cuestión más importante del programa del Ptp es la que afirma: “Intensificación de todas las medidas de presión DIRECTAS e indirectas para la recuperación definitiva de nuestras islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur” (mayúscula de JA). El PO dice que esto significa la guerra y el rearme militar y los encargados responden que el PO no reivindica la soberanía de Malvinas. El PO dice que un programa de rearme y de guerra es carapintada, y los encargados dicen que así es: “existe un sector patriótico de las Fuerzas Armadas que reivindica la recuperación de esos territorios…”. ¿Es en función de este sector patriótico que el programa del Ptp no plantea el juicio y castigo a todos los culpables y mucho menos la destrucción del Estado dominado por el imperialismo?

A los autores de la respuesta les encargaron que se escapen por la tangente; a la cuestión de si hay que plantear hoy el rearme y la guerra por Malvinas, responden que “la ocupación territorial y marítima de Malvinas e islas del sur va unida a problemas cruciales de la dependencia”. Indudablemente. Pero de esto no se deduce un planteo de guerra, de rearme y de reivindicación de los carapintadas, sino de transformar la lucha contra la entrega al imperialismo en una lucha revolucionaria de masas, por medio de aquellas reivindicaciones que más afecten a las grandes masas del pueblo.

Pero no se trata del rearme y de la guerra, sino por sobre todo de la demagogia. El Ptp parece haber olvidado cómo los engatuzó Menem, en 1989, cuando declaró que derramaría la sangre por Malvinas; ahora dice que lo haría por los gusanos de Miami. ¡Qué bien que supo explotar el Ptp “fracturas” que provocaba en ese entonces el menemismo en el bloque dominante! ¡Fue Menem el que usó y abusó del Ptp  con su demagogia patriótica! El Ptp no aprendió nada y los encargados de la respuesta se jactan de esta incapacidad. Le guste o no al Ptp, la burguesía argentina fue en el pasado siempre desmalvinizadora, salvo en períodos de crisis, y el mayor desmalvinizador fue Perón, que en la inmediata posguerra hizo todas las concesiones que se le exigieron para conservar la alianza económica con Inglaterra. Según el Ptp, un frente de izquierda no podría ganar hoy a las masas peronistas, pero el problema es en realidad que el Ptp está ganado a la burguesía y al folclore nacionaloide del peronismo.

El reclamo del rearme de las fuerzas armadas y el planteo de preparar la guerra por Malvinas es incompatible con la formación de un frente de izquierda, de lucha o antiimperialista.

 

Un programa económico criminal

No está en nuestro programa sino en el del Ptp, el planteo de “garantizar la estabilidad del peso”. El programa del PO no tiene por objetivo la estabilidad de la moneda sino las transformaciones sociales que permitan transformar al proletariado en real clase dominante. En cambio, el del Ptp comienza por el planteo de la estabilidad, lo que en las actuales circunstancias constituye una concesión ideológica mayor al plan Cavallo.

Pero resulta que el Ptp no pretende la estabilidad del peso, demostramos en el artículo pasado, sino emitir moneda sin respaldo para sacar a flote a la burguesía. Los encargados de la respuesta lo confirman, con una yapa: proponen vender todas las reservas monetarias del país para “la modernización de las empresas estatales claves y al fomento de los pequeños y medianos productores”. En estas condiciones, preguntamos: ¿cómo garantizarían la estabilidad del peso? De ninguna manera. La liquidación de las reservas monetarias con la protección del control de cambios llevaría a la hiperinflación y a la desorganización de la economía. Los encargados de responder dicen que “Altamira sigue prisionero del esquema mercantil”, pero se olvidan que no fue Altamira sino el Ptp quien prometió la estabilidad del peso y propuso al mismo tiempo emitir sin respaldo. El Ptp quiere reforzar el Estado pero al mismo tiempo liquidar la moneda; es esto a lo que Marx llamaba el socialismo de cuartel, algo que no desencaja con la “teoría” stalinista, aunque en este caso se lo conciba para financiar a una burguesía arruinada.

Desde el punto de vista de una economía de transición, la cuestión central es la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y el plan, que el programa del Ptp no plantea. Como las relaciones mercantiles no pueden ser abolidas por decreto, pues deben ser superadas por el desarrollo de las fuerzas productivas, la gestión de la moneda se encuentra determinada, en última instancia, por las reservas que la respaldan, fundamentalmente el oro; de otro modo, el valor de la moneda en circulación respondería al capricho del burócrata y al mercado negro.

La acusación que se nos dirige de que el respaldo de la moneda es igual a dolarización, revela una ignorancia sin límites, porque la dolarización es, primero, dar curso legal al dólar y, segundo, establecer las reservas del país por medio del endeudamiento internacional; es decir que las reservas del plan Cavallo se encuentran totalmente hipotecadas. A través de la experiencia concreta, los planificadores, en un gobierno de trabajadores, deben determinar la equivalencia entre la cantidad de la moneda en circulación y su respaldo en oro. La nacionalización del comercio exterior y la banca estatal única permiten esta gestión y evitan el drenaje de las reservas monetarias del país. El plan Cavallo tiene hipotecada el ciento por ciento de la circulación de moneda a las reservas, debido a que debe garantizar la enorme deuda externa del país.

Los encargados manifiestan una enorme ignorancia cuando atribuyen a la dolarización de Cavallo el perjuicio de mantener en depósito una gran reserva monetaria, porque no entienden que mientras ingrese capital del exterior esto le permitirá a Cavallo financiar las actividades internas y un gran déficit comercial; el problema se va a presentar cuando ese capital se vaya y deje a todo el mundo en bancarrota. Si se hace lo que recomiendan los encargados del Ptp, o sea, invertir todas las reservas, ello conducirá, ya que están en dólares, a una gigantesca compra de mercancías del exterior, multiplicando por diez el déficit comercial y arruinando a los “productores nacionales”. Es para evitar esta consecuencia que Lozano, el economista de ATE, propone pagar con las reservas la deuda externa de un año por adelantado, y usar los pesos que sobren del presupuesto para prestarlo a los “pequeños productores”.

Para terminar. Aunque el programa del Ptp propone suspender el pago de la deuda externa, esto queda desmentido cuando plantea congelar los fondos de los especuladores, los que naturalmente seguirán cobrando el interés que corresponde a los fondos congelados. Los encargados del Ptp nos retrucan diciendo que los especuladores perderían sus fondos congelados porque serían transformados de dólares a pesos, con lo que sufrirían por la desvalorización del peso. Pero resulta que el Ptp garantizaba la estabilidad de ese peso. Si lo hace, el valor de los fondos de los especuladores no se modifica y ello sería una variante del plan Brady, que congeló, como propone el Ptp, la devolución del remanente de la deuda externa por treinta años, pero no los intereses. Si el peso se desvaloriza, el Ptp habrá fracasado en la estabilidad del peso y será arrojado a las fieras junto con la hiperinflación.