UNA CHARLA SOBRE LA REVOLUCIÓN RUSA, POR DANIEL GAIDO

UNA CHARLA SOBRE LA REVOLUCIÓN RUSA, POR DANIEL GAIDO

Prólogo brevísimo. Lo que sigue es un ejemplo meritorio de una síntesis histórica de la Revolución Rusa, que no es una exégesis de tesis y opiniones ya conocidas, sino una exposición que recoge la lucha política actual, en referencia a las condiciones y la política de la revolución socialista mundial. La repetición de fórmulas consagradas o los relatos de manual prestan un mal servicio a la formación de cuadros obreros revolucionarios,que necesitan como el aire el desarrollo de una capacidad de pensamiento crítico, o sea el abordaje de la historia como presente. Ver La Revolución Rusa en el siglo XXI, elaborado colectivamente por dirigentes, cuadros políticos y jóvenes universitarios del Partido Obrero.

Jorge Altamira


Daniel Gaido

Muy gentiles los compañeros de la UJS en la charla sobre la revolución rusa que dimos ayer (domingo 5.2) en el campamento de Cabalango. Mi disertación acusó la fatiga producto de dos noches viajando casi sin dormir luego de asistir al plenario de trabajadores del Conicet en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Un tema que despertó interés fue la política bolchevique para la liberación de la mujer, cuando explicamos que, bajo el capitalismo, las mujeres desperdician sus vidas inútilmente como esclavas domésticas ante todo para preservar la familia monogámica, que es la institución a través de la cual las diferencias de clase, y por ende la explotación. Los bolcheviques, siguiendo los lineamientos de la Internacional de Mujeres Socialistas, apuntaban, no a librar una batalla cultural contra el patriarcado a través de un frente popular policlasista femenino, sino a organizar a las trabajadoras en el marco de las instituciones de su clase (partido, sindicatos, etc.) con el objetivo de, una vez tomado el poder, abolir la esclavitud doméstica mediante la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de los niños, lo cual crearía las bases materiales para el surgimiento de una nueva forma de familia.

Algunas compañeras nos consultaron para ampliar sus lecturas sobre el tema y les recomendamos el libro que escribimos con Cintia Frencia; El marxismo y la liberación de las mujeres trabajadoras: de la Internacional de Mujeres Socialistas a la Revolución Rusa, Santiago de Chile: Ariadna Ediciones, 2016. 188 págs..http://oapen.org/search?identifier=619630

La Revolución cien años más tarde

La historia de la Revolución Rusa debe ser estudiada por todos los trabajadores con conciencia de clase por dos motivos principales. Primero, porque el ciclo histórico abierto por la primera guerra mundial y por la Revolución Rusa –es decir, el ciclo de la decadencia irremediable de la sociedad capitalista y de su superación mediante revoluciones obreras– está más vigente que nunca, a pesar de la traición de los ideales de la revolución por el estalinismo, como lo demuestra la crisis mundial actual, que no es sino la expresión de una tendencia a la disolución del capitalismo sobre sus propias bases. En segundo lugar, porque la Revolución de Octubre fue una revolución proletaria victoriosa, que demostró la capacidad, por parte de la clase obrera, de derrotar los ejércitos del capital y edificar una nueva organización social sobre sus ruinas. Ni la degeneración del estado soviético, ni la restauración del capitalismo le quitan esta significación histórica – en especial cuando la crisis mundial muestra la situación sin salida que el capitalismo representa para la civilización mundial.

La peculiaridad del Octubre ruso es, por un lado, que la revolución socialista tiene lugar en un país atrasado y, por el otro, que inicia una época de revolución mundial. Este aspecto le da un contenido socialista a la revolución. El gobierno soviético—necesariamente - tuvo que comenzar por acometer toda una serie de tareas democráticas a las que la burguesía rusa había sido incapaz de enfrentarse. No se debe caer en el ‘criterio’ de juzgar a la revolución por las medidas que toma en forma aislada – ni siquiera en el caso de la rusa.

La universalidad de la Revolución Rusa emerge de su carácter de revolución proletaria y del establecimiento de un gobierno de consejos y de la dictadura del proletariado. En la Revolución Rusa, la clase obrera, los trabajadores asalariados aparecen no sólo como el objeto sino también como el sujeto de la historia, es decir, como una clase políticamente independiente, organizada como tal y separado programáticamente de las otras clases, que dirige el proceso político y da respuesta a las aspiraciones de liberación de todas las capas oprimidas y explotadas de la sociedad—no solo de los campesinos sino también de las nacionalidades oprimidas por el estado zarista, etc. El proletariado soviético demostró, en el curso de sus primeros años, ‘que sí, que la clase obrera puede’. Procedió a una reorganización de la sociedad en condiciones de las más difíciles. Esta realidad histórica se encuentra presente en el consciente y en el sub-consciente de la clase obrera y los explotados de todo el mundo. En eso consiste precisamente el eslabón de continuidad de la Revolución Rusa con las revoluciones sociales posteriores, que se evidencia con mayor nitidez porque no fueron revoluciones proletarias.

La experiencia de la Comuna de París

Hay una famosa frase que Marx incluyó en el Estatuto de la Primera Internacional que dice ‘la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera’. Esta frase fue escrita en 1864; siete años después, los trabajadores de París tomaban el poder y creaban la Comuna - el primer gobierno obrero de la historia, aunque circunscrito a una ciudad y con una duración de solamente 72 días (del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871). Para comprender la importancia de la Revolución Rusa, es fundamental retrotraerse al análisis que hace Marx de la Comuna de París, en su trabajo La guerra civil en Francia.

La Comuna de París no socializó los medios de producción, se limitó en el terreno económico a introducir algunas reformas muy parciales: la abolición del trabajo nocturno para los panaderos, la prohibición de las multas que le imponían los patrones a los obreros, la entrega a las asociaciones obreras de todos los talleres y fábricas cerrados, etc. Y sin embargo, según Marx, la Comuna fue, ‘esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo’.

El método de análisis de Marx pone en primer plano las tareas políticas llevadas a cabo por la Comuna, de las cuales se desprenderían luego naturalmente sus medidas económicas más radicales, y enumera las características distintivas de un estado obrero (un estado en vías de desaparecer como órgano de represión) por contraposición al estado burgués. En primer lugar, el armamento de los trabajadores (París ‘se había deshecho del ejército, sustituyéndolo por una Guardia Nacional, cuyo principal contingente lo formaban los obreros. Ahora se trataba de convertir este hecho en una institución duradera. Por eso, el primer decreto de la Comuna fue para suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado’). Además, el gobierno a través de delegados electos en asambleas, con mandatos y revocables en todo momento (según el plan que los comuneros no llegaron a aplicar, todo el país sería reorganizado en Comunas, la cuales ‘administrarían sus asuntos colectivos por medio de una asamblea de delegados en la capital del distrito correspondiente y estas asambleas, a su vez, enviarían diputados a la Asamblea Nacional de delegados de París, entendiéndose que todos los delegados serían revocables en todo momento y se hallarían obligados por el mandato imperativo –instrucciones- de sus electores’). Luego Marx enumera la abolición de la separación de poderes, la revocabilidad de todos los cargos públicos y la remuneración acorde al salario de un obrero, la separación de la iglesia y el estado, la gratuidad de la enseñanza a todos los niveles y su independencia de la injerencia tanto de la iglesia como del estado, y la elección y revocabilidad de los jueces. Marx concluye que ‘la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo’.

