LA SEQUÍA - REALIDAD Y VERSO
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/12157-
La sequía que afecta a una gran parte del territorio nacional se ha convertido en un buen motivo para agudizar la crisis de la política económica oficial, y para acelerar la crisis política. La Mesa de Enlace de la soja se ha puesto nuevamente al frente de la disputa, y reclama nada menos que la eliminación de las retenciones a la exportación de soja. No son necesarias muchas luces para advertir que esa eliminación no va a suprimir la sequía, ni devolverle al suelo las condiciones para tornarlo productivo. Simplemente, le convendría a los patrones de la soja, que pasarían a vender las ocho millones de toneladas que aún tienen retenidas de la cosecha anterior, algo así como un beneficio extra de 2.500 millones de pesos. Si la sequía los está afectando financieramente, ¿por qué no venden el producto retenido y cancelan de ese modo las deudas que tengan con sus proveedores, los salarios atrasados y sus cuentas de casino? En lo que atañe a los pequeños productores que se encuentren sin recursos ni mercaderías acaparadas, el Estado debería proveerles los medios para su subsistencia familiar por todo el tiempo que sea necesario, pero de ningún modo reducirles el impuesto a la soja, que no tiene nada que ver con la sequía ni tampoco le pone remedio.
En un sistema capitalista, las catástrofes naturales están contempladas en los sistemas de seguros respectivos. Pero los capitalistas del campo y los terratenientes no quieren pagar la prima de esos seguros, sino que el Estado los subsidie mediante la declaración de la situación de emergencia, y si están asegurados quieren cobrar dos veces. Tampoco dicen que la legislación agraria argentina ofrece una suerte de seguro natural para los terratenientes, porque admite la prórroga de contratos de deuda cuando se hayan producido situaciones excepcionales que afecten la producción. La oligarquía está más protegida que el oso en la nieve. La sequía (o las inundaciones y las heladas) es un drama, en cambio, para los trabajadores, que ven aumentar los precios de los productos básicos, o para los productores con muy poco capital, pero no para los capitalistas -que son recompensados por los aumentos de precios y que pueden gozar de la cobertura de un seguro para el caso. De hecho, el precio internacional de la soja aumentó en el mercado internacional como consecuencia de la expectativa de una menor cosecha de Argentina por la sequía.
Los sojeros quieren cobrar, pero no quieren pagar cuando corresponde. La Nación del sábado pasado ha dejado muy en claro los perjuicios que la soja ocasiona al suelo, en especial porque agrava las consecuencias de la sequía. El remedio, la rotación de los cultivos, no se aplica de un modo general - al revés, otros granos y la ganadería han sido desplazados por el cultivo obsesivo de soja. Ahora los sojeros buscan resarcimiento cuando le deberían pagar al país una indemnización por daños ambientales y productivos. La sequía se ha convertido incluso en un gran negocio para el sector que provee alimento para el ganado, el cual están acaparando para venderlo luego a precios confiscatorios. Este hecho denuncia que la mortandad de ganado es la consecuencia de la especulación capitalista y de la incapacidad del Estado, pues la salida es llevar al ganado de pastoreo a la alimentación de corral o anticipar su venta cuando corresponda. La mortandad de ganado de pastoreo beneficia a los que alimentan en corrales, porque obtienen la materia prima a precio de liquidación y porque luego se beneficiarán con el alza del precio de la carne. La provisión de granos forrajeros debe asegurarse especialmente para la lechería, cuya producción tiene una prioridad social. El duopolio SanCor-Mastellone (con los cuales operan Danone y Nestlé en el lucrativo negocio de la leche en polvo) se encuentra en crisis como consecuencia de un elevado endeudamiento en dólares, y pretende salir estrangulando a consumidores y pequeños productores. Lo que hay que hacer es nacionalizar a estos monopolios y ponerlos bajo control de los trabajadores, y hacerlos responsables por su deuda impagable.
Como se ve, la sequía no ofrece ninguna razón para compensar o subsidiar a capitalistas, ni para premiarlos con un super-beneficio, como sería la eliminación de las retenciones. Mucho menos en el marco del derrumbe capitalista mundial y de la crisis industrial argentina, que exige que los recursos fiscales se apliquen a la defensa económica y social de los trabajadores. La campaña para eliminar las retenciones (que apoya todo el arco opositor patronal y buena parte del oficialismo) se inscribe en un propósito más amplio: devaluar el peso y meterle al país un acuerdo con el FMI. Este objetivo ha politizado a la sequía y la convierte en un factor de aceleración de la crisis política.
El gobierno tiene todo esto absolutamente claro, por eso trata de comprar la buena voluntad de los capitalistas para que no lo derriben. Cristina viaja a Venezuela para conseguirle una indemnización a Techint; Tomada arma un plan con la patronal siderúrgica y la burocracia de la CTA para imponer un plan de reducción de salarios en Paraná Metal y para poner en marcha el desguace de la planta. Pero el negocio principal de la semana es el canje de los préstamos garantizados que los bancos tienen inmovilizados desde los tiempos de Cavallo, por nuevos bonos que gozarán de una gran posibilidad de compra-venta y que pagarán tasas de interés que arrancan en el 16% pero no tienen techo, fluctúan con la situación monetaria. Son superiores a la inflación prevista y, en el caso de una corrida contra el peso, esas tasas se irían por las nubes. El gobierno logra con el canje postergar pagos en 2009-10 para el 2012-15, a un costo fiscal elevado. Una nueva hipoteca usuraria para poder sobrevivir. Esto no es un plan contra la crisis.
En realidad, el tsunami está a las puertas; el veranito noviembre-enero es cosa del pasado. Los bancos de Estados Unidos y Europa se están declarando en quiebra, y nada de lo que hagan los gobiernos (por ejemplo, nacionalizarlos) servirá para mantener una suerte de estabilidad en los llamados países emergentes. La onda llegará a Argentina previo paso por Brasil y México, cuyas bolsas y monedas cayeron fuerte en la semana en curso. ¿Hay una salida? Hay, como dicen en Brasil. Es la que venimos exponiendo sistemáticamente en Prensa Obrera y que desarrollamos en el artículo de tapa de esta edición.