LA LUCHA DE CLASES, Y NO LA DEMAGOGIA NACIONALISTA, ACABARÁ CON EL FMI

LA LUCHA DE CLASES, Y NO LA DEMAGOGIA NACIONALISTA, ACABARÁ CON EL FMI

nota publicada en: https://prensaobrera.com/politicas/56459-

La crisis argentina ha ingresado en una nueva etapa, a partir del virtual estallido del derrumbe bancario en Uruguay. Primero los grandes inversores, luego los ahorristas menores: el conjunto de los depositantes en la plaza financiera vecina ponen los pies (o más bien la plata) en polvorosa. Uruguay ha pasado de gozar de la más alta calificación inversora, a una de las más bajas, a la velocidad del sonido. El malhadado “riesgo-país” ya ha comenzado la carrera loca a la cúspide, como consecuencia de la baja estrepitosa de los valores de la deuda pública. El presidente Batlle ha reaccionado anunciando un plan como el que el FMI le exige a Duhalde, como un pase seguro al futuro. En pocos días se verá lo inútil de la receta del “ajuste” para contener la crisis. Al son de los cacerolazos, Uruguay ingresa en la fase previa a la crisis política y a la rebelión popular. Argentina pierde con esto su condición de oveja negra, para transformarse en una más del rebaño. El proceso revolucionario argentino va cobrando dimensiones internacionales.

El trofeo mayor, con todo, se encuentra un poco más arriba en la cartografía mundial. “El conocido economista de derecha Delfim Neto alertó informa La Nación (10/5), que los bancos están equivocados si temen por Lula. ‘El problema está en la economía’, sentenció Neto”. Es que “Brasil vive un deterioro de prácticamente todos sus indicadores económicos… en medio de un panorama internacional difícil. Según el Instituto de Estadística, ya se observa una retracción del consumo, las inversiones y el gasto público. En el primer trimestre del año las ventas industriales cayeron el 1,35%…; la venta de automotores se redujo en un 14%; (en vísperas del Mundial) los brasileños compraron este año 7% menos televisores que en 1998…” (ídem). La deuda pública supera el 75% del PBI, en tanto que su servicio anual es mayor que las exportaciones, lo que quiere decir que está obligada a refinanciarse constantemente. ¿No ha sido éste el escenario estructural del derrumbe argentino? Lo más interesante del proceso brasileño, cuya tasa de riesgo-país pasó en los últimos días de 750 a 1.000 puntos, mientras el real caía de 2,30 a 2,60 frente al dólar, lo más interesante es que el detonante no ha sido la crisis argentina sino la de los grandes grupos de telecomunicaciones de los Estados Unidos, cuya elevadísima deuda ha elevado la tasa de interés en el mercado norteamericano y por esta vía aumentado el riesgo de la refinanciación de la deuda externa de Brasil.

¡Así que el “mal argentino” no era contagioso! Cómo podría no serlo si se trata del derrumbe del mismo régimen social que domina en Uruguay y Brasil, y es el que corresponde a la economía mundial en la que se encuentran insertados estos países. La crisis brasileña ha debutado de inmediato como una crisis política, y precisamente cuando Lula ha dejado hace mucho de representar una amenaza para el capital para transformarse en uno de sus guardianes más fieles. En las crisis de Uruguay y de Brasil se encuentra presente un factor fundamental del escenario argentino *la despiadada lucha de los capitales norteamericanos y europeos, que se despliega en todo el escenario internacional.

Que la crisis de poder del Estado burgués gane estos nuevos espacios altera enormemente los alcances de la crisis argentina. Se hunde la estructura económica y política del Mercosur en el mismo momento en que se refuerza el proteccionismo agrícola de Estados Unidos y de Europa, e incluso retrocede el planteo del Alca bajo las presiones internas dentro de Norteamérica. La nueva escala de la crisis representa una cambio cualitativo.

