CHINA INGRESA CON FANFARRIA EN WALL STREET
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/25870-
La venta inicial de acciones de Alibaba, el gigante del comercio electrónico de China, en la plaza de Nueva York, logró captar 25 mil millones de dólares. Benefició con 250 millones de dólares, en concepto de comisiones, a los bancos que hicieron la colocación en la Bolsa. La oferta inicial de 62 dólares por acción se elevó en pocas horas a 93 dólares (un aumento de la cotización del 50%), lo cual llevó su valuación global a más de 200 mil millones de dólares. Quedó así por encima de gigantes como Procter & Gamble, Verizon, Facebook, IBM, Oracle, Coca Cola, Intel, Merck, Visa, Citigroup y otros. Alibaba controla ocho de cada diez ventas por Internet en China, que en el último año alcanzaron un volumen de 296.000 millones de dólares. En los últimos tres meses, sus ventas crecieron un 46% y sus ganancias se triplicaron.
Opaco
La oferta de acciones de Alibaba en Nueva York importa como manifestación del entrelazamiento extraordinario del capital emergente en China y el capital financiero internacional -e incluso estatal entre China y Estados Unidos. El fondo de inversiones de Japón, Softbank, controla el 58% del capital accionario en manos de instituciones financieras, a pesar de las rivalidades entre China y Japón, y Yahoo otro 38%. El fundador de la compañía, Jack Ma, con el 9% del capital, tiene, sin embargo, el voto mayoritario, en virtud de un pacto societario, que ha sido reconocido legalmente por el gobierno de China y ahora por las autoridades de Estados Unidos. Solamente “28 socios fundadores y ejecutivos mantienen el control de la mayoría del directorio, aún cuando juntos sólo tengan el 10 por ciento de la compañía”.
El capital accionario de Ma, además, es cualquier cosa menos transparente, porque se funda en un esquema de compañías superpuestas que operan desde paraísos fiscales. Obviamente, no representa una garantía adecuada para el resto del capital en Bolsa. Esta circunstancia determinó que la oferta accionaria fuera rechazada por la Bolsa de Hong Kong (que no admite pactos societarios de control) y duramente criticada por los diarios de finanzas. Queda expuesto, de este modo, que el Estado chino opera con capitales extraterritoriales en su propio país, como ocurre también en Estados Unidos. Esta situación entraña un fuerte peligro para el resto de los accionistas, en especial los minoritarios y atomizados. Precisamente por esta razón, las autoridades bursátiles norteamericanas limitaron la compra de un 50 por ciento a inversores institucionales.
Conla complicidad de ambos gobiernos, el ingreso de Alibaba en Wall Street sigue el modelo de una operación fraudulenta.
“El apoyo de Beijing -directa e indirectamente- es un factor clave en el triunfo de Alibaba. Sin el apoyo gubernamental, Ma no podría tener la confianza suficiente para hablar en Nueva York frente a centenares de inversores de Wall Street durante la reciente ronda de negocios para ofrecer la oferta de acciones en la Bolsa de Wall Street” (SCMP, 15/9).
Centro y periferia
Alibaba ha ido a recaudar dinero en Estados Unidos para financiar su expansión en China, la que realizará mediante adquisiciones o fusiones con otros grupos económicos. Alibaba convertirá sus dólares en yuanes que el Banco Central de China reinvertirá en la deuda pública de Estados Unidos o de la Unión Europea. China financia así a los capitales norteamericanos que han invertido en Alibaba, pero mientras que la deuda pública estadounidense rinde un 2,5% anual y la europea aún menos, el japonés Softbank y la norteamericana Yahoo han visto valorizar sus acciones en Alibaba en un porcentaje descomunal en menos de una hora.
El editor financiero del principal diario de Hong Kong opina que “el triunfo de Alibaba no es sólo de Alibaba en sí misma. Es sobre la inevitable tendencia de la globalización y el ascenso de China en los frentes político y económico, y también sobre cuánto ansía Beijing en apoyar y cosechar marcas nacionales que puedan competir con los gustos de Google y Amazon…”. Este ascenso, sin embargo, se financia en Nueva York y la competencia con Google y Amazon se desarrolla de la mano de Softbank y Yahoo. Las “marcas nacionales” se abren camino por medio de la intervención en gran escala del capital financiero internacional. Esto ocurre en todas las ramas principales de la industria; en un determinado momento enfrentará a los capitales asociados en una guerra que podría ir más allá de lo comercial.