Marx sobre la cuestión del partido

Igualmente importante es comprender la conclusión política que Marx saca de la experiencia de la Comuna, y que lleva a una ruptura en la Primera Internacional entre marxistas y anarquistas: la necesidad de que la clase obrera se estructure en un partido político propio. La ausencia de un partido revolucionario en el marco de ese ‘frente único’ de organizaciones obreras que fue la Comuna (a decir de Trotsky), fue la causa principal de que la Comuna no emprendiera un ataque a la contrarrevolución armada refugiada en Versailles ni tomara el Banco de Francia, medidas todas requeridas para la lucha contra esa contrarrevolución. De allí que Marx y Engels enfatizaran la importancia del partido en las conclusiones políticas que saca de la experiencia comunera, énfasis que los lleva a una ruptura con Bakunin y sus seguidores anarquistas.

En septiembre de 1872, en el Congreso de La Haya de la Primera Internacional, fue adoptada una resolución acerca de la inclusión en los Estatutos de un artículo suplementario, el 7-a, consagrado a la acción política de la clase obrera. Dicho artículo 7-A reza: ‘En su lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase sino constituyéndose él mismo en partido político propio y opuesto a todos los antiguos partidos formados por las clases poseedoras. Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y el logro de su fin supremo: la abolición de las clases. La coalición de las fuerzas obreras, obtenida ya por medio de la lucha económica, debe servir también de palanca en manos de esta clase en su lucha contra el poder político de sus explotadores. Por cuanto los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y sojuzgar el trabajo, la conquista del poder político pasa a ser el gran deber del proletariado’.

El grupo Emancipación del Trabajo y las polémicas con los narodniks (populistas rusos)

Es con este bagaje teórico, producto de la experiencia histórica de lucha de la clase obrera, que surge el marxismo en Rusia en 1883, con la creación del grupo Emancipación del Trabajo por Vera Zasulich, Georgi Plejanov, Pavel Axelrod, Lev Deich (Leo Deutsch) y Vasily Ignatov en Ginebra (Suiza). Cinco personas en el exilio, que se reducen rápidamente a tres (porque Ignatov muere y Deutsch es arrestado), dan inicio al movimiento que derrocaría a la dinastía de los Romanov, la cual había gobernado Rusia, el estado más reaccionario y despótico de Europa, por cuatro siglos.

El primer gran trabajo teórico del grupo fue el folleto de Plejanov, El socialismo y la lucha política, publicado en 1883, el cual sometió a las teorías de los populistas (narodniks), entonces en boga en Rusia, a una crítica exhaustiva. Dicho libro marcó la transición del campesinado a la clase obrera como el sujeto revolucionario para la izquierda rusos. Los marxistas intentan organizar a los obreros en un partido especial propio. Plejanov insistía en que los intelectuales socialistas ‘deben ser los dirigentes de la clase obrera en el próximo movimiento emancipador, presentarle con claridad sus intereses políticos y económicos, el nexo recíproco de esos intereses, inducirla a que adopte un papel independiente en la vida social de Rusia. Tienen que esforzarse por todos los medios para que nuestra clase obrera, durante el primer período de la vida constitucional de Rusia, pueda participar como partido especial, con un programa político-social determinado’. Y afirmaba tajantemente: ‘Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario, en el sentido verdadero de la palabra. Una idea de contenido revolucionario es como una dinamita, que no puede ser reemplazada por ningún explosivo’.

El grupo Emancipación del Trabajo sumaba a este énfasis en la clase obrera como el sujeto revolucionario una polémica contra la táctica narodnik (populista) de terrorismo individual y propaganda armada, a la que contraponían las acciones de masa—una polémica virtualmente idéntica a la polémica con los foquistas en los 60 y 70. Finalmente, insistían en que la historia no es una serie de eventos aleatorios que pueden manipularse a voluntad. La aceptación consciente de la necesidad histórica impone al partido revolucionario una serie de tareas políticas objetivas, codificadas en el Programa del grupo Emancipación del Trabajo de 1895.

El POSDR, el periódico Iskra (La chispa) y el libro ¿Qué hacer? de Lenin

El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia celebró en 1898 un primer congreso, el cual fue diezmado por una redada policíaca. Estas condiciones de represión hicieron que el marxismo ruso se desarrollara como una serie de organizaciones y periódicos locales sin una coordinación centralizada. Al mismo tiempo, en 1898 estalla en el marco de la Socialdemocracia alemana y de la Segunda Internacional la controversia revisionista, en la cual Eduard Bernstein y sus seguidores proponían abandonar la perspectiva revolucionaria y transformar a la Socialdemocracia en un ‘partido del progreso moderado en el marco de la ley’, según la expresión satírica de Jaroslav Hasek en El buen soldado Svejk. En este marco, los marxistas revolucionarios rusos comenzaron a publicar en diciembre de 1900 un nuevo periódico llamado Iskra (La chispa), nombre tomado de los versos del poeta decembrista Alexander Odóyevski: ‘Nuestro sacrificio no será en vano / De la chispa brotará la llama’. La ‘Declaración del comité editorial de Iskra’ establecía claramente: ‘Antes de unirnos, y para poder unirnos, debemos comenzar por trazar una línea de demarcación con decisión y claridad’. Iskra libró una batalla contra la tendencia ‘economista’ en Rusia, la cual quería restringir la actividad de los marxistas rusos a tareas puramente sindicales y comulgaba ideológicamente con los revisionistas alemanes, así como contra la falta de centralización y la tendencia al federalismo nacidas de la disgregación organizativa que caracterizaba entonces a la socialdemocracia rusa.

Es en el marco de dicha lucha que Lenin publicó en marzo de 1902 su famoso libro ¿Qué hacer?, como una presentación sistemática de la perspectiva estratégica del grupo Iskra contra los economistas, la dirección del Bund (el partido de los trabajadores judíos), etc. Lenin planteaba que la raíz de la crisis que afectaba al POSDR era la falta de unidad resultante de sus ‘métodos artesanales’ (kustarnichestvo) de organización, como los llamaba, en referencia al trabajador artesanal ruso, el kustar. La tarea inmediata era construir una organización centralizada de revolucionarios profesionales, conformada por hombres que no tuvieran otra ocupación más que la actividad política clandestina, y que fueran capaces de llevar a cabo un trabajo organizativo en el más estricto secreto bajo el estado zarista autocrático. El embrión de dicha organización ya existía – era la red de activistas profesionales que producían y distribuían el periódico político para toda Rusia, Iskra, editado en el extranjero para garantizar su continuidad ante la persecución política, e introducido por contrabando a Rusia. Los contenidos del libro no son una posición particular de Lenin sino del grupo Iskra en su conjunto; Vera Zasulich dijo exactamente lo mismo en un artículo contra el recientemente creado Partido Socialista Revolucionario (eseristas, una reedición de la narodniks con una base más ecléctica, obrero-campesina) publicado en Die neue Zeit con el título ‘La tendencia terrorista en Rusa’.

