VIGENCIA DE LA CRISIS DE PODER
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60599-
Con la crisis del gas, de la deuda externa, de la Bonaerense y los asesinatos, con la división del peronismo, se está desarrollando, de nuevo, una gran crisis. No se ha superado la crisis de poder que se manifestó con el Argentinazo. El aparato del Estado, la Bonaerense, el FMI, la crisis de la deuda externa… ¿Se puede gobernar así?
¿Qué es una crisis de poder? Que el conjunto de movimientos de lucha de las masas, en su desarrollo, está obligado a confrontar con el poder del Estado existente, porque éste es incapaz de asimilarlo con reformas, dádivas y el “juego normal” de las instituciones.
Nuestra caracterización del proceso que culminó en el Argentinazo y que se desarrolló después del Argentinazo no es impresionista; se basa en una comprensión del momento histórico. No hay que olvidar que ya habíamos planteado la crisis de poder un año y medio antes del Argentinazo.
La política y la economía son mundiales. Ahora, con el aumento del precio de la soja, con el aumento de las exportaciones, crece la recaudación impositiva y parece que la crisis se atenúa. Pero los elementos de fondo, de la crisis histórica, siguen actuando. No podemos aceptar la superficialidad pequeñoburguesa de que porque el PBI creció un 3%, el capitalismo tiene futuro y este es un gobierno progresista. La propia burguesía opera con la conciencia del carácter temporal y pasajero de la recuperación.
Lo que ellos llaman “recuperación”, se ha basado, para dar un ejemplo, en un precio subsidiado del gas, aunque, por sobre todo, claro, en una caída histórica de los niveles salariales; es decir, en una elevación histórica de la explotación de la clase obrera. Es una reactivación capitalista, a expensas de la clase obrera, que refuerza la explotación. Por lo tanto, no atenúa sino que agrava la lucha de clases.
Ahora que tenemos todos estos movimientos de lucha salarial (Metrovías, hospitales…), tenemos que explotar intensamente la “recuperación” contra los capitalistas. Si tienen más recaudación, que aumenten los salarios y los planes; que contraten trabajadores; que efectivicen a los contratados y a los jefes y jefas. La “recuperación” acentúa la lucha por el destino del proceso, con una clase obrera que ha pasado por la experiencia del Argentinazo. Tenemos que encontrar nuevas formas de desarrollo de la lucha, con la mayor audacia. Porque la “recuperación” no altera la perspectiva revolucionaria de la lucha; sólo altera sus ritmos y sus formas.
La crisis con la Bonaerense no puede ser analizada como un “problema de seguridad”: alrededor de esta cuestión se están colocando las tendencias políticas patronales (el PJ, López Murphy) para condicionar al gobierno e, incluso, para preparar su sucesión.
La crisis de poder debe ordenar toda nuestra orientación. La existencia de una gran crisis política, de poder, demuestra que nuestra consigna de Asamblea Constituyente puede seguir jugando un papel importante.
Por ejemplo, en Santiago del Estero, apenas la intervención demuestre que es incapaz de resolver el problema de la tierra para los campesinos, de los salarios, del desempleo, va a enfrentar una crisis con las masas. ¿Qué planteamos? Fuera la intervención, por una Asamblea Constituyente. Esto no es contradictorio con el llamado a organizar asambleas populares: en cada barrio, las ponemos en pie para organizar la lucha. Por ahora, una parte considerable de las masas tiene confianza en el interventor, pero vamos preparando el terreno: asambleas populares para luchar por el salario, la tierra, los puestos de trabajo y, cuando esa confianza se agote, por la caída de la intervención y una Constituyente. Este es el modelo.