24 DE MARZO

24 DE MARZO

Extractos de la intervención de Jorge Altamira en la mesa organizada para conmemorar el 24 de Marzo, con Cachito Fukman, en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba.

Compañeras y compañeros, buenas noches:

Al considerar el nuevo aniversario del 24 de Marzo, creo que se plantean dos órdenes de cuestiones: una, relativa a las nuevas generaciones, que no han vivido la dictadura milita. El otro aspecto es cuál es el lugar que tiene 24 de Marzo en la actual situación política. Vamos por lo primero. En mayo de 1973, quienes hoy formamos el Partido Obrero hicimos un acto público para fijar nuestra posición frente al gobierno que acababa de surgir, que era el gobierno de Cámpora-Solano Lima. Al terminar el acto salimos en manifestación. Como yo salía del escenario, en la manifestación quedé a la cola; había mucha gente. Desde allí escuché que los compañeros que estaban adelante cantaban: “se van, se van y nunca volverán”. Me produjo un escalofrío. En las filas del PO había germinado la consigna de la Juventud Peronista, una consigna completamente ficticia, porque ningún régimen capitalista despide a sus militares y porque no había surgido nadie con la decisión y capacidad de echarlos para que no vuelvan nunca, o sea destruyendo el Estado capitalista (Varios meses más tarde la JP marcha con esos mismos militares en la llamada Operación Dorrego). Argentina asistía a un cambio de mando en el aparato del Estado que, al mismo tiempo, venía a ofrecer a los militares un tiempo de repliegue frente a sucesivas crisis políticas y económicas que se habían producido en la Argentina a partir del Cordobazo. Era una ficción política: “se van, se van y nunca volverán”; es decir que Cámpora (o Perón) iba a terminar con el aparato del Estado y el aparato represivo con el Estado. Era una ilusión política, y los que iban adelante eran de Política Obrera, no de la Juventud Peronista. Había otras manifestaciones de esta ilusión -expectativas incorrectas sobre la situación política y una caracterización incorrecta o inadecuada de las fuerzas presentes. Cuando asume Cámpora se hacen presentes en la Argentina, entre otros, el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós, y Salvador Allende, el presidente de la Unidad Popular en Chile. El 11 de septiembre de ese mismo año, Pinochet, el recién designado ministro de Guerra de Allende da un golpe militar de características criminales y genocidas. Por un lado, se decía “se van, se van y nunca volverá” y se armaba un contexto internacional supuestamente democrático, que acabaría en pocos meses (uno de los armadores de este contexto democrático había sido el general Lanusse, golpista del 55 y el 66, que a finales de 1971 firmará un acuerdo importante con Salvador Allende). En junio del ’73, treinta días después de la asunción de Cámpora, se produce el golpe militar que derribó al gobierno conservador de Uruguay, el mismo un producto del golpe militar de anterior, en febrero de ese año. La mayor resistencia al golpe militar la protagonizaron los trabajadores de Uruguay, que mantuvieron ocupadas todas las fábricas durante una semana, pero la dirección política de los trabajadores uruguayos invitó a desarmar esas ocupaciones y a resignarse a la victoria del golpe militar, fundamentalmente el Partido Comunista. (Las ilusiones democráticas se habían convertido en una verdadera miopía, a la luz de los golpes militares vecinos y de la neutralidad político o apoyo disimulado de los sucesivos gobiernos peronistas ante esos golpes) Esas ilusiones envolvieron, en sus propios término la burguesía argentina. La fórmula Cámpora-Solano Lima ganó en primera vuelta, o sea con el voto de la pequeña burguesía. La patronal disolvió la Unión Industrial Argentina y se integró a la Confederación General Económica, creada por el peronismo; era la forma de decir “creemos en este proyecto”. El país entero veía en la victoria de Cámpora una salida a la crisis precedente. Eso ocurría en el ’73; el 24 de marzo de 1976 viene el más sangriento y criminal de los golpes militares. Tres años hundieron una ilusión política. Aunque muchos compañeros gritaban “se van, se van y nunca volverán”, la posición de Política Obrera no era ésa: Seguirán y seguirán hasta que los trabajadores derroquen a la burguesía y tomen el poder”. El golpe militar se funda en el hundimiento de las ilusiones en el peronismo y en el fracaso del peronismo para estabilizar la situación política explotando esas ilusiones. Hay otra conclusión política importante. La crisis abierta por el Cordobazo había creado una situación inédita en la historia nacional, porque duró varios años, incluso hasta 1975 se producían huelgas y levantamientos provinciales de características revolucionarias En 