La escisión entre bolchevique y mencheviques en el segundo congreso del POSDR

El bolchevismo nace como una tendencia dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia luego de su segundo congreso celebrado en julio-agosto de 1903, debido al abandono de las posiciones de Iskra por parte la mayoría de su comité editorial liderada por Martov. La escisión de 1903 entre bolcheviques y mencheviques tuvo lugar en torno a lo que Lenin denominó el ‘oportunismo en cuestiones de organización’ de los mencheviques. Ambas fracciones reivindicaban el programa adoptado por el congreso y escrito originalmente por Plejanov, quien primeramente apoyó a Lenin en su lucha contra los mencheviques para luego hacer un viraje de 180 grados y pasarse al bando menchevique ante la presión de sus viejos camaradas, los cuales a su vez cedían ante la presión de las múltiples organizaciones que componían el POSDR y que reclamaban una estructura partidaria más laxa.

Dicho programa contemplaba una perspectiva de revolución democrática (no socialista) para Rusia: si bien la futura Revolución Rusa no sería una mera repetición de la revolución francesa, porque la clase obrera estaría estructurada en un partido político propio, la clase destinada a tomar el poder en lo inmediato, y por todo un periodo histórico, no era la clase obrera sino la burguesía. Fue sólo durante la Revolución Rusa de 1905 que la escisión entre bolcheviques y mencheviques, que inicialmente giró solamente en torno a cuestiones de organización, adquirió una base programática, cuando Lenin comenzó a plantear la perspectiva de una ‘dictadura democrática del proletariado y el campesinado’ —democrática porque Lenin aun no caracterizaba a la Revolución Rusa como socialista y se limitaba a demandar la socialización de la tierra, es decir la nacionalización de la renta agraria, que en principio es compatible con el capitalismo. Al mismo tiempo, la experiencia revolucionaria, en particular el surgimiento de los consejos (soviets) de diputados obreros electos por asamblea, condujo al surgimiento de una tercera corriente dentro del POSDR, liderada por Trotsky, que comenzó a defender la perspectiva de mayores medidas de socialización (dicha corriente, que no se limitaba a Rusia sino que era internacional, fue identificada con los mencheviques por su oposición a la escisión de 1903). Lenin adoptaría esta perspectiva, esbozada más claramente en el libro de Trotsky Resultados y perspectivas de 1906, recién en las “tesis de abril” de 1917.

La Revolución Rusa de 1905

La Revolución Rusa de 1905 estalló al calor de las derrotas de los ejércitos y la flota zaristas en la guerra ruso-japonesa y de la masacre de manifestantes que se dirigían a presentar una petición al zar, conocida como “Domingo sangriento”, el 9 (22) de enero de 1905. En este contexto, los obreros rusos crearon los soviets (consejos de delegados obreros elegidos en asamblea), los cuales tuvieron su origen en la conformación de comités de delegados para dirigir huelgas generales por tiempo indeterminado a nivel de ciudad. El primer soviet fue formado en un centro de la industria textil, Ivanovo-Voznesensk, ‘la Manchester rusa’, el 15 de marzo de 1905. Ya en este primer soviet los trabajadores conformaron una milicia obrera para garantizar el orden en la ciudad durante la huelga y para combatir a los rompehuelgas y a la contrarrevolución. Pero el soviet más importante fue el de la capital, San Petersburgo, creado el 13 de octubre de 1905 y dirigido por Trotsky, el cual editó un periódico, creó una milicia de 6.000 obreros y coordinó la huelga general que arrancó al zar la promesa de libertades democráticas conocida como el ‘Manifiesto de Octubre’.

El 31 de octubre de 1905 el Soviet de San Petersburgo introdujo de la jornada de 8 horas. La burguesía respondió declarando un lock-out patronal, al cual los obreros de la capital se enfrentaron con una huelga general que terminó fracasando a principios de noviembre de 1905. El gobierno zarista aprovechó la oportunidad que le brindaba la burguesía, separada de los obreros por un antagonismo mucho más irreconciliable que sus contradicciones con el zarismo, para arrestar al Comité Ejecutivo del soviet, incluyendo a Trotsky y más de 200 delegados obreros, el 3 de diciembre de 1905. A mediados del mismo mes, el gobierno consiguió aplastar la rebelión de Moscú, dirigida por los bolcheviques. Estos eventos marcaron el comienzo de la reacción que se prolongaría hasta 1913, signada por expediciones punitivas y pogroms antisemitas que se cobraron miles de muertos.

Trabajo sindical y parlamentario

El periodo comprendido entre las dos revoluciones, de 1906 a 1917, estuvo signado por la elección de cuatro parlamentos (Dumas), en el marco de las concesiones democráticas limitadas arrancadas al gobierno zarista por la huelga general. En dicho marco, el gobierno promulgó el 4 de marzo de 1906 un decreto legalizando los sindicatos, los cuales sin embargo eran pequeños y solo consiguieron reunir a un 10% de los obreros rusos. Los bolcheviques utilizaron cada resquicio de legalidad, sin liquidar su organización clandestina, y es así que en las elecciones a la Cuarta Duma que se celebraron en septiembre de 1913 los bolcheviques obtuvieron 6 diputados sobre un total de 442, los cuales al principio conformaron un bloque único socialdemócrata con los 7 diputados mencheviques y luego se escindieron para formar una bancada independiente. Según el testimonio de uno de dichos diputados obreros (Aleksei Badayev, un obrero metalúrgico): ‘En el verano de 1914, los bolcheviques tenían la mayoría en la dirección de 14 de los 18 sindicatos existentes en San Petersburgo; en uno de los otros había un número igual de bolcheviques y mencheviques, y sólo 3 podían ser considerados mencheviques. Todos los sindicatos más grandes, incluyendo los metalúrgicos, apoyaban a los bolcheviques’.

La Primera Guerra Mundial y el colapso de la Segunda Internacional

El estallido de la Primera Guerra Mundial condujo al colapso de la Segunda Internacional en agosto 1914, cuando los dirigentes de los principales partidos socialistas (incluyendo al Partido Socialdemócrata alemán, una organización de masas con un millón de miembros) traicionaron los principios del internacionalismo y votaron a favor de los créditos de guerra. El periodo de 1914 a 1917 estuvo signado por la represión en toda Europa (Trotsky fue deportado a los Estados Unidos). En una conferencia dictada en el exilio en Zúrich el 22 de enero de 1917, Lenin afirmaba: ‘Nosotros, de la generación más vieja, seguramente no viviremos para ver las batallas decisivas de la revolución venidera’. 45 días después, el 8 de marzo de 1917, estallaba la revolución de febrero en Rusia.

El Día de la Mujer y la Revolución de Febrero (23 de febrero / 8 de marzo de 1917)

En su Historia de la Revolución Rusa, Trotsky comenta: ‘El 23 de febrero (en el calendario juliano de la iglesia ortodoxa rusa, 8 de marzo en el calendario gregoriano) era el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por la mente que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. Ninguna organización hizo un llamamiento a la huelga para ese día. La organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga. […] Tal era la posición del Comité, al parecer unánimemente aceptada, en vísperas del 23 de febrero. Al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos, pidiéndoles que secundaran el movimiento. […] Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras textiles’. El rol de vanguardia de las mujeres trabajadoras no se limitó a declarar la huelga sino que jugó un papel crucial en la conquista del apoyo de los soldados.

