REVOLUCIÓN CUBANA: ¿TENEMOS QUE CONSTRUIR UN PARTIDO OBRERO?

REVOLUCIÓN CUBANA: ¿TENEMOS QUE CONSTRUIR UN PARTIDO OBRERO?

El 1 de diciembre pasado tuve la grata tarea de inaugurar un local de mi partido en el microcentro – Bartolomé Mitre y Esmeralda -, para lo cual estaba prevista la asistencia de unas cincuenta personas. La concurrencia fue de más de 150, en su mayor parte atraída por el tema y muy joven. Conté seis de más de cuarenta años. Aunque la charla fue compleja, no se movió nadie, incluso en el debate posterior. Me fui más templado que lo habitual.


Felicitaciones por la apertura de este local. Cuando se produjo la rebelión de 2001, no teníamos ningún local tan cerca de la Casa Rosada, ahora lo tenemos. En las manifestaciones populares de ese día nosotros llegamos hasta Talcahuano. La policía y sectores civiles sin placas, como en la época de la dictadura, reprimieron en forma feroz y mataron 34 compañeros; no hay ningún condenado ni se conocen responsables. Si hubiéramos tenido un local, por ejemplo, como ahora, en Bartolomé Mitre y Esmeralda, hubiéramos contribuido a esa lucha popular preparándonos desde días antes con este local. Las movilizaciones del 20 de diciembre -después vamos a hablar del próximo 20 de diciembre-, fueron la consecuencia de una crisis política muy aguda. En julio de 2001, luego de una campaña muy importante del Partido Obrero, los diversos movimientos piqueteros, que estaban dispersos y divididos, se unificaron en una Asamblea Nacional.

No solamente hicimos una campaña por la unidad, sino que también hicimos diversas maniobras con diferentes grupos políticos, para acercarlos a la perspectiva de la asamblea. Esa asamblea piquetera y su dirección, que habían jugado un rol extraordinario en los seis meses siguientes, había planificado una movilización, por reclamos, para el 20 de diciembre. Cuando se acercó el 20 de diciembre ya la situación nacional era muy tensa; nosotros, a partir del picnic de fin de año, habíamos lanzado la consigna de asambleas populares, porque pronosticábamos una rebelión popular para esa semana. Sin embargo, la dirección piquetera se rompió, y el Partido Comunista Revolucionario (PCR), con la CCC y el Movimiento Tierra y Vivienda, que dirigía D’Elía, decidieron no concurrir a la movilización, porque había una rebelión popular. ¡Fantástico! ¿Ustedes vieron, alguna vez, alguna organización combativa que diga no voy porque hay una rebelión? Esa movilización planificada, pensada en otras circunstancias, por algunas reivindicaciones, se transformó en una importantísima movilización, pero ya en apoyo de esta rebelión popular. Así que lo mejor que puedo decir de este local es que espero que desempeñe un rol relevante sobre estos dos millones de trabajadores que están en el microcentro y sobre los cuales deberíamos ejercer una influencia política positiva.

Memorias y olvidos

¿Cómo hablar de Cuba? Cuando nosotros hacemos una charla expresamos nuestros puntos de vista y los ponemos a consideración. Es nuestro concepto de la organización revolucionaria: un esfuerzo por persuadir acerca de nuestras posiciones y por promover el debate público de ellas. El fallecimiento de Fidel Castro ha tenido lugar cuando la Revolución Cubana había quedado relegada largamente del debate y la atención pública. El lugar lo había ocupado Venezuela, el chavismo, por momentos Evo Morales, había una sustitución del interés político en América Latina, incluso premeditado, a favor del Socialismo del siglo XXI. ¿Qué este “socialismo”? “Muchachos, lo de Cuba fue lindo mientras duró, pero ahora la cosa es diferente. No hay que llevar las cosas al extremo, no hay que producir un cambio social radical, lo que hay que tratar de hacer es atenuar la pobreza, tratar de que los que ganen mucho dinero, ganen un poquito más, ver de si se puede llegar al nivel de la clase media a un sector de la población y luego asegurarse de que los planes sociales se distribuyan por medio de los bancos”. Esto, más un desborde del crédito al consumo, caracteriza al ‘populismo bancario o financiero’. El socialismo del siglo XX, claro, era diferente, había producido una revolución social de alcances enormes, y procede a armar a las masas ante una invasión organizada por el imperialismo. Mis saludos a todos los que homenajean a Fidel Castro en nombre del socialismo del siglo XXI, para meter gato por liebre y para hacer pasar lo contrario de lo que fue la revolución cubana, y hacerlo, encima, en el momento en que los procesos del siglo XXI se funden como nieve en el primavera. El tema de Cuba aparece por la ventana con motivo de la muerte de Fidel Castro, porque había sido relegado en la agenda política, y quienes más lo relegaban eran los dirigentes cubanos, que promovían el Socialismo del siglo XXI. El castrismo esgrimía el Socialismo del siglo XXI porque su propia agenda nacional destacaba la necesidad de una recomposición general con el capitalismo.

La denuncia de este escamoteo fue realizada en una Conferencia Latinoamericana, convocada por el Partido Obrero y el PT de Uruguay, en Montevideo; el documento que presentamos tenía como eje la vigencia de la revolución cubana – no la vigencia del movimiento bolivariano. Fidel aún no había muerto, pero la política de archivar la Revolución Cubana como aspecto de la Revolución Latinoamericana estaba a la orden del día más que nunca en medio siglo. La Revolución Cubana fue, a partir de la expropiación generalizada del capital extranjero y nacional, el punto más alto de la experiencia histórica de los explotados de América Latina y de la revolución latinoamericana. Demostró en forma positiva que la burguesía nacional no podía dirigir un proceso de independencia nacional, y que la independencia nacional no podía confinarse a los límites del capitalismo - ¡menos aún allí donde era casi sinónimo de capital extranjero! La Revolución Cubana estableció un nuevo piso histórico a la revolución latinoamericana y marcó el enlace más desarrollado, hasta el momento actual, entre las revoluciones nacionales en los países oprimidos y la revolución mundial. Es lo que decimos de la vigencia de la Revolución de Octubre, que en noviembre tendrá su centenario, cuando la decadencia del capitalismo mundial alcanza su mayor nivel histórico.

