EL PAPA ANDA PREOCUPADO
El gobierno festeja la aprobación de una ley de “pago soberano”, que además de ser una contradicción en sus términos, nace muerta. Ocurre que la norma debuta como letra muerta. Los representantes de los bonistas ya han hecho saber, que no piensan acogerse ni al cambio de agente de pago, sea en Buenos Aires o en París, ni mucho menos entrar a nuevo un canje voluntario. Nación-fideicomiso, el nuevo agente de pago no tiene los medios para identificar a los acreedores.
Ocurre que el ‘defol’ del país no se encuentra acotado a los bonos afectados por el fallo Griesa. Sólo de acá al 2015 los vencimientos que tiene que afrontar el gobierno son superiores a los U$s 15.000 millones de dólares, lo cual no incluye a la deuda de las provincias ni a la deuda privada; Mastellone y Pescarmona pidieron ‘recursos preventivos de crisis’, por no poder hacerles frente. . La caída abrupta del precio de la soja no hace que profundizar esta tendencia. Si la solvencia de Argentina fuera tan clara, no se entiende por qué los funcionarios viajan tanto para activar canjes de moneda con otros países – como Brasil, Francia o China.
Estamos ante la posibilidad cierta de una reestructuración de la totalidad de la deuda, no ya de un bono en particular. Los K usan el pretexto de Griesa para inducir a un nuevo canje general, que bajo el pretexto de cambiar el lugar de pago o la legislación, implica inevitablemente un cambio en los términos de plazos y de interés de los bonos actuales. Sea como fuere, los ‘buitres’ K, como Fintech, de David Martínez, que ofrece comprar Telecom, han un gran negocio al comprar los bonos que desvaloriza la crisis, para canjearlos luego a un precio mayor.
Lo que distingue la trayectoria de la crisis actual de la que siguió la de 2001, es que los K decidieron acogerse a la variante uruguaya de aquel año: reestructurar la deuda sin una previa declaración de ‘defol’, a cambio de un rescate financiero internacional. Muchos economistas del ‘establishment’ fantasean con que, en poco tiempo, van a sobrar los dólares, que entrarán para comprar deuda pública y la que emitan las petroleras e YPF. Antes, sin embargo, el país deberá atravesar por una nueva devaluación y por los tarifazos que se encuentran en fila de espera.
Ahora mismo, de todos modos, la situación económica se encuentra en un impasse insostenible. La retención de autos y de soja trae al recuerdo la crisis de febrero de 1976, cuando las ventas se paralizaron a la espera de la devaluación que luego haría Martínez de Hoz. La falta de financiación ha parado las importaciones e incluso acumulado deudas forzosas con las casas matrices o bancos.
Los economistas K caracterizan que la economía sufre una insuficiencia de demanda y descartan la situación de bancarrota. Pero la crisis de demanda la ha creado el propio gobierno con la devaluación de enero pasado, con el aumento de las tasas de interés, con las paritarias a la baja y con las suspensiones y despidos. Pretender activar la demanda con mayor déficit fiscal, al mismo tiempo que se reivindica el ‘pago soberano’ de la usura, es un desatino.
Lo otro que distingue a la situación actual del 2001, es el temor de los grandes intereses a que la crisis desemboque en una caída del gobierno. En ese caso, el ‘defol’ consensuado o pactado, ‘a la uruguaya’, se iría al diablo y los K dejarían paso a un gobierno sin autoridad. El adelantamiento desordenado de las elecciones en numerosas provincias, a las que el gobierno se opone, son una señal clara de desbande.
Es aquí donde vuelve a entrar el Papa con la consigna “cuiden a Cristina”; desde la cúpula del Vaticano se ve más lejos. Es curioso de que el mismo que pide “hagan lío”, se preocupe por reclamar prudencia. Se trata de una contradicción que afligiría a Santo Tomás. Al Papa le preocupa otro dato: que una derrota de Dilma, en Brasil, y un derrape de Maduro, en Venezuela, acelere el ritmo cardíaco de Argentina. Así lo interpreta aproximadamente el especialista apostólico de Clarín. No sería criterioso que Francisco le transmita esta preocupación a CFK sin ofrecerle al mismo tiempo una salida. Esta salida podría ir desde un cambio de gabinete hasta la formación de una coalición con personal ‘técnico’; Capitanich, por lo menos, no veo la hora de tomarse el raje. En Chaco dicen que el que se fue a Sevilla perdió la silla.
El movimiento obrero y la izquierda deben prepararse para intervenir en una crisis política mayúscula. El Partido Obrero convoca para eso a una organización en común del Congreso que se realizará en noviembre en el Luna Park – sobre la base de un programa.