La situación de doble poder entre los soviets y el Gobierno Provisional

El efecto inmediato de la iniciativa política de las obreras de la capital fue el derrocamiento de la dinastía de los Romanov, que gobernaba Rusia desde 1613, el resurgimiento de los consejos de diputados obreros (soviets), en particular el soviet de Petrogrado (el nuevo nombre de la capital San Petersburgo), y la apertura de una etapa de doble poder entre dichos consejos y el gobierno provisional, que culminaría con la toma del poder por los bolcheviques en octubre de 1917. Esto quedó claramente expresado en la Orden No. 1 del Soviet de Petrogrado, la cual daba órdenes a los soldados y marineros de las guarniciones estacionadas en la capital de obedecer a sus oficiales y al gobierno provisional sólo si sus órdenes no contradecían los decretos del Soviet. También pedía a las unidades militares que eligieran representantes para el Soviet, y que cada unidad eligiera un comité que dirigiría la unidad. Todas las armas debían ser entregadas a estos comités de soldados, y no debían en ningún caso ser entregadas a los oficiales.

En la noche del 2 (15) marzo 1917, después de negociaciones con el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado manejado por los mencheviques y los eseristas, el Comité Provisional de la Duma de Estado (Cuarta Duma) declaró la formación de un Gobierno Provisional compuesto por 11 ministros y presidido por el Príncipe Georgy Lvov, quien desempeñaba las funciones de Primer Ministro y Ministro de Interior. El ministro de Asuntos Exteriores del gobierno provisional era el dirigente del principal partido burgués, el partido cadete, Pavel Miliukov, el Ministro de Guerra era el líder de los Octobristas, la fracción de derecha de la burguesía, Alexander Guchkov, y el Ministro de Justicia era Alexander Kerenski, de los trudoviques (Laboristas), una fracción escindida de los eseristas para participar en las elecciones a la primera Duma. El gobierno provisional estaba comprometido a continuar la guerra del lado de la Entente, y pospuso las dos grandes demandas democráticas de las masas rusas (la reforma agraria y la celebración de elecciones a una Asamblea Constituyente) hasta después de la finalización de la guerra.

Las ‘Tesis de Abril’ de Lenin

En el órgano del Partido Bolchevique Pravda (Verdad), editado en ausencia de Lenin por Stalin y Kamenev, prevaleció por un mes la posición de prestar ‘apoyo crítico’ al Gobierno Provisional ‘en tanto continúe satisfaciendo las reivindicaciones obreras’, aún si éste mantenía a Rusia en la guerra ‘para defender las recientes conquistas democráticas contra el imperialismo alemán’.

Lenin puso fin a este seguidismo de la burguesía inmediatamente después de su llegada a Petrogrado desde el exilio, el 3 (16) de abril de 1917. Antes, había dado a conocer sus Cartas desde lejos, que contrariaban la línea oficial. En sus famosas ‘Tesis de Abril’, Lenin explicaba que ‘la peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado’.

Lenin sostenía que no había que prestar ‘ningún apoyo al Gobierno Provisional’ y que era necesario que ‘todo el poder’ pasase a manos de los Soviets. Solo de esta manera las masas podían poner fin a la guerra, asegurar el pan y la tierra a los campesinos, y sustituir la policía y el ejército permanente por el armamento general del pueblo. Lenin defendía la constitución ‘de un “Estado-Comuna”, es decir, de un Estado cuyo prototipo dio la Comuna de Paris’. A fin de eliminar la burocracia, la remuneración de los funcionarios, todos ellos elegibles y revocables en cualquier momento, no debía exceder el salario medio de un obrero calificado.

Lenin fijaba como tarea inmediata el control obrero de la producción (‘No la “implantación” del socialismo como nuestra tarea inmediata, sino pasar simplemente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de diputados obreros’). Las tesis preconizaban la necesidad de celebrar inmediatamente un congreso del partido a fin de adoptar un nuevo programa, ya que el viejo programa había quedado obsoleto ante el curso de los acontecimientos. Finalmente, Lenin proponía cambiar el nombre del partido a Partido Comunista y planteaba la necesidad de crear una nueva Internacional. Las posiciones de Lenin prevalecieron en el partido luego de un duro debate.

Las ‘Tesis de Abril’ y el libro El estado y la revolución de Lenin, sobre el cual hablaremos más adelante, fueron dos manifestaciones grandiosas de un gran giro, estratégico y teórico, si se los compara con la consigna histórica del bolchevismo: dictadura democrática (es decir, no socialista) del proletariado y el campesinado. Este giro muestra que el partido no es un dato fijo en una revolución, sino que debe volver a demostrar su carácter revolucionario por medio de una comprensión crítica de su programa y de su táctica. Lenin y la vanguardia obrera del partido comprendieron de inmediato el carácter excepcional de la situación que se había creado. Este giro estratégico, que condensan las Tesis de Abril, no descalifica el programa de la Socialdemocracia rusa, ya que éste no podía prever la combinación de circunstancias históricas que dieron lugar a la revolución en 1917. Por el contrario, las viejas bases programáticas, al postular a la clase obrera como el sujeto revolucionario y al afirmar luego que los obreros y campesinos debían tomar el poder para llevar adelante las tareas históricas a las que la burguesía había renunciado, sentaron las bases para los desarrollos posteriores.

La crisis del Gobierno Provisional y la entrada de mencheviques y eseristas a la coalición

Del 18 al 21 de abril (3 a 4 de mayo) de 1917 tuvo lugar la primera crisis del Gobierno Provisional, la así llamada ‘Crisis de abril’, luego de que el 18 de abril (1 de mayo) el ministro de Asuntos Exteriores, Pavel Miliukov enviara una nota a los gobiernos de Gran Bretaña y Francia con la promesa de continuar la guerra hasta el final y de respetar los tratados firmados por el gobierno zarista. El 20 de abril (3 de mayo) estallaron manifestaciones masivas de obreros y soldados en contra de la continuación de la guerra, que forzaron a Milukov y a Guchkov (los líderes de los dos principales partidos burgueses, cadetes y octobristas) a renunciar al día siguiente.

Esto dio lugar al primero gobierno de coalición entre los partidos burgueses y los partidos de la autodenominada ‘democracia revolucionaria’: los mencheviques y los socialistas revolucionarios (eseristas). El segundo Gobierno Provisional o primer gobierno de coalición, formado el 5 (18) de mayo de 1917, incluía 10 ministros de los partidos burgueses y 6 de los partidos ‘socialistas moderados’. El Primer Ministro y Ministro de Interior seguía siendo el Príncipe Lvov. El trudovique (eserista) Alexander Kerenski fue designado Ministro de Guerra y Marina; el Ministerio de Agricultura quedó en manos del ideólogo de los socialistas revolucionarios, Víctor Chernov; el Ministerio de Correos y Telégrafos fue ocupado por el menchevique Irakli Tsereteli; al frente del Ministerio de Trabajo se nombró al menchevique Mijail Skobelev; y finalmente el eserista Alexei Peshejonov fue nombrado Ministro de Alimentación.

De esta coalición surgiría el slogan bolchevique ‘fuera los 10 ministros capitalistas’, destinado forzar a los mencheviques y eseristas a romper con los partidos de la burguesía y a asumir todo el poder, a fin de que las masas hicieran su experiencia con un gobierno de los partidos oportunistas, ya libres de los obstáculos que supuestamente les impedían aplicar su programa.

El 4 (17) de mayo de 1917, un día antes de la formación del primer gobierno de coalición, Trotsky regresó del exilio. Sus posiciones coincidían con las de Lenin y comenzó a trabajar conjuntamente con el Partido Bolchevique, al que se afilió formalmente, junto con la organización que integraba, los Mezhraiontsi o ‘Comités Interdistritos’ de Petrogrado, un grupo de unos 4.000 militantes formado en noviembre de 1913, que se fusionará con los bolchevique en su sexto congreso, celebrado a fines de julio y principios de agosto.