La Revolución rusa, precisamente, había planteado el debate acerca de la vigencia de la Revolución Francesa, de un siglo antes, porque también Rusia enfrentaba la necesidad de una revolución democrática. Trotsky demostró que el ‘modelo’ francés ya no servía para Rusia, en primer lugar, porque el antagonismo de clases dentro de la nación excluida u oprimido era muy intenso, o sea que la revolución democrática sería dirigida por el proletariado, el cual la transformaría en socialista a través de un proceso de transformaciones permanentes. Seguía siendo democrática, pero había dejado de ser democrática por la naturaleza histórica diferente de la clase dirigente de esa revolución. La crisis imperialista y la guerra introdujeron otra alteración, porque la revolución proletaria en un país se había convertido en parte de una revolución internacional que afectaba a todos los países. El que quiera hacer una revolución francesa en los países que no hicieron la revolución francesa, se va a confrontar con una revolución socialista, porque las clases sociales que van a participar en la revolución francesa en los países que no hicieron la revolución francesa son clases sociales diferentes a las que estaban en la revolución francesa y sus objetivos históricos son diferentes. Ese es el aporte que hace Trotsky, que era un aporte no académico, no irrelevante, que lo demostró, que fue exactamente lo que ocurrió: la revolución de Octubre fue conducida por la clase obrera, y no por la burguesía ilustrada que condujo la revolución francesa, o en su momento más extremo, por la pequeña burguesía extremista de Francia, sino que fue conducida por la clase obrera. Quiere decir que la revolución rusa fue una respuesta a los problemas de Rusia, que reclamaban una revolución francesa, y a los problemas del capitalismo mundial, que reclamaban una la revolución socialista. Es con este método que discutimos la vigencia de la Revolución Cubana: está vigente porque abrió el camino hacia la expropiación del capital, que es el pre-requisito de la independencia nacional. Pero por su dirección política no planteó la unidad del proletariado mundial, que es la condición para que la expropiación del capital inicie un nuevo período de desarrollo de las fuerzas productivas de alcance mundial.

Peculiaridad

El radicalismo de la Revolución Cubana tiene que ver, desde un punto de vista histórico, con la forma extrema de su desarrollo combinado, en especial con referencia a América Latina. En cierto modo, es motorizada por los mismos factores que en el resto de América Latina provocaron las guerras de la Independencia, la emancipación de la corona española y la conquista de la autonomía política formal. El período de 1810 a 1820, en Cuba se va a concretar en 1959. Los últimos en emanciparse de la corona española son los cubanos, en la década de 1890; quiere decir que era una guerra de independencia atrasada. Cuando se produce una guerra de independencia en América Latina, las potencias principales eran España e Inglaterra; cuando se produce la guerra de independencia en Cuba, la potencia más importante, al menos en América Latina, es Estados Unidos. Cambio radical: una cosa es pelear contra la corona española y otra cosa es pelear -y ahora vamos a ver por qué- contra la corona española, con un imperialismo comercial inglés en ascenso, y otra frente poderoso vecino, que ingresa en la fase del capital financiero. Las guerras cubanas de la independencia son secuestradas por el imperialismo norteamericano; la retirada de la corona española lleva a la ocupación militar norteamericana y después a la dependencia política. Es lo que estable la Enmienda Platt, que otorga el derecho a intervención militar de Estados Unidos en Cuba.

La guerra de independencia de Cuba no concreta el objetivo de independencia nacional. Este va a ser el tema de la revolución cubana de 1933, en el marco de la crisis mundial de esa década. Fue una revolución radical enorme: derroca a una dictadura, se disuelve el ejército, y como relata un editorial del New York Times de la época: la Casa de Gobierno de La Habana se parece al Palacio de Invierno de octubre de 1917. El gobierno provisional nacionaliza los servicios públicos y establece leyes laborales fundamentales (salario mínimo, jornada de ocho horas, protección del trabajo). El nuevo presidente de EEUU, F. D. Roosevelt tiene que derogar la Enmienda Platt, ante la fuerte presión de Cuba. Muy tarde en la historia, Cuba adquiere los oropeles de una autonomía formal. Enfrente de Cuba, la menor de las Antillas, Puerto Rico, que queda para siempre como una colonia de Estados Unidos. La independencia de Cuba tiene que ser contrastado va paralela con el reforzamiento de la dominación colonial norteamericana en el Caribe.

El status político de Cuba no cambia, sin embargo, en un aspecto fundamental, que es la dependencia de EEUU de la exportación de azúcar, el rubro dominante de la economía de la Isla. La ruptura de este vínculo va a cortar, en 1960, el cordón umbilical del colonialismo. En Cuba se enlaza la lucha contra el colonialismo pre-capitalista transicional al capitalismo, con la lucha contra el capitalismo en su fase de monopolio financiero. La revolución cubana de 1959 es el emergente de una revolución nacional, postergada 150 años, que se produce en un país que vive en condiciones de una economía mundial capitalista completamente desarrollada y en decadencia. Los problemas nacionales se funden con los problemas sociales, ya se habían fundido en la revolución del ‘33, con el desarrollo del movimiento obrero en Cuba, la creación de la Central Obrera en Cuba y la existencia de un Partido Comunista gravitante. Este desarrollo combinado extrema constituye la base de la expropiación de los grandes capitales, en el marco de una revolución nacional. La Revolución Cubana puso al desnudo el estadio de la lucha de clases y de las contradicciones de clases en todos los países latinoamericanos. Este es el punto central.