Con Lavagna, mucho peor

La internacionalización de la crisis capitalista que arrancó en Argentina, tiene lugar cuando el gobierno de Duhalde ha sido llevado, de fracaso en fracaso, a un inmovilismo casi completo. Todos los planes de rescate bancario han naufragado. De un lado, porque los banqueros no quieren poner un peso sino quedarse con los pesos de los demás, no solamente de los ahorristas sino también de los bancos rivales. El proyecto del “corralón”, que permitía realizar compras de inmuebles y automotores con los depósitos, quedó de lado porque entrañaba una redistribución de los depósitos entre los bancos y amenazaba a muchos de ellos, en especial los estatales, con la bancarrota. El Bonex se hundió porque los banqueros se negaron a ofrecer en garantía su cartera de créditos, lo cual descargaba todo el peso del plan en el fisco. También porque podía conducir a la misma transferencia de depósitos, en este caso Bonex, de los bancos más vulnerables a los más sólidos. La única vía de superación del “corralito” que ha quedado abierta, es su levantamiento completo financiado con dinero del Banco Central, lo que de ocurrir llevaría a tres cosas juntas: 1) hiperinflación, 2) confiscación del dinero depositado en un 80 ó 90%, por la disparada del dólar, 3) quiebra de aquellos bancos que carecen de suficiente capital para reiniciar sus operaciones después de la catástrofe. Esta perspectiva logró hasta ablandar el cerebro de la funcionaria internacional Anne Krueger, que pasó a recomendar el “gradualismo” en el levantamiento del congelamiento relativo de los depósitos. De cualquier modo, la salida de dinero del sistema financiero es enorme y las reservas en dólares han caído, a su vez, en 5.000 millones de dólares. El remanente disponible, de 3.000-4.000 millones, no alcanzaría para detener una corrida al dólar. La hiperinflación se abre camino igualmente, aun sin la liberación del dinero bancario, en especial por el crecimiento del mercado de cheques del corralito contra pesos de las empresas que tienen un superávit de efectivo.

Confiscación total de los ahorristas y concentración financiera en una decena de bancos, o nacionalización de la banca sin indemnización. No se presentan otras alternativas de conjunto; la primera implicaría también la liquidación de los salarios. A mediados de la semana pasada, se detectó una campaña del Citi y del HSBC contra sus rivales europeos y contra el Boston, en una clara demostración que la unidad de los banqueros no pasa de una fachada y, más importante todavía, poniendo en evidencia que la división del capital bancario es uno de los factores principales de toda la crisis. Los bancos representan más que nunca un mecanismo de desintegración financiera y monetaria; sólo mediante una nacionalización contra los intereses capitalistas de la banca sería posible que el ahorro nacional se convierta en una palanca para la salida del marasmo económico.

Silencio de radio

A diferencia de lo ocurrido en la que la precedió, la última semana se caracterizó por el reflujo de las versiones sobre una adelantamiento electoral. Lejos de un recule, esta atenuación refleja un reconocimiento de que las elecciones no pueden ser convocadas por el gobierno de Duhalde, ni siquiera en el actual marco político. Habría que cambiar a uno y a otro (o, en la variante “populista” alternativa, que Duhalde gobierne por decreto) para que puedan transcurrir “bajo control”, si es que existe la intención de llevarlas a cabo. Mientras tanto, prosiguen los conciliábulos militares; en el último de ellos, el principal cerebro político del Ejército, el general Reimundes, ratificó la orientación de intervenir militarmente en el caso de una gran crisis, sea social o política. La tendencia a la hiperinflación se conjuga con estos preparativos o conspiraciones políticos.

Pero las limitaciones políticas de una salida de fuerza son, con todo, manifiestas. En Salta, donde Romero gobierna con la suma del poder, pues tiene bajo su control a la Legislatura, a la Justicia, a la Policía e incluso a la Gendarmería, la crisis se está saliendo de madre. A la provincia ni siquiera la salva el privilegio de cobrar regalías petroleras y de gas, que han aumentado en casi el ciento por ciento en los pasados cinco meses. La prueba es que los municipios no reciben la coparticipación provincial, por lo cual ya no pagan sueldos ni atienden servicios, en un verdadero derrumbe del Estado. Por otro lado, la pueblada de Tartagal y Mosconi, en defensa de los docentes, muestra que las masas, en su sentido más amplio, se encuentran disponibles para participar e intervenir en grandes escalas.

Los trabajadores debemos ser concientes de que el golpe es uno de los recursos a los que tienden a apelar los explotadores en crisis extremas como la de Argentina. Pero por otro lado es necesario comprender que esto no implica ni un gramo de tregua al gobierno actual, bajo cuya sombra se tejen las conspiraciones. Duhalde no se cansa de promover reuniones con los militares o de participar él mismo. El ingreso de Barrionuevo al círculo oficialista, implica también un apoyo al patoterismo antipiquetero y enemigo de las asambleas populares. La verdadera conciencia política de un pueblo en lucha, no se limita al reconocimiento del antagonismo que lo enfrenta al gobierno de turno, sino en la comprensión de los recursos y alternativas que la crisis va planteando a los explotadores, en sus diversas etapas, para hacer frente a la crisis mortal de su régimen. En esto consiste, por otra parte, la conciencia estratégica de cualquier ejército en operaciones.

