CIEN POR CIEN DE IZQUIERDA, UN ASUNTO DE ESTADO
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/1517-
El congreso del partido Socialista, que tuvo lugar el fin de semana pasado, sirvió para poner de manifiesto el alcance estratégico de las maniobras que están en curso para barrer con la autonomía política de la izquierda en Argentina. Mientras insistía “en armar frentes amplios en todo el país como el que ya armamos en Santa Fe”, el presidente del PS, Roberto Giustiniani, “se mostró confiado”, informaba La Nación (27/6) “en alcanzar acuerdos similares en Buenos Aires —con las fuerzas del denominado grupo de Rosario— y en Córdoba”. En Santa Fe, ese ‘frente amplio’ se refiere al Frente Cívico con la UCR, en tanto que en Buenos Aires y Córdoba hace alusión, básicamente, a un frente con Izquierda Unida. A escala nacional se consagraría, de este modo, una coalición que va desde al radicalismo al MST. Concientes del operativo que están piloteando, los dirigentes del PS le pusieron nombre y apellido a la maniobra: un “frente amplio de izquierda democrática”. El lenguaje procura facilitar el pasaje de Izquierda Unida a la agenda y a las perspectivas de una fracción de los capitalistas de Argentina. Otra etapa de esta maniobra tendrá lugar en las elecciones internas del PS de la Capital Federal, donde una victoria de Polino contra el ibarrista La Porta abriría, contradictoriamente, ‘la porta’ a un frente con IU.
Después de haber equiparado en su prensa al Encuentro de Rosario, que tiene al PS como protagonista principal, con el Frepaso y la Alianza, el MST se encolumna alegremente en un proyecto aliancista (siempre y cuando, claro, le ofrezca el plato de lentejas de un puesto parlamentario… rotativo).
Kirchnerista
Los líderes del PS no pueden ser acusados, sin embargo, de un doble discurso, más allá del que tienen que hacer gala en su calidad de inevitables arribistas políticos. Giustiniani, por ejemplo, reconoció “aspectos positivos” a Kirchner (La Nación, 27/6), pero el líder máximo, Hermes Binner, ya había ido más allá de esto cuando, una semana antes, le atribuyó a Kirchner “(haber) salido del quinto infierno” y, justificándolo, afirmó que lo que “queda por construir no se puede hacer de un día para el otro” (Página/12, 19/6). Es claro, la ‘salida del infierno’ se refería a Techint, no a los desocupados o al 40% de indigentes, pues es verdad que la devaluación y la pesificación sacaron al pulpo siderúrgico de la quiebra y catapultaron sus ganancias al lado contrario (al cielo). Binner “rescató” también la “política de derechos humanos y la renovación de la Corte”, pero no se olvidó de apoyar el “canje de la deuda”. Es este ‘canje’, precisamente, el que determina la política de superávit fiscal para pagar la deuda y sostener los títulos públicos en poder de los bancos (o sea el capital bancario) e, inversamente, para hambrear y reprimir a los trabajadores del Estado, a los piqueteros, al 60% de la clase obrera precarizada y en negro, así como al resto sometido a la flexibilización de la reforma laboral.
Binner fue mucho más lejos. Convertido en chirolita del Banco Mundial, de Bergoglio y de todas las patronales, propuso “renovar” los planes de jefas y jefes para transformarlos en mano de obra con un precio que fluctuaría por encima de los 150 pesos. Es la exigencia que hace el FMI para firmar un acuerdo con Argentina. Carrió y Alicia Castro ya se sumaron a este planteo, aunque en esto siguen el guión de López Murphy. Lo que Binner no declaró aún es el apoyo, que sí han dado las señoras mencionadas (la Castro en nombre de la revolución bolivariana), al traslado de los desocupados al campo, para que vayan a levantar las cosechas de la oligarquía devaluadora, que paga salarios de hambre, contrata en negro (o sea sin los aportes jubilatorios que le preocupan a Carrió) y sin viviendas ni ropas. ¿Por qué debería sorprender, entonces, que Kirchner eligiera la celebración del día de la bandera para “saludar ostensiblemente al candidato del PS, Hermes Binner, y llevar inversiones para la intendencia de Rosario…”; todo esto ventilado con ostentación por el kirchnerista Página/12 (21/12)? El Frente Cívico de Santa Fe es la ‘pata’ centroizquierdista del gobierno nacional —algo que a Izquierda Unida y al antiimperialista clerical Mario Cafiero parece tenerlos sin cuidado. “Con Binner trabajamos juntos desde el primer día”, se jactó Kirchner. El Cronista (22/6) subraya que “el Presidente le asignó un lugar de privilegio en el palco oficial”.
El partido socialista es una tentativa de recambio político de los monopolios que operan en Santa Fe ante el imparable hundimiento del peronismo. Los puertos de la provincia tramitan el mayor volumen exportable del país. Los ‘socialistas’ administran el de Rosario, cuya “terminal se está insertando en el mundo y su perfil es muy bien recibido en los mercado internacionales” (El Cronista, 22/6). Los puertos santafesinos van camino a convertirse en la puerta de salida de la producción sojera de Mato Grosso do Sul. El planteo de municipalización de la recaudación y de los servicios, que señala Binner, convertirá a los municipios del Paraná en sucursales de Molinos, Aceitera General Deheza, Cargill y también de Siderar y Acindar. Un gobierno santafesino que se limite a la gestión del Estado se convierte, por definición, en un administrador de los intereses de los principales pulpos explotadores. El ‘frente amplio de la izquierda democrática’ no podría, entonces, inquietar de modo alguno al imperialismo; al revés: “Rosario fue declarada ejemplo de gobernabilidad democrática en América Latina por la ONU”, recuerda Página/12 (19/6). Esta ejemplaridad debe haber salido reforzada luego de la brutal agresión de Barrios de Pie contra toda la izquierda, los piqueteros, asambleas y organismos de derechos humanos, ese mismo 20 de junio, algo que de ningún modo podían ignorar Kirchner o el intendente socialista, Lifschitz, de lo contrario no merecerían el título que les fue otorgado.