Una transición capitalista

Sesenta años después, el gobierno de Cuba está haciendo un intento de repetir un proceso de integración al capitalismo, como el que operó el gobierno de China hace 30 años, o sea la apertura de la economía al capital extranjero, la abolición de la planificación y, en última instancia, del monopolio del comercio exterior, en una suerte de alianza con un sector económico estatal robusto, que pretende regular, graduar y controlar, la privatización de la economía, y que al mismo tiempo habilita la acumulación privada de esos reguladores públicos.

Nuestra caracterización de este proceso es de una transición al capitalismo y por lo tanto del ingreso a una etapa de crisis políticas y lucha de clases, en la que se plantea una reconstrucción de la clase obrera, de modo que pueda intervenir como clase en la transición y en el desenlace la de la crisis. Así como se etiquetó a la Revolución Cubana como socialista, a partir de los años 60, haciendo omisión a que no estaba dirigida por la clase obrera y, por lo tanto, no estaba históricamente interesada en una “revolución permanente” y en la revolución mundial; del mismo modo se la rotula como capitalista haciendo omisión a la lucha de clases que debería desatar y que deberíamos impulsar como consecuencia de esta tendencia a la restauración. La restauración capitalista es una transición histórica, no un hecho consumado, que se enlaza con el estallido de la mayor crisis que haya conocido el capitalismo mundial, en el mismo momento en que creía haber encontrado una salida con esa restauración. Pesa en la inadecuada caracterización de esta nueva etapa el hecho cierto de la falta completa de autonomía de la clase obrera y su enorme retraso subjetivo debido a seis décadas de subordinación política a una dirección pequeño burguesa que se convirtió en bonapartista y burocrática. La bancarrota capitalista mundial es, al mismo tiempo, por un lado un acicate y por el otro un freno; o sea un factor de convulsión durante un largo período.

El gobierno de Cuba pretende seguir el camino de China, pero lo hace con bastante retraso, cuando China se encuentra en vísperas de una crisis a lo Lehman. China se diferencia en tamaño y, por lo tanto, en capacidad política; Cuba está próxima a EEUU. Una tercera diferencia -que ni en Rusia ni en China había, previo al proceso de restauración capitalista, una clase capitalista actuando, en Cuba esa burguesía está a 90 millas y son los cubanos instalados en Miami que, como cubanos, ésta es una peculiaridad, tienen un derecho ciudadano y por lo tanto un derecho de propiedad potencia en Cuba. Es lo primero que va a ser reclamado en un proceso de ‘normalización’ jurídica de la economía.

Por lo tanto, la tentativa de salir del impasse económico a través de un proceso de apertura al capitalismo es explosivo. A término, se plantea una tercera revolución cubana, porque en Cuba se plantea una restauración con la clase capitalista de la nación opresora (de la que depende la burguesía cubana exiliada). Es un error dar por hecho un proceso contrarrevolucionario que todavía tiene que ser impuesto. En cierta fase del proceso deberá suscitar rebeliones populares; hoy, en China hay alrededor de 14 ó 15 mil huelgas por año y el movimiento obrero chino se parece hoy al movimiento obrero de la década de 1910, que empezó a florecer como hongos por el desarrollo del capitalismo en China y desató la revolución de 1926 y 27. Esto lo que ha puesto en evidencia el Partido Obrero en la Conferencia Latinoamericana de Montevideo, antes del fallecimiento de Fidel. Este es el punto del análisis crucial.

Obviamente, los apologistas del gobierno cubano y del castrismo, niegan el estancamiento de Cuba, alegando que la salud y la educación son las mejores del mundo, así como niegan el alcance estratégico de la penetración del capital extranjero, bajo el gobierno actual, y los acuerdos para seguir un esquema chino. La restauración del capitalismo tiene lugar en la fase del capitalismo en declinación, o sea cuando sus métodos de acumulación son de rapiña y de parasitismo. Lo que se presenta como una posibilidad de desarrollo económico en la nación que recibe ese capitalismo, es, en realidad, un trasplante forzado que lleva a nuevas explosiones políticas. La conmoción que ha provocado la victoria de este Trump es la expresión de esta contradicción, porque el magnate no oculta los métodos que le son propios en el marco mundial y frente a los países que quieren regular la transición al capitalismo.

Como especulador inmobiliario, Trump era, forzando los términos, pro-castrista, interesado en construir hoteles, resorts y canchas de golf en Cuba. Ahora, como presidente, reclama la apertura total de Cuba al capital y, por sobre todo, al norteamericano – no al chino! Trump acaba de declarar que inicia una guerra comercial contra China. Los que quieren hacer una China en el Caribe se la verán complicada.

Dirección, otra transición

La peculiaridad otra gran peculiaridad de la revolución cubana reside en que una dirección que no es obrera, ni tampoco tiene un programa que se parezca remotamente al de emancipación del proletariado, ejecuta tareas incuestionablemente revolucionarias, que parecen asimilarse a las de la clase obrera. Una asimilación de la pequeña burguesía, incluso revolucionaria, al proletariado, tiene una implicancia política enorme, porque significaría que la construcción de un partido obrero no sería históricamente necesaria y hasta podría ser contraproducente, porque reservaría a una clase lo que la pequeña burguesía presenta como nacional. Es muy frecuente (diría dominante) que el debate público de la izquierda clasista con los grupos o partidos pequeño burgueses, gire en torno al mérito de tal o cual reivindicación o tal o cual acción, pero no sea presentada como una diferencia de clase. Cuando se actúa con este método se borra la distinción fundamental entre un partido obrero y su acción, de los partidos pequeños burgueses y actuación política. Montoneros, Tupamaros y el PRT-Erp reivindicaron la posibilidad de una revolución socialista sobre la base de un método de lucha, en contraposición al carácter de clase del partido y de sus métodos de lucha; o sea que cualquier agrupación decidida podía emprender una revolución socialista. Esta tesis impugna la construcción del Partido Obrero. En el Congreso del PRT, en 1967, fue declarada caduca la necesidad de construir partidos obreros, en nombre de los “brazos armados”.

