KIRCHNERISMO Y CHAVISMO

KIRCHNERISMO Y CHAVISMO

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/61434-

Aunque con calculada moderación, los kirchneristas (e incluso el propio Duhalde) se han subido al carro de la victoria de Chávez el domingo pasado. Con la expectativa del apoyo de Bush al conflicto del gobierno con el FMI, el oficialismo argentino no quiere tampoco pasarse de la raya a la ho­ra del ‘entusiasmo’ por los resultados en Venezuela.

La pregunta que se impone es si la ‘alegría’ del kirchnerismo tiene un carácter de princi­pios o es oportunista y circunstancial. Dicho de otra manera: ¿el kirchnerismo es un chavismo argentino y el de Venezuela es una variante del argentino?

Piratería política

En un reciente acto público realizado en Buenos Aires, Patricio Echegaray, del Partido Comunista, dijo que la diferencia entre Kirchner y Chávez era poco menos que abso­luta, como lo demostraría el hecho de que el primero paga la deuda externa o se somete al FMI. Echegaray desconoce, por lo que parece, que hay pocos pagadores de deuda más fieles que Chávez, quien no dejó de honrar lo que de­bía incluso en medio de la peor crisis de la his­toria de Venezuela, o sea cuando se prodigo el sabotaje patronal que duró más de tres meses, a partir de principios de diciembre del 2002. A pesar de los importantes ingresos fiscales que produce la exportación de petróleo, la deuda pública venezolana es del 40%, aproximada­mente, del PBI. En las vísperas del referendo su cotización subió en forma notable ante la certeza de que Chávez obtendría la victoria. Como en Venezuela se ha establecido un con­trol de cambios, para enfrentar la fuga de ca­pitales que caracterizó a todo el mandato de Chávez hasta la derrota del lock-out patronal, el gobierno ha emitido un título en dólares pa­ra los que rechazan las inversiones financie­ras en bolívares. Aunque en clara disminución, la salida de capitales ha continuado, esto no solamente porque los bancos siguen en manos de los grandes capitales, sino también porque en la Bolsa de Caracas se negocia un certifi­cado de acciones que permite comprar valores en bolívares y revenderlos en Wall Street en dólares. Esta operación fija la cotización del dólar en el mercado negro. Echegaray incurre en este tipo de errores porque pretende dife­renciar a Chávez de Kirchner dentro del te­rreno del nacionalismo burgués -el cual Echegaray reivindica como propio bajo la rú­brica del anti-neo-liberalismo.

La diferencia entre Chávez y el impostor argentino es, de todos modos, abismal, pero en otro terreno. En primer lugar porque Chávez emerge como líder popular como consecuencia del liderazgo de la insurrección de masa de febrero de 1992; sin ella hoy no sería nadie. En esa oportunidad, los Kirchner y los Echegaray, entre otros, repudiaron el levanta­miento popular, le atribuyeron un carácter ‘golpista’ y salieron a ‘defender la democracia’ (las delegaciones de Venezuela al Foro de San Pablo, realizado en La Habana, en julio de 1994, criticaron a Fidel Castro por haber adop­tado esa misma posición). Lo que distingue a Chávez de los impostores es, precisamente, su recurso a la movilización de masas, dentro de los límites que le impone su condición de de­fensor del Estado capitalista, y su tendencia a adaptarse, hasta cierto punto, claro, a las con­diciones que le impone la movilización del pue­blo, que tiene muchas veces un carácter inde­pendiente del gobierno. Esto se manifestó, por ejemplo, en la movilización obrera en diversas refinerías de PDVSA contra el lock-out patro­nal, o en la ocupación de las empresas indus­triales que habían parado la producción. Cuando la acción popular entró en un relativo reflujo, el gobierno chavista apoyó a la patro­nal contra los trabajadores en diferentes huel­gas, por ejemplo en la siderúrgica Sidor don­de se encuentra asociado al grupo Techint. Mientras Chávez nace políticamente del riñón de una insurrección de masas, en oposición a todo el régimen político existente, Kirchner y sus seguidores son una segregación de los pun­teros duhaldistas y descendientes directos del régimen menemista. Durante el Argentinazo, Kirchner no estuvo en el campo de los suble­vados sino de los represores. En Venezuela, só­lo la movilización popular explica que la con­currencia electoral haya aumentado en casi un 40% (casi tres millones de personas más) con relación a la votación del 2002.

Piqueteros, una diferencia

Sorprende que los comentaristas, político logos, sociólogos y ‘versólogos’, que Argentina produce en mayor cantidad que la carne y la soja, no hayan reparado que lo que más ha dis­tinguido hasta ahora a Kirchner de Chávez es la relación con los piqueteros. Chávez se apo­ya en la movilización de los piqueteros de Venezuela, o sea en sus masas de desocupados y changarines que se movilizan, que fueron las que derrotaron el golpe pinochetista de abril del 2002. En la Argentina, Kirchner y sus mi­nistros los someten a un ataque constante, in­cluso con la especulación de que de este modo conquistan a aquellos sectores de la clase me­dia que en Venezuela son la base de la oposi­ción pro-yanqui. Los ‘piqueteros’ de Kirchner (los de D´Elía y Ceballos) han abandonado el terreno de la movilización para transformarse en apéndice domesticado del oficialismo, y es­to desde que Rodríguez Saá intentara ser presidente de Argentina.

El intento da asimilar a Chávez con Kirchner se ha extendido a Lula, quien go­bierna en virtud de un pacto con el Citibank firmado antes de asumir (ver William Rhodes, presidente del Citibank, en Financial Times,  22/7). Lula pretendió meter a Bush en el proceso político venezolano con la constitución del ´grupo de países amigos´. Que formo después del golpe del 2002. Es decir que estamos ante una estafa continental. Aunque también ante algo más: ante un intento de ´contener´ el proceso chavista por medio de la llamada ´diplomacia continental´, como ocurrió en Bolivia con el salvataje de Mesa a través de Evo Morales y con el envío de tropas a Haití. Mientras Kirchner mandaba a estas tropas, Chávez denunciaba al imperialismo yanqui por el golpe contra el haitiano Aristide

Política y nación

El chavismo es una expresión (ante varías posibles) de la institución que tiende a reflejar con más profundidad las contradicciones y la impasse histórica de la estructura social del pa­ís, es decir, de las fuerzas armadas. En esta sen­tido, representa los intereses de clase de la nación (capitalista). En esto residen las limitaciones insalvables del chavismo. No es casual que en pleno nacionalismo petrolero haya crecido enormemente la participación del capital ex­tranjero en la producción de combustibles, que hoy llega a cerca del 40% del total, con tenden­cia creciente. Que la jefatura de las fuerzas ar­madas haya reclamado que la cuestión petrole­ra le sea retirada a la dirección de izquierda de PDVSA y al Ministerio de Minas, para pasar su control a un Consejo de Seguridad. En definiti­va, que gran parte del aparato estatal siga en manos de la oposición golpista y las misiones de asistencia social se hagan marginando a ese aparato en lugar de destruirlo y reemplazarlo por organizaciones del pueblo.

Socialismo

Los socialistas tenemos la obligación, uno, de intervenir intensamente en las experien­cias históricas que conmueven tan profunda­mente a las masas, desde su propio campo; dos, de establecer una delimitación política concre­ta del nacionalismo burgués, que no se puede limitar a ponderar las ‘ventajas’ de la revolución socialista sino que debe contrastarse en cada etapa de esa experiencia; tres, de organi­zar sobre esa base una vanguardia obrera consciente.