POR UN VOTO OBRERO Y SOCIALISTA
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/13561-
A medida que se acerca el domingo 28, no sólo crecen las chicanas, agresiones y escándalos característicos de la campaña electoral. También ganan terreno las evidencias de que la crisis económica y del régimen político se acerca a su apogeo.
Los aportes a la seguridad social de los trabajadores en blanco registraron una caída de 406.000 aportistas en los últimos ocho meses. Las cesantías de los precarizados han sido aún mayores. El consultor Ferreres, conocido por su “prudencia” para abordar la crisis, informa de una caída en la actividad económica del 8% para la primera mitad del año. En la provincia de Santa Fe han comenzado a cerrar grandes cadenas de comercio en las últimas horas, lo cual anuncia una quiebra generalizada de los famosos fideicomisos con los cuales las patronales y el gobierno financiaron el ‘repunte’ del último quinquenio.
La Presidenta, sin embargo, se presentó en la OIT como abanderada de la lucha “contra los telegramas de despido” y de haber “colocado los recursos del Estado al servicio de la producción y del trabajo”. El balance de esta política está a la vista… El kirchnerismo fantasea con llenar de créditos a los trabajadores, cuando éstos -bajo la picota del despido o la suspensión- , ni siquiera pueden pagar las cuotas de los préstamos pasados. Los subsidios y rescates a grupos capitalistas, que podrían superar este año los 15.000 millones de dólares, no alcanzan para contener el proceso de disolución económica. Los mismos grupos capitalistas subsidiados son quienes protagonizan la fuga de capitales. El superávit comercial, sostenido principalmente en una caída de las importaciones y, por lo tanto, por la recesión de la industria, ha sido enteramente devorado por la salida de divisas. Para que no le falten dólares a los que fugan, el gobierno “nacional y popular” acaba de anunciar la venta anticipada de las exportaciones de maíz y de trigo, lo que desencadenó, de inmediato, aumentos en los precios internos de estos alimentos. Mientras tanto, el 60% de los recursos de la Anses han sido colocados en este rescate sin futuro del Estado (pago de la deuda pública) y de pulpos capitalistas.
Una rara unanimidad se ha levantado a la hora de apoyar el saqueo de la Anses. Carrió saludó los subsidios de la Anses a la General Motors. Macri está pidiendo la plata de los jubilados para compensar la caída de la recaudación en la Ciudad. Aunque plata no le falta: ahí están las cajas de Ausa, el Banco Ciudad y las corporaciones del Sur y de Puerto Madero.
“Argentinización” y vaciamiento
A pocos días de los comicios, Kirchner llama a “la reestructuración del empresariado nacional”, o sea a una pelea a muerte por un nuevo reparto del patrimonio estatal entre los capitalistas. “Cuando un amigo se va…”, hay que acomodar al que viene. La Cámara del Petróleo acaba de denunciar que su rival, Repsol, paga dividendos y los retira al exterior (28 mil millones de pesos), en lugar de invertir la plata en exploraciones. Kirchner se ha hecho el zonzo porque con esos dividendos su amigo Eskenazi le paga a los bancos que le financiaron la compra del 15% de la compañía (La Nación, 6/5). Como es natural, esta política benefició también al otro accionista privado, el pulpo Repsol, que pudo embolsarse también sus dividendos. Este vaciamiento sin precedentes de YPF dio argumentos a la posibilidad de una “nacionalización consentida”; o sea, que Repsol se retire de YPF y venda sus acciones a la estatal Enarsa (o a otro amigo, Cristóbal López). Curiosamente, sería la nacionalización por la cual abogan el grupo Moreno, Proyecto Sur, Pino Solanas y Claudio Lozano, que han propuesto que Enarsa compre YPF “con las reservas de divisas del Banco Central”. En el proceso electoral se entrecruza un violento choque entre pulpos capitalistas, que tiene que ver con el arbitraje que hará el Estado entre los diferentes intereses afectados por la quiebra capitalista.
Atomización política de la burguesía
El resultado electoral pondrá en evidencia una desintegración política que no tiene precedentes. Por de pronto, el gobierno pierde seguro, pero las elecciones no las va a ganar nadie, por la simple razón de que ninguna fracción opositora podrá reivindicar una victoria nacional. Reutemann o Binner, Luis Juez, Macri, Rodríguez Saá, Cobos podrán reivindicar el triunfo en su parroquia, pero nada más; los gobernadores kirchneristas se apuntan los resultados para ellos y lo mismo pasa incluso con los intendentes. Por si esto fuera poco, el Congreso dejará de tener vigencia hasta que entren en funciones, en marzo de 2010, los que sean electos el último domingo de junio. La camarilla gobernante deberá operar en una suerte de vacío político e institucional. En esto ha terminado la tentativa de “restaurar la política y el Estado”, que proclamó la burguesía en su conjunto luego del derrumbe de 2002. Para el gobierno, las cosas podrían ponerse peores si se confirma la evidencia de que está retrocediendo en la provincia de Buenos Aires, y de que ‘el banquero solidario’ saldrá cuarto cómodamente en la Ciudad (y esto sólo porque el quinto es el impresentable Ibarra).