¿La historia habilita a la pequeña burguesía hacer una revolución socialista a partir de la experiencia histórica de la revolución cubana? ¡Qué interrogante, y no es académico! Es indudable que en la revolución de 1933, en Cuba, la clase obrera actuó con una relativa autonomía, atrapadas en el ‘tercer período’ ultra izquierdista del stalinismo; por eso caracterizó a la dirección pequeño burguesa revolucionaria de esos años, como “semi-fascista” – luego hizo un gobierno de frente popular con el futuro dictador Batista.

Para los marxistas y para el programa socialista, la expropiación del capital no es un fin en si mismo, sino todo lo que ello implica como transformación histórica ulterior: el tránsito a la abolición del trabajo asalariado – el dominio de las condiciones de producción de la riqueza social y de vida por parte de los productores reales. Por lo tanto, el problema de cuál es la clase ejecuta las tareas de una revolución determina las finalidades estratégicas o el contenido histórico de esas tareas, que no es lo mismo que la expropiación impuesta por las necesidades de una lucha y como arma en esa lucha. Por eso, la clase que hace una revolución socialista no es la clase que puede hacer, en otra etapa, la restauración capitalista; para que eso ocurra habrá que expropiar su poder político o derrocarla. Pero el proletariado, como clase, un gobierno obrero, no va a presidir la restauración del capitalismo, porque es una contradicción en sí misma.

Las expropiaciones en Cuba fueron medidas de independencia nacional, por su contenido, y adquirieron el carácter de un nuevo régimen político-económico cuando Cuba produjo un giro internacional hacia la Unión Soviética, en el plano económico y diplomático. En un país monopolizado por el capital extranjero, la expropiación del capital es un arma de defensa nacional, que puede determinar la política de un revolucionario nacionalista consecuente ¿Pero esto lo convierte de nacionalista en socialista? De ninguna manera, una evolución semejante dependerá del conjunto de factores que jalonen el proceso político ulterior, y que debería dar por resultado la estructuración política de la clase obrera y el establecimiento de una dictadura de clase del proletariado. Es un cambio histórico que podría darse, pero que tiene que ocurrir para cambiar la caracterización de la fuerza en presencia. O esa dirección se asimila a la clase obrera y, a través de un proceso complejo de debates, reflexiones, movilizaciones conjuntas, se transforma en una dirección obrera o se cristaliza como una dirección pequeño burguesa.

Esto que puede parecer muy sofisticado tiene que ver con la pregunta muy concreta de si nos disponemos a construir un partido obrero o qué construimos. De eso depende el futuro de Cuba: no de una nueva revolución como la de 1959/62, que vuelva sobre los pasos seguidos a partir del congelamiento y regresión de esa revolución, sino de una revolución dirigida por la clase obrera que derrote la restauración capitalista mediante un gobierno de trabajadores. En Cuba, el régimen político sufrió numerosas modificaciones, incluso si la presencia de Fidel era dominante: un gobierno de frente popular durante gran parte de 1959; un gobierno colegiado de los dirigentes del ejército rebelde; un bonapartismo de origen revolucionario; un bonapartismo clásico respaldado en la burocracia rusa; el bonapartismo extraordinario del ‘período especial’; el régimen semi colectivo de Raúl Castro apoyado por la cúpula de las fuerzas armada; la nueva conformación que producirá la renuncia de Raúl, el año próximo. La larga transición del gobierno de origen pequeño burgués asumió diversas formas políticas – nunca, sin embargo, la de un gobierno de trabajadores.

[Aquí Altamira desarrolla la crisis de los misiles en octubre de 1962 y aspectos de la relación económica entre Cuba y la URSS, que obviamos, incluso porque el audio empeora considerablemente].

Aislamiento

¿Es cierto que, en estos 60 años, Cuba enfrentó una ausencia de ascensos revolucionarios y revoluciones en América Latina, que la replegaron en un aislamiento perjudicial?

Este punto de vista preferido por los justificadores de lo que no pueden defender, es parcialmente correcto – o sea falso. Después de la revolución cubana, se desarrollaron en América Latina numerosos procesos revolucionarios; nunca antes se habían producido tantos. La ola de las huelgas generales y ocupaciones de fábricas en Uruguay, durante una década, que en el ’73 llevó a la ocupación de la inmensa mayoría de las fábricas del país para oponerse al golpe militar. Estas luchas fueron entregadas por la dirección tradicional, que hoy gobierna para el imperialismo, y desviadas por el foquismo sin salida de los Tupamaros (castrismo), que también están en el gobierno en la actualidad. Argentina vive los años 67/75, surcados de levantamientos populares y huelgas generales sin cesar y la derrota de sucesivos gobiernos militares. “Entonces llegó Perón”, incentivado por Montoneros y el apoyo o neutralidad del conjunto de agrupaciones castristas, armadas o no.

En Chile, los trabajadores organizan los “cordones industriales”, a partir de 1972, y comienzan a armarse en forma incipiente. Fidel apoya a Allende, que dicta una ley de desarme de los obreros y nombra a Pinochet ministro de Defensa. Bolivia asiste a las nacionalizaciones de 1968/70, la formación de la Asamblea Popular y la resistencia armada al golpe – apenas un año después del asesinato del Che. El castrismo volverá a tomar el camino de la guerrilla. En los ochenta hay nuevas convulsiones revolucionarias, bajo el gobierno de Siles Suazo. En octubre de 2003 la insurrección que derroca a Sánchez de Lozada. En 1965 se había producido el mayor levantamiento popular en la República Dominicana y Santo Domingo cae en poder de los revolucionarios. Estados Unidos invade el país con 40 mil ‘marines’.

