MAYO 68, HOY
Comparto mi intervención en el simposio “Cincuenta años de 1968: la era de todos los cambios” en la Universidad de Sao Paulo, con dirigentes de la izquierda brasileña: Eduardo Almeida (PSTU), Mauro Iasi (PCB) Valério Arcary (MAIS-Resistencia), Plínio de Arruda Sampaio Jr. (PSOL) y Breno Altman (PT), acerca de la actualidad del 68 – el año del Gran Viraje.
Buenas noches a todos.
La solidaridad mía y la de mi partido, el Partido Obrero de Argentina, con la huelga universitaria, en la que estoy presente como militante, participando de esta mesa y haciendo votos por la victoria de los estudiantes, los docentes y los trabajadores de la Universidad de San Pablo. Esa victoria puede ser una derrota política muy importante para este gobierno de corruptos y entreguistas.
Situación revolucionaria
No cabe ninguna que el Mayo francés expuso una situación revolucionaria en Europa occidental, y si no podemos reconocer un hecho tan claro, tenemos un problema con el GPS. Diez millones de trabajadores, el número más grande de toda la historia, desarrollan una huelga general de un mes y ocupan todas las fábricas y paralizan el funcionamiento económico y político del capitalismo, es decir del mismo Estado, constituye un ataque brutal al derecho de propiedad.
Una situación revolucionaria no se transforma necesariamente en una revolución y no necesariamente es disuelta por una represión contrarrevolucionaria. Eso lo explicó Lenin ya tantas veces que, bueno, los más jóvenes lo aprenderán por medio de la lectura, pero para los integrantes de esta mesa es muy conocida; hay que distinguir una situación revolucionaria, una revolución y la victoria de una revolución. Por ejemplo, en Rusia, en 1905, hubo una revolución en octubre, antes había habido una situación revolucionaria, pero la revolución no triunfó, luego, diez años más tarde, todo arrancó con una revolución y al final la revolución triunfó.
Es necesario hacer estas distinciones, porque se trata de trabajar cada etapa: a saber, cómo una orientación política transforma una situación revolucionaria en revolución o, alternativamente, cómo explota a fondo la situación revolucionaria para reforzar la posición del proletariado para una nueva etapa revolucionaria. En ese sentido, es muy instructivo un texto de León Trotsky sobre la huelga general inglesa de 1926, donde dice (no es una cita) ‘de la existencia de una situación revolucionaria no se desprende que debamos plantear la toma del poder por el proletariado en forma ultimtista: o la toma del poder o la derrota’. La toma del poder en una situación revolucionaria no opera como un ultimátum, es la conclusión de un trabajo político y de las propias masas en base a la experiencia lo que indica que esa situación revolucionaria se tiene que transformar en revolución, para que el proletariado no sea ahogado en sangre. Ése, probablemente, ha sido el motivo más importante que guió a Lenin y Trotsky a decidir la toma del poder en San Petersburgo en el año ’17.
Economía y política
El Mayo francés es una de las expresiones más agudas y más interesantes de una crisis económica, que se convierte en política. En primer lugar, quiero decirles que el Mayo francés o Francia en mayo del 68, se parece a Rusia de 1905 en un punto: los dos se estaban industrializando, porque no es cierto que el zar no representaba, al mismo tiempo que un freno al desarrollo capitalista, una tentativa de desarrollo capitalista. Hubo cambios de ministros, profundizando la entrega de tierras, la reforma agraria, etcétera, y Rusia era un país en desarrollo industrial, los campesinos iban a las fábricas, jóvenes, sin experiencia, y eran maltratados en las fábricas – de lo cual nace la revolución en 1905. Eso también ocurrió, por ejemplo, en Argentina, es muy interesante: en el Cordobazo, en Argentina, la dictadura de aquel momento se preguntaba “qué levantamientos populares tan absurdos, están dirigidos por los obreros mejor pagos”, pero el régimen económico en ese momento estaba en un impasse, igual que el régimen francés.
Les digo rápidamente y van a ver la amplitud que tiene: en el año ’67 hay una huelga general en Francia, porque el gobierno de De Gaulle, por un decreto que ustedes llaman “medidas provisorias”, pero que es peor que las medidas provisorias, decide la privatización de la seguridad social, que era la niña de los ojos de la izquierda y de los trabajadores de Francia. Era un golpe tremendo y no logran avanzar con ella. Pero, ¿por qué querían hacer eso? Porque el proceso de modernización económica, de integración al mercado mundial, de industrialización, estaba agotado. Había que pasar a otra fase, y el gaullismo era un obstáculo, porque el gaullismo se oponía a la globalización, defendía los intereses ‘nacionales’ de Francia, rechazaba el dólar, quería constituir reservas en oro y hasta quería tener una fuerza militar atómica independiente, para lo cual había que tener mucha plata y Francia no la tenía. En el curso del Mayo francés se puede observar algo, que más adelante se va a dar con mayor claridad: los choques entre el ala, que no viene del gaullismo, Giscard d’Estaing no viene del gaullismo, viene de otro partido, de la alta finanza, y el puente es Pompidou, que reclaman la ‘desregulación’; es decir, es un momento de crisis, un momento de ruptura, el poder tiene que avanzar mucho más y los trabajadores no pueden dejar que avancen más, no pueden permitirles que avancen más. Y acá viene una anécdota, que tiene su significado: la primera fábrica que va a la huelga y ocupa es SudAviation, cerca de Nantes. Ahora yo pregunto lo siguiente: en un ambiente económico tan lindo, como se describió aquí por varios panelistas ¿por qué los obreros secuestraron al director, lo encerraron a una pieza y lo dejaron ahí por tres semanas? Tendrían que tener un odio acumulado muy grande los obreros de SudAviation de Francia; es decir, que había una extensión de la lucha de clases muy grande porque, para seguir en la competencia mundial, Francia tenía que bajar salarios, destruir la reforma previsional, modificar el régimen educacional, con el sistema de precarización de la “educación permanente”.