1975 tiene lugar el Villazo, la tremenda huelga de la UOM de Villa Constitución, en la provincia de Santa Fe. Es decir que la victoria de Cámpora era una salida de la burguesía a la crisis política que planteaban las masas, y detrás de la victoria de Cámpora venía el retorno de Perón. Perón era caracterizado, por una interpretación arbitraria y engañosa de la historia precedente, como el líder que concretaría la liberación nacional. Con mayores o menores variantes estas eran las opiniones generalizadas de todas las fuerzas políticas del país, incluso de aquellas críticas, que decían “bueno, es un burgués, no va a hacer la liberación nacional, pero es positivo su regreso, es un avance, es un progreso” (“las masas SON peronistas”) todo lo cual alimentaba las ilusiones políticas. Porque el golpe militar del 76 no triunfa por la fuerza bruta de los militares; esa fuerza bruta del golpe militar se convierte en eficaz cuando se derrumban todas las estrategias y tácticas políticas basadas en las ilusiones en el peronismo ¿Ustedes se dan cuenta que hasta hace poco estábamos discutiendo a partir del relato nacional y popular del kirchnerismo? “La historia se repite la primera vez como tragedia, la segunda vez como farsa”; al gobierno del 55 lo tiró el golpe militar y a Cristina, Macri. Es una comparación cruel.

Contrarrevolución ‘democrática’

La experiencia 73/76 zanjó un debate histórico en el trotskismo de Argentina. Consistía en lo siguiente: ¿qué significado tenía la consigna del retorno de Perón? Para amplios sectores políticos era una consigna revolucionaria. John William Cooke decía que el peronismo era el hecho maldito del país burgués, el retorno de Perón era la maldición que caía sobre la burguesía. Milcíades Peña, bajo la firma de Hermes Radio, escribió que la consigna de retorno de Perón iba a producir la revolución socialista, en un famoso artículo de la revista “Estrategia”. Nosotros nos formamos en un núcleo -que ahora valoro, en realidad hace mucho que valoro- que decía que la consigna de Perón era una consigna contrarrevolucionaria y que Perón sólo volvería a la Argentina el día en que en Argentina esté preparando una revolución y no haya quien pueda pararla, salvo Perón. Esta disputa política de ideas, de pronósticos, se verificó en la realidad: Perón vino a aplastar todo el ascenso popular de lucha, con flujos y reflujos, que hubo en este país desde septiembre de 1955, cuando Perón fue derrocado, y en particular desde el Cordobazo y las secuelas del Cordobazo (El combate contra las formaciones armadas era, para el mando militar y los servicios, un operativo secundario, que servía para movilizar a su cuerpo de oficiales). Perón toma medidas enseguida para enfrentar el ascenso popular, mucho antes que la dictadura videliana. Perón derroca al gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Bidegaín, y coloca a quien después va a ser un hombre de la Triple A, el vicegobernador Calabró; Perón derroca a Obregón Cano y Atilio López, en Córdoba, uno de los episodios más grotescos de la historia argentina, pues fue impulsado por un grupo de delincuentes de la jefatura de la policía de la Provincia, y luego legitimado por el Congreso nacional, que vota la intervención de Córdoba. En su momento nadie le dio pelota; nosotros lo caracterizamos como “el anti-cordobazo”. Dijimos: en la provincia del Cordobazo, ninguna dirección sindical llamó a una huelga general que hubiera acabado con la policía antes de lo que canta un gallo. ¿Por qué no llamaron a una huelga general? Porque hubiera sido una huelga general contra Perón, y Perón, decían, es el líder de los trabajadores. La consecuencia es que se crean las Tres A y se militariza todo el Paraná, desde Ramallo hasta San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe. Así es como se desarrolló la preparación política del golpe militar. Las Tres A de Perón mataron a compañeros tremendamente luchadores, delegados de fábricas, en pleno régimen llamado constitucional, y se abrió el camino para el golpe militar (No se puede caracterizar al golpe del 76 sin caracterizar antes la labor desorganizadora y represiva del gobierno peronista que los precedió. Fuera de esto cualquier crítica al golpe, incluso la que se arropa con la denuncia que lo atribuye a ‘fuerzas foráneas’, está vacía de contenido y obstaculiza la producción de las conclusiones necesarias para trazar un rumbo victorioso a los trabajadores de Argentina). Ante el ímpetu de las masas y su tendencia a un accionar independiente, el Perón del 45 se convierte en el Perón que prepara la liquidación del ascenso popular por medio de un golpe militar genocida (La muerte de Perón, una año y meses antes del golpe, operó como un factor incidental que facilitó el trámite golpista).

