EL PANTANO DEL IMPERIALISMO

EL PANTANO DEL IMPERIALISMO

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/58374-

La represión militar que mató a 12 iraquíes en la ciudad de Mosul, el martes 15, cuando una manifestación popular reclamaba el cese de la ocupación norteamericana, es una representación de lo que será Irak de aquí en más. Hay quienes la imaginan como una nueva Intifada, hay otros que la ven como la resistencia guerrillera que expulsó del Libano, primero a los norteamericanos, luego a los soldados sionistas; incluso quienes la ven como un futuro Vietnam. Sea como fuere, el propósito del gobierno yanqui de convertir a Irak en un protectorado dará lugar, más tarde o temprano, a una gigantesca lucha antiimperialista, que sin embargo no existía ni como una insinuación antes de la invasión. Por algo se dice que “Dios ciega a quien quiere perder”. La manifestación popular reprimida por los yanquis puso un punto final a la farsa de la alegría que estarían manfiestando los iraquíes por su “liberación” y al metódico trabajo de desmoralización política al que se han aplicado los ocupantes impulsando los saqueos de edificios, oficinas y museos.

Pero, por otro lado, basta echar una ojeada al mapa para verificar que el imperialismo norteamericano se ha metido en una lógica de “guerra infinita”. Con la ocupación militar de Afghanistán, al este, y la de Irak, al oeste, todos los regímenes políticos que se encuentran en el medio han perdido la mayor parte de su sustento independiente. Esto vale para Irán y para Arabia Saudita, por ejemplo. El primero se encuentra políticamente dividido entre los fundamentalistas y los liberales, en un estado de guerra civil latente. El segundo está ensombrecido por una fantástica crisis económica y por grandes desafíos políticos populares, además de una gigantesca presión de los monopolios petroleros para que desestatice la producción de hidrocarburos, lo cual marcaría, de paso, la desaparición de la Opep.

La otra morsa de esta geografía la representan la presión sionista desde el sudoeste y la yanqui desde el este sobre Siria. Como quiera que la invasión yanqui tuvo como propósito estratégico liquidar la cuestión pales tina, el paso siguiente apunta a desmantelar a las guerrillas que se encuentran en el Libano, bajo protección siria, y a terminar con el litigio que Siria tiene con Israel en la frontera del Golán. De ahí las amenazas de todo el elenco de Bush contra Siria, a la que acusa de poseer armas de destrucción masiva, en un “replay” de lo ocurrido con Irak.

La invasión yanqui no ha restablecido ninguna suerte de estabilidad en el Medio Oriente sino que ha arrastrado a éste a un nuevo ciclo de revoluciones.

Por otro lado, sobreimpreso a la guerra imperialista contra Irak, se ha desarrollado una lucha interimperialsta que ha opuesto a Estados Unidos contra una parte de la Unión Europea y contra Rusia. Los yanquis ya han anunciado, alegando la necesidad de reconstruir Irak, que darán por cancelados las decenas de miles de millones de dólares que Irak debe a Rusia, Francia y Alemania. Bush ve de una forma diferente el pago de la deuda externa cuando se trata de la que beneficia a sus rivales. El gobierno norteamericano no solo pretende confiscar los pozos de petróleo de Irak y sus cuentas en el exterior, y ni qué hablar de sus tesoros arqueológicos, sino también confiscar a sus aliados históricos de la Otan. En el afán de ingresar a un mundo pos-moderno los imperialistas han logrado regresar al modo de enfrentamiento interimperialista que caracterizó el siglo XIX hasta la segunda guerra mundial.

En las dos primeras semanas de la guerra se manifestó una crisis en el Estado mayor norteamericano, cuando varios generales denunciaron a su gobierno por falta de preparación y la necesidad de un mayor número de tropas. El conflicto fue zanjado cuando Bush ordenó el masivo bombardeo de Bagdad, inflingiendo de este modo bajas civiles incalculables y una descomunal destrucción. Pero ahora queda en evidencia que para gobernar el país necesitarán unos 200.000 efectivos más, que se encuentran en marcha. Estados Unidos juega a fondo su futuro en la arenas del Medio Oriente.

La ocupación militar de Irak fue saludada tanto por los “amigos” como por los “adversarios” de los yanquis. Los pacifistas como Chirac y Schroeder festejaron la caída del dictador; la victoria de su rival norteamericano era el mal menor. Lo mismo vale para la ONU. Ahora unos y otros tendrán que auxiliar la ocupación norteamericana y ya reclaman un puesto para esa tarea. La máscara de la “oposición europea” simplemente se ha desplamado.

La guerra imperialista ha sido un golpe mortal para el sistema de relaciones internacionales vigentes, el cual siempre fue en realidad un sistema basado en la fuerza. Es decir que se inaugura un período de disolución de las relaciones políticas establecidas y por lo tanto en la estabilidad de numerosos gobiernos y Estados.

Al movimiento pacifista y antiglobalizador esta disolución política le plantea un problema insoluble, toda vez que su objetivo era reformar ese sistema internacional. Antes que impulsar una Europa unida democrática y social, los pacifistas tendrán que tomar nota de la tendencia a la disolución de la Unión Europea. Antes que democratizar al FMI o a la OMC, deberán tener en cuenta que dificilmente podrán seguir jugando un rol de árbitros de las disputas imperialistas. Irak no puede pagar su deuda externa despues de 12 años de bloqueo y dos guerras y el ocupante no está dispuesto a hacerlo en su lugar. Pero los acreedores, que quieren igualmente cobrar, no podrán pedir que los socorra en este caso el FMI.

Cuando en 1997 se lanzó desde Génova la propuesta de refundar de inmediato la IV Internacional tuvimos en cuenta la oportunidad que ofrecía para este objetivo la crisis mundial del capitalismo. Seis años más tarde, esta perspectiva es ya una evidencia. Ninguna clase de acción internacional podrá reemplazar la tarea de que la vanguardia del proletariado refunde la Internacional Obrera que debe llevar la revolución socialista a la victoria.