LOS NOVENTA AÑOS DE LILITA CARRIÓ

LOS NOVENTA AÑOS DE LILITA CARRIÓ

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/41970-

¿Qué distingue a la mentira de la falacia? Simplemente que la falacia pretende conservar una apariencia de verdad. La “pos-verdad” – la última moda del macaneo -, está fuera de lugar, porque la falacia ha sido detectada desde antes de Aristóteles.

Yrigoyen

Una ilustración muy difundida de la falacia, es la que resume una declaración de Elisa Carrió, que cita La Nación (2.4): “Nada quiero más, dice la diputada, que termine su mandato un presidente no peronista por primera vez en 90 años y a ello le dedico toda mi energía”. La auto-proclamada discípula de la alemana Hanna Arendt, solamente debe haber leído las solapas de la abundante literatura de la que fuera no solamente alumna de Heidegger.

¿Quién perdió su mandato hace noventa años? Hipólito Yrigoyen, quien no fue derrocado, como es obvio, por el peronismo, en 1930, aunque en las filas de los golpistas revistara un teniente coronel llamado Juan Perón. Lo voltearon un ala fascistizante del ejército y….la UCR “anti-personalista”, junto a….los socialistas independientes (el abuelo de Pinedo). El anti-personalismo radical se proclamaba “republicano”, como Carrió siete décadas más tarde, en oposición al caudillismo y al ‘populismo’ que le atribuía al “Mudo”, un apodo que no tenía nada que ver con la cadena nacional. En el prontuario ideológico de la historia de Argentina, la chaqueña desciende de esos “alvearistas” que fogonearon el golpe del 30. Algunos nostálgicos ven en el gobierno de Macri un retorno a ciento dos años atrás cuando Yrigoyen, precisamente, puso fin al ciclo de gobiernos conservadores. Un ciclo dominado por los descendientes, reconciliados, de Rosas y Mitre. De memoria interesadamente frágil, no registran al gobierno conservador Ortiz-Castillo (1938-43), ni al ultra-conservador del militar radical Agustín Justo (1932-38). ¿Cómo es entonces que ningún gobierno “no peronista” (sic) no pudo completar su mandato desde el golpe del 30?

Frondizi-Illia

Para Carrió, el período histórico que fue dominado fuertemente por la proscripción del peronismo y el derrocamiento de Perón, en 1955, y de Isabel Perón, en 1976, habría sido, al revés, una etapa de frustración del no peronismo. Frondizi (1958-62), sin embargo, no fue destituido por su condición de no peronista sino por la responsabilidad que le cupo en permitir la victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires en marzo de 1962, que anuló en un par de días. Durante su mandato sufrió 36 ‘planteamientos’ de los mandos militares anti-peronistas del ejército (apodados más tarde como “colorados), con el pretexto de que había llegado al gobierno por medio de un “pacto” con Perón.

¿A Illia lo derrocó el peronismo? Ciertamente, el golpe de Onganía contó con la complicidad abierta del peronismo, en especial de su ala vandorista, pero también ¡del radicalismo! frondicista y frigeriano. Antes, sin embargo, Illia había pactado con la dictadura brasileña la detención de Perón en el aeropuerto de Río de Janeiro y su reenvío a Madrid, aun cuando el pejotismo había recobrado la legalidad y participó en las elecciones parlamentarias subsiguientes. El pacto con los militares de Brasil se tramitó por medio de los mandos de las fuerzas armadas argentinas que voltearían a Illia dos años después.

La falacia ‘liliputense’ es clara: durante dos décadas no se dejó gobernar al peronismo, ni tampoco a los gobiernos que arreglaron con el peronismo o eran incapaces de evitar que llegara en algún momento al gobierno. Lo que preocupaba a los militares argentinos y a sus tutores del Pentágono y del Comando Sur, era acabar con la Revolución Cubana. La resistencia que puso Frondizi a romper con Cuba y su entrevista con el Che, sirvieron como detonantes de su derrocamiento.

Saludo de amigos, Perón-Balbín

El ‘plato’ más fuerte de la falacia de la jefa de la CC, acerca de posibilitar que un gobierno “no peronista” pueda terminar “por primera vez” su mandato, es el ocultamiento de la responsabilidad del radicalismo y de todo el arco centroderechista y centroizquierdista de Argentina en la promoción del regreso de Perón, en 1972, y al gobierno, en 1973, por medio de un golpe de estado lópezreguista contra Cámora. Esta enorme ‘jugada’ comenzó con el acuerdo Illia-Perón, a partir de 1967, con el apoyo ostensible de la CGT de los Argentinos, donde se refugiaba el futuro montonerismo. Ya después del Cordobazo nació La Hora de los Pueblos, una alianza con el peronismo, cuyas principales figuras eran el radical Ricardo Balbín y el ex radical Oscar Alende. ¿Los promotores del gobierno Perón-Perón, se convierten ahora en cruzados para que concluya su mandato el gobierno “no peronista” de Macri? ¿La descendiente política del promotor del golpe genocida, Balbín, que llamó a “acabar con la guerrilla fabril”, se ha convertido ahora en adalid del tiempo completo para un gobierno “no peronista”?