El Caracazo; la insurrección parcial de febrero de 1992, que todos los gobiernos, incluido Cuba, condenan en defensa de la democracia y de Carlos Andrés Pérez. El argentinazo. Frente a todas estas experiencias políticas, el castrismo apoya a sus gobiernos ‘nacionales y populares’ o simplemente democráticos, para tender un puente a las burguesías nacionales, en conjunto con la burocracia rusa. Es un aislamiento de los procesos revolucionarios, para conseguir el apoyo de las clases dominantes, y asegurar un entorno ‘pacífico’ a Cuba. También se producen apoyos excepcionales a dictaduras, por conveniencias comerciales o alianzas con la URSS.

El caso más importante es la imposición a la revolución sandinista de una alianza con la burguesía nacional (escualidísima), o sea no repetir la revolución cubana – lo mismo en Centroamérican, todo lo cual tomará una forma institucional en el Foro de Sao Paulo. Finalmente, tenemos el entierro formal de la Revolución Cubana en América Latina, con el apadrinamiento del Socialismo del Siglo XXI. No es cierto, definitivamente, que la Revolución Cubana sufrió un aislamiento ‘objetivo’ – lo que ocurrió es una política de frente popular a escala de América Latina.

El 19 de julio de 1979, estábamos en una reunión internacional en La Paz, cuando se conoció el triunfo de la revolución sandinista. Ese día escribimos una declaración, que aparecería firmada por la TCI (o sea Por Bolivia, Causa Operaria, Liga Obrera de Palestina, delegaciones de Chile y Perú), advirtiendo que no iba a haber una trayectoria similar a la de Revolución Cubana (el texto se consigue). ¿Por qué? Porque las fuerzas actuantes en América Latina, y la primera de ellas Fidel Castro y Cuba, estaban conjugadas para impedirlo, ya que veían en una revolución socialista una desestabilización que podía afectar las relaciones de Cuba con el resto de las potencias capitalistas. Efectivamente, el sandinismo, que no había leído nuestra declaración, cumplió todo lo que decía esa declaración en el perfecto orden de ella. Es muy interesante esto. Antes dije que hay países en que no podés ser antiimperialista si no expropiás a todo el mundo, porque no hay nadie que no esté comprado por el imperialismo, pero eso fue desmentido en Nicaragua, donde todos eran somocistas, hasta las mariposas, salvo un pequeño núcleo burgués (los Chamorro), y sin embargo se impuso, por la presión de una burocracia satisfecha, una salida no revolucionaria. Cuando Fidel Castro viaja a Chile para apoyar a Salvador Allende, no lo va contra el imperialismo, va para decirles a los castristas de Chile: “lo que ustedes están haciendo, armándose y organizando a los obreros porque temen embates de derecha, deben abandonarlo, porque con eso le dan pretexto a la derecha”. Por lo tanto, fue un viaje contra las fuerzas que ya visualizaban que iba a haber un Pinochet. Porque Salvador Allende es una especie de Hugo Chávez, de Rafael Correa, pero en 1971, cuando los yanquis no querían saber nada de compromisos, en el marco de la guerra de Vietnam. Como ustedes ven, América Latina tiene un proceso revolucionario que el gobierno de Cuba no explota revolucionariamente sino en forma contrarrevolucionaria.

Con Fidel

Finalmente, para terminar, lo que ocurrió cuando fui al congreso del Foro de San Pablo en La Habana, que fue muy significativo, porque fue fundado a instancias del PT de Brasil en una iniciativa muy compleja. [Aquí tiene lugar un relato sobre diversas reuniones del Foro de San Pablo). En los Congresos del Foro se afianzaba, cada vez con mayor solidez, una línea capitalista y las llamadas “reformas de mercado”, que la delegación cubana firmaba a gusto. El de La Habana, en 1993, ocurrió lo mismo. En determinado momento, sin embargo, los espíritus se soliviantaron. Un partido de Venezuela denunció a Fidel Castro, y esto es clave, por haber apoyado al gobierno de Carlos Andrés Pérez en la represión a la insurrección en Caracas que acompañó al golpe del teniente coronel Chávez, en febrero de 1992. Cuba apoyó al presidente venezolano, era más importante el petróleo de Venezuela que un levantamiento popular. Nosotros también habíamos apoyado la insurrección de Caracas contra Carlos Andrés Pérez y, de hecho, a Chávez. Dijimos: “no somos golpistas, no estamos apoyando al golpe de Chávez, sino que estamos apoyando a la insurrección popular que apoya el golpe de Chávez”.

En ese congreso, la dirección del PC de Cuba invita al congreso a tres sesiones de debate, al margen del Foro. Los dirigentes del gobierno dan informes sobre política internacional, sobre economía y sobre asuntos interiores de Cuba. Esos informes terminan y nadie pide la palabra, y francamente, tampoco pensaba pedir la palabra porque tampoco sabía qué iban a decir los informes. Esto es totalmente personal, cuando levanté la mano, lo hice porque sentí una vergüenza enorme, ya que todos los delegados que estaban ahí se mantenían callados. Hubo tres debates. Sobre el informe internacional, denuncié que el gobierno de Cuba se aprestaba a votar por Menem en el asiento rotativo del Consejo de Seguridad, que Menem había mandado las tropas al Golfo y el negociado de armas a Croacia y, en lugar de responder el ministro, me responde Fidel Castro y habla una hora. En esencia se justifica diciendo que la decisión había sido tomada por mayoría en el bloque de naciones latinoamericanas, y termina con esto: “después de todo, a Menem lo eligieron ustedes, los argentinos, así que háganse cargo, y no me echen la culpa porque voto por Menem”. ¿Cuál era la idea? Cuba se asimilaba a la línea de la burguesía del continente. No hubiera votado de esa manera al comienzo de la revolución cubana acuerdo. El otro tema en discusión es porque el presidente la Asamblea Nacional dice que Cuba es una democracia y da ejemplos abundantes de ello, en torno a cosas menores. Pero en torno a si legalizan el dólar o no, que era el tema fundamental del momento, no había ninguna clase de participación. Ahí plantee el carácter bonapartista del gobierno, porque la decisión final sería del Consejo de Estado y de Fidel. “Acá hay un régimen bonapartista, dije, hace una democracia obrera. En su respuesta, de una hora, Fidel no abordó mi cuestionamiento.

