LA CUESTIÓN DE LA GUERRA
En los debates del Congreso del Partido Obrero y de la Conferencia Internacional
El Partido Obrero ha atravesado, en la preparación del 25 Congreso, por un intenso período de elaboración y debate político. La cuestión internacional ha ocupado un lugar extraordinario. No podía ser de otra manera ante la agudización de la crisis mundial, que se manifiesta en guerras económicas, crisis de régimen político en numerosos países, levantamientos populares y huelgas y, por último y el más importante, en el aumento de los conflictos militares y la ampliación de los escenarios de guerras y de las calamidades humanitarias resultantes de ellas. América Latina no escapa en absoluto a esta situación. Venezuela enfrenta la amenaza de un embargo petrolero que podría derivar en golpes militares e intervención extranjera; México, la militarización de la frontera por parte de Trump; la militarización de Río de Janeiro y de otras ciudades brasileñas y, finalmente, una anunciada instalación de bases norteamericanas en el Amazonas brasileño y ‘estaciones de monitoreo’ en la Triple Frontera. La “lucha contra el narcotráfico” o “contra el terrorismo” son esgrimidos como una hoja de parra para justificar la intervención de las fuerzas armadas en la represión interna, sin importar que se encuentra prohibida por la legislación de varios países.
El terreno de ensayo de esta estrategia de represión interna, por parte de las fuerzas armadas de América Latina, ha sido la intervención militar en Haití, en la última década y media, encabezada por los ejércitos de Brasil y Argentina, bajo la gestión anterior de los gobiernos “nacionales y populares” de CFK y Lula. La crisis de regímenes políticos acaba de conocer un último episodio con la caída del presidente de Perú y, por sobre todo, con el agravamiento de la crisis política brasileña.
Es precisamente en este contexto mundial que nuestro partido asoció el Congreso a dos iniciativas fundamentales. Por un lado, la convocatoria por parte de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI) de una conferencia internacional abierta a distintas fuerzas revolucionarias y, por el otro, a otra de la propia CRCI, sobre la base de un informe político internacional y de un balance de sus actividades. Las organizaciones que se hicieron presentes, participaron del 25 Congreso y de la elaboración de la comisión a cargo de la propuesta de una resolución internacional. En resumen, el Congreso tuvo en su agenda de debate los Informes Internacionales -uno para el Congreso y otro para la Conferencia Internacional- y un Balance de la CRCI. Este último documento confronta la experiencia y la política de la CRCI con la de otros agrupamientos políticos de la izquierda, incluso del trotskismo.
La guerra
Las tres instancias deliberativas mencionadas se abocaron al debate de la cuestión estratégica central del momento: la multiplicación de las guerras y la intensificación de los enfrentamientos. El abordaje central de la cuestión de la guerra marca ya una distinción entre el método y la perspectiva del Partido Obrero, con referencia a otras fuerzas políticas, que siguen ancladas en una posición que postula un desarrollo pacífico del capitalismo -o sea democrático y electoral.
La guerra no es otra cosa que la manifestación extrema de las contradicciones insuperables del capitalismo. Pone de manifiesto el carácter insoluble de los antagonismos de clase, por un lado y, por el otro, de la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y de la economía mundial con los Estados nacionales. La bancarrota capitalista, a partir de 2007/8, puso de manifiesto el conjunto de estas contradicciones, de una parte por medio de un ataque feroz a los derechos del mundo del trabajo; del otro, mediante la intervención de los Estados nacionales en el rescate de sus respectivas burguesías. Trump no es la última etapa de un agotamiento de la llamada globalización, que estalla con aquella crisis mundial y da rienda suelta a la tendencia a la depresión económica internacional. Será seguida por nuevas crisis en la dislocación de la economía internacional. La tendencia contrarrestante a esa depresión, con la restauración del mercado y del capitalismo en China y en el territorio de la ex Unión Soviética, ha agotado sus efectos. Para el capital financiero internacional es necesario proceder a una eliminación de los obstáculos que aún están presentes en esos escenarios, lo que explica las guerras comerciales y militares. Las denominadas guerras localizadas, sea en Afganistán, Yemen, Ucrania o Siria, no son más que la expresión de un conflicto de alcance mundial.
