ANÍBAL FERNÁNDEZ DEBE CAMBIAR DE PUEBLO
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/1985-
El ministro del Interior, Aníbal Fernández, adjudica la lucha de los trabajadores del Garrahan a una conspiración del Partido Obrero. El Partido Obrero está orgulloso de encontrarse del lado de los trabajadores del Garrahan y en la vereda de enfrente de un ministro que aún le debe al país la explicación de su responsabilidad en la masacre de Puente Pueyrredón. El ministerio de Fernández es una cueva de conspiraciones contra el pueblo trabajador, lo cual es coherente con su prontuario de puntero del peronismo bonaerense.
Si la huelga del Garrahan es una conspiración del PO, ¿a qué obedece la lucha de los marineros y pescadores de los puertos que reclaman un salario a valor dólar de 2001?
¿A qué obedece la huelga de los maestros de cinco provincias que tienen básicos de 300 pesos?
¿A qué obedece la decisión de los médicos municipales de la Ciudad de Buenos de realizar un paro por 2.200 pesos y, en el Garrahan, la decisión de los profesionales de parar en apoyo a los trabajadores que están en huelga?
¿A qué obedece, Fernández, la huelga de los docentes universitarios?
Efectivamente, hay una conspiración, no del Partido Obrero sino del gobierno, que acaba de prometer subsidios, exenciones impositivas y hasta asociaciones Estado-empresas a los ricachones de la Asociación de Empresarios y a la UIA, pero que responde con provocaciones a la mayoría nacional que lucha por un salario mínimo que cubra la canasta familiar.
El ministro sabe muy bien por qué dice que con “los pibes no se jode”: tanto su gobierno como el de Ibarra son responsables de que el Garrahan no pueda atender, en forma regular, la mitad de las operaciones requeridas y de que las ‘reprogramaciones’ que se realizan acaben ‘ajustándose’ con la muerte de los niños que quedan en lista de espera. El ajuste fiscal del gobierno contra la salud ha adquirido proporciones criminales.
Si a Aníbal Fernández no le gustan los trabajadores y el pueblo argentino que luchan por sus derechos, le recomendamos que siga el consejo de Bertoldt Brecht -que “cambie de pueblo” y se convierta en el ministro del Interior de otro país.