GRANDE DEMAIS
nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/57444-
Marco Aurelio García es el gran gurú del PT de Brasil, esto al menos para la tilinguería internacional y en especial la porteña. Por eso una reciente entrevista que le hace Página/12 (20/10) retrata los límites insalvables del Frente Popular que el PT ha organizado con la derecha, los bancos, las iglesias y los viejos políticos del país.
Preguntado acerca de “¿qué margen de acción queda por delante a la política de autodeterminación del PT?”, el canciller in pectore de Lula responde: “Es difícil de responder, porque nosotros no tenemos claro cuál será la situación que el país va a vivir el 1 de enero del 2003”. Esta respuesta es de antología, no es sólo una muestra de mediocridad intelectual; es, mucho más, una confesión anticipada de impotencia política. Porque, ¿qué otra cosa significa sino admitir que será incapaz de aplicar una política propia o incluso de que ésta exista?
Pero Marco Aurelio no se queda aquí. “Ahora, añade, nosotros hemos recibido un sinnúmero de señales por parte de los sectores financieros y productivos que están dispuestos a continuar invirtiendo en Brasil”. A quedarse tranquilo, entonces, porque a través del PT gobernarán “los sectores financieros y productivos dispuestos a invertir”. Mientras tanto, esos “sectores” se han llevado ya más de 6.000 millones de dólares, entre junio y septiembre, fuera del país, lo que no impidió una desvalorización del real del orden del 30%. La plata que se piantó supera en un 100% el respaldo financiero del FMI para ese trimestre. Lo que es todavía peor, el Banco Central no pudo renovar deuda pública que vencía el 21 pasado por 1.100 millones de dólares, porque los amigos de Marco Aurelio pedían, para esa renovación, tasas del 60% anual.
Si esto no es un encubrimiento de los saqueadores de Brasil, es por lo menos la manifestación de una enorme ilusión. Una ilusión que se transforma en ceguera cuando el “ideólogo de la renovación del PT”, como lo rebautiza Página/12, suelta redondo lo siguiente: “Es claro que si hubiera un default en Brasil, tendría una significación internacional; entonces no me parece que podría haber una movida desestabilizadora”. Es decir que el gobierno del PT sería una máquina “todo terreno”: “too big to fall”, como dicen los yanquis, o “grande demais, para cair”, como traducen los brasileños. Lamentablemente, en los últimos diez años Brasil ya se “cayó” numerosas veces y con alcances cada vez mayores. El “demasiado grande para caer” es algo que los dirigentes del PT repiten cada vez con mayor frecuencia y se parece a la píldora para dormir que se toma una persona en problemas.
Ahora bien: si es “too big to fall”, ¿por qué el PT se ufana en hacer tantas concesiones? Cada acto de capitulación del PT ante los grandes capitalistas delata su pánico ante la bancarrota. El PT se ha preparado durante un cuarto de siglo para gobernar, sólo para caer en la cuenta que su programa no responde a ninguno de los más elementales problemas que le presenta el derrumbe capitalista.
Entre esas concesiones brutales a los capitalistas, la más notable es la decisión de privatizar parcialmente el sistema de jubilaciones con el objetivo de “reanimar” a la Bolsa, como surge de la declaración firmada por el PT con 25 entidades capitalistas de las finanzas (El País, 20/10). Pero si esto era una canallada en el período de auge de las Bolsas, que es adónde van los aportes de los trabajadores, qué decir del presente período en que la cotización de las acciones cae en picada y, en el caso de Brasil, lo mismo ocurre con los títulos públicos. El obrero metalúrgico nordestino que será elegido presidente el próximo domingo está dispuesto a sacarle plata al pueblo para financiar el derrumbe bursátil de los parásitos brasileños, o sea la salida de capitales de la Bolsa. Con la misma finalidad, Lula ya aceptó establecer el objetivo de un superávit fiscal del 5%, más de lo que exige el FMI, siempre para lo mismo: pagar las deudas, financiar el retiro de los capitales. Cuanto mayor es el tamaño de una economía capitalista, mayor es el beneficio de los que se aprestan a lucrar con su caída.
En este cuadro, un partido trotskista de Brasil, el PSTU, llama a votar en el segundo turno a Lula, sin importarle, como ese mismo partido dice, que el PT “se alió a la burguesía y está defendiendo un programa parecido al de Serra” (declaración del ex candidato Zé María). No solo esto. Dice que “un gobierno sometido al FMI y de alianza con la burguesía atacará a la clase trabajadora”. Llamar a votar a un verdugo es un acto de liquidación política.
Jorge Altamira