CRISIS DE GOBIERNO, UNA CAMARILLA QUE SE ENCOJE

CRISIS DE GOBIERNO, UNA CAMARILLA QUE SE ENCOJE

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/10520-

La renuncia de Alberto Fernández marca una quiebra del aparato político del kirchnerismo de cara a la crisis. El jefe de Gabinete toma una decisión unilateral porque advierte la decisión de la camarilla presidencial de seguir gobernando con De Vido, Jaime y Moreno. El gobierno los acaba de poner al frente de Aerolíneas Argentinas, en lo que equivale a una designación vitalicia. Los cajeros del matrimonio se apoderan de este modo de una segunda Skanska, de otra Enarsa o de un equivalente a los fondos expatriados de Santa Cruz. Los hermanitos Ibarra, muy cercanos al ex gerente de los superpoderes, habían anticipado la movida unos días antes. El matrimonio presidencial tomó también otros recaudos, copando la comisión de seguimiento parlamentario que debería aprobar el rescate estatal de Aerolíneas. Pero ojo, porque queda en manos de Cobos nombrar a su presidente.

Sin embargo, la dimisión de un jefe de Gabinete que deja en pie a todo el Gabinete es un parto de los montes. Por eso corren versiones de que la salida de Fernández podría hacer saltar al círculo íntimo de la camarilla, porque hasta Néstor Kirchner se estaría dando cuenta de que le resultaría imposible gobernar con bastonazos a lo Moreno o golpes económicos a lo Jaime y De Vido.

Camarilla

El fusible elegido para reparar el cortocircuito es Sergio Massa, un amigo de negocios de De Vido. Es un muchacho para todas las estaciones, como que debutó en política en la Ucedé del fallecido Alsogaray. El matrimonio lo tuvo ‘in pectore’ durante una semana: pretende que lleve adelante una política de apaciguamiento y buenos modales, que sirva para que el trío impresentable (capitaneado por Néstor Kirchner) pueda seguir manejando las riendas del gobierno detrás de las bambalinas. Los Kirchner no quieren superar el sistema de gobierno de camarilla; pero entonces pueden acabar -guardando, claro, las proporciones- a lo Nicolás II de Rusia, o a lo Isabelita-López Rega de Argentina, entre tantísimos otros ejemplos. En la carta de renuncia, Alberto Fernández invita al cenáculo oficial a proceder a un cambio total del Gabinete. El ex jefe de ministros conoce el paño: tuvo a su cargo, en solitario, el sacrificado trabajo de promover la candidatura de Kirchner, en 2002, cuando nadie daba un patacón por esta empresa. Fernández no sólo tiene en cuenta que la salada factura de Aerolíneas requiere una aprobación parlamentaria: también la necesita la ampliación de los gastos del presupuesto que ocasionará la suba del salario mínimo, el nuevo sistema que se anuncia para las jubilaciones y otros controvertidos gastos estatales.

Populismo vacío

Es sorprendente que el matrimonio presidencial crea que una ‘nacionalización’ trucha, que los españoles festejan, o un nuevo salario mínimo que no resuelve nada sean una plataforma de ‘redistribución del ingreso’ que sirva para reconstruir un gobierno sobre la estrecha base de la camarilla. Ya la inflación en curso ha incrementado, en más de un millón de personas, la población que se encuentra debajo de la línea (oficial) de pobreza. Scioli y Schiaretti han aumentado el impuesto a los ingresos brutos, que repercute directamente sobre los precios. Lo mismo harán otros gobernadores bajo la presión de la crisis fiscal. En Córdoba, los gremios estatales ya han lanzado un paro general. También los gobernadores que se pasaron a la oposición necesitan luchar por su supervivencia. Si Massa quiere estar a la altura de las ambiciones personales que se le atribuyen, debería echar a toda la camarilla del gobierno. Para eso necesita el visto bueno del mandamás o la ruptura del matrimonio.

Provincias y gobernadores

La crisis no solamente ha dejado al gobierno sin un buen par de gobernadores que cambiaron de camiseta; el desenlace de la crisis ha achicado aún más su base de aliados. Urtubey necesita abandonar el barco porque está en la picota; le disparan su ex tutor, Romero, y su vice, Zottos. Gioja ya tomó sus distancias atacando a D’Elía; Scioli lanzó un planteo similar al de Alberto Fernández. Das Neves anunció su candidatura petrolera. En el ámbito parlamentario se anuncia un fraccionamiento de antología: Solá ya anunció su disposición a formar su bloque, y es sólo el comienzo.

De un negociado a otro

La crisis en curso tiene otra faz. Así como una diferencia de cien dólares en la controversia por las retenciones alentó un gigantesco acaparamiento de soja, la posibilidad de voltear a Moreno y normalizar el Indek ha desatado una furiosa especulación con los títulos públicos. Aquí el negociado podría superar al de la soja, porque para los títulos públicos que se ajustan por inflación, el reconocimiento de una tasa de incremento de precios entre el 25 y el 30 por ciento representa un bocado de cardenal frente a la del índice oficial del 8 por ciento. Carrió, que pide la destitución de Moreno, se ha convertido en el mascarón de proa de los especuladores de toda calaña.

Oportunidad ¿para quién?

El ‘conflicto del campo’ ha desnudado así su verdadero rostro: una crisis económica y política de conjunto. A los que aburren a las audiencias con el cuento de la gran oportunidad que Argentina estaría perdiendo, habría que mencionarles la enorme salida de capitales que se registra en Brasil, la caída de su Bolsa en un 30 por ciento en seis meses y el descenso de la ‘confianza de los empresarios’ de ese país: Brasil es receptora del 30 por ciento del comercio exterior de Argentina. La recesión internacional también está volteando los precios de las materias primas de alimentos.

Realismo político

La generalización de la crisis debe reforzar las tendencias a la deliberación política de los trabajadores que comenzó a manifestarse ya durante el ‘conflicto con el campo’. Diversos pronunciamientos sindicales y por lugares de trabajo y estudio han dejado establecida una clara tendencia independiente entre los trabajadores. La derrota del gobierno ya está provocando un desplazamiento a la izquierda de la base popular del kirchnerismo, mientras los opositores no logran coagular un frente y, lo que es más, ya están acudiendo a las puertas del peronismo desmembrado, como claramente lo hace Macri. El llamado a organizar la deliberación de la clase obrera pone de manifiesto ahora todo su realismo político. Pronunciamientos, plenarios, asambleas, coordinadoras: alentamos todas las formas de actuación que permitan erigir una alternativa obrera política. Esta deliberación no debe ser dejada de lado por los reclamos de nuevas paritarias, aumentos salariales y de jubilaciones, o por conflictos sindicales; estas luchas inmediatas deben servir para potenciarlas, porque ahora más que nunca el éxito de las reivindicaciones parciales está condicionado por la intervención política en la crisis abierta.