CRISIS EN LAS FUERZAS ARMADAS BOLIVARIANAS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/7803-
En su discurso de retiro del servicio activo, el general Raúl Isaías Baduel puso al desnudo diferencias descomunales en el alto mando chavista. Baduel no es un don nadie: fue el que rescató a Chávez en el golpe de abril de 2002 y el que movilizó al ejército para enfrentar el gigantesco lock out patronal de diciembre 2002-febrero 2003. Baduel pronunció su larga filípica después de un discurso del propio Chávez, que tuvo que soportar sin chistar las invectivas de su ilustre subordinado.
Baduel no se anduvo con vueltas. En primer lugar porque reclamó “el respeto a la división de poderes” en circunstancias en que el legislativo está compuesto exclusivamente por chavistas y cuando Chávez ha lanzado el planteo de una reforma constitucional que incluye la reelección indefinida exclusivamente para el presidente. Además, está gobernando con superpoderes que le otorgó el Congreso (ley habilitante) y está organizando un partido bolivariano único -el PSUV. Baduel denunció la crítica marxista a la división de poderes, pero recordó la necesidad de mantener fuerzas armadas disciplinadas, donde obviamente está abolida cualquier forma de pluralidad política. De este modo ha proclamado una suerte de cuarto poder en la división institucional del Estado -los militares. Este planteo podría estar señalando también una tentativa de independizar a las fuerzas armadas del caudillismo presidencial, lo que ocurrió en una gran medida bajo el peronismo en Argentina.
En segundo lugar, Baduel criticó al socialismo marxista y al capitalismo de Estado, y defendió la propiedad privada. Nuevamente, hace este planteo poco después de dos resonantes nacionalizaciones (electricidad y comunicaciones) y mientras se está negociando la participación estatal mayoritaria en las explotaciones petroleras de la cuenca del Orinoco. También parece una crítica oblicua a la intervención de la estatal PDVSA en diversos emprendimientos sociales. Baduel no se privó de tomar un caballito de batalla de la oposición al sostener que la euforia petrolera es un fenómeno cíclico o transitorio. Si se tiene en cuenta que la economía de Venezuela gira en torno a PDVSA, el rechazo a un capitalismo de Estado local equivale a propiciar la apertura de la petrolera estatal al capital privado, o el freno a la nacionalización parcial de las operaciones mixtas con el capital extranjero.
Aunque suene de menor relevancia, Baduel insistió, en tercer término, en que la riqueza debe ser creada antes de poder repartirla, un slogan trivial del ‘neo-liberalismo’ pero que en caso de Venezuela se relaciona con la política distribucionista en gran escala que se realiza a través de las llamadas ‘misiones’. La oposición adjudica al distribucionismo la inflación creciente en Venezuela. Dado el enorme ahorro externo que tiene Venezuela como consecuencia de la exportación de petróleo, la crítica de Baduel simplemente delata la incapacidad de la burguesía venezolana para desarrollar una acumulación capitalista independiente.
Estamos claramente ante el planteo de un programa alternativo al de Chávez, que nace del riñon más delicado del chavismo, las fuerzas armadas. Esto ocurre pocos meses después de la destitución de otro hombre fundacional del chavismo: el ex vicepresidene, José Vicente Rangel. Rangel era partidario de abrir un espacio a la oposición electoral, en cambio Chávez sostiene la necesidad de centralizar más firmemente el poder del Estado.
La división que quedó expuesta por el discurso de Baduel es mucho más manifiesta en relación a la doctrina y a la organización de las fuerzas armadas. Un sector, que encabeza el general retirado Alberto Müller Rojas, defiende la llamada “guerra total asimétrica” que estaría planteada por una invasión de los Estados Unidos. Esta doctrina incorpora un planteo de lucha guerrillera, que supone la organización de unidades militares civiles bajo comando de las fuerzas armadas. Baduel no discrepa por completo con este concepto estratégico y hasta supone que una invasión norteamericana sería precedida por provocaciones de Colombia. Pero prioriza la profesionalización de las fuerzas armadas de Venezuela y su tecnificación. Uno y otro planteo responden a posiciones sociales contradictorias -la de Baduel supone normalizar la política exterior venezolana respecto a Estados Unidos y Europa.
El nacionalismo bolivariano es, antes que nada, un nacionalismo militar, que emerge ante la necesidad de mediar en la lucha de clases como consecuencia del derrumbe el viejo régimen y parcialmente del Estado, y de las tendencias a la insurrección popular. La crisis expuesta por Baduel se produce en el órgano vital del régimen bolivariano. Refleja que el proceso ha llegado a un impasse, o sea que no puede seguir adelante con los métodos aplicados hasta el momento. Se ha desarrollado una burguesía bolivariana que quiere normalizar sus negocios. La inflación se come la distribución fiscal de los ingresos. La crisis financiera que ha estallado en Wall Street amenaza con llevarse puestos todos los cálculos económicos del Estado chavista. La crisis del fronterizo estado colombiano se acentúa de día en día, lo que objetivamente crearía una crisis regional y hasta continental. Las fuerzas armadas no se crearon para hacer revoluciones y no han hecho efectivamente ninguna; se han hecho para prevenirlas, impedirlas o aplastarlas.