Clase y dirección

Como mencionó Cachito, el Rodrigazo se produce en el ‘75 y produce una reacción excepcional de las masas. Es una reacción que escapa a la burocracia sindical. Esa huelga general, que duró 45 días con características intermitentes, arranca con la declaración de un paro activo de la fábrica Ford en la provincia de Buenos Aires y de la fábrica Fiat en la provincia de Santa Fe, y no para hasta el 9 de julio de 1975. Es cuando se forman las coordinadoras de fábricas, y cada región industrial vincula a los cuerpos de delegados de las distintas fábricas en una coordinadora común. Ustedes se dan cuenta que ya estaba expresando incipientemente un desarrollo claro de una conciencia revolucionaria; la dictadura militar viene a terminar con eso, con los primeros brotes de la conciencia revolucionaria que se manifiesta en los métodos propios de la clase obrera con la huelga general y la formación de coordinadoras de fábrica. De manera que la dictadura militar, en cierto modo, frustra la conclusión de la experiencia peronista, porque si no hubiera habido golpe militar, ese gobierno caía, de una u otra manera, por otros procedimientos en los meses subsiguientes; la propia Isabel Perón había decidido no completar su mandato y llamar a elecciones en septiembre de 1976. Miren, compañeros, excepcionalmente la derecha se impuso a las masas por la fuerza bruta o el enfrentamiento directo. Para imponer una derrota contrarrevolucionaria a las masas, las masas tienen que ser quebradas antes por medio de la política democrática y la conciliación de clases, y sobre esa quiebra y la desmoralización interviene la fuerza bruta para consumar la tarea de liquidación. (Hacia mediados-fines del 75 nuestro partido advirtió que los trabajadores se encontraban en un impasse y que por lo tanto el golpe era inevitable. Fue así como caracterizamos el desenlace la huelga de junio-julio del 75, luego de un debate de posiciones, como una derrota política, esto detrás de la apariencia de la victoria reivindicativa). Consecuentemente, el verano del ’76 fue utilizado por el Partido Obrero para pasar de la semi clandestinidad a la clandestinización total y completa de la organización. Cuando vinieron a allanar a un lugar, que efectivamente habíamos ocupado nosotros, después del ’76, no había nadie. A aquellos compañeros que nos parecía imposible de proteger -me refiero a los compañeros que habían intervenido en el Villazo, en la huelga de Villa Constitución, algunos de los cuales estaban presos durante el estado de sitio, etc.-, directamente los mandamos al exterior antes del golpe. (El peligro de un golpe fue esgrimido por la totalidad de las fuerzas políticas hasta julio del 75, como un pretexto para apoyar al gobierno y a la entonces llamada “institucionalidad”, pero deja de serlo con el nombramiento de Videla, a quien se caracteriza como un militar liberal y aramburiano). No se discutía adónde apuntaba la burguesía luego de la huelga general. La burguesía, ¿quería un golpe o no? Los militares dieron un golpe porque la burguesía lo reclamaba - y abiertamente. Fue un golpe de la burguesía y fue un golpe de una parte entera del PJ, y fue un golpe de la Unión Cívica Radical, porque Balbín, el jefe radical, dijo: ”hay que exterminar a la guerrilla fabril”. Esto quiere decir: golpe militar y los tanques a las fábricas. Es necesario que las nuevas generaciones entiendan y que la vieja generación entienda, definitivamente, que el nacionalismo burgués no tiene más lugar en la Argentina, que acá hay que poner en pie una fuerza obrera política independiente. (Desde la capitulación ante el golpe del 55, el peronismo no dejó de ser un gran organizador de derrotas de la clase obrera). El día 24 de marzo, numerosas fábricas de este país declararon una huelga general contra el golpe militar. ¿Ustedes lo sabían? Nadie lo dice, y las fábricas que declararon la huelga general contra el golpe militar, ese mismo día, en lo que al Partido Obrero se refiere, retiraron sus delegados y comisiones internas de esas fábricas, que pasaron a la clandestinidad, luego