MÁS SOBRE LA HUELGA GENERAL EN BRASIL

MÁS SOBRE LA HUELGA GENERAL EN BRASIL

Hola, Jorge.

Es difícil tener una evaluación numérica de la huelga, pero es un hecho que pararon más categorías que en cualquier otra jornada de lucha en por lo menos 20 años. Oficialmente, adhirieron al menos 92 categorías de trabajadores, todas las centrales sindicales, casi todo el transporte.

El nivel de paralización ha sido bastante desigual por estados y regiones, pero se sintió en todo el país, con diversos grados de activismo. El paro fue muy fuerte en todos los conglomerados industriales de Brasil. Hubo mucho activismo y piquetes callejeros en Sao Paulo, Rio, Porto Alegre, y en estados del Nordeste. La CUT afirma, por ejemplo, que 400.000 personas salieron a las calles sólo en Ceará, 100.000 en Fortaleza y 300.000 en el interior. Sin dudas hay lugares donde el paro fue muy intenso. Hay que tener en cuenta que estamos en niveles récord de desempleo, y entre los trabajadores con empleo formal hay un 20 por ciento de sindicalización (la cifra es oficial). El empleo informal y la subcontratación vienen creciendo junto con la crisis. Pero el rechazo a las reformas previsional y laboral es muy masivo y creciente, eso fue muy palpable, incluso con toda la campaña podrida de la prensa y el gobierno a todo vapor.

La CUT hizo campaña con la consigna el 28 no salga de casa, y Lula en la mañana del viernes reforzó eso diciendo que no es necesario salir a las calles - que alcanzaba con dejar de trabajar. Es decir, la burocracia promovió un paro pasivo. La CUT convocaba inicialmente contra la reforma previsional, y la reforma laboral se convirtió en eje de la lucha después de que fuera aprobada esta semana por la Cámara.

De hecho, el contenido principal de la reforma laboral –que prevalezcan los convenios entre patrones y empleados sobre la legislación - había sido lanzado como propuesta por la propia CUT hacia fines del segundo mandato de Lula, bajo el nombre de Acuerdo Colectivo Especial. En el primer balance del paro, en la tarde del 28, la CUT y la Fuerza Sindical, al unísono, dijeron que es necesario reformar la CLT de forma negociada, etc.. También se vanagloriaron de que el paro había sido voluntario porque no hicimos piquetes en puerta de fábrica.

En Brasilia, el gobierno montó una operación de guerra bajo responsabilidad de la policía del Ejército, al mando del fascista general Etchegoyen, jefe del Gabinete de Seguridad Institucional de Presidencia. Etchegoyen es conocido por ser el único general que se había insubordinado hace algunos años en defensa de la dictadura contra la Comisión de la Verdad creada en el gobierno Dilma. Hasta última hora del 28 el gobierno evitó pronunciarse sobre la huelga temiendo que al final del día pidiese haber una gran movilización en la Esplanada del Planalto, y posibilidad de choques violentos. La CUT, sin embargo, no movió absolutamente a nadie, evitando como es costumbre desafiar de forma directa al poder político. La Esplanada estuvo vacía, salvo pequeños grupos al inicio de la tarde. Huele (aunque no tengo evidencias) a algún tipo de acuerdo de última hora del PT con el gobierno para que la situación no se les vaya de las manos, porque existía toda una preparación previa que indicaba que el aparato de la CUT, MST, etc. se iba a mover en Brasilia. Sobre el desarrollo de la movilización y la represión en Rio, Sao Paulo, etc. no tengo nada que agregar a lo que está en todos los diarios. La represión en Cinelandia tuvo características de ensayo general fascista.

De conjunto, a mi entender, el balance principal en el plano subjetivo es que reavivó en las masas la perspectiva de la huelga como método de lucha, y eso vale para la clase trabajadora organizada, no organizada y también para la pequeño burguesía con experiencia de izquierda en el pasado, que había aposentado (jubilado) por un largo período cualquier expectativa en los métodos obreros. Es un hecho de que se abre un período de ascenso de las luchas, con protagonismo de los sectores que han sido históricamente claves en la historia política brasileña, como petroleros, metalúrgicos, profesores, servidores públicos, el movimiento estudiantil, las luchas agrarias.

El próximo round de la crisis política es la declaración de Lula ante el juez Moro, que comienza el 10 de mayo. Está en juego la posible inhibición de Lula como candidato en 2018, en caso de ser condenado en primera y segunda instancia. La novedad es que Palocci y Renato Duque (el hombre del PT en Petrobras) ya negocian sus delaciones premiadas. En principio el blanco sería Lula, pero también puede haber otros heridos. Todo este asunto tendrá un fuerte impacto en la dinámica de la lucha política y de la lucha de masas en particular. Lula y el PT están asumiendo que la movilización popular (acotada) es una carta fundamental para evitar ir en cana y salvarse políticamente.

El otro escenario donde se juega la próxima escala de la crisis es en el juicio a la fórmula Rousseff-Temer en el TSE. Los elementos jurídicos para retirar el mandato de Temer hace rato que están sobre la mesa. La defensa de Dilma actuó dos semanas atrás desvergonzadamente en tándem con la de Temer para patear hacia adelante la sentencia, es decir, haciendo el juego del gobierno.

Hay sectores de la burguesía que reconocen la nula autoridad del gobierno ante las masas. Sobre todo porque los indicadores económicos decepcionan y el tiempo se agota. Pequeñas señales de reactivación en algunos sectores (exportadores) son desmentidas violentamente por otros. No existe creación de empleo y la industria sigue parada, apenas haciendo stock (en algunos casos). La industria de maquinaria, por ejemplo, tuvo el peor trimestre de su historia.

La burguesía sostiene al gobierno por la agenda de ‘reformas’ anti-laborales. Pero el Congreso es un campo minado. Días antes de la huelga, el líder del PMDB en el Senado, Renan Calheiros (tiene un acuerdo con Lula) se pronunció frontalmente contra la reforma laboral, que, dijo, en el Senado no pasa. Para hacer pasar la reforma previsional en la Cámara el gobierno se juega a comprar abiertamente votos y a extorsionar a los partidos aliados que tienen cargos ministeriales que amagan con traicionar, lo que está generando un mar de fondo en la base parlamentaria. Temer no tiene los dos tercios (es enmienda constitucional) que necesita para hacerla pasar. Hay que seguir el impacto de la huelga en este tema, que no debe ser menor. Sobre todo porque el paro se sintió en muchos lugares del interior, donde los diputados precisan asegurarse apoyo para las elecciones del año que viene.

Para mantenerse, Temer tiene dos servicios que entregar en los próximos meses: aprobar las reformas, como exige la burguesía, y garantizar a todos los chorros del Congreso y aledaños impunidad ante la Justicia. Hasta ahora no hay ninguna seguridad de que consiga ni uno ni lo otro, al menos no en el grado que se le demanda. Si la huelga abre paso realmente a un ascenso en la lucha de las masas, el gobierno es insostenible. Habrá que verificarlo.

Saludos

Edgard – Brasillia 30.4.2017