Crisis política y liquidación de la izquierda
La disputa política que se ha entablado acerca del carácter del frente de izquierda ha adquirido un espacio político muy grande porque está determinada por la crisis de conjunto del Estado capitalista y de sus partidos e incide en esa crisis. No se la puede caracterizar al margen de ella, como pretenden hacerlo quienes la reducen a una disputa partidista (suponiendo que las ‘disputas partidististas’, en sí mismas, existan). Así lo demuestran el manejo efectuado por el congreso del partido Socialista, su consigna y las relaciones recíprocas que mantiene con el gobierno. La subordinación de la izquierda a la ‘burguesía nacional’ es, luego del Argentinazo, un componente esencial de la reconstrucción del Estado. La ‘polarización’ de Kirchner con la derecha es una maniobra de cuarta categoría para someter a la izquierda a la dirección política del gobierno. El partido comunista no se cansa de repetir que sigue vigente el ‘modelo neo-liberal’, pero no le importa impulsar un frente con todas las patas ‘progresistas’ de la continuidad del ‘modelo neo-liberal’. El esfuerzo de cooptación al Estado no se limita a los piqueteros o a la burocracia sindical de Moyano y de la CTA; tiene que incluir a las direcciones políticas de izquierda. Las peleas políticas por el frente ponen al desnudo perspectivas sociales y estrategias divergentes.
Al tomar el rumbo de un frente centroizquierdista en estas condiciones, IU está votando por su liquidación política y por la de los partidos que la componen. El partido comunista parece haberse puesto de acuerdo en repetir, en las últimas semanas, que la etapa abierta por la disolución de la URSS se ha cerrado, pero este súbito acceso de optimismo corresponde a una fantasía, especialmente cuando se trata del partido comunista, donde la reconversión al capitalismo parece proceder a todo ritmo. ¿Qué quedó de la “renovación” proclamada por el XVI Congreso del PC, cuando pretendía cerrar la época de los apoyos a los frentes cívico-militares, a Videla y a Luder? ¿Qué quedó de la “unidad de la izquierda” que ese congreso proclamó como su eje estratégico? La unidad de la izquierda fue convertida ahora en sinónimo de “sectarismo” y es bien vista la alianza con los representantes políticos de la oligarquía exportadora de Santa Fe y del clero de Buenos Aires. A medida que las experiencias de gobierno de Lula y Tabaré se desplazan violentamente al campo imperialista, el partido comunista, lejos de alejarse de esos desastres, redobla su entusiasmo por superarlos. La liquidación del MST está a la vista de todos. Los dirigentes del MST están haciendo un arreglo con los representantes pequeñoburgueses de la clase patronal y pretenden que es de izquierda por su programa, que no se conoce, olvidando, de paso, la vieja advertencia revolucionaria contra el arribista burgués dispuesto a firmar cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Acciones prácticas comunes, sí; acuerdos programáticos, nunca.
Asamblea popular, cien por cien
La lucha por un frente cien por cien de izquierda tiene que ver, entonces, con los problemas fundamentales de la política y del Estado. Tiene que ver con la lucha contra la reconstrucción de la hegemonía política de la burguesía y contra la tentativa de usarla para reforzar la explotación y miseria de las masas. Para combatir esa reconstrucción política patronal hay que combatir a todas sus coaliciones políticas, pero en especial a las que lideran esa reconstrucción —en este caso, el kirchnerismo y el centroizquierdismo encarnado en el Encuentro de Rosario, el Frente Cívico de Santa Fe, el frente amplio de la izquierda democrática, y el ‘nuevo’ partido socialista.
El Partido Obrero llama la atención a los activistas sobre el operativo que está en marcha para liquidar sus conquistas políticas y organizativas en el movimiento obrero y las masas, en lucha contra el Estado, las patronales y la burocracia; para completar, bajo dirección centroizquierdista, una reconstrucción del Estado y de sus partidos. En oposición a estas tentativas denunciamos que ellas enfrentan contradicciones insuperables; que las crisis de los partidos patronales se acentuarán; que esas crisis de los partidos y de los aparatos estatales agudizarán aun más la insatisfacción de las masas con el sistema. En lugar de acompañar ese operativo es necesario separarse de él violentamente y quedar con toda la libertad de acción para explotarlo en beneficio de una definitiva emancipación de los explotados.
A partir de esta caracterización de una situación política que interesa al activismo y que debería interesarlo aun más, proponemos una AUTOCONVOCATORIA por un frente cien por cien de izquierda, o sea contra la cooptación al Estado y los partidos patronales, por el desarrollo de agrupamientos y organizaciones unitarias independientes de ellos en todo el campo y movimiento populares. El planteo trasciende las elecciones de octubre, que no son más que un episodio en una lucha general. El Partido Obrero promueve una AUTOCONVOCATORIA, de la que aspira a formar parte. Es una vía de salida a todos los luchadores que quieren acabar la tarea inconclusa del Argentinazo; la victoria de un gobierno de los trabajadores y de todo el mundo del trabajo.