de haber adelantado ante asambleas que con la victoria del golpe militar no existían más las condiciones para actuar abiertamente y que, por lo tanto, tenían que dejar el lugar de trabajo; pero antes de dejar el lugar, le enchufaron un paro de 24 horas a la dictadura. Tengo presente en particular, en este momento, a Editorial Abril, con una comisión interna con mucha gente de Política Obrera, que declaró la huelga general el 24 de marzo, todo el mundo paró, pero ese mismo día los compañeros se despidieron del conjunto de la fábrica. El peronismo no resistió el golpe, como tampoco lo había resistido Perón, a lo sumo fue víctima de su propia política (Fue el gobierno peronista el que decretó el “exterminio de la violencia”. En una entrevista radial, el presidente del Partido Justicialista, Bittel, dijo: “que den el golpe, van a fracasar y después el pueblo va a pedir que vuelva el peronismo”. Esto también es una forma de hacer un juego político, y numerosos intendentes de la dictadura militar eran de La Unión Cívica Radical. La democracia de la ley anti-terrorista y el Protocolo Quiero decirles, aunque estamos en la Facultad de Psicología y no en la Facultad de Derecho, que los jueces de la Argentina y la Corte Suprema juraron por el estatuto del Proceso de Reorganización Nacional. Nosotros tenemos un Poder Judicial que está reñido con la Constitución Argentina, y lo juró Zaffaroni, que era juez entonces, luego se hizo frepasista y más tarde después nacional y popular (El estado de derecho no existe en Argentina desde que los regímenes supuestamente democráticos han reivindicado, todos, “la continuidad jurídica del Estado”, es decir las leyes, decretos, resoluciones y tratados internacionales de las dictaduras militares). Todo esto se relaciona con el otro aspecto de esta mesa que hemos hecho con Cachito. El primer aspecto, sacar algunas conclusiones del pasado, contarles cosas que pasaron para los que no las saben, aunque de todos modos es fragmentario. Poner de manifiesto su lógica política interna, es decir, el aplastamiento de la clase obrera, preparado, primero, mediante la explotación de las ilusiones democráticas y la ficción de un peronismo revolucionario. El periodo democrático Cámpora-Perón- Isabel fue usado para el fichaje de los militantes en el seno de los trabajadores y en la juventud, con la colaboración de la burocracia sindical, que colaboraba con la Triple A. Como le dije hoy a la mañana a un periodista -deben estar pasándolo ahora en la tele-, el peronismo es el gran organizador de derrotas, desde el 16 de septiembre de ’55 hasta el día de hoy sólo se encargó de derrotar a los trabajadores y los panegíricos dicen que “los días felices fueron los días peronistas”. Las pelotas, el kirchnerismo ha armado un relato mistificador para mantener la tutela del peronismo, abrevando entre políticos y punteros que trabajaron con el menemismo, y por otro lado, quienes vienen de la izquierda peronista y del partido comunista. (En oposición a esta mistificación reivindicamos al proletariado que se manifestó como tal desde el cordobazo). Ahora vamos al tema de la situación actual. Nadie le prestó atención a la declaración de Macri “contra la violencia política e institucional”. Precisamente quien dictó el ‘protocolo’ contra los piquetes. Los piquetes serían la ‘violencia política’; en respuesta a ella, el protocolo justifica la ‘violencia institucional’, al mismo título que el ‘gatillo fácil’ o el espionaje en las organizaciones populares. Es la lógica del 24 de marzo. Se trata de una amenaza directa que le hace a la clase trabajadora argentina, de que no va a permitir las acciones directas que ejerce el pueblo trabajador. Acá está la falacia del Nunca más. ¿Nunca más qué? ¿Nunca más dictadura? No, nunca más ninguna acción popular que habilite después una respuesta como la que dio la dictadura. El derecho a la violencia popular no puede ser entregado en un régimen social que opera a través de la violencia, que después de pagar 14 mil millones de dólares a los fondos buitre, mantiene las jubilaciones en 4.500 