BUSH EN EUROPA, NO HUBO FUMATA BLANCA

BUSH EN EUROPA, NO HUBO FUMATA BLANCA

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/396-

El operativo publicitario que acompañó el viaje de Bush a Europa no resistió la fuerza de la realidad. “La ofensiva de simpatía de Bush no logró cerrar la brecha con la Unión Europea”. Esta es la conclusión nada menos que del Financial Times (22/2), el órgano por excelencia del gran capital internacional. Días antes de la gira, el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Barroso, le había dicho al Wall Street Journal (18/2), el vocero por excelencia de la burguesía norteamericana, que “Me gustaría tener ahora una respuesta del presidente Bush si Estados Unidos ve a Europa como un socio global o como una amenaza”. Plantear el interrogante es contestarlo. Lo curioso es que la ‘inquietud’ viene de quien es “ampliamente considerado un aliado de EEUU dentro de la Unión Europea”. Lo último que se les ocurriría a los yanquis es una asociación paritaria con la burguesía de los países europeos.

La prensa ha coincidido en destacar que la intención de la Unión Europea de levantar el embargo de armas a China es una piedra insuperable en la posibilidad de un acuerdo. El Congreso norteamericano ha votado una resolución no vinculante que prevé, como represalia, restringir la transferencia tecnológica a Europa, o sea entrar en una guerra económica de alto voltaje. Los norteamericanos alegan que la venta de armas a China perjudicaría a su protegida Taiwán, a pesar de que la integración de capitales entre esta isla y el continente chino avanza a pasos enormes. El gobierno chino ha hecho declaraciones inusuales de que no tiene en vista ninguna rivalidad militar con Taiwán. En resumen, lo que separa a los imperialismos yanqui y europeo es el negocio de la venta de armas y la conquista del mercado chino. Sin una ampliación del mercado mundial para la venta de sus propias armas, la Unión Europea no puede siquiera encarar el objetivo de erigir una industria armamentista propia del nivel aproximado a la de Estados Unidos. Se trata de un tema decisivo, porque va ligado al desarrollo de un ejército propio de la UE, sin el cual la UE no puede pretender jugar ningún rol en la arena internacional. No es casual que el canciller alemán, Schroeder, hubiera declarado, en vísperas a la visita de Bush, que la Otan estaba agotada. La Otan, hay que aclarar, reserva el monopolio de la fuerza bélica y de la industria militar a los yanquis.

La rivalidad económica entre la UE y Estados Unidos se ha acrecentado mucho en el último tiempo. Lo revela muy claramente lo que ocurre con Venezuela. Los ataques que el gobierno Bush ha lanzado contra Chávez en los últimos meses, son una deformación del enfrentamiento con Europa, porque lo que reprochan los yanquis a Chávez es la compra de material militar a Italia, España, Rusia y Brasil. Los delirios que atribuyen a Chávez una intención de contrabandear después esas armas para las Farc esconden el otro conflicto fundamental con la UE. Lo mismo puede decirse de la cuestión nuclear con Irán y del interés de la UE de convertirse en proveedora exclusiva del material para la producción nuclear civil de los iraníes.

Todos los días se producen acaparamientos de monopolios que quiebran por parte de sus rivales, como consecuencia del achicamiento relativo del mercado mundial, es decir de las limitaciones que el propio capital pone a su desarrollo. Lo mismo ocurre con los Estados. La ocupación militar de Irak ha sido un golpe descomunal para la presencia del imperialismo de la UE en el Medio Oriente; la explotación del petróleo iraquí y la reconstrucción del país están acaparadas por los monopolios norteamericanos que sub-contratan con algunos grupos europeos. Bush ofreció en Europa una conferencia sobre la reconstrucción de Irak, que podría modificar el reparto de la torta pero de ningún modo poner en tela de juicio quién es el dueño del negocio.

Bush ha viajado también para exigir a la UE la apertura de su propio mercado, en especial en servicios financieros y bancarios. En todos los países europeos hay un ala proyanqui partidaria de una penetración norteamericana que se haga cargo de numerosos sectores en crisis, como por ejemplo la banca italiana e incluso un sector de la industria francesa (al que representa el candidato a presidente Nicolás Sarkozy). En Italia, Berlusconi defiende la salida yanqui y la coalición el Olivo junto a Refundación Comunista, un rescate ‘europeísta’ –es decir en beneficio de capitales europeos con subsidios de los Estados europeos. Por sobre todo, el francés Chirac y el alemán Schroeder quieren una salida ‘europea’ a esas bancarrotas –y para eso han logrado dos nuevos aliados: el español Zapatero y, ahora, los socialistas portugueses.

Las burguesías de Europa no recibieron a Bush de igual a igual. El imperialismo europeo no está a la altura del yanqui en poderío económico y político. Los gobiernos europeos tuvieron que tolerar que Bush ‘bajara línea’ sobre Kosovo, los Balcanes, Ucrania y Chipre, que se suponen bajo la ‘zona de influencia’ de los europeos (Una muestra de entrecasa de la fragilidad de la UE y la miríada de instituciones que la componen, la acaba de ofrecer el Citibank, que desplumó en dos minutos a sus rivales financieros en Europa con una manipulación que le dejó dos mil millones de dólares de beneficios)

Este ajetreo interimperialista representa, por otro lado, apenas una escaramuza o una especie de entrenamiento previo con vista al trofeo número uno: la conquista de Rusia en la escala de lo que ha venido ocurriendo con China. El imperialismo que gane la carrera rusa se queda con todo. Por eso el enfrentamiento interimperialista deberá ser inevitablemente cada vez más brutal. En las reuniones que mantendrá con el ruso Putin y el ucraniano Yushenko, Bush les dirá que el derrumbe de las privatizaciones mafiosas no debe dar paso a nacionalizaciones igualmente mafiosas sino a la entrega sin restricciones al capital internacional.

El viaje ha puesto aún más al desnudo la completa crisis de las instituciones de colaboración internacional del imperialismo, como la ONU y la Otan. El imperialismo está obligado a buscar, no ya una solución a este derrumbe sino al menos un emparche. Es que enfrenta el acecho de nuevas crisis financieras (en realidad manifestaciones de una crisis de conjunto sin paralelo del capitalismo) y una guerrilla de resistencia de las masas, abierta en algunos países pero sorda en todos ellos, incluso en las metrópolis. La derrota en Vietnam e incluso la quiebra mundial de los años ’30 del siglo que acaba de terminar, planean como espectros.

En definitiva, se afirma la tendencia a un gran desequilibrio político internacional.