Rusia y el Partido Bolchevique a mediados de 1917

Las siguientes estadísticas ofrecen un cuadro de la situación en Rusia, y particularmente en la capital, a mediados de 1917. Rusia tenía una población de más de 165 millones en 1917, mientras que Petrogrado tenía una población inflada por la guerra de 2,7 millones (el 1,63% de la población de Rusia). En Petrogrado había unos 390.000 obreros fabriles, de los cuales aproximadamente un tercio eran mujeres, y de 215.000 a 300.000 soldados en la guarnición, a los que deben agregarse los aproximadamente 30.000 marineros y soldados de la cercana base naval de Kronstadt. En febrero había unos 2.000 bolcheviques en Petrogrado, los cuales representaba el 0,5 por ciento de la clase obrera industrial.

En la apertura de la Conferencia de abril, los miembros del partido habían aumentado a 16.000. A finales de junio habían llegado a 32.000, mientras que 2.000 soldados de la guarnición se habían unido a la Organización Militar Bolchevique y 4.000 soldados se habían asociado con el ‘Club Pravda’, un club ‘no partidario’ para el personal militar operado por la Organización Militar Bolchevique.

El Primer Congreso de los Soviets de junio de 1917

En el Primer Congreso de los Soviets, celebrado del 3 al 24 junio (16 de junio al 7 de julio) de 1917 había 533 mencheviques y eseristas y 105 bolcheviques, sobre un total de 1.090 delegados. El congreso estuvo dominado por los ‘socialistas’ partidarios de la colaboración con el Gobierno Provisional, y eligió un Comité Ejecutivo Central (VTsIK) dominado por mencheviques y eseristas La ‘ofensiva Kerenski’ y las ‘Jornadas de Julio’

El 18 de junio (1 de julio) de 1917, Kerenski, como nuevo Ministro de Guerra, lanzó una ofensiva en el frente sur, en Galicia, dirigida por el general Alexei Brusilov, quien había sido nombrado en mayo de 1917 Comandante en Jefe del Ejército Ruso. La ofensiva colapsaría en dos semanas ante el contraataque alemán, y Brusilov sería reemplazado por Lavr Kornilov como Comandante en Jefe del Ejército.

El mismo día en que comienza la ‘ofensiva de Galicia’, el Primer Congreso de Soviets convocó a una manifestación en apoyo del gobierno en Petrogrado. En contra de las expectativas de los organizadores, los 500.000 manifestantes asumieron una postura anti-belicista y anti-gubernamental, y enarbolaron las consignas bolcheviques: ‘Paz, pan y tierra’, ‘Abajo los diez ministros capitalistas’, y ‘Todo el poder a los soviets’. Dos semanas después, los ministros del partido cadete dimitían porque el Gobierno Provisional había llegado a un acuerdo que otorgaba un autogobierno limitado a Ucrania, dando comienzo a una nueva crisis gubernamental. El 3 (16) de julio, el Gobierno Provisional reimpuso la pena de muerte en el frente, abolida a comienzos de la revolución.

Ante el fracaso de la ofensiva de Galicia, las masas y sobre todo los soldados estacionados en Petrogrado llevaron adelante una imponente manifestación armada con la consigna bolchevique ‘Todo el poder a los soviets’. El Comité Ejecutivo Central de los Soviets, dominado por mencheviques y eseristas, prohibió la manifestación. Los bolcheviques contuvieron a las masas para que la protesta no se transformase en una insurrección armada, ya que consideraban que, aun en caso de triunfar, la capital habría quedado aislada de las provincias, como sucedió en la Comuna de París. Finalmente, el 18 de julio el gobierno provisional suprimió las manifestaciones y desarmó a los soldados de las unidades involucradas con la ayuda de tropas traídas del frente.

El Gobierno Provisional aprovechó la oportunidad para reprimir a los bolcheviques y calumniar a Lenin acusándolo de ser un agente del gobierno alemán. Grupos de choque destruyeron la sede de Pravda (el periódico de los bolcheviques) e incluso dirigentes no pertenecientes al partido pero cercanos a los bolcheviques, como Trotsky y Lunacharski, fueron encarcelados. Para evitar ser asesinados, Lenin y Zinoviev se vieron obligados a pasar a la clandestinidad, refugiándose primero en las barriadas obreras de la capital y luego en Finlandia.

Aunque los bolcheviques no pudieron impedir el desarrollo de choques armados en la ‘Jornadas de Julio’ (el Gobierno Provisional montó un gran espectáculo en torno al funeral de 7 cosacos que habían caído muertos en estos combates), Lenin y el partido en general supieron resistir la presión de la vanguardia obrera para hacer la revolución en Julio, es decir, opusieron una caracterización estratégica al apresuramiento de la vanguardia. Un episodio similar en Alemania en enero de 1918, la Revuelta Espartaquista en Berlin, tuvo un curso opuesto, y culminó con el asesinato de Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht y Leo Jogiches. El segundo gobierno de coalición y la Conferencia Estatal de Moscú

El 24 de julio (6 de agosto), luego del fracaso de las ‘Jornadas de Julio’, los mencheviques y los eseristas renovaron su compromiso con los partidos burgueses y conformaron el tercer Gobierno Provisional (segundo gobierno de coalición), el cual incluía 7 eseristas y mencheviques, 4 cadetes, 2 demócratas y 2 radicales sin partido. Kerenski se convirtió en Primer Ministro pero siguió conservando el puesto de Ministro de Guerra y Marina, transformándose cada vez más en una figura bonapartista que trataba de concentrar el poder en sus manos a fin de continuar la guerra e impedir la revolución. También conservó su puesto como Ministro de Agricultura el ideólogo eserista Víctor Chernov. Del 12 al 15 (25 al 28) de agosto, Kerenski organizó una así llamada Conferencia Estatal en Moscú, con la participación de los mencheviques y los eseristas, a fin de crear una base de apoyo para el Gobierno Provisional. En el día de apertura de la Conferencia, los obreros de Moscú y sus alrededores realizaron una huelga general de 24 horas, con más de 400.000 participantes. En este contexto, los participantes en la Conferencia Estatal de Moscú no consiguieron llegar a un acuerdo.

La tentativa de golpe de Estado del general Kornilov

El 25 de agosto (7 de setiembre), el Comandante en Jefe del Ejército designado por Kerenski, el general Kornilov, marchó sobre Petrogrado para asumir el poder y aplastar la revolución, pero fracasó debido a la iniciativa de los obreros, que bloquearon los transportes, y de los soldados, que se rehusaron a obedecer las órdenes de sus oficiales. Trotsky, entonces encarcelado por orden del propio Kerenski, aconsejó ante todo concentrarse en derrotar el golpe de Konilov y propuso la creación de un frente único con los mencheviques y los eseristas, con los cuales los bolchevique formaron organizaciones conjuntas para resistir el golpe por la fuerza de las armas.

Trotsky recordó en sus escritos sobre la lucha contra el fascismo en Alemania: ‘liberado de la cárcel gracias a una fianza desembolsada por las organizaciones sindicales, fui directamente desde mi celda a una sesión del Comité de Defensa Popular, donde junto con el menchevique Dan y el socialista revolucionario Gots, que eran los aliados de Kerenski y que me habían mantenido en la cárcel, examiné y resolví los problemas de la lucha contra Kornilov’.