pesos. Un jubilado va a reaccionar mal ante esa injusticia -el Partido Obrero va a estimular que reaccione mal y no que no reaccione. Reaccionar es juntar a todos los jubilados, a todos los sindicatos e ir a una huelga general. Los estados consideran violencia política a la huelga general, y les opone ‘la violencia institucional’, que no es hipotética sino real, porque las fuerzas armadas siguen, la bonaerense sigue, la Side y sus atentados siguen. El régimen democrático se restablece en la Argentina, como continuidad jurídica y burocrática con la dictadura, con una carta de amenazas. (Para poner fin para siempre a la posibilidad de la dictadura es necesaria la crítica rigurosa e implacable a la democracia). La dictadura emergió como omnipotente solamente para quienes la caracterizaron al margen de su base histórica: el capitalismo. Nuestra organización caracterizó tempranamente que la dictadura militar enfrentaba contradicciones económicas que la iban a llevar al derrumbe, de la misma manera como ahora advertimos acerca de las limitaciones infranqueables de los planes de Macri. La dictadura militar, antes de Malvinas, cayó por la crisis económica que arrancón 1980/81. La dictadura se va en diciembre de 1983 con un derrumbe económico completo y al borde de la cesación de pagos. Es decir, el capitalismo sigue existiendo y con él sus contradicciones y la fuga de capitales, y el financiamiento de la fuga de capitales y el apriete económico. Recuerdo perfectamente bien un boletín verde, del cual yo era el más celoso lector, que aparecía desde 1943 con un título en inglés, editado en castellano, que se llamaba “Economic Survey”, un excelente boletín que manejaba información confidencial. Sobre finales del año 1980 escribe que la economía argentina está en un impasse, y que si no devalúa el peso quiebra la mitad de la industria; pero que si devalúa, quiebra la otra mitad. La impresión de omnipotencia de la dictadura militar obedecía al desconocimiento del capitalismo y a un método que separa a la economía de la política. Nuestro periódico trazó todo el tiempo el rumbo político de la dictadura en conexión con las contradicciones capitalistas. Este proceso económico va a determinar la guerra de Malvinas y esa gran manifestación de 50 mil obreros del 30 de marzo de 1982. Entonces, volviendo a la actualidad, cuidado con el nunca más.

24 de Marzo

¿En qué consiste, entonces el ‘trauma’ del 24 de Marzo, en el sentido de es un pasado permanentemente presente? Que tuvo que apelar a medidas extremas de genocidio para defender el orden capitalista. El 5 febrero de 1976, el país se paralizó por un lock-out patronal para que los militares apresuraran el golpe. Una reacción extrema de la clase capitalista sobre la jefatura militar y un esbozo de movilización social para aplastar a la clase obrera. Esa burguesía puso sus empresas como locales de secuestros y torturas. Es la clase que sigue gobernando Argentina. ¿Cómo ‘superamos’ el ‘trauma’? Con el gobierno de los trabajadores abolimos la contradicción que llevó al 24 de Marzo, la explotación capitalista, abrimos un sendero de libertad real. En tanto eso no ocurra, el 24 de Marzo seguirá siendo una llaga. Lo mismo se puede decir para Alemania con el nazismo o para Francia e Italia con sus fascismos ‘nacionales’. A través del Nunca Más, del juicio a las Juntas, de la Conadep, la llamada democracia ha buscado recuperar y cooptar el repudio al 24 de Marzo como un hecho estatal. El Estado se recupera a sí mismo de sus atrocidades. De ahí los reclamos de ‘arrepentimientos’ a organizaciones como la Iglesia o incluso las fuerzas armadas. Se trataba de despojar a las masas, víctimas sociales y políticas, de su derecho a la venganza. Todo eso fracasó parcialmente, porque vinieron el Punto Final y la Obediencia debida; es decir que después de recuperarlo, tuvieron que devolver lo recuperado, y decir: “queremos la amnistía a los milicos”, después vino Menem y dio el indulto; Cristina Kirchner votó el indulto. El ante-último paso recuperador fue convertir el 24 de Marzo en feriado nacional y