ALIVERTI O CUANDO ROSARIO ERA UN ENCUENTRO
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/10179-
Las opiniones de Eduardo Aliverti oscilan de acuerdo con los cambios políticos de su proveedor de fondos: Carlos Heller, el presidente de Credicoop. Heller, como es de re-público conocimiento, se ha transformado en kirchnerista (eso sí, ‘transversal’ o ‘crítico’) y se ha llevado con él al partido comunista. En el actual conflicto con la patronal agraria, tanto Heller como Aliverti le han dado la espalda a su aliado campestre, la Federación Agraria, y apoyan, a veces con el subterfugio de los “menos malos” (Página/12, 9/6) al gobierno de Repsol, las automotrices, Aluar, al gobierno que paga la deuda externa y (Kirchner dixit) gasta 12.000 millones de dólares en “sostener el tipo de cambio subvaluado”; o sea, en el subsidio a los monopolios de la exportación (devaluación de los salarios y de las materias primas nacionales). ¡Oh! los tiempos en que Heller y Buzzi (con Stolbizer, Binner y Echegaray) se amuchaban en el Encuentro de Rosario para defender los mismos intereses agrario-patronales que hoy Heller dice (finge) combatir. Para Aliverti, los chacareros que supo idolatrar se han convertido en los “gauchócratas desaforados” (Página/12, 16/6). Heller y sus socios políticos marcharon este miércoles a Plaza de Mayo, junto con la mafia bonaerense del pejotismo.
¿Pero qué aporta Aliverti al armado kirchnerista más allá de la locuacidad? Aporta el ataque a la izquierda que en esta crisis pelea por desarrollar en el pueblo una posición independiente de las dos bandas que se roban el esfuerzo de los trabajadores. Recientemente, en línea con ese libreto, aseguró por radio que “a la izquierda de Kirchner no hay nada”, lo cual no deja ser un rotunda verdad en referencia al partido comunista, que ha desaparecido como realidad política. Es lo mismo que dice Kirchner cuando, con ‘elegante’ omisión, invita a que se forme “una derecha moderna”. Pero Aliverti renueva, además, una vieja línea de ‘análisis’: su repudio al Argentinazo, una caracterización que atribuye, precisamente, a esa izquierda inexistente, que ahora caracteriza como “políticamente analfabeta” (ídem). Para el casquivano locutor, el Argentinazo fue un movimiento de “ahorristas porteños unidos por fuerza circunstancial a las calderas tribales del conurbano bonaerense”. Dejamos a María José Libertino y a los piqueteros kirchneristas (incluido el MTL) que se hagan cargo de lo de “calderas tribales”, recreación del “aluvión zoológico” que irrumpió en octubre de 1945. Con lo de los ‘ahorristas porteños’ Aliverti sangra por la herida que le deben haber dejado las protestas de los depositantes de Credicoop, o los afiliados a la jubiladora privada Previsol, que perdieron en pocas horas la casi totalidad de sus aportes. El Argentinazo provocó una sublevación popular, no por los ‘ahorristas’, que se manifestaron como tales luego de la devaluación y la pesificación, sino porque la crisis capitalista había derribado al mecanismo social del país y creado una crisis de poder. Sin el Argentinazo, Aliverti no hubiera llegado a conocer a este modelo ‘nacional y popular’ que ha arrastrado a su campo a las Madres de Plaza de Mayo, al ‘progresismo’ (este sí realmente ‘porteño’), incluido Heller, al partido comunista y a él mismo (aunque ‘críticamente’). El kirchnerismo es un fruto postizo del Argentinazo, que no pudo engendrar su propia descendencia. De todos modos, Aliverti es anti-sojero en Argentina, pero pro-sojero en Uruguay, donde apoya a la ‘izquierda ilustrada’ de Tabaré Vasquez, que no ‘inquieta’ a la patronal sojera con ninguna clase de retenciones.
Aliverti se vuelve otra vez contra el Argentinazo para emparentarlo, por su estricta cuenta, con los ‘cacerolazos’ de Santa Fe y Callao. Pretende describir así una curva derechista de larga data y un callejón sin salida para la izquierda y el socialismo. La función de este esquema interesado es el mismo de siempre: ‘vayamos atrás de la burguesía nacional, apoyemos el mal menor, desahuciemos la perspectiva socialista’. Pero es precisamente en esta crisis que resulta más necesario que nunca luchar para que prospere una alternativa independiente de los bandos capitalistas en pugna. La consigna de la hora es quebrar la polarización entre dos campos patronales, de ningún modo reforzarla mediante la adhesión a uno u otro.