ALEMANIA: QUE SE VAYAN TODOS...
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/61578-
En las elecciones del domingo pasado en el Estado federado de Sarre, el gobierno socialdemócrata-verde que encabeza Gerhard Schroeder sufrió una derrota tremenda, que recuerda por sus características a las elecciones argentinas de octubre del 2001, que anticiparon el derrocamiento de De la Rúa.
En un bastión histórico, el Partido obtuvo el 30% de los votos, una caída del 46% sobre los resultados de 1999, cuando había recogido el 44% de los sufragios válidos. A esto hay que agregar que solo fue a votar el 55% del padrón, lo que explica que la democracia cristiana no pudiera capitalizar nada de la pérdida del socialismo. El Sarre se encuentra en la zona occidental de Alemania, en la frontera con Francia, de modo que no se encuentra afectada por la catástrofe económica que caracteriza a la región oriental de Alemania, aunque de todos modos la desocupación supera el 14% de la población activa.
Lo ocurrido en el Sarre no acaba con lo pesadilla del gobierno, que enfrenta nuevas elecciones el próximo 16 en el Este del país -para los parlamentos de Sajonia y Brandeburgo. En estos distritos la derroto de la socialdemocracia ‘puede ser apoteósica” (El País, 6/9) y sería capitalizada por el ex partido stalinista reconvertido al centroizquierdismo, que obtendría la friolera de un 36% de los sufragios válidos, cuando hace quince años había quedado reducido a un solo dígito (ídem, 28/8). En este Estado, el socialismo caería 12 puntos al 27% y la democracia cristiana obtendría el 22%, con una caída del 5%. Es decir que el derrumbe alcanza a los dos partidos oficiales; os una bancarrota política de todo el sistema. De acuerdo a un especialista, el apoyo electoral a Schróeder no supera el 26% en toda Alemania (ídem, 7/9). Para el comentarista, “los socialdemócratas alemanes, confundidos, divididos y cuasi escindidos, pueden dejar pronto, no ya de gobernar, sino de ser alternativa real do poder”. El parecido con la vernácula UCR no es mera coincidencia.
Los observadores atribuyen este derrumbe a la nueva política social del gobierno, que liquida el seguro n la desocupación y lo transforma en un aporte de subsistencia del Estado a los parados. También se acorta el plazo del subsidio y se obliga al beneficiario a aceptar cualquier propuesta de empleo, con independencia de su calificación laboral y de sus niveles salariales. 0 Monde claramente, en la poderosa Germania, a los planes jefes y jefas que el Banco Mundial diseño para Argentina. Hay, además, uno ofensiva patronal, apoyada desde el Estado, para alargar la jornada laboral sin incremento de salarios. Se puede agregar todavía que la tasa de desocupación es la más alta de los países desarrollados, lo cual es disimulada por la estadística oficial en poco más del 11%, al no incluir o los parados que se encuentran en cursos de capacitación. Para el especialista citado antes, “la sociedad alemana… tiende a cuestionar el sistema”.
La razón del cuestionamiento es, sin embargo, que el capitalismo alemán ha dejado de funcionar y se enfrenta a una hipoteca financiera enorme. Luego de haber destruido la industria de la ex Alemania oriental y subsidiado el acaparamiento de una parte de ella por la gran burguesía del país y aun del extranjero, así como una gigantesca especulación inmobiliaria, el presupuesto del Estado debe hacer frente a transferencias financieras al Este del orden de los 86.000 millones de euros, un 5% del PBI. A duras penas Alemania consigue tasas de incremento del PBI del 1%. Para el Financial Times, ‘el Este de Alemania es uno de los casos más desesperados de la Unión Europea y está a la par del Sur de Italia”.
Lo que los especialistas no dicen es que el capitalismo alemán se encuentra asfixiado por su propia criatura -la Unión Europea. No solamente porque es el país que aporta mucho más que ningún otro al presupuesto comunitario. Lo está por la incapacidad de la UE para hacer frente a la despiadada competencia del capital norteamericano (y, a su rastra, de China y Japón), que sigue una implacable política de devaluación del dólar y de tasas de interés bajas. La UE no puede responder a la devaluación del dólar con la devaluación del euro sin correr el riesgo de que se hunda la unión monetaria. La asfixia del capital alemán ha llevado al principal banco del país, el Deutsche Bank, a considerar su venta al Citibank, lo que fue bloqueado por una movida de los principales pulpos industriales germanos. Pero para salvar al coloso bancario el gobierno socialista está pergeñando la privatización del sistema bancario estatal -que ocupa un 40% del mercado minorista.
El Financial Times llega a la conclusión de que Alemania ‘requiere un nuevo sistema económico que empiece de cero en las áreas de trabajo y de regulación del mercado”, o sea, liquidar todas las conquistas de los trabajadores alemanes desde la época de Bismarck. “Un plan así -sigue el diario inglés-, exige cambios en la constitución alemana”, o sea un cambio del ‘sistema’. Pero qué cambio! Para el FT, el ‘trato igualitario para todos los ciudadanos y estados” que establece la Constitución, no tiene en cuenta que ‘Alemania es un país, pero todavía tiene dos economías separadas. Aunque esto vaya contra el espíritu de la unificación, hay que decir que los problemas del Este no pueden ser resueltos en cooperación con el Oeste, y mucho menos por el Oeste. Los alemanes orientales tienen que hacerlo por sí mismos”.
O sea que la burguesía germana, que pretende la unificación de toda Europa, ha fracasado en la unificación de su propio país, al extremo que se visualiza un retomo al período anterior a 1870, cuando una multitud de estados regionales giraban en torno de la ex Prusia. La consigna de la unidad alemana ha demostrado ser patrimonio exclusivo del socialismo revolucionario.
En la perspectiva que abre esta crisis colosal, las movilizaciones semanales de los ciudadanos de Alemania del Este (los lunes) para derogar la reforma a la seguridad social y tirar al gobierno tienen un contenido revolucionario sin precedentes. Al mismo tiempo, hay un proceso de escisión en el Partido Socialista, pero que está encabezada por la vieja dirección desahuciada de Lafontaine. Hay que decir, sin embargo, que cuando se acercó a una de esas movilizaciones éste fue repudiado por la masa. Decididamente, los alemanes quieran que se vayan todos y no quede ni uno solo.
Una crisis de poder en el corazón de Europa.
Jorge Altamira