Al mismo tiempo, Lenin advirtió claramente que la movilización contra el golpe de Kornilov no entrañaba, bajo ninguna forma, un apoyo político a Kerenski. De otro modo, se habría reforzado la maniobra bonapartista de Kernski y habría quedado comprometido el pasaje del poder a los soviets, bajo la dirección bolchevique.

El fracaso del golpe de Kornilov cambió de golpe la situación política: el gobierno de Kerenski perdió toda credibilidad, mientras crecía la autoridad de los bolcheviques, que rápidamente conquistaron la mayoría en los soviets de las principales ciudades. El 31 de agosto (13 de setiembre), el Soviet de Petrogrado aprobó por primera vez una resolución patrocinada por los bolcheviques, que reclamaba el pasaje del poder a los Soviets (el soviet de Moscú haría lo mismo cinco días más tarde). Al día siguiente, para contrarrestar la influencia de los soviets y luego de que el intento de golpe de Kornilov provocara el colapso del segundo gobierno de coalición, Kerenski creó una nueva autoridad, el Directorio (‘Consejo de los Cinco’), que proclamó la república.

Los bolcheviques le exigen a los mencheviques y eseristas que asuman todo el poder

Luego de la derrota del intento de golpe de Estado de Kornilov, los bolcheviques les proponen a los mencheviques y los eseristas, quienes aún conservaban una mayoría en los soviets, que tomen el poder. Una vez más, cedemos la palabra a Trotsky: ‘A lo largo de los últimos días de agosto, Kornílov fue aplastado, en realidad no por la fuerza de las armas, sino solamente por la unidad de las masas. Al día siguiente del 3 de septiembre, Lenin proponía en la prensa a los mencheviques y a los socialistas revolucionarios el compromiso siguiente: ustedes tienen la mayoría en los sóviets, les decía, tomen el poder, nosotros los apoyaremos contra la burguesía. Garantícennos una libertad de agitación total y nosotros les prometemos una lucha pacífica por la mayoría dentro de los soviets… Los mencheviques y los socialistas revolucionarios rechazaron el compromiso, es decir, una nueva propuesta de frente único contra la burguesía. Este rechazo se convirtió en las manos de los bolcheviques en una potente arma para la preparación del levantamiento armado que, siete semanas más tarde, barrió a los mencheviques y a los socialistas revolucionarios’.

En otras palabras, Lenin contempló en ese momento la posibilidad de un desarrollo pacífico de la revolución, un planteo va a gravitar poderosamente en los acontecimientos posteriores de la revolución alemana (Paul Levi adoptó una política similar en su famosa ‘Declaración de oposición leal’ del 23 de marzo 1920, ver nuestro artículo ‘La Internacional Comunista y el surgimiento de la política de frente único’ En Defensa del Marxismo #43). Esta posibilidad de un gobierno pequeñoburgués de la clase obrera, que opera como transición política hacia la dictadura del proletariado, es recogida por el Programa de Transición, donde sin embargo se considera que ‘no representaría más que un corto episodio en el camino de la verdadera dictadura del proletariado’.

La ‘Conferencia Democrática’ y el tercer gobierno de coalición El 14 (27) de septiembre, el Comité Ejecutivo Central de los Soviets decidió convocar a la reunión de una ‘Conferencia Democrática’ con el fin de fortalecer al Gobierno Provisional, pero sus participantes no pudieron llegar a un acuerdo. Una resolución eserista-menchevique aprobando una coalición con los cadetes reunió sólo 183 votos, contra 813 votos en contra y 80 abstenciones.

El 16 (25) setiembre, Trotsky fue elegido presidente del Soviet de Petrogrado, que pasó a ser controlado por los bolcheviques. Cuatro días después, a iniciativa de Tsereteli, la presidencia de la Conferencia Democrática decidió constituir un órgano permanente, el ‘Consejo Democrático’ o ‘Pre-Parlamento’. El 25 de septiembre (8 de octubre) se conformó el cuarto y último Gobierno Provisional (tercer gobierno de coalición), el cual incluía 4 cadetes, 3 mencheviques, 2 eseristas, 1 trudovique, un ‘independiente’ y 2 expertos militares. Kerenski conservó el puesto de Primer Ministro y fue designado además Comandante Supremo de las fuerzas armadas, en un intento de reforzar el carácter bonapartista del régimen. Cuando, doce días después, se produjo la apertura del ‘Pre-Parlamento’, los bolcheviques leyeron una declaración denunciándolo y abandonaron la sala de reuniones.

El 10 (23) de octubre, el Comité Central del Partido Bolchevique votó a favor de preparar la insurrección, por diez votos contra dos. Zinoviev y Kamenev se opusieron a la decisión e hicieron pública su oposición en el diario editado por Máximo Gorki, Novaya Zhizn. Esta crisis grave en la dirección pudo ser superada gracias a la determinación de Lenin, Trotsky y la base obrera del partido; en 1923, vacilaciones similares por parte de Zinoviev (ahora como Presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista) y de Heinrich Brandler al frente del KPD hicieron abortar el octubre alemán.

El Congreso de los Soviets de la Región Norte (11 al 13 [24 al 26] de octubre)

Del 11 al 13 (24 al 26) de octubre se celebró en Petrogrado el Congreso de los Soviets de la Región Norte, a iniciativa del Partido Bolchevique. Los delegados representaban a los soviets de Petrogrado y Moscú, y a 21 soviets en Finlandia, Estonia y las provincias de Pskov y Novgorod. De los 94 delegados, 51 eran bolcheviques, 38 eran eseristas y 5 eran mencheviques. El 12 (25) de octubre, el Congreso aprobó una resolución exigiendo la entrega del poder a los soviets y la creación de un gobierno soviético. Se eligió un Comité Ejecutivo de la Región del Norte, compuesto por 17 miembros (11 de ellos bolcheviques), el cual asumió la responsabilidad de convocar al Segundo Congreso de los Soviets. En un telegrama especial a los soviets locales, el Congreso recomendaba que se establecieran comités militares revolucionarios, con el fin de realizar los preparativos para un levantamiento armado contra el Gobierno Provisional. En el momento de la victoria de la insurrección en Petrogrado, había más de 40 comités militares revolucionarios en el país.

El Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado

El 12 (25) de octubre, el Soviet de Petrogrado decidió crear un Comité Militar Revolucionario, que se abocó a la tarea de preparar la insurrección. El Comité Militar Revolucionario disputó a las autoridades militares el control de la guarnición de Petrogrado: proclamó el 22 de octubre como el ‘Día del Soviet de Petrogrado’, organizando manifestaciones bajo el slogan ‘Todo el poder a los Soviets’. El 24 de octubre (6 de noviembre), cuando el Gobierno Provisional intentó impedir la circulación de los periódicos bolcheviques, el Comité Militar Revolucionario ordenó desconocer la orden.

La Revolución de Octubre (25 de octubre [7 de noviembre] de 1917)

El 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917, el Partido Bolchevique tomó el Palacio de Invierno, sede del Gobierno Provisional, bajo la dirección del Comité Militar Revolucionario, presidido por Trotsky y dirigido por Vladimir Antonov-Ovseenko. Destacamentos de la Guardia Roja (formada por obreros armados) y tropas fieles al Soviet ocuparon los puntos estratégicos de la capital, encontrando una débil resistencia. La mayoría de los miembros del Gobierno Provisional fueron detenidos; Kerenski consiguió escapar en un auto de la embajada norteamericana.