popular, como se ha hecho con el 1° de Mayo (el 8 de marzo es el gran día de venta de cosméticos). En esta marco se ubica el planteo de la llamada marcha única, con el pretexto de celebrar la recuperación de los derechos humanos. Fracasó, porque los compañeros de Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, donde están todas las organizaciones de izquierda, pero muchísimas más que no tienen carácter político de izquierda, dijeron “vamos por una marcha independiente, no nos dejamos recuperar”. Entonces, si no nos dejamos recuperar cuando ustedes gobernaban, cómo vamos a permitirlo ahora. Al final, el propio camporismo rechazó cualquier marcha con la izquierda, para conservar los puentes con el pejotismo que vota el pago a los fondos buitres. ¡Cómo marchar con los que apadrinaron la ley anti-terrorista y el Proyecto X, o que encubren a la policía del gatillo fácil! Ahora, Macri se encuentra ante una situación muy interesante, él dice lo siguiente: “yo les tengo que pagar a los buitres, no voy andar peleando por el 24 de Marzo, puedo convertir a la Esma en un museo donde se cuente la historia oficial, como ocurre con los sitios de la Memoria del nazismo en Europa”. La llegada de Obama es otra gran maniobra de recuperación, y una operación de rescate ‘humanista’ del imperialismo yanqui, responsable de los golpes de Estado militares en América Latina - y, ahora, más sofisticadamente, parlamentario-militares o judiciales-militares, esto porque sin la venia de los militares no se habrían podido producir. El último punto es el siguiente -me doy cuenta que se sido largo, disculpen-: estamos pagando a los fondos buitre e inaugurando un violento proceso de ajuste. Por lo tanto, la marcha del 24 de Marzo es de repudio al pago a los fondos buitre y contra el plan de ajuste, una marcha donde tiene que haber consignas políticas vinculadas con las reivindicaciones de los trabajadores, a que la crisis no la paguen los trabajadores sino que la paguen los capitalistas. Los derechos humanos, por el ajuste, van a ser violentados en materia de seguridad social, y si el pueblo resiste va a ser violentado por medio de la represión y si se agudiza va a ser violentado por algún golpe. Los derechos humanos no flotan en el aire, se desenvuelven en el marco de las contradicciones de la sociedad. La cuestión de los fondos buitres es también una razón para no ir con el kirchnerismo, que está aliado al pejotismo que da los votos para los buitres, sean del PJ o del FpV; son los que defienden el acuerdo secreto con Chevron. Es necesario combatir todo lo que vaya a favor de la recuperación del kirchnerismo fracasado, y explotar este fracaso para desarrollar una alternativa obrera y socialista. El macrismo representa una tentativa de ataque directo a los trabajadores, pero no tiene para ello ni los recursos económicos ni los políticos, sólo le queda la confusión que aun existe en demasía en las organizaciones combativas y de izquierda. Estas son las tareas del 24 de Marzo, y vamos a corroborarlo en un par de meses o a lo sumo en un año. No estamos ante una jornada más. Ahora, en este juicio de la Esma, hay muchos compañeros desaparecidos del Partido Obrero, y cada vez se obtienen más datos y más información, un trabajo muy importante que ha hecho Apel. Permanentemente los recordamos. ¿Cómo no vamos a recordar -y con esto termino- a nuestro compañero nuestro, Marcelo Arias, obrero de Volkswagen, secuestrado, en 1976, lo torturaron a mansalva y, en un momento determinado, desde donde lo tenían detenido el campo, el cepo o el pozo, le dijeron que entregue a otros compañeros y que armara una cita con ellos, con los compañeros que fuera a delatar, es decir que se iba a encontrar con esos compañeros; él levantó el teléfono y llamó efectivamente al compañero nuestro, y le dijo por teléfono “rájense, que me secuestraron”, es decir aprovechó el teléfono para advertirle a toda la organización vinculada a él que estaba en peligro. Al compañero lo mataron enseguida, pero antes tuvo el coraje de defender a todos sus compañeros y a toda su organización.