Concluyo esto con un compromiso, hay varias cosas que no he discutido, todos los análisis de Lenin y Trotsky sobre cómo caracterizar un Estado como Cuba y cómo caracterizar a su propio Estado. Punto interesante y muy importante. Y lo traté bastante en una charla que di en León León esta semana. Si quieren lo abordamos en el debate. Un punto que falta tocar es la política de Cuba y Fidel Castro en Africa, en particular la guerra de Angola, donde se destacó el general Arnaldo Ochoa, que luego fue fusilado, con acusaciones de narcotraficante.

Abramos la discusión

Adónde va Cuba

Pregunta-Leí las declaraciones de Trump, ante la muerte de Fidel Castro, sobre que era un dictador, y ahí me acordé de que Trump, posiblemente en esta etapa, que es la que transar con el hermano de Fidel para una restauración capitalista en Cuba y me pregunté ¿cómo será esta restauración capitalista? Porque en la Unión Soviética fue por las armas, como la burocracia de la KGB tomó por la fuerza, las armas, hubo combate y todo eso. Para usted, sin hacer futurología, ¿cómo cree que será la restauración?

-Respuesta: Quiero precisar: estamos acostumbrados de hablar de capitalismo, socialismo, el gobierno obrero, pero, en la realidad, lo que es frecuente son las transiciones; cada forma determinada es, ella misma, una transición histórica; luego tenemos las transiciones diversas transiciones de cada una de esas formas históricas Todo el proceso de restauración capitalista en China y en todos los países es un proceso de transición. En China, el 60 por ciento del sistema bancario está en manos del Estado y el Estado está en manos de una burocracia que se llama Partido Comunista; la burguesía pretende el monopolio privado de los medios de creación y reparto del valor. En segundo lugar, la necesidad de la burguesía de llevar al Estado en determinadas direcciones y con relación a conflictos internos; en China no existe una superestructura que organice la influencia o tutela de la burguesía sobre el Estado. Es decir, el régimen político no está adecuado al proceso capitalista, gran parte de la economía choca con el régimen capitalista.

Luego está el capital internacional. Como escribí recientemente en un artículo sobre Trump, en la Bolsa de Shanghai, la participación del capital extranjero se encuentra restringida, hoy tiene una participación del 2 por ciento. Entonces: son procesos en transición. Vamos a tomar otro ejemplo, la propiedad en el campo chino, ¿es privada o no? El gobierno ha tomado muchas medidas para cercenar el carácter comunal de la propiedad, pero todavía está lejos una privatización agraria, y sin una propiedad privada del suelo no hay capitalismo. El papel del capital es dominante, pero miren lo que ocurre: la burguesía quiere un gobierno donde esté Massa, Pichetto y Macri y haya un congreso, y en China está Xi, el presidente de China, Xi Jinping – un CFK multiplicado por dos millones.

Hace tiempo, escribí que los yanquis pedían democracia en China, pero un gobierno Macri, Pichetto, es muy débil para satisfacer las exigencias de los capitalistas y para enfrentar a las masas - ¿están seguros, interrogué, que quieren democracia en China? Así como digo que para que haya un auténtico régimen capitalista, el capital tiene que poder influir en el aparato del Estado, al mismo tiempo, digo, ¿está ustedes dispuestos a pagar el costo que significa un régimen político abierto a esas influencias? Porque si ustedes influyen en el aparato del Estado tiene que haber una suerte de democracia, se vota, la gente puede manifestar, y si en China se vota y puede manifestar, se pudrió todo. En ese artículo concluía de que antes que llegara la democracia capitalista en China, iban a llegar ‘comunistas’ a la Casa Blanca, entendiendo por ‘comunista’ un régimen despótico como el de Xi. Eso no ha ocurrido aún, pero ya hay un Trump - un paso hacia el bonapartismo, es decir al gobierno del poder personal. Es decir, de tanto reclamar ‘liberalismo’ a la burocracia china, los yanquis van a terminar copiando el modelo ‘autocrático’ de China. Esto no es un rompecabezas, esto es un análisis concreto de la crisis, que transforma a una democracia en un régimen policial y puede llegar a un poder personal, y los diarios de Estados Unidos vaticinan “la guerra civil”, y los yanquis, contra la opinión corriente, saben de guerra civil más que nadie, porque tuvieron la guerra civil más sangrienta de la Historia, que fue la guerra de Secesión, la rebelión de los esclavos, y el hundimiento de sistema de plantación capitalista en el sur. Y lo saben tanto, que cada vez que se le pone feo adentro, aparece la bandera del sur.

Lo que quiero decir con esto es que vivimos una gigantesca transición que se va a resolver por vía revolucionaria y no por vía armónica. Esta hipótesis la da la complejidad, la intensidad y la explosividad de las contradicciones que se desarrollan. ¿Se puede resolver pacíficamente? Puede ser, pero 99 a 1 a que no. Entonces, en Cuba, esta transición va a ser todavía más explosiva por la proximidad de Estados Unidos, por el impacto del entorno, en un continente que está viviendo un proceso de flujos y reflujos revolucionarios. Entonces, nosotros, a Cuba la colocamos en un escenario revolucionario y de confrontación internacional, y no “¡qué lástima, en qué terminó Cuba!”