Como tengo poco tiempo para completar la idea, 68 es el punto de partida de una gran crisis, porque en el año ’68, el gobierno de Johnson decreta, de facto, la inconvertibilidad del dólar, por un acuerdo de los bancos centrales, en que los bancos centrales cesan la convertibilidad del dólar -es decir, que quienes tienen dólares en Europa, no pueden ir a Estados Unidos a transformarlo en oro. En el año ’71, tres años después, se decreta la inconvertibilidad formal del dólar, que vendría a ser un defol; Estados Unidos se declara en defol. Miren, compañeros, si eso no es una crisis económica, no sé… Precisamente, a partir de 1971 se desarrolla el gran ciclo de crisis capitalista, que incluye la situación actual. Ahora, si crisis económica no es el análisis de las contradicciones de la acumulación del capital sino los índices del PBI, ya les digo que no tiene nada que ver con marxismo, no tiene nada que ver con la crisis económica del capital – y además los índices del PBI son falsos, entre otras cosas. Ahora, ¿por qué me empeño en esto? ¿soy un economicista? No, me empeño en esto porque, como marxista, tengo que defender un punto de vista materialista en todo esto. De lo contrario, abandonamos la relación primaria del hombre o de las personas con la naturaleza por medio del trabajo. Es a partir de esa relación que se va construyendo la vida social, cultural, afectiva, etcétera. Si yo le quito la relación de trabajo, se acabó el materialismo histórico, y yo, personalmente, o los compañeros de los otros partidos y mi partido pierden una guía metodológica para prever y caracterizar las nuevas situaciones. Esto me parece el punto de vista fundamental. Es la relación dialéctica entre economía y política
Clase, partido, dirección
En una revolución se plantea un problema muy serio que es la relación entre la clase, el partido de la clase obrera y, en general, la dirección. El Partido Comunista es un partido que, algún modo, modeló la mentalidad de la clase obrera francesa, en la década del ’20 por la Revolución Rusa, etcétera, y luego por el estalinismo. El PC francés fue el que desarmó la huelga general con ocupaciones de fábrica en el año ’36, y el Parlamento electo por el Frente Popular en el año ’36 es el que va a consagrar a Petain gobernante de Francia, con la invasión nazi. ¡Miren ustedes! Desarrolla un planteo que encuadró y encerró las luchas, la resistencia a la ocupación nazi o sea que impuso los límites, los alcances de esas luchas. Esto no se cambia en treinta días, por más huelga general que haya; para que se cambie, tienen que estar organizaciones revolucionarias presentes, ya formadas con anterioridad, con programas ya formados con anterioridad, con una polémica política con anterioridad – tienen que ser parte de la modelación de la conciencia de una vanguardia, especialmente de las nuevas generaciones.
Eso no existió y no existió desde todos los puntos de vista. No existió físicamente, porque la izquierda, maoísta o trotskista, no tenía influencia entre los trabajadores –alguna tenía, pero no en la escala suficiente–, pero no existió, por sobre todo, porque no previó el Mayo francés; en América Latina propugnaba la lucha armada, y trató, en Francia, de trasladar los slogans de la Olas, una organización que se fundó en La Habana en el año ’66, con un planteo foquista y militarista a todo el mundo. No lo previó porque defendía las revoluciones coloniales como fenómeno sectorial, entendiendo que en Europa no había condiciones revolucionarias; entonces, no se preparó ni como pronóstico ni como programa, ni como organización. De otro lado, otros agrupamientos trotskistas, con el pretexto de que el ascenso revolucionario “debe pasar siempre, primero, por las organizaciones tradicionales”, siguió una línea de adaptación al aparato sindical, sea stalinista como reformista, en función de un frente único obrero que debutó en 1965/68 y llegó al gobierno, con Mitterand, en 1981. Este ha sido el despliegue de la crisis de dirección de la clase obrera.
