EL PARTIDO REVOLUCIONARIO DEBE CRITICARSE A SÍ MISMO
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/60594-
Hace varios años que venimos creciendo sostenidamente. No somos, sin embargo, la primera organización de izquierda, o incluso trotskista, que ha hecho la experiencia de crecer en los últimos años o décadas. Hay partidos que han realizado congresos tanto o más grandes que éste, y que hoy en los hechos no existen. No vengo por eso a proclamar la necesidad de “hacer grande al PO”, sino a advertir los problemas que plantea el crecimiento; porque cuando un partido crece, los problemas se multiplican. El partido se convierte en el objeto de una presión social brutal porque lo que hace o deja de hacer afecta al movimiento social en general. Presionamos sobre la sociedad, pero ella presiona sobre el partido y cada uno de sus militantes.
Entonces, tenemos que ver en las discusiones que se plantean en el partido, una manifestación de conflictos y luchas de clases, que no se presentan exactamente igual a como lo hacen en la sociedad pero que, en última instancia, la expresan.
La burguesía cuenta para sostener a sus partidos con funcionarios rentados y la centralización del Estado. Claro que, como la historia es más fuerte que los aparatos, estos partidos terminan hundiéndose. Pero el partido revolucionario no cuenta con ese amortiguador. Lo único con lo que cuenta –que es más poderoso, si existe– es la conciencia de clase, el programa, la comprensión de los problemas.
El partido revolucionario debe ganarse el derecho a la existencia todos los días, mediante una idea, una acción, una organización. El partido que soporta sobre las espaldas de sus militantes el mayor peso social, porque es un partido de explotados y desocupados, tiene que recrear diariamente, sin embargo, las condiciones de una militancia organizada. Por eso, los militantes deben esforzarse, si quieren resistir y avanzar, por comprender políticamente los problemas que enfrentan cotidianamente.
Somos críticos del partido como una realidad históricamente determinada. No podemos decir que el capitalismo está históricamente determinado, que ha nacido y que morirá, o que todas las construcciones humanas están históricamente determinadas, y no aplicar la misma conclusión al partido revolucionario. Cuando se supone que el partido es inmutable, que no sufre las presiones sociales, que siempre es igual a sí mismo, lo que tenemos en el centro es a un gran burócrata, ya no un partido.
Hay que meterse en la cabeza que otros ya llegaron a donde hoy estamos nosotros, y desaparecieron. Tenemos la oportunidad histórica de ser el primer partido trotskista que superó los problemas del desarrollo y se convirtió en un gran partido revolucionario. Por eso, el PO y sus militantes deben esforzarse por aplicar al análisis del partido revolucionario y de sus problemas –o sea a sus contradicciones–, el mismo método crítico que aplican a toda la sociedad.