Es decir que, después del 28, se viene un nuevo reparto de cartas y realineamientos políticos de inconfundible precariedad. De Narváez ya salió en punta a reclamar una elección interna en el peronismo, sin importarle que con eso deja a Macri en la banquina. Kirchner podría verse obligado a aceptar el reto, en el momento que le convenga, o en su defecto preparar una segunda luna de miel con su esposa (la colectora con los Sabbatella no lo lleva a ningún lado). La propuesta de De Narváez no deja de tener su gran carga de hipocresía, salvo que quiera hacer de cabo electoral de Reutemann, siempre que éste gane la elección santafesina.
Una victoria de Binner colocaría al gobernador ‘socialista’ en la posición de piloto para fogonear la reconstrucción del Encuentro de Rosario, aquella ‘creación’ del partido comunista y de Carlos Heller y la CTA, a fines de los ‘90, que incluía a Binner, Luis Juez, Stolbizer y Lozano - o sea Solanas. Sería el frente de izquierda de la Mesa de Enlace y dejaría al desnudo la precariedad de miras del Proyecto Sur de Solanas. Solanas, no hay que olvidarlo, firmó un documento con el cordobés Luis Juez hace sólo noventa días, que ambos calificaron como un acuerdo político. Sabbatella tendría que inscribirse en esta variante, porque Kirchner es un rehén definitivo del pejotismo bonaerense. La resurrección del Encuentro de Rosario obligaría a Carrió a definirse entre la alianza con la UCR o el liderazgo de Binner. A la ‘gorda’ se le achican las opciones, porque ya es claro que hará un papel deslucido en las elecciones porteñas. ¿Quién da dos mangos por todo esto, en medio de la bancarrota capitalista?
Semejante disgregación política explica la última ‘bola’ criolla: el adelantamiento de las elecciones presidenciales de 2011. ¡Festejaremos el Bicentenario en un Cabildo Abierto! Si la versión tiene algún asidero, significa que el gobierno ha decidido adelantar su exilio: no aguantaría una elección. Viviríamos la primicia del primer gobierno peronista que se va antes sin que lo eche un golpe militar.
Un “sencillo” productor, Alfredo De Angeli, sacó a relucir este filo de la crisis al plantear otro adelanto, el de la asunción de los nuevos diputados. ¡Es la propuesta más realista! De Narváez, sin embargo, lo contuvo, para defender el “apego a los plazos constitucionales”. En buen castellano, salió a defender la continuidad de los K y a tramitar un pacto político extraparlamentario, o sea en las trastiendas. El régimen deberá cargar durante ocho meses con un Congreso desprovisto de legitimidad política, en medio de la crisis capitalista, de la quiebra fiscal de los Estados y del agravamiento de todos los choques entre las clases.
Todo esto demuestra que el adelantamiento de las legislativas no ha servido para parir un plebiscito, sino para acentuar la disgregación política. La transición política que se pondrá en marcha afectará a todas las clases y partidos, y debilitará en especial a la burocracia sindical, que vive de las prebendas estatales. El movimiento obrero mismo entrará en una fase transicional, de crisis por arriba y de luchas y organización clasista por abajo. Por esto es simplemente criminal que las agrupaciones y sindicatos independientes acepten acoplarse a la estructura burocrática y a la política patronal de la CTA, o sea que entren en las nuevas etapas de la crisis como furgón de cola y no como una fuerza que pelea una posición obrera dirigente y revolucionaria. Sería una réplica de la posición que han adoptado todos los partidos de la izquierda democratizante en estas elecciones: ir a la cola de los frentes patronales, proponer esos frentes para ‘ganar espacio’ o promover la alianza con la burocracia de la CTA, que apoya al gobierno.
Meter candela
Es sabido que Argentina es un laboratorio de ensayo de los procesos mundiales; ahora, por ejemplo, se habla de la ‘argentinización’ de la economía mundial. No es un concepto laudatorio, pero alcanza de sobra para alimentar el ego nacional. Ahora nos aprestamos a un nuevo ensayo: el lunes 29, los resultados político-electorales del 28 serán historia antigua. La crisis social y política no podrá ser abordada a partir de los parámetros que dejen los comicios. El pasaje del festejo a las lágrimas será muy breve, lo que contará será la calidad de las estrategias políticas.
La campaña electoral de nuestro partido ha estado enteramente determinada por la perspectiva política internacional planteada por la bancarrota capitalista. En todo momento, caracterizamos a estos comicios como el episodio de una crisis de carácter general, y nos servimos de la tribuna electoral como factor de preparación de los trabajadores para jugar un papel dirigente. Esto le da una importancia mayúscula a los progresos electorales que registraremos en la mayor parte del país, en especial en todo el norte argentino, en la provincia de Buenos Aires y en todos los cordones industriales (de Buenos Aires, Santa Fe y todos los distritos y pueblos con presencia industrial). “Que la crisis la paguen los capitalistas” es un planteo de reorganización social bajo el gobierno de los trabajadores, no como lo es para el centroizquierda (asistencialismo estatal), ni para la izquierda democratizante (toquemos los beneficios del capital - que, sin embargo, la crisis evapora, pero no al capitalismo). Cada voto al Partido Obrero, en todas las provincias y distritos, refuerza esta perspectiva revolucionara.
En los diez días que faltan, reforcemos la lucha por ese voto estratégico y la lucha contra el fraude y la proscripción electoral (la Cámara Electoral bonaerense decidió que vayamos separados en dos boletas: la 14 del Partido Obrero y la 257 de Política Obrera, en los extremos de las mesas, entre centenares de boletas colaterales y testimoniales).