Pacto de Olivos

Al gobierno de Alfonsín (1983-89), ¿lo volteó el peronismo? En 1987, todo el arco político respaldó el pacto de Alfonsín con los ‘carapintadas’ de Rico, o sea la obediencia de vida y el punto final. En mayo del 89, el peronismo menemista rescató a Raúl Alfonsín de la hiperinflación y la devaluación que le armaron sus socios - los Techint, los Pérez Companc y los Bunge Born. La UCR se había presentado a elecciones con Eduardo Angeloz, oficialmente a la derecha del menemismo.

El primer gobierno peronista que terminó su mandato, luego de Perón en 1952, fue el de Menem, con el cual colaboraron conservadores, radicales, neo-liberales y anti-peronistas – y los ‘comunistas’ que llamaron a votarlo. Casi cuarenta años después, el relato de Carrió pretende convertir un largo período de golpes, contragolpes, crisis y luchas de masas, en una historia de gobiernos ‘no peronistas’ precoces. Por eso olvida, convenientemente, que la reelección, inconstitucional, de Menem, fue pactada por Raúl Alfonsín, y avalada por la UCR y muchos otros, en la Convención Constituyente de 1994.

De la Rúa y los K

Sería un despropósito, en este contexto, adjudicar la caída de De la Rúa al peronismo, con el argumento, en aquel momento, de que el peronismo rechazó incinerarse aceptando la propuesta desesperada de un gobierno de coalición, por parte de la Alianza. En primer lugar, porque el primer empujón lo dio el Lilito de entonces, Chacho Álvarez, cuando renunció a la vicepresidencia y a la sucesión de De la Rúa. El pejotismo, en cambio, había aceptado votar la Reforma Laboral, que exigía, como siempre, Techint, Banelco de por medio y el megacanje y el blindaje planteado por Cavallo y luego la ley de intangibilidad del peso. Luego cambió de frente, apoyando a la patria devaluadora de Techint, el FMI y otros. La movida devaluacionista, sin embargo, tenía dos cabezas, no una – a la de Duhalde se sumó el ‘gran’ Alfonsín. O sea que los ‘no peronistas’ volvieron a conjugar con el pejotismo.

A Duhalde, después de la masacre de Puente Pueyrredón, no lo sacaron los radicales, sino los propios peronistas. La crisis llegó a tal severidad que en 2003 hubo seis candidatos presidenciales con posibilidades parejas y hasta estuvo a punto de ganar Carrió. Por último, ¿quién aseguró el primer mandato de Cristina Kirchner sino Julio Cobos, un articulador de lo que sería Cambiemos? Cobos evitó, en la 125, provocar una crisis de gobierno, primero porque la rechazó y zanjó una brecha que amenazaba la gobernabilidad del kirchnerismo, y luego porque se quedó en el gobierno hasta el final. Una leyenda urbana cuenta que Néstor le habría dicho, en ese momento, a Cristina: “negra, nos vamos”.

Coalición a la carta

Después de este repaso desmitificador de los mentados últimos “90 años”, se impone un golpe final – el nocaut. ¿Con quién cree Carrió que gobierna la coalición ‘republicana’ de Cambiemos sino con el peronismo – el mismo al que presenta como factótum de un acortamiento del mandato de Macri? Sin los votos pejotistas no hubieran sacado cien leyes, y menos aún la reciente confiscación jubilatoria, para la que Cambiemos no mostró tener una mayoría sin el pejotismo. Macri preside un régimen político co-peronista, de ningún modo no peronista.

Incluso hay algunos atrevidos que denuncian que la que pone en cuestión el mandato de Macri es la misma Carrió, con sus petardos contra Lorenzetti, en un caso, y contra los habitantes de los paraísos fiscales, en otros, como el ex ‘lilito’ Aranguren, viejo afiliado a la Coalición Cívica.

Ella misma, en La Nación, confirma la sospecha. En referencia a la sesión parlamentaria del 14 de diciembre pasado, cuando se frustró el primer intento de confiscación a los jubilados, dice: “Le dije al Presidente que si quería terminar con su presidencia por lo menos que le avisara, porque estaba yendo a un 2001 sin contexto…Esa noche evitamos la caída del gobierno” (20.4.18). ¡Qué tal!

Cien años de soledad

La conclusión de todo esto no tiene nada que ver con las posibilidades de gobierno de ‘peronistas’ y ‘no peronistas’ – las aparentes preocupaciones de Carrió. Los ‘cien años de soledad’ de la burguesía argentina, nacionalista o ‘liberal’, han demostrado simplemente la incapacidad de gobierno autónomo y estable de la burguesía nacional- cuánto más ahora bajo la presión demoledora de la bancarrota capitalista mundial y sus guerras en progresión.

Se aproxima la hora de un gobierno obrero y popular.