EL INNEGABLE CRECIMIENTO DE LA IZQUIERDA SINDICAL
La multiplicación de delegados de partidos de izquierda no sólo se da en los gremios donde hubo conflictos con alta visibilidad.
Ana Vainman
El protagonismo de los partidos de izquierda en los conflictos sindicales de Gestamp, Lear y Donnelly, entre otros, lograron un nivel de visibilidad que hace suponer que los delegados de esas agrupaciones están creciendo. Pero ¿cuánto creció la izquierda? ¿Dónde? ¿Por qué? Esas son algunas preguntas ineludibles de este fenómeno que viene ganando cada vez más presencia calles y rutas y, por ende, en las páginas de los diarios y las pantallas de televisión. En principio, y aunque hay excepciones, la izquierda crece donde hay burocracias sindicales o dirigentes que supieron ser combativos en el pasado pero que hoy desatienden las necesidades de sus trabajadores, donde hay peligro de pérdidas de puestos de empleo sin el reclamo sindical pertinente y donde hay despedidos librados a su suerte. Al intentar cuantificar las comisiones internas que responden a agrupaciones como el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y el Partido Obrero (PO), entre otras, surge un problema metodológico, que aumenta si se la quiere comprar con lo que sucedía años anteriores. Quien podría llevar una estadística sobre el tema es el Ministerio de Trabajo, pero no han elaborado informes al respecto. Lo que sí indican en Alem 650 es que hay crecimiento de delegados de partidos de izquierda en los gremios de Alimentación y de los mecánicos del SMATA –donde hubo conflictos con alta visibilidad–. Pero cuando se indaga un poco más, el fenómeno está bastante más extendido a otros gremios. Según detallaron desde el Partido Obrero, el crecimiento de la izquierda va mucho más allá de Alimentación y SMATA. En el sector público mencionan los gremios de CTERA y ATE como lugares de proliferación de delegados de izquierda. En CTERA, que a nivel nacional pertenece a la CTA oficialista de Hugo Yasky, la izquierda tiene 11 seccionales del total y congresales en todos los ámbitos. ATE está dentro de la CTA opositora de Pablo Micheli, pero la izquierda va ganando espacio. ATE Mendoza, por ejemplo, tiene 14 mil afiliados. También hay delegados en el Ministerio de Economía, en el INTA y en el INTI y desde el PO no descartan que haya una lista de izquierda que compita a nivel nacional en las elecciones de marzo del año que viene. Sus dirigentes también conducen la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires, que agremia a 5000 docentes universitarios. Según definen desde el Partido Obrero, también hubo crecimiento en al ámbito privado, pero allí hay que tener cuidado, más que en el sector público, por los hechos que son de publico conocimiento. En la industria de la construcción, la izquierda creó el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción y afines (SITRAIC) que, si bien hoy tiene unos 5000 afiliados, va disputándole poder a la UOCRA de Gerardo Martínez, muchas veces en términos violetos. Con once distritos de la zona sur del Gran Buenos Aires y delegaciones en Caleta Olivia, Puerto Deseado, San Lorenzo, Rafaela, Mendoza, SITRAIC ya tienen la simple inscripción y realizó el trámite para operar en el ámbito nacional. Es por eso que la izquierda se esperanza de poder disputar elecciones nacionales con UOCRA en un futuro no muy lejano. También hay una avance de la izquierda en empresas siderúrgicas, con Comisiones Internas en Acindar, Aluar de La Plata y Siderca, así como en talleres de fábricas pequeñas. Incluso se da una presencia de delegados de izquierda en el gremio de los gráficos –donde la Naranja tiene siete de los grandes talleres y el PTS tiene a Donnelly–, la Unión Tranviaria Automotor –en la que el PO dirige Ecotrans, la principal línea del oeste del Conurbano y que agrupa a 1500 choferes y la Línea 60, entre otras empresas– y en el gremio del Neumático –conducido por el secretario adjunto de la CTA, Pedro Wasiejko–, en Telefónicos y en Alimentación. PREOCUPACIÓN. El líder del PO Jorge Altamira consideró que este fenómeno crecerá. En el pasado la izquierda conquistaba internas y sindicatos, incluso en un número superior al actual, pero los trabajadores seguían vinculados políticamente al