¿SE NACIONALIZÓ SIDOR?
La Asamblea Nacional declaró a la siderúrgica Sidor de “utilidad pública”, el Ejecutivo de Venezuela promulgó la declaración, la Corte la refrendó y Chávez fue a la planta a proclamar el hecho e incluso a cambiarle el nombre a la empresa ¿Pero se nacionalizó Sidor? De acuerdo con Página/12 (12/5), el objetivo sigue siendo mantener la participación de Techint en un 20%, y en la comisión designada para la transición figuran representantes del pulpo. Si Venezuela se queda con el 60% de las acciones, no tendríamos una nacionalización sino una ampliación del capital del Estado en una empresa con fuertes intereses privados y, por otro lado, el mantenimiento del capital de un pulpo internacional que cotiza en las Bolsas de los principales mercados. Como el interés del inversor privado no es cobrar los dividendos que pueda pagar la empresa sino participar en su operatoria, que es la que produce todas las grandes ganancias ocultas, la ampliación del capital público equivaldría a un pacto de negocios entre el capital privado y el Estado. El estado bolivariano y Techint seguirían siendo socios, para mayor tranquilidad de los Kirchner y de los Lula. El boletín oficial de Argentina, Página/12, tituló a la nacionalización: “Techint, socio de la revolución”.
¿El Estado, capataz; Techint, co-gerente?
Para añadir mayor confusión a lo que está ocurriendo, el gobierno de Venezuela informó que lo que ahora se convertirá en Siderúrgica Socialista Alfredo Maneiro formará una empresa conjunta con PDVSA, con la finalidad de proveer a ésta de tubos sin costura para la explotación petrolera. Pero la que fabrica esos tubos en Venezuela es otra empresa de Techint, Ivecsa, que no ha sido nacionalizada, ni totalmente ni en forma parcial. El interés de Techint en continuar en la Siderúrgica obedece a que ésta provee aceros a Hylex, una subsidiaria radicada en México. En tales condiciones, aun con una participación de capital reducida, Techint mantendría la unidad operacional de su emporio y, por lo tanto, de su capital. El anuncio de la nacionalización que no es tal no movió para nada la cotización de Ternium-Techint en las Bolsas internacionales. Si las cosas quedaran así, Chávez se estaría encargando de las relaciones laborales de la Siderúrgica y Techint de los negocios. La ‘dream factory’ para un capitalista.
O sea que las negociaciones continúan acerca de una posible participación de Techint. El otro punto a tratar es el precio a asignar al capital de la Siderúrgica, para determinar cuánto habría que pagar a Techint por la parte que vaya a ceder. La controversia es curiosa, porque se supone que el capital de una empresa está determinado en sus libros. Pero Techint tiene su propio cálculo, que deriva de las ganancias esperadas en un período de años. Lamentablemente, el pulpo no aplica este criterio para pagar los impuestos. Chávez cree que el precio es otro. En ninguno de los dos casos se ha partido de una auditoría de la empresa, que ha sido acusada de múltiples fraudes, como por ejemplo numerosos pasivos ocultos, en especial por incumplimiento de las leyes laborales e incluso el no pago de dividendos a los trabajadores con participación accionaria en la empresa. Es claro que esto se resolverá mediante una prueba de fuerza, en la cual intervendrán los trabajadores, sin ninguna duda, y los gobiernos ‘amigos’ del Mercosur donde está instalada Techint, por el otro lado. Para que se arribe a un acuerdo importará tanto la valuación del capital como el modelo de negocios que se pacte. Hasta aquí estamos lejos de una nacionalización. Es decir que la nacionalización es una lucha que no está acabada.