Ahora, entro en un tema que es: el régimen cubano, en este proceso, ¿cómo va a evolucionar? Raúl Castro dijo que se va en enero de 2017, por lo tanto, se aparta la última figura con algún vínculo con el bonapartismo. El apartamiento de Fidel ya fue un trastorno político, porque dio paso a un gobierno medio colegiado, que se traslada al interior de las fuerzas armadas. En segundo lugar, la única estructura política importante realmente son las fuerzas armadas, que dominan una parte importante de la economía y por lo tanto la política. Cuando se vaya Raúl Castro, se va a formar un gobierno de gente que no conocemos. Entonces, se va a plantear un problema que es muy interesante: que para decidir tendrá que haber debates y se tendrán que producir choques de posiciones y de intereses. El gabinete no sirve como régimen político y, además, las fracciones en disputa van a intentar fortalecer poniendo a la opinión pública de su lado. Eso ocurrió en China y llevó al gran levantamiento de Tien an men, en 1989. Esto se manifestará al interior del partido comunista y de la asamblea nacional. ¿Alcanzará la cúpula militar para llenar el rol del mediador? Sería peligroso para todos los intereses en disputa. En China esto se resolvió desde el comienzo, y las FFAA aceptan la subordinación al ‘poder civil’. La introducción de algún tipo de órgano más parlamentario va a suscitar la atención del pueblo, y ahí todo el mundo se va a preguntar por qué no puede elegir representantes que ganen el voto sobre la base de plataformas programáticas. Los cambios por arriba, que mucha gente desprecia con el argumento de que lo que importa es lo que pasa abajo, se convierten en canal o detonante de los reclamos reprimidos desde mucho tiempo antes de los de abajo. El pasaje de un sistema a otro cambia la relación del poder con el pueblo, y obliga a otra relación, y fuerza al pueblo, si se puede hablar así, a intervenir de otra manera. Este es un análisis más fino de esta transición. Los norteamericanos, naturalmente, lo saben. Se enfrentan a un impasse, ¿realmente quieren un gobierno llamémoslo democrático, o preferirían un pacto directo con la burocracia, lo que crearía un bonapartismo impuesto desde afuera? Es lo que, en apariencia, negocia Trump con Putin.

No hay que olvidarse tampoco, como síntesis grande, lo que los dije al principio, Cuba es la mayor de las Antillas y Puerto Rico es la menor. La revolución del ’59 consagró la irrevocable independencia nacional en Cuba y Puerto Rico está peleando para salir de la bancarrota por medio de su integración como el estado 51 de Estados Unidos. Cuba pasa por grandes problemas, pero Puerto Rico acaba de declarar su insolvencia y su economía, que todavía no está independizada de Estados Unidos, está manejada por un consejo consultivo en Nueva York, para disponer de los bienes de Puerto Rico y pagarle a los acreedores, a los cuales Puerto Rico les debe 80 mil millones de dólares y no se lo puede pagar.

Entonces, la pregunta es, si quebró Puerto Rico, que no necesitó de ninguna restauración capitalista, porque es la colonia de Estados Unidos, ¿cuál es el espejo donde va a mirar una restauración de los grandes poderes capitalistas en Cuba?

Las fuerzas armadas y el régimen político

-Pregunta ¿Qué rol juegan las fuerzas armadas cubanas dentro de ese proceso de transición?

-Respuesta: En cierto modo, las fuerzas armadas cubanas son el laboratorio de la restauración capitalista, porque en la industria que ellos manejan, es donde se experimentan todos los métodos empresariales capitalistas, los despidos, el control del tiempo de trabajo, el combate al ausentismo; es decir, el modelo de empresa capitalista se hace bajo la hegemonía del Estado obrero entre comillas. Al mismo tiempo, sin embargo, la empresa estatal es el recurso de las fuerzas armadas, y es el método por el cual quieren evitar que una asociación con el capital extranjero desmantele la estructura económica de Cuba, que en lugar de aportar al desenvolvimiento de Cuba bajo el control del Estado cubano, desmantele el control del Estado cubano y se apodere de la economía cubana.

La economía china no está en poder del capital extranjero, el capital extranjero invade todo en China, pero el capital extranjero no tiene el poder en China. En este sentido, estamos en una transición. Cuando se dice esto es un Estado obrero, esto es un Estado capitalista, esto es socialismo y esto capitalismo, nos cuesta entender las transiciones, pero entonces nos cuesta entender también qué es el propio capitalismo, porque el capitalismo es un desenvolvimiento que genera contradicciones, que genera estallidos, que genera muevas formas capitalistas, que entran en contradicción con viejas formas capitalistas, Es esto lo que justamente lleva a Lenin a decir que, llegado a su fase de monopolio, el capitalismo ya no es propiamente capitalismo sino un estado de transición al socialismo. No lo dice en algún lugar recóndito al que yo haya tenido acceso para su lectura, sino que lo dice en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Las fuerzas armadas vieron un problema: en el caso de China, cuando empieza este proceso restauracionista -tengo algunas evidencias de lectura, de análisis- hay una crisis entre el PC chino y las fuerzas armadas, llegan a un acuerdo de que el que va a liderar el proceso político en su intervención es el PC y no las fuerzas armadas. ¡Interesante! En el centro de decisión, las fuerzas armadas renuncian a estar jodiendo al régimen político y, por lo tanto, habilita a la burocracia del PC a ser un árbitro en las fuerzas armadas

No conozco cómo es en Cuba, pero Raúl Castro es el jefe de las fuerzas armadas y el jefe del PC. Ahora él se va, va a haber otro jefe de las fuerzas armadas y va a haber otro jefe del PC. Por primera vez va a haber un jefe de un lado y un jefe del otro. Se presentan nuevos análisis políticos. Ningún marxista de los viejos, Marx, Engels, descuidaba este tipo de análisis, porque esto es profundamente científico, es decir, concatenaban toda una estructura del Estado; que si se desmantela por arriba, esto obliga al hincha más fanático a dejar la discusión del partido del domingo para discutir la crisis social. Si el gobierno de Macri se pudre, con las peleas de Lavagna, Massa, los gobernadores, la gente de a pe va a tener que tomar una decisión, sea porque los propios actores buscan respaldo abajo, sea porque la crisis conmueve a los de abajo a la acción. Los procesos de descomposición política y los procesos de revolución social están vinculados, primero porque la descomposición política es fruto de una presión social, que puede estar difusa, pero es fruto de esa presión, y porque la descomposición política suscita esa acción. Recíprocamente, los de arriba y los de abajo son estimulados a intervenir porque el sistema no da más.