Moyano, Alicia Castro…

Al final, el paro de Moyano quedó para la semana que viene, aunque levantó la sospecha de que su postergación tuvo por finalidad no acentuar las precarias condiciones que presiden el viaje de Duhalde a Europa. Mientras despotrica contra el FMI, Moyano no deja de tenderle un puente incluso después que le tiró el guante. Sin embargo, la postergación coincide también con el reflujo de los reclamos de elecciones, que el propio Moyano compartía. Si el adelantamiento electoral pasa por un cambio de gobierno y de régimen político, el sector que representa Moyano no quiere dejar pasar sus propias posibilidades. Más allá de las presiones populares y del deterioro del salario, los paros de Moyano tienen que ver con el intento de los llamados “populistas” de torcer también ellos en una salida. Precisamente, en la semana que acaba de pasar, hasta Página/12 y Zamora se inscribieron en un movimiento de reivindicación patriótica, algo que ocurre regularmente en todas las crisis financieras que afectan a la burguesía argentina desde 1810.

Alicia Castro, con su gesto de poner la bandera yanqui en la presidencia de Diputados, puso sobre el tapete la necesidad de distinguir la dignidad nacional de la demagogia nacionalista. La tendencia de Castro (Moyano), que impulsó la devaluación, no ha hecho absolutamente nada en el curso de esta crisis, y menos todavía organizó al movimiento popular o las luchas. Sí firmó, en nombre del sindicato de aeronavegantes, un convenio flexibilizador. Es decir que no hay un ápice de lucha nacional, pero sí mucho gesto y más verborragia. Pues bien, la demagogia nacionalista es un recurso fundamental contra las masas en lucha, porque su propósito es que éstas vayan detrás de la burguesía que la engaña con puros desplantes y ninguna acción u organización. Para el registro, recordemos que Alicia Castro frenó con todo la posibilidad de una huelga indefinida en la crisis de Aerolíneas, y que en su momento estuvo con el ingreso a AA de la yanqui American Airlines.

La escena de Alicia Castro viene al caso, debido a una reciente imposición de IU a la Interbarrial de Parque Centenario, donde desconoció un reclamo (otra más) de participar el martes 14 de una acción en Brukman para insistir en un acto frente al Congreso para rechazar las modificaciones a la Ley de Quiebras y para apoyar a los legisladores que tienen esta posición. La consigna de “que se vayan todos” fue sustituida así, en la práctica, por un frente con el ARI, el Polo Social y hasta el ala alfonsinista de la UCR, que se oponen a los cambios en Quiebras dentro de los límites de los intereses capitalistas de los grupos locales endeudados. Se repite aquí la política de un frente con el centroizquierda y más allá, es decir burgués y capitalista, que tuvo lugar en la Legislatura porteña en ocasión del debate de Ley de Salud. Izquierda Unida se encuentra en el Frenapo, a través del PC, y en la Asociación de Bancos, a través del Frenapo (esto explica que el “documento único” que redactó para el 1° de Mayo planteara un acuerdo con la burocracia del CTA, que también está en el Frenapo). De modo que desde una parte de la banca y de la UIA, hay una cadena de eslabones que llega hasta la izquierda democratizante, luego de pasar por Carrió y Alicia Castro. Como se puede ver, detrás de la demagogia nacionalista no hay un ápice de antiimperialismo, pero sí todo un mecanismo político que tiene como finalidad enchalecar a la clase obrera piquetera.

Estrategia de poder

El propósito del Congreso del Polo Obrero, el sábado 18, de desarrollar política y organizativamente al protagonista que ha emergido de la presente etapa histórica, la clase obrera piquetera, se contrapone a todas las maniobras frentepopulistas, porque apunta a convertir al proletariado que lucha en la alternativa de poder. Estarán presentes trabajadores ocupados y desocupados, con el objetivo de desenvolver una organización político-reivindicativa militante, que ya ha puesto de manifiesto su disposición y capacidad de lucha, y que se distingue por la sistemática defensa de los objetivos estratégicos de la clase obrera en esta etapa. Este Congreso prepara, a su vez, la participación del Polo en la Asamblea Nacional del Bloque Piquetero, que se realizará en junio. El Bloque Piquetero, por su lado, ha tomado dos iniciativas fundamentales: 1) invitar a la Anibal Verón a organizar la Asamblea Nacional, con el declarado objetivo de que el trabajo en común lleve al conjunto del movimiento piquetero a una nueva etapa en lo que tiene que ver con su capacidad de acción y con su proyección política; 2) impulsar al movimiento piquetero al trabajo común con las asambleas populares, para forjar un frente de los explotados bajo la dirección de la clase obrera.

Tenemos aquí una metódica preparación de la clase obrera para resolver en su favor los desafíos de esta nueva etapa histórica.