peronismo. Ahora una masa importante de la clase obrera vota al PO y al FIT, incluso allí donde no hay delegados de la izquierda. Por este motivo, es previsible un desarrollo excepcional de la izquierda revolucionaria en el movimiento obrero, opinó. Quienes más preocupados aparecen por el crecimiento de la izquierda son los sindicalistas tradicionales y especialmente los enrolados en la CGT oficial que conduce el metalúrgico Antonio Caló. El abanderado de esta etapa de la pelea contra los zurdos es el mecánico Ricardo Pignanelli, pero fueron muchos los que se pronunciaron contra los simpatizantes con la izquierda y sus prácticas. Hace años ya, el secretario adjunto de la UOM, Juan Belén, pronunció la inolvidable frase la zurda loca. Así había caracterizado Pignanelli a los delegados de izquierda que están en empresas de su gremio, en declaraciones a Ambito Financiero hace unas semanas: El objetivo de estos pibes no son las reivindicaciones, la estabilidad laboral o pelear por los salarios. Quieren la lucha continua. La anarquía en el movimiento obrero. El de los mecánicos es un gremio muy golpeado desde comienzos del año por la crisis del sector automotriz y donde a diario se dan despidos y suspensiones. En este sector se dieron dos conflictos con decenas de despedidos, alta visibilidad, cortes de ruta y peleas entre los delegados de izquierda y la conducción del sindicato: Gestamp y Lear. La puja entre burócratas y zurdos en Lear llegó al punto de que Pignanelli realizara asambleas para destituir a los delegados que habían sido votados democráticamente en asambleas y de que el SMATA publicara varias solicitadas diciendo basta pero no a los despidos o a las suspensiones, sino al avance de la izquierda. Y EN LA CGT TAMBIÉN. El moyanismo también mira el crecimiento de la izquierda con cierta preocupación, pero tienen otra postura: al menos desde lo discursivo, en lugar de combatirlos, proponen neutralizarlos con medidas que contengan los reclamos de los trabajadores. Varios dirigentes de la CGT Azopardo coinciden en que donde hay reivindicaciones de derechos laborales, la izquierda puede existir pero no crece. Sostienen, a grandes rasgos, que los delegados de izquierda aumentan donde hay derechos laborales desatendidos, pero al mismo tiempo cuestionan el proceder extorsivo que no piensa en la gente que dicen tener esos dirigentes. ¿Por qué no hay delegados de izquierda en Camioneros?, se preguntó retóricamente un dirigente moyanista. ¿Por qué Moyano es patotero? Pignanelli también los patotea. No, no crece la izquierda porque en Camioneros hay reivindicaciones, reflexionó. En el punto de mayor tensión del conflicto en Lear, el propio Hugo Moyano recibió a los integrantes de la comisión interna para brindarles su apoyo. Este gesto tuvo una innegable connotación política, aunque los moyanistas lo definieron como estrictamente gremial. Y cerca del camionero reconocieron: Si no fuera por la izquierda nadie se hubiera enterado del conflicto de Lear. Y algo similar ocurrió con otras contiendas sindicales que, de no ser por la exteriorización que hacen los partidos de izquierda –aun con discutibles métodos como el corte de calles y autopistas– nadie hubiera conocido. Además, gracias a conflictos como el de Lear se pudieron ver los hilos de la marioneta manejada por el secretario de Seguridad Sergio Berni, quien dirigió los operativos represivos de la Gendarmería en los que se desalojó a los manifestantes de la Panamericana a golpes. También debido a estas manifestaciones se conocieron mecánicas como las del gendarme carancho, Juan Alberto López Torales, quien se arrojó contra un auto que formaba parte de la manifestación sobre la autopista para simular un accidente y luego detener violentamente a su conductor acusándolo de lesiones. Las mismas cámaras que registraron a López Torales también filmaron al militar que, disfrazado de civil, dio las órdenes para ese operativo: el militar Roberto Galeano, ex carapintada, que había sido pasado a retiro por Nilda Garré pero que Berni rescató como coordinador de las fuerzas de Serguridad. Luego del esperable escándalo Berni echó a Galeano, pero la pregunta de qué hubiera pasado si ese conflicto no se visibilizaba como se hizo permanece en el aire