Es algo que tenemos que tener presente. Hoy, si queremos hacer una revolución en algún lugar de nuestros países, tenemos que exigir antes tener un pronóstico y haber luchado en la perspectiva de ese pronóstico, con programa. No quiero hacer autoproclamación, pero es el ejemplo que se me viene: nosotros, el Partido Obrero, durante un año y medio, pronosticamos un levantamiento popular en el año 2001, el derrocamiento del gobierno, la organización del movimiento piquetero, las consignas para el movimiento piquetero por el derrocamiento de todo el régimen de aquel momento y, entonces, tuvimos una participación política que nos dio pie para una participación política ulterior, que es un desarrollo que hoy se manifiesta en Argentina. Está lejos de la toma del poder, bastante lejos, o quizá demasiado cerca, porque los procesos políticos se aceleran, pero tienen que estar antes presentes allí con anterioridad con una organización, un pronóstico, un programa y una intervención que reúna estas condiciones.
De una crisis a otra
Me voy a saltar todo lo que pretendía decir, porque el Mayo francés es toda una década: la revolución del ’74 en Portugal, la victoria de Allende en Chile, la Asamblea Popular de Bolivia de 1971, la victoria vietnamita – es todo un período. La masacre, por culpa del Partido Comunista chino y el maoísmo, de un millón de comunistas en Indonesia, ¡eso no hay que olvidarlo nunca!, nadie puede olvidar la masacre de un millón de comunistas. Eso es muy importante. Todo este proceso de alcance revolucionario va a llevar al capitalismo a una crisis de régimen fundamental que, malamente, va a tratar de resolver a partir de la década del ’90. ¡Malamente, a través de muchas crisis, la revolución nicaragüense! La burguesía mundial se da cuenta que tiene que reorganizar su dominación, y la expresión más profunda de esa reorganización es la alianza con la burocracia de la Unión Soviética para imponer la restauración del capitalismo en la URSS, es el punto estratégico de esa reestructuración. Se anuda a partir de 1968, con el levantamiento de Praga y se anuda con la firma de los tratados Moscú-Bonn y el Tratado de Helsinski, que señalan los principios del libre comercio, de integración, etcétera, porque, como alguien dijo acá en algún momento, la Unión Soviética y los países del Europa del este estaban en un proceso de estancamiento, la tasa de crecimiento se reducía en forma fenomenal, ellos también tenían que privatizar la previsión social, pero eso significaba la privatización del Estado obrero. Por eso, en Checoslovaquia hay una crisis en el año 67 y las tropas rusas intervienen, porque si ustedes miran las discusiones en el Partido Comunista checoslovaco giran todos alrededor de una privatización, cómo ven una crisis, hay un parate general, la Segunda.
América Latina
Quiero decir esto: América Latina está en un derrumbe completo, compañeros. Nosotros vivimos en América Latina, creyeron que con Macri se daba vuelta todo para la derecha y esto es un derrumbe general; creyeron que con Temer imponían un montón de cosas y es un derrumbe general, con el 2 o el 1,5 por ciento de imagen ¿quién lo vota, la familia? Además, ahora ustedes tienen una rebelión popular en Nicaragua, que no es el MUD o la derecha de Venezuela, con un componente popular que reclama una orientación muy profunda. Este hombre, Ortega, recibió el premio internacional al país que mejor acoge al capital extranjero, se lo dieron dos meses antes de la rebelión popular; el FMI dijo que no hace acuerdos con Nicaragua porque lo que hace Nicaragua supera a cualquier acuerdo que vaya a hacer con el FMI. Es una rebelión. Entonces, la forma de resolver problemas es que nos juntemos en una reunión internacional, por lo menos en América Latina, y les digamos a los latinoamericanos, a los obreros y a los campesinos latinoamericanos cuál es la posición de la izquierda frente a este derrumbe y cómo pretende hacer la revolución en toda América Latina y en cada país, porque ahora está planteado ese problema. Ahora hago una caracterización, ahora hago el pronóstico y ahora propongo la tarea; si no lo hacemos, nos va a pasar como la izquierda revolucionaria en el Mayo francés, salvando un poco las distancias y las características.
Pero hay que mirar de frente, porque es claro que hay una crisis profunda del capital, claro, derrumbes de regímenes políticos enteros, masas movilizadas y no tienen una dirección, y acá, en esta mesa, tenemos seis direcciones políticas, o algo parecido a eso, que tienen otras expresiones en América Latina y tienen la llave para discutir cómo intervenimos en esto. En Argentina vivimos una experiencia fantástica, se nos caen todos nuestros adversarios; ahora, ¿sabremos nosotros, que somos la tercera o cuarta fuerza del país, explotar a fondo todo esto y hacer avances muy grandes en desarrollo político, sindical, juvenil, la mujer? Somos una fuerza con un desarrollo sindical, pero necesitamos hacer mayores avances en el desarrollo sindical, juvenil, etcétera, y poder presentar a la izquierda revolucionaria como una dirección política capaz de llevar al proletariado al poder.
Ese es el desafío, estamos dispuestos a discutirlo en una conferencia latinoamericana, bien preparada, con un espíritu revolucionario, con un espíritu, no de una lucha faccional sino de delimitación y clarificación políticas, y hacer avanzar la conciencia de nuestros obreros y de nuestros campesinos en América Latina.
Gracias.