SARTELLI
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/11393-
La reacción de Eduardo Sartelli a nuestra crítica a su pusilánime posición sobre la crisis mundial, que publicó el diario Crítica, es decepcionante. Por toda respuesta nos dice que el texto no es de su puño sino que fue confeccionado en base a una conversación con un periodista del medio, quien le deformó las opiniones (o, quizá, ni siquiera entendió lo que le dijo). Sin embargo, Sartelli no le hace el reclamo al diario sino que supone que nosotros deberíamos haber pasado por alto lo que aparece con su firma y limitarnos a criticar a los otros tres que opinaron en la misma página. Se trata de un despropósito, no hacemos esa clase de distinciones: no podemos criticar a Lozano y a Katz y hacerle la gauchada a Sartelli de ignorar su posición, la que casualmente - en este caso- , no difiere de la de ellos. Hasta donde sabemos, ni Katz ni Lozano se han quejado por el tratamiento que el diario o sus periodistas le dieron a sus opiniones. Sartelli estaba obligado a exigir una rectificación de parte del diario e incluso a exigir que se publique una versión auténtica de su posición; después de todo Crítica tiene más difusión que El Aromo. Quizás a Sartelli le pareció suficiente la notoriedad que le daba su firma en una de las páginas del diario y consideró irrelevante lo que había publicado el periodista. De uno u otro modo, hizo suyas esas posiciones por omisión. En todo caso, en su larga respuesta no nos da lo que sería su caracterización (sin deformaciones) de la crisis mundial.
En una ocasión reciente, Sartelli se apresuró a colocarse en la posición de quien pronosticó la crisis mundial en curso y alguno de sus colaboradores hizo circular esta novedad por la red. Se trata de un despropósito, aunque hay algo más que eso: la crisis actual fue anunciada por una legión de economistas burgueses, entre ellos por quien acaba de recibir el premio Nobel. Fue la crisis más anunciada de la historia y habría que ser muy generoso para poner el nombre de Sartelli entre sus gurúes. Lo que distingue a una posición marxista sobre la presente crisis es la caracterización que haga de ella; en este aspecto, lo más radical que se ha escuchado de los economistas patronales es que sería ‘sistémica’, o sea general. Eso mismo admiten Katz y Lozano, por ejemplo. No hay nadie que niegue la crisis mundial, pero nadie plantea, en ningún caso, que abre un período de cuestionamiento objetivo del capitalismo. Tampoco Sartelli, para quien lo único que hay que decir es “que está en crisis hoy y esa es toda la cuestión” (¡es precisamente lo que entendió el periodista de Crítica!). También lo estuvo ayer o anteayer, y esa habría sido en su momento toda cuestión. Pero ayer, hoy y mañana son distintos estadios de desarrollo y decrepitud del capitalismo, siguen a rajatablas una ley histórica. La tendencia al estallido de las contradicciones del capital es la base de cualquier estrategia política revolucionaria. Pero si Sartelli no es capaz de condicionar históricamente los procesos sociales ni puede atar los cabos de la historia del capital, y si se limita a constataciones metafísicas (esto es esto y aquello es aquello), no debería molestarse porque se lo apode como democratizante. La tendencia del capital hacia su propia desintegración es la madre de todas las situaciones revolucionarias o prerrevolucionarias, o sea que jamás podrán tener lugar al margen del estallido de las contradicciones del capital. O sea que no hay un signo igual entre las premisas de una situación revolucionaria (tendencia del capital a la catástrofe) y las situaciones revolucionarias o revoluciones que se creen como consecuencia, y es falso que el Partido Obrero hubiera abundado en caracterizar situaciones revolucionarias. Al revés: hemos combatido por escrito la tendencia del morenismo a caracterizar situaciones revolucionarias permanentes.
Como ocurre con muchos académicos que se preocupan más por su ego que por clarificar los problemas que se plantean, Sartelli trata de desviar la cuestión de la crisis mundial hacia otros temas, para ver si se anota algún punto. Es así que sale sorprendentemente a cuestionar “la falta de una política del PO para los intelectuales”. Maravilloso: Sartelli pretende un nicho propio para los que se confinan al ámbito de la academia. Quizá lo haya conseguido. Pero los socialistas no han reservado nunca un lugar especial para los intelectuales fuera de la lucha de partido. Ni Marx, ni Engels, ni Mehring, ni Kautsky, Lenin, Trotsky, Luxemburgo, Mariátegui o Mella fueron intelectuales de academia, y ningún intelectual de academia fue superior a ellos. La ‘inteligentzia’, de la que hablaba Lenin, era la fusión del intelectual con la militancia socialista de partido. Lo curioso de este intelectual en busca de atención política es que durante 2002 abogó por la formación de un partido piquetero, que hubiera reunido en forma oportunista a las tendencias políticas más contradictorias.
Sartelli también habla de la falta de una ‘política cultural’, pero en realidad el único que la tiene es el PO -como lo prueban el Ojo Obrero, sus Festivales Latinoamericanos y su trabajo en Documentalistas; LuchArte; la actividad entre músicos de todos los géneros: tango, rock, música experimental… Sartelli vuelve en su respuesta al ataque artero y reaccionario de su grupo contra el Sindicato de Escritoras y Escritores (que ha desbarrancado a la vieja Sade) en la que nuestros militantes se esfuerzan para que tenga un carácter masivo en el plano gremial y sirva para hacer progresar las ideas socialistas revolucionarias en sus filas. Al final, los intelectuales de academia, como lo probó Adorno frente al Mayo Francés, no pueden evitar asumir posiciones reaccionarias.
Espero que este texto sacuda los mejores instintos revolucionarios de Sartelli y de los compañeros de El Aromo.