CINE
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/37810-
LAS “CENAS BLANCAS” NO EXISTEN
“La cena blanca de Romina”, un documental del OJO OBRERO, es denso. La decisión final de Romina de poner fin a la vida de un bebé concebido por medio de una violación evoca, explícita o implícitamente, todos los temas de la lucha del movimiento de la mujer: la violencia de género masculina, la educación sexual, la laicidad, la distribución gratuita de anti-conceptivos, el derecho al aborto, la discriminación laboral, la responsabilidad del estado – que, en este caso, llega más lejos de lo habitual, porque exonera al violador y condena a la víctima. El poder estatal explota sin escrúpulo un hecho limite – la supresión de una vida humana -, del cual se declara por completo inocente, para ratificar su orden violento. La circunstancia psicótica que afecta a Romina no es, de hecho, considerada.
La densidad del relato se encuentra en otra parte – en los testimonios de diversos sectores del pueblo, incluidas mujeres, que respaldan la condena. El espectador asiste a un gran trabajo de producción: entrevistas reveladoras sobre la opresión de la mujer y también de la resignación. Expone relatos íntimos de las mujeres amenazadas que en otras circunstancias, pienso, no se habrían atrevido a contar. Es el elemento más poderoso del documental, porque pone de manifiesto la inmensidad de la alienación social en presencia. El documental alcanza allí su punto más alto - cuando da la palabra a las opiniones condenatorias contra Romina por parte de los sectores populares. Deja al desnudo el grado de la miseria social que los rodea y que condiciona su perspectiva.
“La ideología dominante es la ideología de la clase dominante” (Carlos Marx). Es la del intendente del pueblo, San Pedro, que se jacta su gabinete formado por mujeres para justificar un entorno de humillación de la mujer – incluida la prostitución ; el abogado del violador y la parte acusadora; y, por fin, el clero – precisamente la colectividad que reúne el mayor número de violadores. Una sociedad fundada en la explotación social – en este caso la explotación del trabajo asalariado -, no puede permitirse ninguna forma de libertad. La sujeción de la mujer es una piedra fundamental de este orden social, y su manifestación entre los mismos trabajadores devela la reproducción de ese orden en su carácter de totalidad.
Ahora que se cumplen cien años de la Revolución de Octubre es oportuno señalar que, en un Imperio equivalente a una Jujuy multiplicada por millones, los primeros pasos de la emancipación de la mujer y de la emancipación humana en general, arrancó mediante el derrocamiento del capital y la toma del poder por los obreros y los campesinos. La conciencia social dominante solamente puede ser superada por medio de la subversión de la existencia social que la produce. Los cagatitntas que aparecen en el film aluden a la relación sexual en términos de “consentimientos”, que en numerosas ocasiones esconde lo contrario, la violencia disfrazada. A la burguesía liberal le importa que la relación sexual se desarrolle en el jurídico establecido. Para los socialistas debiera potenciarse como “la más poderosa de las relaciones humanas” (Christian Rakovsky).
En algún lugar nuestra compañera Olga Viglieca caracterizó la lucha por la libertad de Romina como un momento “fundante” del vigoroso movimiento femenino que se desarrolla desde hace tiempo en Argentina. Esta caracterización no debería entenderse, estrictamente, en términos cronológicos sino conceptuales – o sea, que cobró un impulso sin precedentes porque supo plantarse ante un hecho radical. El documental pone de manifiesto esa lucha con tomas de las grandes manifestaciones femeninas de los últimos años y la opinión de sus protagonistas. Describe con testimonios la marcha del movimiento independiente de la mujer.
El documental, de todos modos, incurre en una omisión que es común a otras expresiones del género. No registra la opinión de los partidos políticos. Estamos, sin embargo, ante un film esencialmente político. No es ocioso exponer de qué lado de la barricada se encontraban los gobiernos de entonces y los de ahora, y los partidos políticos de todas las tendencias. La lucha por las reivindicaciones de la mujer y por su objetivo histórico es una lucha política de clases.