El Segundo Congreso de los Soviets y el Consejo de Comisarios del Pueblo

La insurrección fue planificada para que coincidiera con la apertura del Segundo Congreso de los Soviets, en el cual estaban representados 402 soviets de toda Rusia por 649 delegados: 390 bolcheviques, 160 eseristas, 72 mencheviques, 14 ‘internacionalistas unidos’, 6 mencheviques internacionalistas (del grupo de Martov), y 7 socialistas ucranianos. Los bolcheviques tenían la mayoría en el Congreso y contaban con el apoyo de los eseristas de izquierda. El Congreso declaró depuesto al gobierno provisional, creando en su lugar un nuevo órgano gubernamental: el Consejo de Comisarios del Pueblo, con Lenin como presidente.

Los decretos sobre la paz y sobre la tierra

Los primeros decretos del Consejo de Comisarios del Pueblo proclamaron inmediatamente las dos demandas democráticas más sentidas por las masas rusas, compuestas en un 84% aproximadamente por campesinos: una paz sin anexiones ni indemnizaciones (en la Primera Guerra Mundial, Rusia sufrió entre 1.600.000 y 1.850.000 muertes por todas las causas, a los que hay que sumar unos 5 millones de heridos) y la reforma agraria. Una de las peculiaridades histórica de la Revolución de Octubre es el apoyo de la masa campesina como un todo a una revolución proletaria.

El campesinado se mantuvo unido (no hubo una escisión de la masa agraria) en apoyo a la revolución. El programa agrario del gobierno soviético benefició al conjunto de la masa campesina, como no lo hacía el programa original de la socialdemocracia, lo que abrió la posibilidad de una coalición gubernamental entre los bolcheviques y los eseristas de izquierda. Dicha alianza se concretó el 30 de noviembre (12 de diciembre) de 1917, cuando cuatro eseristas de izquierda, que no habían abandonado el Segundo Congreso de los Soviets, ingresaron al Consejo de Comisarios del Pueblo. La coalición entre los bolcheviques y los eseristas de izquierda continuó hasta la firma del Tratado de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918, cuando los eseristas de izquierda salieron de la coalición y comenzaron a preparar una insurrección armada contra el gobierno bolchevique, que finalmente llevarían a cabo sin éxito el 6 de julio de 1918.

La insurrección bolchevique en Moscú

La insurrección de octubre se extendió a Moscú, donde, debido a la política de conciliación hacia los mencheviques y eseristas, los bolcheviques locales tardaron en organizar un Comité Militar Revolucionario, el cual fue creado recién el 25 octubre (7 noviembre). Por el contrario, los eseristas y los mencheviques de la Duma de Moscú formaron rápidamente un Comité de Seguridad Pública, bien organizado y armado. Cuando la lucha entre las dos facciones estalló el 27 de octubre, el Comité de Seguridad Pública inicialmente dominó el conflicto. La situación cambió, sin embargo, después de que guardias rojos y voluntarios de otras ciudades llegaran a Moscú el 28 de octubre para ayudar a los bolcheviques locales. El 2 (15) de noviembre de 1917, ocho días después de Petrogrado, los bolcheviques proclaman el control soviético sobre Moscú, luego de una semana de combates y varios centenares de muertos.

La primera ofensiva de los blancos comenzó poco después, el 29 de octubre (11 de noviembre), cuando el general Pyotr Krasnov avanzó al frente de la división cosaca sobre Petrogrado para suprimir la revolución bolchevique. Krasnov fue derrotado cerca de Pulkovo, hecho prisionero y puesto en libertad, habiendo antes empeñado su palabra de honor de no volver a tomar las armas contra la revolución. La revolución pagaría cara esta indulgencia de sus primeros días: violando su juramento, Krasnov se dirigió a la región del Don, donde organizaría el terror blanco.

Los primeros decretos del gobierno soviético

La revolución bolchevique tuvo un carácter combinado: fue producto de la combinación de una revolución obrera socialista en las ciudades con una revolución democrático-burguesa respaldada por una gran revuelta campesina en las zonas rurales, en las cuales residía la aplastante mayoría de la población -el 84% en 1926, según Moshe Lewin. La legislación soviética temprana también tuvo, en consecuencia, un carácter combinado, que reflejaba este proceso de revolución permanente –es decir, de combinación de las tareas democráticas y socialistas en la revolución.

Así, entre los primeros decretos del gobierno soviético encontramos medidas de carácter democrático (la paz, la reforma agraria, la jornada de trabajo de ocho horas, la separación de la Iglesia y el Estado, la introducción del calendario gregoriano y del sistema métrico decimal, la Declaración de los derechos para los Pueblos de Rusia del 2 de noviembre de 1917, otorgándoles el derecho a libre autodeterminación, incluyendo la secesión y formación de un estado separado), junto con medidas de carácter transicional (el control obrero en la industria, la anulación de las deudas de Estado, la nacionalización de la banca y del comercio exterior, la elección de los oficiales en el ejército) y otras de carácter socialista (la nacionalización de los ferrocarriles y de la gran industria sin compensación, el establecimiento del Ejército Rojo obrero y campesino, el servicio obligatorio universal de trabajo, etc.).

La Revolución de Octubre y la liberación de la mujer

Entre las medidas de carácter democrático destinadas a impulsar la liberación de la mujer se cuentan los Decretos sobre el matrimonio civil y el divorcio del 18-19 de diciembre de 1917, el Código de Leyes sobre el estado civil y las relaciones domésticas, el matrimonio, la familia y la tutela del 16 de septiembre de 1918, y el Decreto sobre la legalización del aborto promulgado el 10 de noviembre de 1920, el cual convirtió a Rusia en el primer estado del mundo en legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. A pesar de su carácter revolucionario (y en el caso del aborto, inédito) estas medidas eran vistas por los bolcheviques sólo como un primer paso. Bajo el capitalismo, las mujeres desperdician sus vidas inútilmente como esclavas domésticas ante todo para preservar la familia monogámica, que es la institución a través de la cual las diferencias de clase, y por ende la explotación, se transmiten de generación en generación. Para terminar con esta situación, los bolcheviques, siguiendo los lineamientos de la Internacional de Mujeres Socialistas, apuntaban, no a librar una ‘batalla cultural’ contra el ‘patriarcado’ a través de un frente popular policlasista femenino, sino a organizar a las trabajadoras en el marco de las instituciones de su clase (partido, sindicatos, etc.) con el objetivo de, una vez tomado el poder, abolir la esclavitud doméstica mediante la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de los niños, lo cual crearía las bases materiales para el surgimiento de una nueva forma de familia.

Dichos proyectos chocaron pronto con los límites brutales impuestos por la herencia del atraso ruso, la destrucción causada por la Primera Guerra Mundial y la guerra civil, y el aislamiento de la revolución, por lo que debieron en gran medida ser revertidos luego de la adopción de la Nueva Politica Economica (NEP) en marzo de 1921. Representan, por ende, una tarea pendiente del movimiento obrero internacional.