‘Empresa socialista’
Pero si la nacionalización no llegó aún, el socialismo ya está instalado. La Alfredo Maneiro, ha dicho Chávez, deberá ser una “empresa socialista”. Obviamente, una empresa no puede ser nunca socialista, porque supone un medio social e histórico capitalista (donde una empresa compite con otra). La competencia capitalista la obliga, a la larga, a ser igualmente capitalista. O sea que los trabajadores deberán seguir luchando por sus reivindicaciones dentro de la “empresa socialista”. Precisamente para hacer frente a esta contradicción, Chávez exhortó a los trabajadores a superar la mentalidad corporativa (reivindicativa). Este punto lo ha llevado de entrada a un choque con los nueve mil trabajadores tercerizados, que reclaman revistar en la nómina de la “empresa socialista”. El convenio de trabajo suscripto hace una semana con la dirección sindical solamente prevé el traslado de 600 obreros que trabajan para contratistas. Algún medio bolivariano insinuó que las contratistas podrían convertirse en cooperativas, para completar la idea socialista de Chávez. Pero con esto darían un paso atrás respecto del capitalismo, porque deberían hacerse cargo de promover su propia explotación. El chavismo ha buscado desarrollar este sistema en numerosas empresas, con el resultado señalado.
En los festejos por la nacionalización que todavía no se ha producido, Chávez reprochó a los trabajadores la falta de empeño de ellos para luchar contra la privatización que se produjo en 1997. Intentó de ese modo de ponerse al frente de un proceso que lo tiene muy atrás, porque demoró diez años en nacionalizar y porque en todo este tiempo refinanció deudas de Techint y le subsidió el mineral de hierro. Lo más grave es que apoyó al pulpo contra los trabajadores durante los dos años de lucha por firmar el contrato de trabajo ysolamente cuando fracasó en este intento largó el planteo de nacionalizar. Chávez ha intervenido en calidad de árbitro de un gran conflicto social, que es lo que ocurrió en la Siderúrgica; ha golpeado (veremos hasta dónde) a Techint, para poder retomar el control laboral, social y político de este gigantesco conglomerado productivo (e incluso del movimiento obrero).
“Comunidad organizada” (J.D. Perón)
Esta tentativa de disciplinamiento del movimiento obrero se manifestó en el planteo del Presidente el 30 de abril pasado, cuando llamó a los dirigentes sindicales a unirse “dejando de lado el personalismo”. Hasta diez días antes había fogoneado a su ministro de Trabajo, Rivero, para que impusiera un arbitraje en Techint y para declarar formada una central sindical con la agrupación oficialista Frente Sindical de Trabajadores Bolivarianos. El fracaso oficial en la ex Sidor eyectó del ministerio a Rivero y mandó a mejor vida a su pseudo central. Chávez se vio obligado a girar su mirada hacia la izquierda con el propósito de incluir a los dirigentes siderúrgicos del Sutis en un nuevo arreglo sindical. En el destino de la ex Sidor el gobierno juega una nueva tentativa de regimentación, tanto laboral como social. El despliegue personal de Chávez en la ex Sidor, al igual que sus discursos imperativos, responden a un plan político que apunta a un control estatal del movimiento obrero.
La corriente política que encabeza el dirigente sindical crítico de Chávez, Orlando Chirino, caracteriza que la derrota del referendo de diciembre último fue “una victoria popular” que ha inclinado el tablero del país hacia la izquierda. Se trata de un planteo sorprendente, porque la única fuerza que lideró el rechazo al referendo fue la derecha (decir que la izquierda que impulsó el No fue una minoría sería incluso una exageración). A partir de la victoria del No el régimen se ha derechizado: hay aumentos de precios de los productos básicos, un enorme endeudamiento público para financiar el mercado paralelo y hacer bajar el dólar, se intentó imponer las posiciones de Techint, hay una enorme regimentación en el PSUV, etc. El 1º de Mayo pasado fue una jornada desmovilizadora y despolitazada. Las movilizaciones populares fueron escasas y la mayor parte de ellas las impulsó la derecha. Chávez ha puesto todo su empeño en ganar las elecciones estaduales y municipales de noviembre próximo, para nada en impulsar una movilización popular. La victoria de los obreros de Sidor en la lucha por su convenio y la pseudo nacionalización de la empresa solamente puede transformarse en una tendencia general si el movimiento se extiende más allá en la clase obrera y sirve de ese modo para estructurarla políticamente; es decir, con independencia del nacionalismo. Las corrientes sindicales de izquierda que se encuentran en el PSUV se están adaptando, en cambio, como lo han hecho repetidamente en el pasado sin éxito, a la nueva tentativa de cooptación del gobierno chavista.
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/9892-