EL FRENTE 'PLURAL' ACABO EN FARSA
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/1581-
¿Qué quedó de la denuncia del divisionismo y del sectarismo del Partido Obrero?
Cualquiera hubiera esperado que nuestros detractores exhibieran, a la hora de oficializar las candidaturas para las elecciones de octubre, la amplitud, si no de sus miras, al menos de sus coaliciones. Pero ocurrió lo contrario, pues salvo alguna excepción, la misma Izquierda Unida se ha oficializado por separado. Aunque es cierto que todavía podrían juntarse antes de finales de agosto, lo que importa es el mensaje político; después de todo, tanto el PC como el MST no dejaban de lado el lema “en Izquierda Unida” ni en las menores de sus faenas. En Neuquén y en Santiago del Estero, el PC no vaciló en romper IU para ir a un frente, incluso con kirchneristas. De acuerdo con Página/12 (1/7), la inscripción de Cafiero en la lista del MST “fue una sorpresa, incluso para el PC, su socio en IU”. ¿De qué sectarismo nos hablan? El sectario tiene por lo menos la fuerza de la creencia en una fe, el faccionalista no cree en nada (es lo que se aprende, entre otras cosas, del opúsculo de Plejanov sobre “el papel del individuo en la historia”).
Cafiero explicó su inscripción en el MST debido a que su partido no tiene personería electoral (Página/12). Es decir que no tiene masa electoral para conseguir la inscripción. El MST lo ha preferido, sin embargo, a un frente cien por cien de izquierda, por razones electorales. El contrasentido ha quedado al desnudo; las razones no son de naturaleza electoral, o sea de la necesidad de juntar votos. Los votos reunidos del PO e IU alcanzan en la provincia para dos diputados nacionales, e incluso podrían conseguirlo en la Ciudad. Las razones son políticas y estratégicas: es una decidida marcha hacia la disolución política en la burguesía. A los militantes y simpatizantes de IU se les hace creer lo contrario; pero el planteo de un frente cien por cien de izquierda es una alternativa revolucionaria a esa disolución política.
En cable de Télam, del miércoles 6, Mario Cafiero dice que no representa al Episcopado sino a los sacerdotes tercermundistas. Con esta respuesta, suponemos, cree haber dado un golpe mortal a las críticas del Partido Obrero. La afirmación fue hecha en una entrevista junto a Vilma Ripoll, en el despacho de Cafiero. Pero en ningún momento de la entrevista conjunta Ripoll defiende el derecho al aborto, quizá porque, como le dicen al periodista de la agencia oficial, no los une ‘la homogeneidad’ sino ‘la diversidad’. De esta unión, sin embargo, no nace un producto superior sino inferior, que no defiende la democracia política, toda vez que la prohibición del aborto es un ataque a un derecho democrático y una imposición del Episcopado sobre la soberanía política del Estado. Esto es así aunque Cafiero (que también se opone a ese derecho de la mujer a la determinación personal) diga que está ligado al tercermundismo. Por eso, la unión en la diversidad no resistió la prueba de una foto: cuando el cronista los quiso retratar a los dos junto a una foto de Cafiero con Juan Pablo II, Vilma Ripoll se negó. Quizá porque descubrió en ese momento que Juan Pablo II no fue obviamente un tercermundista, o porque empezó a sospechar que el tercermundismo de su flamante colega de lista es harto sospechoso. De cualquier modo es claro que la unidad en la diversidad no resiste una foto, o que se trata de una unión inconfesable (esto dicho sin connotación religiosa).
De todos modos, ¿desde cuándo Cafiero “está ligado” (palabras suyas) a los sacerdotes del tercer mundo? Suponemos que desde hace mucho, no desde el mes pasado, o sea que esa relación enaltecedora no le impidió integrar la bancada menemista del Congreso, ni revestir como alto funcionario de Duhalde en el organismo que manejaba el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano. En definitiva, el sacerdotercermundismo de Cafiero es inocuo, puede servir a lealtades políticas contradictorias. Monseñor Aguer, el facistizante arzobispo de La Plata, acaba de publicar dos artículos en La Nación, uno que denuncia a la deuda externa como fruto de la corrupción, y otro que denuncia el ‘abortismo’. Podría entrar en la unidad de la diversidad.
Lo curioso del cable de Télam es que Ripoll, en la entrevista, “cargó contra los que” —dijo— ‘quieren lavar el programa para darle un perfil centroizquierdista’, en referencia al Encuentro de Rosario”. Entonces, la ‘unión en la diversidad’ es muy relativa. Lo sorprendente es que el propio Mario Cafiero pertenece al Encuentro de Rosario y que su programa no está simplemente ‘lavado’, además es clerical. En los mentideros políticos se dice, en cambio, que la ‘diversidad’ de Ripoll y el MST con el Encuentro de Rosario obedece a que el ‘socialista’ Jorge Rivas quiere encabezar la lista. ¿Sectarios, no; mezquinos, sí?
A fuerza de dar vueltas en torno a Cafiero parecería que nosotros tuviéramos algún conflicto especial con Cafiero. Pero curiosamente nadie puede indicar que hayamos tenido alguna disputa política con él con anterioridad a este intento de desvirtuar un frente de izquierda, sacando de la manga a un candidato con un mandato que vence en diciembre, que enfrenta (ver sus discursos en Diputados) los derechos de la mujer. Lo que ha ocurrido aquí es que IU y el MST en especial han hecho un uso reaccionario de personas que en el campo capitalista protestan ‘post-factum’ por la confiscación que representa la deuda (naturalmente dentro de límites enormes y con reivindicaciones inocuas). Nuestro partido, por el contrario, en oposición a esta instrumentación negativa de las alianzas, tiene una lar-guí-si-ma tradición política de frente único antiimperialista con los representantes burgueses o pequeño burgueses que se ven empujados a un enfrentamiento con el imperialismo.
Las coaliciones, frustradas hasta ahora, que persiguen el PC y el MST forman parte de la experiencia de cooptación internacional con el capital que se están protagonizando, entre otros, en Bolivia, Chile, Uruguay y Brasil. El caso brasileño ya nos dice que su fracaso será inolvidable. El planteo del Partido Obrero, frente de izquierda y luchadores, frente cien por cien de izquierda, mantiene su vigencia porque expresa la oposición a un planteo estratégico de disolución de la izquierda. Ni más ni menos.