EL KIRCHNERISMO EN COMODORO PY
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/26520-
La revelación de que la cadena de hoteles de la familia presidencial servía a una gigantesca operación de lavado de dinero devolvió al kirchnerismo a su verdadera condición: la de un gobierno que se disgrega. Después de todo, sufre una hemorragia de aliados desde 2008 – y ahora ‘parió’ Piccheto. Los caciques del sindicalismo del transporte, antiguos oficialistas, siguen adelante con la huelga del jueves 27, aunque se limite a la defensa del medio aguinaldo para los compañeros afectados por el impuesto al salario. A estos sinsabores se agrega la decisión de Sapag, otro ex K, de convocar a un referendo acerca de la ley de hidrocarburos, que se producirá cuando la caída del precio internacinal del petróleo pone en jaque las inversiones en petróleo no convencional en todo el mundo. La Vaca (Muerta), lo advertimos hace varias semanas, apenas gime, aunque Galuccio haga subir el precio interno cuando cae el de afuera. En este cuadro, ¿asistimos, acaso, a un intento de acortar el mandato presidencial desde Comodoro Py? Los jueces ‘sediciosos’, por lo menos, se van sumando.
Probablemente no, y no porque los tiempos judiciales sean interminables, en especial para los bonetes grandes y para el poder. La Corporación aprieta, pero todvía no ahorca. Ocurre que la supervivencia de los K se está disputando por otro lado: el compromiso de sostener la candidatura de Scioli, para transitar los últimos meses de gobierno. Se trata de la candidatura que asegura el continuismo de los caciques del conurbano y de la burocracia sindical, con el planteo de ‘volver a los mercados internacionales’, esto ante la asfixia financiera que soporta el capital nativo. El record de cheques rechazados que anuncia Ámbito (26.11), muestra que el asunto orilla la bancarrota. Antes que soltarle la mano a Scioli, CFK preferirá desprenderse de Kicillof y formar un gabinete de ‘transición’. De ocurrir lo contrario, el ariete judicial sí podría cconvertirse en un pasaje del gobierno a mejor vida. Quien entiende de esto mejor que nadie es el ex canciller Jorge Taiana, que oficia de izquierda del kirchnerismo, quien se tomó un avión a Mendoza para celebrar el día del militante con los gobernadores sciolistas.El Movimiento Evita lo acompaña en la modesta aspiración de ganar la candidatura nacional y popular a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde sus posibilidades son nulas. Hasta Horacio González, de Carta Abierta, que dice discrepar con la “formación político-literaria” (sic) de Scioli, ahora le reconoce virtudes de “cortesía personal” (La Nación, 22/11).
Scioli, el salvavidas
Cuando desde distintos rincones se alude a la posibilidad de una victoria oficialista en primera vuelta, el beneficiado no es la Cámpora sino Scioli, su sepulturero. El kirchnerismo no tiene espacio en la transición política. Los apoyos que reciben sus iniciativa en el Congreso, necesitan del respaldo del sciolismo, que le ha puesto un precio al apoyo. facilitada por la división opositora. Los camporistas fingen creer que un gobierno de Scioli implica continuidad kirchnerista, pero Scioli representa el desmantelamiento progresivo del régimen K. Gracias a esa promesa pudo Scioli frenar la corrida de los barones del conurbano y de la burocracia sindical hacia el campo de Sergio Massa, cuya candidatura, por eso mismo, ha perdido sustento pejotista y ganada el módico de algunso candidatos radciales. Un editorialista de ¡Clarín! acaba de anticipar que Scioli conformará un “gabinete a lo Menem”, con “ministros de peso”. En otras palabras, tendrá su propio Cavallo. El “cristinismo” tendrá que acompañar esta orientación o atenerse a las consecuencias: la escalada judicial contra la Presidenta. Entretanto, los buitres guardan su propia carta de extorsión. La gesta “nacional y popular” deberá optar entre Scioli o una residencia privada en Devoto. Mientras tanto, el candidato opositor preferido por el kirchnerismo, Macri, se ha convertido en el preferido por la oposición. El martes pasado, ‘el pibe’ presentó su programa: “moneda fuerte e infraestructura”. Se trata del ‘password’ del capital inmobiliario, que se prepara a tomar por asalto el suelo urbano de las principales ciudades, en especial Buenos Aires. Ese mismo programa se lo presentó Gustavo Weiss, el presidente de la Cámara de la Construcción, precisamente, a Cristina Kirchner. La respuesta de la Presidenta mostró su pérdida de sintonía con la situación del país, cuando opuso a un rescate financiero internacional seguir gravando salarios y desvalijando la Anses. Esas ‘tetas’ de los K se han secado – es lo que le recordarán los gremios del transporte. Entre Scioli y Macri, Massa rema a los codazos y el ‘progresismo’ se desintegra. La agenda de la burguesía no contempla espacio para el progresismo. Lo ilustra Dilma Roussef, quien entre recesión y acoso judicial, trata de salvar un segundo mandato que aún no inició. Si los ‘tres mosqueteros’ salvan los escollos para llegar a una segunda vuelta, vendrá el momento de formar un gobierno de coalición, como se los exige todo el arco burgués desde todos los medios de comunicación. ¿Para hacer qué? El recontra gran ajuste – como lo vociferó Ricardo Arriazu, un patriarca del ‘establishment’. Ya se escucha con inusitada frecuencia que un arreglo con los buitres no alcanza – que hay que meter el bisturó hasta el hueso. Claro que Argentina enfrenta un ajuste – el asunto es quién lo paga.
Transición
La transición política en curso es el prólogo a lo que será seguramente el período de mayor crisis social y de luchas populares desde incluso antes de 2001. Es en esta perspectiva de conjunto que debe instalarse el Frente de Izquierda. Se trata de cruzar el puente entre la comprensión que hoy tienen las masas de esta situación y la que deberán enfrentar a mediano plazo. Esta prohibido, para los luchadores, saltarse la evolución de la conciencia política del pueblo. Es también un seguro contra la tendencia a pasar del ‘luchismo’ al ‘electoralismo’. La burocracia sindical está buscando reposicionarse en este final de año, no para conducir al movimiento obrero a la victoria, sino para contener el avance de la izquierda y construir una salida política con los ‘tres mosqueteros’. No debería haber ilusión en un ‘giro de izquierda’ de la burocracia. El planteo estratégico de unir a la izquierda y el movimiento obrero está más vigente que nunca.