-Dos preguntas: la primera es cómo ves vos el debate en la dirección de la revolución cubana a partir del ‘65/’66/’67, con esto de la partida del Che Guevara, después aparece Fidel Castro apoyando cuestiones como la invasión rusa a la Primavera de Praga y, después, yendo más para adelante, ¿cuál es la diferencia que ves vos, porque además de producirse un intento de asimilación a lo que es Cuba con Venezuela, con Bolivia, con Ecuador y otros procesos nacionalistas, también está la cuestión de que dicen “bueno, Chávez expropió esto, Evo Morales nacionalizó el petróleo (…), se nacionalizó la propiedad, no las empresas (…) el punto es las nacionalizaciones expropiando al capital y cuál es su punto de contacto lo que se dice que en los países latinoamericanos con gobiernos nacionalistas estuvieron haciendo en los últimos períodos….

-Respuesta Vamos por partes: no es simplemente que la revolución cubana tomó ‘expropió’. Se habla de expropiación del capital, como categoría única, porque tuvo un carácter general y no indemnizó. Con este problema de indemnizar o no, yo me pregunto ¿tiene algún interés general? Las expropiaciones en Cuba son una respuesta, primero, al sabotaje de las refinerías petroleras norteamericanas y luego al corte de la compra de azúcar, lo que revela la intención de voltear al gobierno. Para sobrevivir, Cuba tiene que expropiar a todos, porque incluso no tenía sentido dejar en pie una burguesía nacional que abandonaba sus empresas y se va a Miami. En una expropiación hay que determinar el contexto histórico y las fuerzas en presencia. En nuestro programa, la expropiación del capital no es una medida reactiva, sino que es la resultante de una crítica hacia el sistema capitalista, es decir que estaríamos expropiando a los expropiadores. La Revolución Cubana tampoco tenía los medios para pagar las indemnizaciones a todo el capital extranjero en Cuba. Desde las medidas extremas tomadas por la Convención francesa, en 1793/, la pequeña burguesía que ha transitado un camino revolucionaria, ha actuado en forma parecida. En el caso de Venezuela, el carácter es infinitamente más conservador, en primer lugar son respuestas episódicas a distintos hechos, sin ningún plan general, pero como yo demostré en el conflicto que tuvo Chávez con la empresa Verizon se la compró a precio de Bolsa, con el agravante de que en los días subsiguientes empezó a caer la Bolsa y terminó pagando mucho más de lo que valía en la Bolsa (el precio en la Bolsa siempre es varias veces superior al precio de libro, o sea del costo del capital). El precio de Bolsa descuenta expectativas de ganancias, o sea que no se han realizado. Fidel Castro no podía indemnizar a nadie porque no tenía un mango, y Chávez indemniza a todo el mundo porque le sobra la guita, mientras duró el alto el precio internacional del petróleo.

El tema consiste en lo siguiente: si vos expropiás, ¿en qué medida conquistaste autonomía nacional? El caso típico es el nuestro: Perón nacionalizó los ferrocarriles y pagó 500 millones de libras esterlinas de aquella época, luego los trenes argentinos, que ya venían funcionando mal, porque los ingleses habían dejado de invertir, se convirtieron los que conocés hoy. ¿Había que dejarlos en manos de los ingleses? No, los ingleses no los iban a hacer funcionar, pero esa expropiación por ese dinero, significa, en definitiva, un canje de capital, cuya ventaja depende de la oportunidad de beneficio del ferrocarril versus la oportunidad de beneficio del dinero. (Dejo de lado el problema que había con Inglaterra sobre si uno podía retirar la plata de Londres o no). Me vi forzado a explicar esto en la reunión con la burocracia sindical del transporte. Se acuerdan que nos invitaron y estuvimos con el Pollo Sobrero, Néstor Pitrola, Giordano. entonces en un momento determinado se interesaron por nuestra política de estatizaciones y yo les expliqué todas las clases de estatizaciones que hay y cuál era la preferida nuestra, estaban preocupados por la flota fluvial y otras. Verizon entregó un activo industrial y a cambio de un activo financiero de un valor superior. Y el caso más interesante, porque se está macaneando mucho sobre la nacionalización y la expropiación del capital, es la experiencia de nacionalizaciones, que nadie menciona, del gobierno militar de Perú, a partir de 1968, que expropió a toda la oligarquía peruana sin excepción. ¡Una conmoción! Eran fuerzas armadas de la lucha antiguerrillera, que después nacionalizaron toda la costa peruana, todos los ingenios azucareros, nacionalizaron el petróleo, fueron nacionalizaciones descomunales y Estados Unidos lo boicoteó con una ley que se llamaba Burton. Una nacionalización integral. Una nacionalización de esa envergadura cuesta un Perú. ¿Qué hizo el gobierno peruano? Les dio bonos a 35 años, al 1.5 por ciento de interés anual, es decir salvó la formalidad jurídica de no violar la propiedad privada, pero fue casi sin pago. La oligarquía vendió todos esos bonos, y hoy los fondos buitres están litigando contra Perú, por una suma enorme.

Buenas Noches.