Desde las guerras en el Golfo y en la ex Yugoslavia se diseña el horizonte estratégico de estas guerras: la colonización de los países del otrora ‘bloque socialista’ y, en el camino, el sometimiento, por parte del imperialismo yanqui, de los imperialismos menores, sea por medio de presiones económicas y políticas, sea por un conflicto armado. La competencia económica es reforzada por la militar para quebrar las resistencias a esta ofensiva. Trump ha advertido a la Unión Europea que la tentativa de crear una fuerza militar propia de la Unión Europea sería considerada ‘causus belli’. Lo mismo a China en relación con sustituir al dólar en el intercambio internacional y a los planes de construir una industria de superconductores independiente de los monopolios norteamericanos. El método seguido por el Congreso del PO y las Conferencias Internacionales ha sido destacar las relaciones recíprocas y contradictorias entre la crisis mundial, la guerra económica resultante, la tendencia a la guerra y la lucha de clases internacional.
Rusia y China
La guerra en Siria sirvió como ilustración de este conflicto mundial en los debates intensos en comisiones y plenarias. La ocupación, por parte de Turquía, del noroeste de Siria (Afrin) y el protectorado establecido por Estados Unidos en el noreste, ha convertido al norte de Siria en una suerte de base de la Otan y en una fuerte reversión de la creciente hegemonía que parecía desplegar Rusia en esta guerra. Trump y Erdogan, sin embargo, contaron para su ofensiva con la liberación del espacio aéreo por parte de Putin, cuya aviación se ocupaba al mismo tiempo de reocupar, al sur, el poblado de Ghouta, cerca de Damasco, mediante un bombardeo feroz. La alegada defensa, por parte de Putin, de la autonomía de Siria frente al imperialismo y el sionismo, ha resultado en un compromiso entre uno y otro, y en el reparto territorial del país. Con el mismo método, Israel ha ampliado su domino del sur de Siria. China, por su lado, ha acompañado a Trump en el voto de sanciones a Corea del Norte, para intervenir como mediador en la neutralización que reclama Estados Unidos del régimen de Kim Jong-un.
Las resoluciones votadas en el Congreso del PO y en las dos conferencias posteriores han subrayado la interacción de los dos fenómenos siguientes: por un lado, el objetivo estratégico de convertir a Rusia y China en semicolonias del capital financiero internacional y, por el otro, la política de compromisos y alianzas de esos dos regímenes con el imperialismo. Las resoluciones votadas denuncian estas alianzas como una política de reforzamiento de la opresión contra todos los explotados del mundo y como un recurso de los regímenes restauracionistas para hacer frente a la crisis en sus países y a la tendencia a levantamientos obreros y populares.
Conclusiones y resoluciones
La veintena de organizaciones que participaron en la Conferencia Internacional, con su presencia o con sus documentos, se extiende de América Latina a Europa y de Medio Oriente a Rusia. Son organizaciones con historias y experiencias diferentes, que son atraídas a un debate internacional y a la necesidad de una organización internacional, como resultado de nuevas situaciones históricas y desafíos políticos inéditos. El desarrollo de los debates ha vuelto a reivindicar el método del PO y de la CRCI de reconstruir la Internacional obrera y revolucionaria mediante el debate político y la actividad resultante común de todas las organizaciones, partidos y grupos que luchan contra el orden existente en base a la lucha de clases, a la organización independiente del proletariado y a la oposición a la guerra imperialista y sus lacayos mediante la guerra de clases contra el capital y sus Estados.
En el cierre de estas actividades impresionantes, las noticias acerca de la amplitud que alcanzó la primera jornada de huelga en Francia contra la reforma laboral en ferrocarriles sirvió como una ratificación de las resoluciones discutidas. En el combate a la guerra imperialista, el enemigo se encuentra en su propio país. Una victoria del proletariado francés contra Macron sería un gran golpe contra las guerras en que se encuentra empeñado el imperialismo francés en Medio Oriente y el norte de Africa, junto al resto de sus compinches imperialistas. Reforzaría las perspectivas de una victoria de la clase obrera de Argentina con los intentos similares de Macri.
El imperialismo sabe muy bien que la prosecución de sus guerras exige el aplastamiento de sus propios pueblos por medio de Estados policiales e incluso fascistas. Esto convierte a la guerra contra la guerra imperialista en una movilización internacional.
En tanto la guerra es el recurso final y extremo del imperialismo para conservar el sistema de explotación en un régimen de barbarie, en el otro polo se levanta la revolución -la revolución socialista internacional-, que también emerge como un recurso irremplazable para aplastar a la barbarie y reorganizar a la sociedad sobre bases realmente humanas.