“NO SOY KIRCHNERISTA, SOY PERONISTA
Una Carta Abierta a los trabajadores que votaron por Unidad Ciudadana
¿Es cierto que el voto por la lista que encabeza Cristina Fernández de Kirchner es la mejor alternativa para detener la política de confiscación económica a los trabajadores y jubilados del gobierno macrista y el enorme hipotecamiento que está sometiendo a Argentina a una más completa dominación del capital financiero internacional?
La expresidenta está llamando a la “unidad peronista” con aquellos que han votado más de cien leyes del macrismo y viabilizado su régimen político entreguista. A aquellos que han votado la ley que grava todavía más los salarios; que estableció un blanqueo de capitales en beneficio de los grandes evasores, incluidos los amigos de Macri; que dio lugar a una “reparación histórica” a los jubilados, que significa una poda del 50% promedio de la sentencia de la Corte Suprema por los haberes mal liquidados del gobierno anterior, su gobierno. El endeudamiento de Argentina, por más de 100 mil millones de dólares, en dos años, fue votado incluso por el propio kirchnerismo en el Presupuesto nacional. Un endeudamiento a tasas usurarias, que será cargado en las espaldas del pueblo trabajador.
Quiénes son los que luchan
La única lucha contra el macrismo, en el campo parlamentario, ha estado representada por los bloques del Frente de Izquierda. ¿Quién encarna, entonces, la “alternativa” de conjunto al macrismo.
Este mismo Congreso, de mayoría peronista, viene tolerando desde hace dos años a un Banco Central que está saqueando la economía nacional, al permitir que funcione con directores elegidos a dedo y designados por decreto. El ‘peronismo’ de CFK, ha renunciado a actuar como ‘freno del ajuste’ y a la facultad exclusiva del Senado para controlar la política financiera.
¿Y la CGT? Daer, Moyano y varios otros han anunciado su voto por CFK. Es la misma burocracia que ha colaborado con el macrismo desde el comienzo mismo de su gestión de gobierno; que no se ha solidarizado con ninguna lucha obrera contra los despidos masivos, ni contra el cierre de empresas, y que incluso se está reuniendo hoy para discutir con el talibán anti-obrero, Jorge Triaca, las modalidades de la llamada ‘reforma laboral’, que no es otra cosa que la destrucción del derecho laboral. También está negociando la ‘reforma previsional’, que prevé el aumento en cinco años de la edad para jubilarse y una modificación hacia abajo del ajuste semestral de las jubilaciones.
¿Cómo va a ‘frenar’ con esta burocracia el ‘ajuste’, cuando ha firmado a la baja los convenios colectivos durante dos años seguidos, asestando así un golpe descomunal al poder adquisitivo de los salarios? Esta misma burocracia ya ha dado el visto bueno a la ‘reforma laboral’ al firmar los llamados acuerdos sectoriales que la viabilizan en petroleros, en mecánicos y tantos otras ramas de la industria y el campo.
Los dos mejores convenios laborales para la clase obrera han sido conquistados por los sindicatos democráticos y clasistas de Aceiteros y Neumático, vinculados a la izquierda y al Frente de Izquierda. Estas mismas corrientes clasistas y democráticas han protagonizado las luchas más difíciles contra la política anti-obrera – como ocurrió en Agr-Clarin, en Pepsico, en el transporte de Córdoba, en el Tabacal en Salta, hoy en Ledesma-Jujuy, y acompañando a los trabajadores petroleros en Santa Cruz, Chubut y Neuquén.
Quién representa la “alternativa”
Este mismo Congreso, de mayoría peronista, viene tolerando desde hace dos años a un Banco Central que está saqueando la economía nacional, al permitir que funcione con directores elegidos a dedo y designados por decreto. El ‘peronismo’ de CFK, ha renunciado a actuar como ‘freno del ajuste’ y a la facultad exclusiva del Senado para controlar la política financiera.
El “peronismo’ político y sindical es un cómplice de la guerra de clase que el capital y el macrismo ha desatado contra los trabajadores. Convocarlos a una alianza refleja la intención de destruir una “alternativa” real al macrismo, no una intención de bloquearlo y derrotarlo.
