LA ELECCIÓN DEL FIT Y SUS PERSPECTIVAS POLÍTICAS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/28705-
El resultado general de las Paso indica una consolidación del Frente de Izquierda como referencia política. El FIT obtuvo 726.000 votos en todo el país, un 44% más de lo que logramos en las Paso presidenciales de 2011; es prácticamente similar a lo obtenido en las Paso de 2013, cuando se votaron cargos legislativos. Contrasta con los resultados marginales de otras expresiones de izquierda -MAS, MST- e incluso del centroizquierda -De Gennaro-Lozano. Como lo explicó Altamira en “Intratables”, la cuestión de la “fragmentación de la izquierda” no es un asunto aritmético, porque el Frente de Izquierda se ha convertido en el polo político de la izquierda. El centroizquierda de Stolbizer, con un apoyo mediático y económico profuso, apenas nos superó por unas décimas, si resiste el escrutinio definitivo.
El Frente de Izquierda superó las Paso en 16 de las 24 provincias, con votaciones superiores al promedio nacional en Buenos Aires, Capital, Córdoba, Mendoza, Neuquén, Jujuy y Santa Cruz.
Las Paso del FIT
En este cuadro, la lista Unidad venció en once provincias, incluyendo a las tres de mayor caudal electoral -Buenos Aires, Capital y Córdoba. En el resultado nacional provisorio de las presidenciales, sin embargo, la fórmula de la Lista 1 nos supera por 15.000 votos, el 0,8% de todos los que sufragaron. El resultado obedece, en lo fundamental, a la diferencia que cosechó el PTS en Mendoza, unos 75.000 votos. El PTS sumó resultados favorables en Jujuy, Neuquén y Santa Fe. En otras provincias, la lista 1 nos ganó sin contar siquiera con lista de diputados propia y en ausencia de acción militante previa. Es el caso de Río Negro, Catamarca o Chubut. Esos resultados obedecen a una mejor influencia mediática, lo cual determina una diferenciación de las posiciones en disputa y la recepción que tuvo en el electorado que votó en esta ocasión al FIT. La votación -y el propio escrutinio- estuvieron teñidos por una confusión política muy seria -como la similitud de las boletas en el cuarto oscuro y la complejidad para el vuelco de los datos en los telegramas y certificados de escrutinio.
Cómo quedamos
A partir de estos resultados, la elección a octubre presenta la peculiaridad de que la fórmula presidencial corresponde a una de las listas, mientras las cabezas a diputados en los distritos con mayores posibilidades electivas serán encabezadas por la Lista Unidad -lo mismo que la lista nacional al Parlasur, con Marcelo Ramal. Se plantea la necesidad de conjugar un método no solamente en el plano de la movilización, sino en los contenidos políticos. Es el caso de Capital, con Gabriel Solano, de la provincia de Buenos Aires con Néstor Pitrola, y de la provincia de Córdoba, con Liliana Olivero, de la Lista 2 y de Noelia Barbeito, en Mendoza, por la 1. El Parlasur nacional es la otra candidatura de alcance nacional junto a la fórmula presidencial. En el caso de la estratégica provincia de Buenos Aires, la Lista Unidad también encabezará la fórmula a elecciones provinciales, con Pitrola a gobernador y Sobrero a vice (toda una lucha por conquistar más legisladores, en especial de la primera sección electoral -de la obrera zona Norte- con Juan Pablo Rodríguez, y concejales en 90 distritos). También encabezaremos 80 de los 90 municipios donde se presentaron listas del FIT. El PTS encabezará en Campana, San Nicolás y en otros cinco distritos menores. En La Plata existe una paridad que resolverá el escrutinio definitivo.
Las definiciones que han producido las internas son un episodio de una tarea de mayor alcance, que involucra desarrollar un liderazgo político nacional de contenido socialista y revolucionario, y conquistar posiciones parlamentarias en legislaturas y concejos, para un desarrollo político ulterior como no se ha visto antes. Este es el núcleo de nuestras conclusiones. El primer paso para una campaña clara y consecuente exige la redacción de un manifiesto político.
Esta configuración de las listas deja un amplio campo de intervención. El Frente de Izquierda va a la elección general con posibilidades de reforzar decisivamente su presencia política, en las vísperas de un ajuste, al que la irrupción de la crisis de China dará un alcance internacional. Al mismo tiempo, asistiremos a una lucha feroz entre candidatos obligados a encarar un cuadro de aguda disolución política y económica del régimen y sus partidos. La misma Bolsa que saludó a los “mosqueteros del ajuste” se derrumbó, en cuestión de horas, por el anuncio de la devaluación del yuan, que degrada el cuento chino de un desenvolvimiento nacional de la mano de inversiones asiáticas; por de pronto ha pinchado el esquema de financiación con las reservas aportadas por China.
Campaña con un programa
En 2013, la gran votación del Frente de Izquierda tuvo lugar en el cuadro de otra crisis, cuyo desenlace fue la corrida y la devaluación de enero de 2014, que puso a Argentina al borde del ‘rodrigazo’. Nuestra campaña, entonces, planteó las grandes reivindicaciones populares en oposición “al ajuste que preparan” (textual). Hoy este cuadro se ve potenciado por la transición a un nuevo gobierno. La tentativa de polarización electoral tendrá que superar las contradicciones internas que recorren a los bloques capitalistas, por un lado, y, por el otro, la inquietud creciente del pueblo que comienza a advertir el alcance de la crisis.
No hay que desconocer que una parte de las masas, en especial la clase obrera industrial, podría acoger con simpatía un programa devaluatorio y un arreglo con los buitres, como ya lo hace la burocracia de los sindicatos, con la expectativa de que sirva como reactivador de la economía. Es la zanahoria que esgrime la patronal ante los obreros de Siderca o Acindar, o de VW y las automotrices en Córdoba, o de los ingenios en Salta y Jujuy, o de las fincas y bodegas de Mendoza. Esto fue lo que se vivió bajo el duhaldismo, cuando habían pasado unos meses de la salida de la convertibilidad. No se trata entonces de confundir el programa con slogans popularizados. La preparación política de los trabajadores de cara a estos episodios de fondo, no puede reducirse a las advertencias del peligro sino a los remedios y medidas para combatirlo. El debate acerca de “quién paga la factura de la crisis” debe estar apoyado en un programa.
Marcelo Ramal-Jorge Altamira