EL FRENTE ANTICAPITALISTA Y LA IZQUIERDA

EL FRENTE ANTICAPITALISTA Y LA IZQUIERDA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/12728-

Hace diez días, aproximadamente, se realizó una reunión convocada por nuestro partido con el Nuevo MAS, el PTS e Izquierda Socialista, para discutir la posibilidad de una coalición para las próximas elecciones. Los resultados fueron negativos. El motivo aparente: la divergencia sobre las candidaturas (específicamente, en Capital y Provincia).

El cotejo de la representatividad de cada partido, de acuerdo con los resultados electorales anteriores y con la fuerza relativa de cada uno, determinaba que el Partido Obrero debía encabezar las tres listas que van a la contienda: la de diputados nacionales de Capital y Provincia, y la de legislador de la Ciudad. Nuestro partido, en las elecciones de 2007, superó holgadamente los resultados obtenidos por los otros tres partidos, que se habían presentado coaligados. En la reciente movilización del 24 de Marzo, las columnas del PO fueron abrumadoramente más numerosas que cualesquiera o-tras. Este método de representatividad fue aplicado por todos los frentes de izquierda desde 1985. En todas las oportunidades en que nos tocó intervenir aceptamos los segundos, terceros o cuartos puestos que nos correspondía de acuerdo con esta metodología. Aceptamos el tercer lugar en el frente MAS-PO, en 1985, que luego el MAS deshizo para juntarse con el partido comunista y los peronistas sin albergue. En 1993 y 1994, ocupamos los segundos y terceros puestos en listas con el MAS y el MST. En 1999 y en 2003, propusimos ir en segundo lugar en un frente con Izquierda Unida. De cualquier modo, en esta ocasión ofrecimos compartir con las otras organizaciones el período legislativo en la Ciudad, para el caso que saliéramos electos, y ofrecimos el primer lugar para legislador bonaerense. La propuesta no fue aceptada; el reclamo era por candidaturas “paritarias”. Pero ese derecho debe ser ganado en la lucha y en la construcción de las organizaciones, no en el tire y afloje en torno de una mesa. El Partido Obrero no tiene como misión regalarle su influencia política y su desarrollo organizativo, objetivamente establecido, a nadie. Al que quiera celeste que le cueste. Insistimos: ofrecimos compartir una eventual presencia legislativa y una cabeza de lista en un distrito fundamental de la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué ofrecemos, sin embargo, compartir una posición legislativa cuando estamos planteando el derecho a encabezar las listas? Porque no interpretamos que la conquista de una banca vaya a ser el resultado exclusivo de los esfuerzos del Partido Obrero, sino la consecuencia de una actividad y de una lucha que habrán sido comunes.

Pero la divergencia sobre orden y lugar de las candidaturas es sólo aparente: el punto central es que se buscan candidaturas paritarias, que suponen una disminución política para nuestro partido, para hacer una campaña electoral separada; cada uno por la lista que encabeza su candidato. Es un planteo divisionista. En la lucha política que se ha abierto en el país, lo que importa es ofrecer un único polo anticapitalista a los trabajadores que son despedidos y suspendidos; eso exige una campaña rabiosamente común ¡con el orden de candidatos que corresponde, objetivamente, a cada fuerza! En lugar de pretender arrebatar un lugar que no se ha ganado, debería interesar la posibilidad de crecer, reclutar y organizar que ofrece la formación de un polo anticapitalista en condiciones de bancarrota del capitalismo. ¿O creen que les va a ir mejor en las elecciones con sus candidaturas exclusivas, o que, más aún, van a ganar la atención de los obreros, presentándose como la atomización irreductible de la izquierda? En nuestra experiencia en el movimiento piquetero, donde los Alderete y D’Elía, en 2000, nos superaban cómodamente, superamos esa situación multiplicando los planteos para unificar al movimiento piquetero disperso en una asamblea nacional. La supremacía de una organización debe ser el resultado de la práctica concreta, lo contrario es carrerismo. En el reciente congreso de la Fuba, cada uno de estos postulantes a un frente electoral votaron contra la lista mayoritaria del Partido Obrero, que solamente pudo derrotar a Franja Morada y al kirchnerismo gracias al apoyo de la izquierda independiente –de ningún modo al de los compañeros ‘trotskistas’, que prefirieron dejar el testimonio de sus únicos cuatro votos. Ahora, en las elecciones de delegados del nuevo sindicato del subte, están recibiendo el mismo escarmiento. Los compañeros del Nuevo MAS, IS y PTS parecen olvidar que simplemente ni existen en la inmensa mayoría de las provincias, y que en varias en las que tienen presencia han perdido la personería electoral.

No se debería excluir que el desinterés manifestado por las organizaciones mencionadas para avanzar y elaborar sobre nuestra propuesta esconda una pseudo maniobra, o sea que insisten en repetir el fiasco de hace dos años, cuando armaron un frentito que nadie registró y que tampoco tuvo una evolución ulterior. Sería un manotazo de ahogado; para comenzar la gestación de una coalición obrera y popular anticapitalista es necesario un frente en el que se encuentre, inevitablemente, nuestro partido. Si no cejamos en nuestra propuesta, a pesar de estas maniobras, ello obedece, en primer lugar, a un deber de clarificación y, en segundo lugar, porque no debemos dejar pasar ni la más pequeña oportunidad para reforzar la capacidad de agitación electoral para enfrentar la campaña confusionista de las varias coaliciones centroizquierdistas y del ‘progresismo’ residual. Por eso exponemos todos los elementos de juicio y su análisis crítico, que permitan a los lectores formarse un juicio propio sobre la situación.

A partir del jueves 9 discutiremos este problema en nuestro Congreso anual. El viernes 17 haremos el acto de clausura del Congreso y lanzaremos la campaña electoral. En ningún momento dejaremos de insistir en esta posibilidad de un frente anticapitalista, por ultra pequeño que sea, hasta el cierre de las listas, ni dejaremos de denunciar el oportunismo de aparato de las maniobras divisionistas. Lo que nos importa de una coalición es el potencial político que permita desarrollar.