“No soy kirchnerista, soy peronista” es la etiqueta que ha puesto la expresidenta a esta alianza que le ha propuesto a los enemigos de los trabajadores, que han dado sustento político al macrismo en estos dos años.
¿Qué clase de alternativa es esta? No es una alternativa para el mundo del trabajo: es una ‘alternativa’ para que los punteros políticos desplazados en la elección de 2015 conserven un refugio en el aguantadero político del Congreso.
Según lo admiten los propios voceros intelectuales del kirchnerismo Página 12), las candidaturas de Unidad Ciudadana se encuentran en retroceso respecto a los votos que obtuvieron en las Paso. ¿Qué significa esto? Que el electorado que lo sigue empieza a considerarlo un ‘voto inútil’ – no un ‘voto útil’. ¿Por qué ocurre esto cuando los despidos continúan, el desempleo no baja y el gobierno es denunciado como el cómplice político de la desaparición de Santiago Maldonado?
Hay que reflexionar acerca de esto, porque es una expresión adelantada de una bancarrota política.
Una campaña derrotista
¡La campaña de CFK es una campaña derrotista! A la responsabilidad de la tragedia de Once apunta al maquinista, cuando todo el país, incluidos los votantes kirchneristas, saben que obedece a la corruptela de los De Vido, Schiavi y Jaime, responsables también del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, cuando estaba luchando, precisamente, contra esta mafia. CFK ha sido incapaz de oponer a la política entreguista del macrismo una crítica a su propia gestión desde el campo popular que se ha autodesignado. Ha logrado, con esta respuesta, dorar los blasones del macrismo, que nunca se interesó para nada por la tragedia de Once y por sus familiares.
La expresidenta ha entregado, del mismo modo, un presente de lujo al macrismo al denunciar que en Venezuela no rige el estado de derecho, con la pretensión de desligarse del movimiento chavista que el kirchnerismo acompañó en forma incondicional. Ha elegido hacer esta ofrenda al macrismo en lugar de proceder a una crítica de las enormes limitaciones de este nacionalismo burgués y militar, que no son otras que las del propio kirchnerismo, o del lulismo y del indigenismo.
En contraste con estas limitaciones, el Partido Obrero ha advertido siempre que, en contraste con el llamado populismo, la autonomía nacional y el progreso social solamente puede ser alcanzado por un gobierno de trabajadores. El retroceso relativo y absoluto de Unidad Ciudadana en todo el país, después de las Paso, es la consecuencia de las contradicciones insuperables del kirchnerismo y de su incapacidad para enfrentar la ofensiva macrista. Por eso promete ‘frenar el ajuste’ desde una banca en el Senado, cuando toda la historia de Argentina y el mundo ha demostrado en forma reiterada que la lucha contra el capital y contra la guerra de clase del capital, solamente puede ser ganada por medio de la lucha, de la acción directa de masas y de la rebelión popular.
No soy kirchnerista” es mucho más que una maniobra política electoral: es la renuncia a una trayectoria política que ha fracasado y que es irreversible. ¿Cómo no ver aquí una tentativa de acercamiento a la burguesía que ha propiciado y defiende la política de guerra de clase del macrismo, disimulada con un lenguaje de ‘reformas’?
Necesitamos un voto estratégico
Para la etapa histórica en que se encuentra Argentina en la actualidad, es necesaria una dirección obrera y socialista. Por eso el ‘voto útil’ del trabajador es al Frente de Izquierda y de los Trabajadores y al Partido Obrero.
La muestra de que esto es así es la evolución sin pausa de la mirada de los trabajadores de todo el país, que lejos de seguir el consejo de CFK de marchar con los punteros pejotistas, hacen precisamente lo contrario: se apartan de ellos, construyen sus propias organizaciones – independientes de las patronales y el Estado -, repudian a las burocracias de los sindicatos, votan cuerpos de delegados combativos, democráticos y clasistas, organizan la lucha independiente de la mujer, desarrollan una conciencia socialista en la juventud y votan al Frente de Izquierda y los Trabajadores y al Partido Obrero.
Desarrollemos una reflexión conjunta en el tiempo que va hasta el 22 de octubre y arribemos a conclusiones que sirvan al pueblo que produce la riqueza nacional y que haga avanzar la perspectiva de un gobierno de trabajadores.