La disolución de la Asamblea Constituyente y la contrarrevolución democrática

El 12 (25) de noviembre tuvieron lugar las elecciones para la Asamblea Constituyente. Los socialistas revolucionarios recibieron el 41% de los votos, los bolcheviques el 23,5%, los cadetes el 4,8%, los mencheviques el 3,3%, y las otras organizaciones el 26,7%. Mientras que los bolcheviques fueron claros ganadores en los centros urbanos, así como en el frente, donde obtuvieron alrededor de dos tercios de los votos de los soldados, los socialistas revolucionarios, que eran partidarios de formar un nuevo gobierno de coalición con la burguesía, obtuvieron el apoyo masivo del campesinado. La Asamblea Constituyente se reunió el 5 de enero de 1918, pero la mayoría se negó a dar su apoyo a la conformación de una República Soviética. Los bolcheviques abandonaron las sesiones en señal de protesta y ese mismo día disolvieron la Asamblea.

Ya en 1884 Engels había predicho que con el estallido de la revolución proletaria todas las fuerzas reaccionarias se esconderían bajo la bandera de la democracia: ‘En cuanto a la democracia pura y a su función en el futuro, no comparto su opinión. Es evidente que desempeña una función muchísimo más secundaria en Alemania que en países de desarrollo industrial más antiguo. Pero esto no impide la posibilidad de que, cuando llegue el momento de la revolución, adquiera una importancia pasajera en cuanto el más avanzado de los partidos burgueses (ya pretendió hacerlo así Fráncfort), y en cuanto a la última tabla de salvación de todo régimen burgués e incluso feudal. En momentos revolucionarios como esos, toda la masa reaccionaria se aferra a ella y la refuerza; todo lo que solía ser reaccionario pasa por democrático’. (Carta a August Bebel, 11 de diciembre de 1884).

En el mensaje de guerra de Woodrow Wilson al congreso, el 2 de abril de 1917, el presidente racista había disfrazado la cruzada imperialista estadounidense como una cruzada democrática contra el militarismo prusiano, declarando: ‘Debemos convertir al mundo en un lugar seguro para la democracia’. La retórica ‘democrática’ de Wilson encontró ardientes partidarios en Kautsky y los otros líderes de la fracción ‘centrista’ de la socialdemocracia alemana, quienes, luego de la revolución bolchevique, condenaron la disolución de la Asamblea Constituyente y se sumaron al campo de la contrarrevolución democrática.

Kautsky, en particular, escribió toda una serie de libros y panfletos denunciando al bolchevismo en nombre de la democracia, con títulos tales como Demokratie oder Diktatur (Democracia o dictadura) y Von der Demokratie zur Staats-Sklaverei; eine Auseinandersetzung mit Trotzki (De la democracia a la esclavitud estatal: Una polémica con Trotsky). Los socialdemócratas utilizarían la misma política de contrarrevolución democrática en Alemania luego de la revolución de noviembre de 1918, contraponiendo a los soviets (Räte: consejos), creados espontáneamente por las masas alemanas al calor de la revolución, la Asamblea Constituyente reunida en Weimar.

Es para combatir esta propaganda democrática contrarrevolucionaria que Lenin escribió El estado y la revolución, mientras se escondía de los golpes de la represión en Finlandia luego de las ‘Jornadas de Julio’, encomendándole a Kamenev que lo publicara como su testamento político en caso de ser asesinado. Allí Lenin señala claramente que sólo es marxista aquel partido que aspira conscientemente a la dictadura del proletariado y organiza a los trabajadores para ejercerla: ‘la doctrina de la lucha de clases no fue creada por Marx, sino por la burguesía, antes de Marx, y es, en términos generales, aceptable para la burguesía. Quien reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el marxismo a la doctrina de la lucha de clases es limitar el marxismo, bastardearlo, reducirlo a algo que la burguesía puede aceptar. Marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado’.

El Tercer Congreso de los Soviets y la ‘Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado’

La teoría que sirvió de base a las revoluciones burguesas fue la teoría del derecho natural, de la cual derivaron las declaraciones de derechos humanos que sirvieron de base a sus marcos constitucionales de gobierno, por ejemplo la ‘Declaración de Derechos’ de Virginia del 12 de junio de 1776, pero sobre todo a la ‘Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano’ proclamada el 26 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional durante la revolución francesa. A esta declaración burguesa de los ‘derechos humanos’ (es decir, a la proclamación de la igualdad jurídica y política y de la desigualdad económica y social, y por ende de la explotación), Lenin contrapuso la ‘Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado’, para poner fin al mito del pueblo supraclasista y conferirle al gobierno soviético un carácter explícito de clase. Dicha resolución, propuesta originalmente a la Asamblea Constituyente pero rechazada por la misma, fue finalmente adoptada por el Tercer Congreso de los Soviets celebrado en enero de 1918, días después de la promulgación del Decreto sobre la creación del Ejército Rojo obrero y campesino, del cual estaban excluidos los miembros de las clases explotadoras (la Guardia Roja de 1917, que reunía escasamente 10.000 hombres entrenados, creció hasta convertirse, en el apogeo de la guerra civil, en un Ejército Rojo de cinco millones de hombres).

Concluiremos esta exposición citando el segundo capítulo de esta Declaración, la cual fue incluida luego como preámbulo a la primera Constitución Soviética:

‘Proponiéndose como objeto esencial la abolición de toda explotación del hombre por el hombre, el aniquilamiento total de la división de la sociedad en clases, el aplastamiento sin piedad de los explotadores, el establecimiento de la organización socialista de la sociedad y el triunfo del socialismo en todos los Estados, el Tercer Congreso de los Consejos de diputados obreros, soldados y campesinos de Rusia (Soviets), decreta lo siguiente: ‘a) Con el fin de realizar la socialización de la tierra, queda anulada la propiedad individual sobre la tierra; y todas las propiedades agrícolas son declaradas del dominio público y transferidas sin indemnización a las masas trabajadoras sobre la base de igualdad en el usufructo de la tierra. ‘b) Todas las aguas y bosques, suelo y subsuelo, que ofrezcan interés público, así como el material y herramientas, el ganado, las granjas modelos y las explotaciones agrícolas, son declarados bienes públicos. ‘c) Con objeto de asegurar el Poder de los trabajadores sobre los explotadores, quedan ratificadas las leyes de inspección obrera, y la ley del Consejo superior de la economía nacional, como primeros pasos hacia la transferencia de las fábricas, industrias minas y caminos de hierro, y otros medios de la producción y de transporte, en plena propiedad, a la República obrera y campesina de los Soviets (Consejos). ‘d) El Tercer Congreso de los Soviets de Rusia considera al decreto relativo a la anulación de lospréstamos negociados por los gobiernos del zar, de los propietarios y de la burguesía como el primer golpe dado al capitalismo financiero internacional, y expresa la esperanza de que el Poder de los Soviets avanzará resueltamente en este camino hasta la victoria completa de la revolución obrera internacional contra el yugo del capital. ‘e) El Congreso ratifica la nacionalización de los Bancos en provecho del Gobierno obrero y campesino como una de las condiciones de la liberación de las masas del yugo del capital. ‘f) Con el objeto de destruir todas las clases parásitas de la sociedad, y para organizar el régimen económico, ha sido instituido el trabajo obligatorio para todos. ‘g) A fin de garantizar la plenitud del Poder a favor de las clases trabajadoras, y de eliminar toda posibilidad de restablecimiento del Poder de los explotadores, el Congreso decreta el armamento de los trabajadores, la formación del Ejército rojo socialista de los obreros y campesinos y el desarme completo de las clases posesoras.’