UNA PELEA ENTRE BUITRES EN PERJUICIO DE LOS TRABAJADORES
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/25581-
Bastó que el fondo buitre Blackrock amenazara con desprenderse masivamente de sus acciones de YPF para que el gobierno desactivara la amenaza de aplicarle a Donnelley la ley antiterrorista. El gobierno había responsabilizado a Blackrock, que tiene acciones en Donnelley, por la quiebra fraudulenta de la empresa. Uno de los que más habría fogoneado esta recule fue el presidente de YPF: una parte del paquete accionario de YPF está en manos de varios fondos buitre. El fondo buitre NML, de Paul Singer, tiene participación accionaria en el Banco Hipotecario, junto al Estado y a Eduardo Elsztain.
Los buitres del “pago soberano”
Los K quieren hacer los “pagos soberanos”, un lenguaje que exhala hipocresía rampante. “El gobierno apuesta a que los bonistas presionen a Griesa para que libere los pagos” (La Nación, 23/8). En la última semana hubo una reunión cumbre de bonistas con ese fin, convocada por Goldman Sachs. En la Cámara de Apelaciones de Nueva York, el Citi ha elevado un recurso para que levante la prohibición de Griesa a los pagos de los bonos reestructurados.
El proyecto del pago a los bonistas en Buenos Aires se encuentra en un impasse; podría llevar a nuevos litigios (La Nación, 22/8). Por eso, el gobierno ya tendría preparada, como respuesta, la declaración de defol de toda la deuda y un nuevo canje -el tercero. Quienes están en la cocina del asunto -nacionales y populares, por supuesto- ya están comprando títulos que se han desvalorizado en esta crisis, para entrar en el canje final de la ‘liberación’. La diferencia entre el precio de compra y el de este canje es jugosa. Juegan a la crisis mientras el lobo se come a Caperucita. Es el negocio que CFK le ofreció a los buitres, oficialmente. Estos también se han metido a comprar los bonos que caen, pero no sueltan el beneficio que representa el fallo de Griesa para cobrar aún más por los bonos antiguos. Según Clarín (21/8), la Anses ha salido a vender títulos de deuda externa en su cartera para aminorar la suba del dólar en el mercado de capitales. La propia Anses opera como un fondo buitre, como se ve, ya que se supone que debería retener esos bonos hasta la fecha de su vencimiento final.
Estos negociados y trajines explican las divisiones dentro del bloque de Massa, por ejemplo Lavagna. Soros (Clarín, 26/8) y David Martínez de Fintech (Verbitsky, Página/12, 24/8) ya han comenzado a apropiarse de los bonos que se deprecian. El húngaro y el mexicano abogan por un nuevo canje, local, por las razones dichas. Si en el medio hay un arreglo y no es necesario declarar otro defol, mejor -la ganancia sería aún mayor. Además, “no descartan -los operadores financieros- que ésta sea una postura para luego negociar con el resto de los holdouts, al igual que ocurrió con la petrolera Repsol y con el Club de París” (La Nación, 24/8). Apuntan, por sobre todo, a valorizar los activos que han comprado como pichincha, en las telecomunicaciones (Fintech en Telecom y Telefé) y Soros en YPF (entre otras inversiones). Defienden la renta monopólica del negocio de medios y la enorme renta minera del petróleo.
Defol en toda la línea
De cualquier manera, la devaluación del peso en los mercados paralelos se desarrolla sin pausa, por la simple razón de que el defol de Argentina es un hecho cuando se considera la situación en su conjunto. Las reservas internacionales netas son de 15 mil millones de dólares, menos de lo que Argentina debe pagar hasta finales de 2015. Las reservas son poco menos que un 30% de una base monetaria (400 mil millones de pesos más Lebac/Nobac por 220 mil millones) que no para de desvalorizarse. A su vez, la deuda del Banco Central con los bancos locales -por 220 mil millones de pesos, a tasas de interés de entre 24 y 30% (el cobro de intereses al Banco Central explica el 95% de las enormes ganancias de los bancos desde la devaluación de enero).
El cuadro de defol interno se acentúa porque el BCRA tiene que financiar un déficit fiscal que no para de crecer -un 5% del PBI, que para 2014 se proyecta a los 220 mil millones de pesos, y porque el superávit del balance de pagos internacional es francamente deficitario. Una caída de la recaudación fiscal y de los aportes jubilatorios, deberá afectar el sistema de reparto de la Anses y afectar a su Fondo de Sustentabilidad -sin olvidar que tiene una deuda de 20 mil millones de pesos por juicios previsionales. Otro aspecto es la deuda dolarizada o ajustada al dólar de las provincias; Macri y Scioli ya anunciaron que no tienen recursos propios para pagar los vencimientos de 2015; varias provincias ya incumplen con sus proveedores. En algunos casos se está a punto de pagar deuda flotante con bonos.
Sin necesidad de corralitos
Argentina ha estado pagando la deuda externa con inflación, simplemente porque carece de los recursos para hacerlo de otro modo. La situación de defol -o sea de bancarrota- se manifiesta en la devaluación que se registra del peso y que pronto se convertirá en otra megadevaluación. Exactamente como ocurriera en 2002. La confiscación a los ahorristas se saltará el paso del corralito.
Se está reproduciendo un escenario parecido a la devaluación de enero de este año. Las pérdidas de reservas del BCRA, en los ultimos 3 días ascendieron a casi 300 millones de dólares; la caída de los depósitos en dólares en los últimos días supera los 52 millones de dólares. La brecha entre el dólar oficial y el paralelo orilla el 70 por ciento, lo cual ha detenido la liquidación de la cosecha y en general de los exportadores. El racionamiento de dólares para las importaciones agudiza la tendencia recesiva.
La diferencia con enero de este año es, sin embargo, que el gobierno ha quemado los cartuchos que tenía a su alcance. Un renovado aumento de la tasa de interés agravará la recesión, pero no incentivaría el ingreso de dólares para hacer ‘bicicleta financiera’, debido a que los bancos han vendido sus tenencias en dólares. Para que la plata venga de afuera habrá que llevar el dólar a 20 pesos y liberar los cambios. Debido a la expectativa devaluatoria, el Central, por primera vez en este tiempo, no pudo colocar las letras que ofrece en licitación.
La mayor diferencia con 2002 ya no son los precios internacionales, que derrapan, sino las tasas de interés ficticias, de hasta menos del 2% anual, que prevalecerán en el mercado internacional hasta la próxima corrida bancaria. Esto ha llevado a los operadores financieros del día a día a negar el ‘defol’ de Argentina, porque abunda el dinero para refinanciar deudas. Pero esta es una condición todavía insuficiente, porque aún para hacer negociados mediante préstamos al 2% para comprar títulos argentinos que rinden el 15%, tiene que haber la seguridad mínima del cobro, precisamente lo que está faltando, si no se restablece la normalidad de los pagos pero, por sobre todo, la libertad cambiaria y la megadevaluación correspondiente del peso. Esto, sin embargo, sería equivalente a una explosión económica… y política.
La crisis de deuda no es un episodio ‘externo’ sino que está conectado con la bancarrota económica del régimen kirchnerista. La caracterización de esta crisis es la base de la orientación política que sigue el Partido Obrero.