“El ascenso de Alibaba, dice el mismo editor, ha sido impulsado por las políticas gubernamentales que han hecho de China un lugar muy inhóspito para las empresas de los Estados Unidos, e impulsado a campeones locales como Alibaba con el espacio que necesitan para convertirse en jugadores viables a nivel mundial.” Alibaba, sin embargo, es al mismo tiempo un caballo de Troya del capital internacional para incursionar en territorios ‘inhóspitos’ y obtener plusvalías formidables. Para la agencia Bloomberg, Alibaba “seguirá creciendo sin impedimentos de la competencia estadounidense”, pero no dice que el beneficio de ese ‘crecimiento’ irá a parar, en buena parte, a Wall Street.
Nacionalismo, límites
El cerco del mercado chino para favorecer a empresas nacionales tiene, asimismo, limitaciones que sólo podrán salvarse por medio de crisis severas. En primer lugar, los beneficios extraordinarios que extrae Alibaba ha puesto en marcha la codicia de otros capitales, también chinos, cuya competencia afectará la tasa de ganancia de Alibaba. Alibaba, por otro lado, carga con la hipoteca de ejercer la censura político-mediática que le impone el régimen de China. Esta ‘ventaja’ interna la hace vulnerable a la presión internacional, a partir de su entrada en Wall Street. Finalmente, la estructura oscura del capital de los socios dominantes, acentúan esa vulnerabilidad en caso de crisis bancarias y bursátiles.
El pacto societario establecido equivale a un monopolio de información interna, que es muy castigado por las legislaciones comerciales. A esto aludió Jack Ma cuando no se cansó de repetir que venía a conquistar la “confianza de los norteamericanos”. Por de pronto, algo de esto ocurrirá en lo inmediato, cuando se pinche la ‘espuma’ de la suba de los primeros días de cotización en la Bolsa, en perjuicio de inversores menores.
El sistema de pagos que creó Alibaba Alipay, ha gestionado durante el último año 778.000 millones de dólares, de los cuales solamente un 29,7 por ciento proceden de pagos por las compras de comercio electrónico. Hasta 2011, Alipay era una unidad más de la empresa, pero se configuró como una compañía independiente por el hecho de que Alibaba cuenta con accionistas extranjeros. De este modo, se presenta un conflicto de intereses entre Alibaba y Alipay, que Jack Ma podría zanjar en perjuicio de Alibaba. Una incipiente Alibaba ya salió a Bolsa en 2007, en Hong Kong, pero se retiró cinco años más tarde tras los estragos de la crisis financiera internacional.
El pacto societario encubre vínculos profundos de la empresa con funcionarios chinos. El New York Times publicó los lazos de Alibaba con fondos conectados a la estatal China Development Bank. “Los lazos (del CDB) con los llamados ‘príncipes’, hijos o nietos de funcionarios, atrajo la atención de fiscales en Estados Unidos. Investigadores de la Comisión de Valores de Estados Unidos están detrás de un programa del J.P. Morgan Chase llamado ‘Hijos e Hijas’, bajo el cual se contrata a parientes de altos funcionarios chinos y funcionarios de alto rango, violando la ley Prácticas Corruptas Extranjeras. Otros bancos están bajo investigación por similares programas” (20/7).
Crisis mundial
Alibaba no es un emporio industrial sino un grupo comercial; su función económica es acelerar la circulación o rotación del capital industrial en su conjunto. China, mientras tanto, atraviesa una enorme crisis de sobreproducción y, con ella, una crisis bancaria, por los fondos comprometidos con la industria y la construcción que no puede realizar su producción. La deuda de China, un 250% de su PBI, empareja a la de Estados Unidos, de 12 billones de dólares, aunque la economía norteamericana es cuatro veces mayor. El destino de este lanzamiento ‘burbujeante’ está determinado por el desarrollo del conjunto de esta crisis, que la expansión a Wall Street potenciará decisivamente.